viernes, 26 de diciembre de 2014

RECUENTO DE LOS DAÑOS NAVIDEÑOS

Resulta que tienes grandes expectativas en cuanto a celebrar la Navidad. Pasas un año deseando que dicha fecha te encuentre llena de paz y amor, llena de dinero para todas esas obligaciones que velis nolis adquieres por concepto de vivir en la sociedad del consumo. Quisieras que tu casa resplandeciera de brillos y tafetán, mientras "All I want for Christmas is you" ameniza cada momento de la temporada, desde tus compritas en Liverpool hasta en las interminables posadas escolares, pensando y deseando que ese buen humor te dure hasta que sea la hora de arrullar al niñito Jesusito que ha de nacer en la medianoche del 24/25 (sigo sin entender esto del tiempo, mientras en Nukoalofa segurito que ya es domingo, aquí seguimos retacándonos de recalentado) y brindar con sidra Santa Clos (que por cierto, estuvo caríiiiisima este año) por el cumpleañero.
De repente, como si se tratara de una película de David Lynch, las cosas comienzan a ponerse feas: situaciones que no tenías idea que venías arrastrando buscan su foro para salir y decir "Hola, aquí tienes cosas no resueltas. ¿Dónde te las pongo?" y sin querer queriendo van saliendo todo eso que según tú y tu concepto de madurez, ya habías sorteado. ¿Es eso o es que tienes demasiadas hormonas (como ese pavo que no consigues bañar en vino blanco espumoso por estar demasiado congelado, ¡maldítas prisas!) que no dejan que tu cerebro piense con claridad? ¿O ya empezó el Apocalipsis (como ya empezó para ese pavo que sigues sin conseguir bañarlo en vino blanco espumoso) o es que las expectativas son muy altas y una quiere que todo sea tan perfecto como lo era en la infancia o simplemente esta es una lección más que aprender antes de que acabe el año?
Esta temporada navideña no ha sido la más edulcorada, la neta. He corrido por todos lados como loca para prepara la llegada de un bebé, soportando el trato de "poor Dana" y escuchando estupideces de gente que antes de tener un hijo pensaba de una manera  y ahora, por el simple hecho de convertirse en  madre/padre creen que lo saben TODO (pues déjenme decirles que su afán de aconsejar es directamente proporcional a su afán para que su pareja les haga caso, ¡gracias!), preservar la salud mental de un esposo agobiado por su trabajo y sus relaciones laborales y familiares y tratar de conservar la idealización de una fecha en el entorno de un niño. Adivinen en cuál he fallado desde su planteamiento... ¡exácto! ¿Por qué debo fomentar una ilusión cuando la realidad es bien diferente? Idealizar una fecha, ¡UN SOLO DIA! basándonos en películas hollywoodenses y villancicos sobre burros sabaneros no es una manera de educar para el éxito sino para una frustración permanente cuando te llegan tus 34 años de sopetón y más confundida que nunca.
Así que con ayuda de la madre naturaleza, de mi madrecita santa y de su propia mamá, el Matius ha aprendido esta Navidad que la misma no es perfecta, que no es necesario romper una piñata para sentirnos en onda, que la gente que quiere estar contigo en esta fecha lo estará sin necesidad de persuasión, soborno o manita de puerco y te brindará su luz por el solo gusto de compartir. Quien no estuvo, gracias por su ausencia pues de ella también se aprende y se obtiene sabiduría para el futuro. 
Esta Navidad fue bastante weird, como dice una invitada inesperada (y de la que todos estamos agradecidos por aparecer), desde la lluvia hasta los plantones. Pero ¿saben? Curiosamente tienen que pasar estas cosas para apreciar lo que en realidad significa la Navidad: no es un día en especial, es llevar siempre a la Navidad en tu corazón.
Ok, ese concepto me lo acabo de fusilar de Charles Dickens, pero esa es la idea.
Que hayan pasado una muy feliz Navidad y que mis queridos menos cinco lectores de siempre no estén indigestados por el recalentado...
(¿Otra tortita de bacalao? ¡Pues nos la echaaaaaaamos!)



domingo, 7 de diciembre de 2014

Una voz más...

Llega un "rey" a México, precisamente a uno de los Estados donde tampoco "pasa nada". ¿Y qué le van a decir?, ¿De qué le van a platicar? ¿Que sólo ese estado es bello? ¿Que es un buen lugar para invertir porque el índice de delitos solo se reduce a robos de "Gansitos" y "Frutsis"?
Ya llega y ¿quién lo va a recibir? Seguro que seguirán las viejas prácticas de usar a los niños "de mejores promedios" para que agiten banderitas rojas y amarillas en deferencia al "rey" y verdes, blancas y aún 43 veces más rojas para representar a nuestro país.
Se le paseará, se le mostrarán bailables típicos y se hará gala de la gastronomía local. Le llenarán el ojo con las bellezas lugareñas y nadie mencionara que la consorte del "rey" alguna vez fue "chica Boots", allá por los andurriales de Guadalajara.
Llega una personalidad mediática política internacional en medio de una feroz espiral de violencia y descontento popular, donde vuelan copetes y no se nota que alguien pueda hacer verdaderamente algo, pues quienes mandan se encuentran ahorita llorando en televisión nacional para convencer a la otra parte del pueblo -la que se contenta con tortas y jugos- para que donen en favor de niños coptados bajo otros tipos de abuso (y no lo dije yo solamente, la ONU me da el permiso de parafrasearla)
Pero es imposible disimular el tufo y por más cadáveres que se traten de esconder, las mentes se abren poco a poco; la sensación de que algo amenaza a la tranquilidad se filtra hasta el seno de nuestras familias y mi hijo se asusta al ver policias, se pregunta si es posible que él también se pueda perder sin ser encontrado.
¿Es esto una manera digna de vivir?
Y no, no quiero crearle un país de mentiras ni distraer su temprana conciencia con zapatitos de cristal y patos que se vuelven cisnes. No quiero que crea en el Padre todopoderoso y bondadoso que nos vendieron en la primaria y que se llama "Gobierno". No quiero que crezca engañado ni que asuma el miedo como algo normal...
Pues entonces de qué le vamos a platicar al rey que nos visita, esa es la cuestión; ya pónganse serios, nos dirían los que organizan la porra, pongan su mejor cara, que no se note que están tristes.
Pues no estamos todos, así que ni eso podremos asegurar con "estar".
La vida puede transcurrir bellamente en otros lados; en casa de los senadores y diputados, por ejemplo.
Con sus 159 mil pesos de aguinaldo y demás compensaciones claro que con gusto olvidan todo y llaman a toda una nación doliente a superarlo. Que alguien le diga a todos los autores de superación personal que ya ni le busquen, que la fórmula para "superar lo malo" no son las lecturas puntuales de sus libros, ni sus conferencias, ni sus podcast. La onda es traer la cartera llena de billetes y unas muchachas al lado.
Que cursos de tanatología ni que la chingada; "nuestro" (a mi ni me vean, yo no voté por el PRI) Presidente tiene todo el "Know how" para salir adelante. Pregúntenle.

"...Te doy una canción y hago un discurso sobre mi derecho a hablar, te doy una canción con mis dos manos, con las mismas de matar...Te doy una canción y digo "patria" y sigo hablando para ti, te doy una canción como un disparo, como un libro una palabra, una guerrilla...como doy el amor."

...Nudito en la garganta... nos leemos la próxima vez.





viernes, 28 de noviembre de 2014

SEGUNDA VUELTA.

                                                                ...No esperes que el rigor de tu destino, que tercamente se bifurca en otro (...) tendrá fin.

"Es de hierro tu destino como tu juez", dice Borges (Borgues, pa' los cuates... de Chente Fox)
Poco después de que mi voluntad cedió al ejercicio y a la buena alimentación, cuando las asanas y los 'ohms' hubieron de purificar mi espíritu chocarrero, sentí que mi cuerpo no respondía como debía.
Me sentía de lo más débil, de lo más triste y deprimida; todo lo que comía lo devolvía medio procesado y no quería dejar de dormir.
La Marmota temió por su vida pues no es fácil aceptar que su "executive manager" estuviera haciéndole esos teatros. Digo, si al cuarto para las ocho me pide que pague las tenencias de nuestros respectivos autos, que le consiga el teléfono de algún proveedor, que revise si no dejó sus patrones en casa o simplemente que le prepare mi famosa pasta de champiñones, es de temer que de un día para otro lo recibiera con puro chayote hervido y el flyer de "Pane en via". ¡Maldito! ... jajaja.. just kiddin'. 
Así que me mandó al hospital, al laboratorio, a hacerme pruebas de todo y nada, no pasaba nada... Aparentemente...
Luego, todo cambió. Un día en el que me encontró más pálida que de costumbre me llevó de nuevo al hospital y ahí el mundo tal como lo conocía hasta ese momento se disipó: estoy esperando a mi segund@ hij@.
De pronto se apareció la película que ya había visto: visitas al hospital, sangre-sangre-sangre, temores nocturnos, mi cuerpo que comenzaba a ser "perfecto" de nuevo cambiaba rápidamente, apetito desmedido por carbohidratos y donas Krispy Kreme y lo peor, mis serias dudas sobre mi capacidad de crianza, pues aunque el Matius es el niño más dulce, bueno, amoroso e inteligente que conozco, el día que salga al mundo y éste me lo escupa con una nota que diga "Debiste hacerlo mejor" ¡me voy a poner a llorar! (y a seguir tragando krispys)
Total, que por fin ya sabíamos lo que ocurría; el Mundial de Brasil iba a ser el pretexto perfecto para fomentar mis antojos y nadie me iba a impedir que rompiera la dieta. De ahí en adelante todo era diversión, Fun and loathing in Danagatolandia!
Pues no fue así; tuve muchas compliaciones médicas y me ordenaron un reposo monacal. Gracias a mis amigas Axel y Bere que cuidaron de mi y de mi querido Matius al recogerlo del cole y traerlo sano y salvo a casa, mientras yo no entendía qué demonios estaba haciendo mal, torturándome con mil temores que ya nada tenían que ver con que si era correcto enchuponarlo o bañarlo con lechuga. Era el temor de "¿Vivirá o no?". Un sentimiento, queridos menos cinco lectores de siempre, que no podría describir despreocupadamente.
Es por eso que hasta ahora que estamos en la recta final puedo platicarles libremente mi -ahora si- feliz situación.
Sépanse que estos oscuros temores los he venido arrastrando desde junio, que ha sido un triunfo mantener el equilibrio entre la emoción desmedida por un nuevo ser y el temor a perderlo antes de conocerlo. El pretender que "todo está bien" ante una situación en la que claramente no esta todo bien es difícil, pero indudablemente también pasaron cosas maravillosas en el proceso que me hicieron concebir esperanzas: El Matius entró a la primaria, a los scouts, me volví una "soccer mom" (que no 'sucker') de tiempo completo, leí muchísimos libros, celebré otro cumpleaños con un regalo sin poder desenvolver aún...
Se que en el mundo, en nuestro país, en nuestra ciudad, en nuestra familia pasan cosas que hacen perder la fe en la humanidad y en la existencia, pero siempre habrá la mentada luz al final del túnel que nos alienta a seguirla (¡sí, si vayan hacia la luz!) y tratar de sacar lo mejor de nosotros mismos.
Así que veremos qué sucede en mes y medio, lo más probable es que así como estoy construyendo mi destino (y con el tino que tengo) éste nuevo ser nazca el día del cumpleaños de su hermano mayor.
Ya me conocen... me encanta complicarme la vida.
Feliz viernes, queriditos. Los niños SÍ suceden, así que si van a la fiesta, lleven sus globitos..




viernes, 14 de noviembre de 2014

EN LA FERIA...

Escrito por la mujer que piensa que su gata Peluss
es su amiga.
Hoy viernes volveré a la Feria del Libro Infantil y Juvenil. 
Voy como cada año de mi vida. Ya son 34, así que échenle cuentas.
Voy con gusto y emoción para reencontrarme con la nenita que leía Mafalda a los cinco años y repetía como lorito lo de tener "conciencia gremial". Voy con el fervor de quien va a la Villa a dar gracias a fin de año por los favores recibidos y es que el mío es un agradecimiento a mi mamá (que en vez de ir a la Universidad me llevaba "de pinta" a la Feria, cuando la organizaban en el Auditorio Nacional) y a mi papá, quien es un adulto con alma de niño (el sábado pasado lo caché viendo Plaza Sésamo. El Matius ni figuraba por ahí, así que no era pretexto).
Ir a la Feria es como ir a la feria. Sólo que los mareadas y guacareadas no son por culpa de los juegos mecánicos sino por las vueltas que doy sin cesar por cada uno de los stands, tratando de encontrar el libro perfecto. Lo curioso es que ni siquiera los busco para obsequiárselos al Matius, sino para mi propio deleite.
Pienso que la literatura infantil es un género que ha sido infravalorado y hasta se le ha faltado al respeto con tanto mercadeo de productos disney y nickelodeons (¡es que cómo es posible que Dora la Exploradora o la Sirenita vendan más libros que un Tío Patota o una Olga Cuéllar, chihuahuas!). Y bueno, si es cierto que me encanta leer libros infantiles porque es una manera de conservar la capacidad de asombro, la imaginación y la sensibilidad. Los libros-niño son el primer escalón de mi gusto por leer.
Anteriormente la Feria tenía un aire hippie pues todo era regalar globos, colores, ediciones sencillas de libritos... en los talleres se usaban envases de yogurt y pintura para crear el sistema solar y La Trouppe nos deleitaba con "Opus Estos"... vendían nieve de leche quemada y Sara Gerson autografiaba nuestros libros de "Los viajes de Pluvio".
 ¿Todo era más simple o es que yo iba por la vida con ojos de inocencia y no era mi trabajo el pensar en los precios de los libros y en si compraba un disco de los Hermanos Rincón o un kilo de carne?
Ciertamente sigo yendo a la Feria como un ritual, pero también porque creo que se educa con el ejemplo y si el Matius algún día terminará en un diván, al menos que no me culpe de no haberle inculcado el gusto por la lectura o de no procurarle una herramienta que lo hará mejor persona, como creo que lo es la literatura.
¿Dónde estarán esos niños que junto conmigo compartimos horas de lectura? ¿Seguirán leyendo, son padres, estarán llevando a sus hijos a la Feria?
Misterios que las encuestas de "tres libros al año es el promedio que el mexicano lee" no alcanzan a revelar...
Tal vez sea cuestión de tiempo.
Y de fe.
Feliz viernes, queridos menos cinco lectores de siempre; si van a gastar su "Buen Fin" en una tele ni me platiquen.
*Pone carita enojada


viernes, 7 de noviembre de 2014

CAPILARIDAD BAJO LA LUPA

Escrito por la mujer que es capaz de comerse un puñado de Cheetos
y un "Miguelito" en polvo como desayuno".

Queridos menos cinco lectores de siempre, para poder despegar las neuronas y venirles a escribir tan temprano hube de poner a Guns N' Roses en altos decibeles ¡y la cosa no para de agradarme!
Así que ya llevo 30 minutos escuchando música y ya hasta se me olvidó lo que les iba a platicar (que seguramente era algo insulso y poco importante, pa' variar.)
Debo confesar que los Guns comenzaron a gustarme gracias a felices coincidencias en mi adolescencia (periodo en la historia que TODOS deberíamos saltarnos; ¡ahí te encargo, Evolución!) y posteriormente las personas que fui conociendo a lo largo del camino compartieron y fomentaron mi gustillo. Fin de la anécdota de Guns, fin del recurso literario de la introducción pues no pienso escribir acerca de la música (ya se ve que se muuuy poco), fin de las alusiones a la adolescencia. Se quedarán con la duda de quién fue el primer chico que me dio un beso al ritmo de "Since I don't have you".
Cielos, llevo literalmente una hora tratando de encontrarle el hilo a mis pensamientos y no puedo dejar de pensar en la adolescencia, ¡justo como no quería que pasara!
Me acuerdo que en la secun era obligatorio -aparte de las calcetas blancas hasta arriba y zapatos negros de goma ¡horribles!- que las niñas portáramos un objeto colgante no identificado (OCNI) sobre nuestras frentes, el famosísimo "copete". Dicho copete era toda una distinción entre las jóvenes, entre más enredado y más abultado, mayor su índice de coeficiencia intelectual. Na, para nada. De hecho las chicas que no usaban copete eran las más aplicadas pues no gastaban tiempo precioso de estudio en tales menesteres, y como yo no fui muy aplicada en la secun, pues adivinen quién si traía su copetín bien redondito y encrespado...(todos señalándome en 3...2...1)
Efectivamente, no era un buen día si el copete no quedaba tan esponjoso como yo quería. Había que levantarse a las 6 de la mañana (y en ese entonces gustaba de hacerlo con el programa de Sofía Sánchez-Navarro, en Digital 99) para tomar un baño, ponerme el uniforme y comenzar a torturar mis cabellitos uno por uno. El procedimiento era el siguiente: separaba el mechón de la frente del resto de mi cabellera; acto seguido, peinaba mi cabello en una coleta relamida y bien apretada. Paso tres: con un peine comenzaba a enredar el cabello (a hacerle "crepé", como se le dice en el argot estilístico) y rociaba sendas cantidades de "Aqua Net" para después sostenerlo y aplicarle calor con la secadora. Uff, sólo recordarlo ya me dieron ganas de raparme...
De tal manera había calculado el tiempo que tardaba en peinarme que jamás se me hizo tarde para llegar a la escuela, bien encopetada, claro.
No se que delirios o sensaciones podría causar el peinarse de esa forma, con el tiempo dejé de procurarme dicho accesorio por que la prepa y el copete ps no checan, ¿no?
Jamás se me ocurrió pensar que lo que las chicas creíamos hermoso, atractivo para el sexo opuesto, para los hormonosos compañeros les daba exactamente lo mismo pues ya está más que comprobado, estudiado y resobado que en lo que menos se fijaban de nosotras era en la cabeza, precisamente.
"Ahoy" ignoro el peinado que esté de moda entre la muchachada, yo por mi parte he renunciado al peine y a la secadora, por más que la Marmota deje caer indirectas de "ayyyy, qué bonita te verías con equis peinado".
Demasiado tarde, yo ya me casé con un corte de pelo, con la idea de que entre más simple mejor y que ningún peinado vuelve a quitarme el tiempo que puedo invertir haciendo otras cosas.
Y bueno, hay de copetes a copetes... por lo pronto en este país sabemos cuál es el copete más odiado por el grueso de la población y ni sus litros de gel podrán traerle calma (ni ideas...o inteligencia...bueno, ya de perdis: sentido común).
Así es el misterio de la capilaridad...



lunes, 3 de noviembre de 2014

Crónica del Día de Muertos.

El Matius y la Marmota regresaron de sus respectivos viajes justo para la celebración del Día de Muertos.
Después de indigestarme con una poca de barbacoa, corrimos a Xochimilco por las cosas de la ofrenda. Aquello era una alegoría al cuento de Cortázar "Omnibús": todos traían ramos de flores y mal miraban a los que no. Nadie iba para Chacarita pero sí al Panteón Municipal.
Por la tarde llevamos al Matius a los Scouts y fuimos felices comiendo pan de muerto y chocolate.
Ayer domingo visitamos el Panteón y caminamos sobre una marea anaranjada de cempazúchil. Increíblemente el día en el que celebramos a la muerte es el día más vivo en el camposanto.
De regreso pasamos a comer con la abuela Ofelia.
La abuela Ofe es de Oaxaca, de la Mixteca; sus años y sus achaques no le impiden celebrar como se debe a "sus muertitos" y por ello se desvela durante dos noches para preparar la comida de Día de Muertos, consistente en mole amarillo.
El mole amarillo es un potaje hecho con diversas clases de chiles, especias y hoja santa, espesado con masa y servido con pollo. Algunas personas suelen servirlo con maíz cacahuazintle cocido, al estilo pozolero.
A mi siempre me ha gustado pasar con ella estos días, su casa huele a guayabas, pan y comida de Muertos.
No puedo pecar de ingenua, se que soy privilegiada por cada año que puedo pasar con ella mientras está en el mismo plano físico que yo y ello me hace llorar. 
La muerte es el contrato que se sella al nacer, eso lo sabemos. Los niños no comprenden el concepto de morir hasta que se dan cuenta que ellos también son susceptibles de morir y cuando ello sucede, algo se rompe en su ser. Así, crecen y cada cosa que viven siempre va acompañado del otro lado de la moneda, la de lo finito.
Pensando en que era buena idea homenajear a otros muertos que queremos, partimos hacia la Alameda Central.
Pisamos el Centro Histórico para saludar a los cráneos monumentales que hicieron para recordar a Frida Kahlo, Octavio Paz, Julio Cortázar, Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, etc.
Caminamos sobre Madero, ¡aquello estaba llenísimo! y por fin llegamos a Bellas Artes.
Después de apreciar las diversas manifestaciones artísticas que allí se dieron cita, enfilamos hacia la Alameda para poder emular la famosa pintura de Diego Rivera "Sueño de una tarde dominical en la alameda", solo que esta vez no había globero, ni heladero, ni chicharronero...¡nada! solo gente que tenía su ir y venir.
Triste, ya los tiempos definitivamente han cambiado.
Y bueno, como dijo Cuco Sánchez: "me río del mundo que al fin ni él es eterno", aquello terminó en casa de mis papis degustando pan de muerto y chocolate (again)
Hoy, hoy solamente estoy enfocada en el hoy...

viernes, 31 de octubre de 2014

LA APARECIDA

¡Quihubo!
Como se ve que la época de hibernar se adelantó a este su changarro de confianza; es inevitable, lo siento.
Así que hoy se disponen a pintarse sus caritas y ponerse trapitos de distintas formas con la esperanza de ganarse unos cuantos chupirules, ¿eh? Muy bien, muy bien, es el momento de seguir adelante con los festejos que nos marcamos en el calendario y pensar que falta poco para que el año termine...
Por aquí todo va bien, gracias por preguntar, no saben lo feliz que me encuentro, tecleando como siempre -aunque como ya les he dicho: no siempre se publica lo tecleado- y viviendo la vida loca. Ya saben, lo usual.
No recuerdo alguna celebración de Jaloween en específico como para poder platicárselos y hacerme la muy interesante (¡uy, qué interesante!). Creo que lo más memorable de aquella era lejana fue cuando mi mamá me hizo una túnica anaranjada y una capa negra a la cual mi santo padre tuvo a bien pintarle una calabaza y titularme "La Condesa Calabaza"...ay, hasta una lagrimita se me salió :') y luego dejarme sobre Avenida Insurgentes para talonear, quiero decir, para "pedir calaverita".
En esos días no se acostumbraba a decir "¿Me da mi Halloween?", ni pediamos dulces. Lo que rifaba era pedir el varo y luego ir a mercar esas monedas por dulces; jamás pensamos en obviar la transacción ni en reducir pasos para llegar al objetivo. No era decoroso, digamos que había que sudar un poco para obtener la recompensa.
Dice mi papá que en su época y en su barrio (saludos, Moctezuma 1 y 2 sección) no se disfrazaban, ¿qué visiones son esas?. Simplemente con sus pantalones "rotangos" y su tono de peladitos tenían para dar miedo. Eso sí, sacramentalmente debían hacerse de su caja de cartón con aberturas en forma de calavera y alumbrarla con una vela. No se de cierto cómo rayos le hacían para mantener la vela prendida, pedir dinero y no acabar en la sección de quemados de la cruz roja, mientras pateaban un balón y le chiflaban al "Churros" para que se apurara y saliera con la demás palomilla. Supongo que son "competencias" que ya no forman parte de ningún plan de estudios de la SEP, ¿no?
Y bueno, como cada cosa memorable en mi infancia, está el tema de mis primos...
Casualmente el primero de noviembre es el cumple de mi primo Gabriel. Invariablemente le hacían su pastel e invariablemente siempre se escurría de su propio cumpleaños (¡bueno, con decirles que hasta el año pasado hizo lo mismo!)
Tales escapes tenían como fin...mmmm...aquí echaré a volar mi imaginación pues nunca he sido invitada a participar, neta que no tengo ni idea de qué carajos podría estar haciendo la noche de su cumpleaños número ocho, allá por la colonia Narvarte en 1988... pero supongo que salía a "pedir calaverita" con sus amigos, pues llegaba con su calabacita de McDonald's (¿la recuerdan?) llena de pesitos. Y yo solo miraaaaba, miraaaaba... en la muina total porque no me había invitado a perderme SU cumpleaños en aras de incrementar mis arcas personales. En fin...
Ahora que tengo un Matius las cosas son bastante diferentes. Hemos ido a Halloweens y a pedir dulces a distintos lugares. Cosa curiosa: a Matius le choca disfrazarse, pedir, hablar, pelear por dulces...cualquier cosa que tenga que ver con perder la mini compostura de mi mini adultito. Es frustrante, debo decirlo. ¿Qué más quisiera yo verlo portarse como cerdito glotón, pidiendo...¡exigiendo! sus dulces, pero supongo que algo, algo debió heredar de mi (ya que en todo lo demás es "igualito a su padre") y ello es mi maldita timidez, so...terminamos en Superama comprando nuestros dulces y mirando "Es la Gran Calabaza, Charlie Brown".
Este año es una incógnita puesto que anda de campamento y supongo que asar bombones es más padre que pedirlos. 
Por lo tanto, aquí estoy muy solita, pensando en que es hora de irme a surtir de dulces al mini súper, ponerme un gorro de bruja y ver a Snoopy y su pandilla mientras las horas pasan y yo me acurruco más y más en mi sillón.
Es eso o ir a casa de mis padres a pedir asilo....y calaverita.
Feliz viernes, felices muertos, felices todos...
Nos leemos hasta la próxima aparición.

viernes, 24 de octubre de 2014

Es difícil escribir con el tono habitual -desparpajado y falto de coherencia- cuando toda la nación deberíamos estar volyeando los ojos hacia los acontecimientos de sangre, masacre y sinsentido que se vive en nuestro país. Por ello, únicamente con el fin de solidarizarnos con tales protestas y actos de reclamos, dejaremos este espacio en blanco, y guardemos anécdotas y hechos curiosos para otra ocasión. Porque todos somos uno y el que no lo piense así, la vida y sus vueltas les demostrarán lo equivocado de su pensar. Y porque todos los que están leyendo esto también tienen algo que decir, es hoy el momento. Feliz viernes, nos leemos (o no) la próxima vez.

viernes, 3 de octubre de 2014

¿ME ESTÁS LEYENDO, INÚTIL?

Hay tantas cosas en esta vida que no se me dan, que simplemente no las se hacer nada bien.
Por ejemplo: no se cocinar. O sea, hervir agua y echarle espaguetis no convierte a alguien en Chef categoría Cordon Bleu, ¡perdónenme!
Ya no digamos que se bordar, tejer o cortar un vestido.
No aprendí ni siquiera a escribir bien en máquina de ídem.
Y mucho menos se cómo pintar una acuarela, o un óleo o ya de perdis, con plumones "Pincelín". ¿Cambiar una llanta? Gracias al cielo que jamás se me ha ponchado una, o si no, estaría a mitad del arrollo vehicular llorando y pidiendo ayuda.
Neta, soy re inútil.
Trato de consolarme pensando en que quizá sea una buena abogada...hasta que me cacho intentando dar una asesoría y mejor los canalizo con los "Abogados Sinior" (¿no saben quiénes son los "Abogados Sinior"?...¡pues mis papás!)
Luego pienso "bueno, soy una madre no tan pior" y luego resulta que el Matius trae un reporte o se le olvidó la lonchera o de plano sigue escribiendo "juares" (¡Síiiiii, con minúscula, sin acento y con "s" en lugar de "z"!)
Y es muy feo, queridos menos cinco utilísimos lectores de siempre. Eso de andar por la vida sin un talento claro es muy triste porque la gente -la del tipo "eterna metiche"- es muy malintencionada; luego luego saca conclusiones estúpidas cuando no ha llegado a tratarme a fondo. 
Bueno, la verdad es que todo este quejoteo es porque hace poco me hicieron sentir muuuuy mal, como quien dice "me bajaron la moral". 
Resulta que soy tan educada que no suelo poner a la gente en su lugar, ya lo saben. Yo, como el Maestro Chéjov: dejo que se regodeen en su naturaleza y que solitos se otorguen el lugar que quieran, mientras yo sólo sonrío. Pues bueno, en esas estaba mientras sostenía insulsa plática con una persona que insinuaba que mi vida era muy fácil. Que por más que platicara de mis vericuetos y vicisitudes, no habría algo en mi vida que no fuera fácil, que no tuviera solución pero no porque yo lo resolviera sino porque tengo "quien" me lo haga. O sea que pa' pronto, soy más inútil que hace rato.
¿Qué se cree ese tipo de gente? ¿Qué horribles cosas ha tenido que vivir para pensar eso de los demás? ¿Por qué medimos a las personas si todos somos iguales, para empezar? Ay dios, ¡ya me volví comunista!
Ya en serio, manitos, yo no se cuál sea mi talento, ni mi misión en esta vida, ni si tengo éxito o no. Tal vez mi talento consistió en formarme una personalidad que los demás no sientan como una amenza, al grado de hacerlos sentir tan en confianza que les provoque soltar la diarrea mental que traen encima.
Creo que abandonaré este mundo sin saber para qué carambas vine al mismo, pero mientras procuraré no molestar a la gente con mi palabra, mi actuar o mi pensamiento. Ya me tocará rendirle cuentas al creador y sabré si valió o no la pena las lbf/in2  de oxígeno que ocupé.
En fin.






viernes, 26 de septiembre de 2014

LA FILA DEL SÚPER.

¿Cómo prefieren que se los diga, suavecito o fuertecito? Porque puedo de las dos manera, ¿eh?
Digamos que en una situación comprometedora, tengan la seguridad que les voy a mentir, que los trataré de hacer felices y que muy probablemente al despedirnos, ustedes se llevarán la idea de qué jóven -ejem, ejem- tan encantadora acaban de conocer. Porque ante todo, soy muy temerosa de las impresiones de la gente: ¿no ven cómo lloro cuando me dicen que "La Gatería" está pa´l perro?
Pero bueeeeeno, no era mi intención causar esos estragos que al final terminaron sucediendo ni tampoco quería que esa señora se quedara llorando como lo hizo. A últimas, a mi qué "#%#$ me importa si su vocación no es la materna y si en estos momentos una niña están sufriendo los embates de la culpa en la persona de su madre (bueno, si me importa esto último u.u).
Resulta que como siempre, andaba de chimiscolera en el súper, ¿no?; las croquetas de la Peluss ya habían dado el último estirón de la quincena y la pobre se retorcía de hambre y arrastraba la panza por el suelo, en claro mensaje de "no seas culei y ya ve por mi comida".
Ese día, mis amiguis me habían celebrado mi cumple con deliciosa fritata "Axel" y bisquets "Bere" y la plática era de lo mejor.
Tanta era mi motivación y proactividad que al despedirnos, pasé por las mugres croquetas de la Peluss sin maldecir y ya estando en la fila, me aborda una señora para preguntarme si no podía cuidar a su hija en lo que iba por unas cositas que se le habían olvidado...¡oh-oh...alerta roja!
Le dije amablemente que no, que si gustaba le guardaba el lugar pero no el de madre sino el de la fila. Perpleja, se me quedó mirando y yo creo que su curiosidad pudo más que su sentido del olvido de las cositas porque me preguntó que por qué era tan desconsiderada. Doblemente perpleja yo, le pregunté que por qué dejaba a su hija con una completa desconocida. Enemente perpleja (y -perdón- pero ya en este punto: pendeja) me preguntó que qué tenía de malo si "nada más se iba a tardar tantito" y que yo "le daba confianza"... ¡Válgame el cielo!
Después de un breve lapsus brutus le respondí que muchas gracias por la flor pero que en tiempos como estos, una madre no debía confiar de ningún desconocido porque el robo a infantes y la Alerta Amber y ¿qué no leía/escuchaba/ya de perdis veía las noticias? Obtuve una sonrisa sarcástica por respuesta. Ustedes me conocen: a mi nadie me sonríe sarcásticamente impunemente...
Me solté con una perorata acerca de la inseguridad, de que a los niños se los roban para sacarles el hígado y otras menudencias, que los papás debemos estar todo el tiempo con el ojo avizor pues cada vez se agudiza la epidemia de niños perdidos y que era una inconsciente por ser tan confianzuda al dejar a su hijita así nada más.
A estas alturas del partido ya era mi turno para pagar. Rápidamente y con el poder de mi firma pagué mis croquetas y me largué de ahí, dejando a una criatura al cuidado de una persona que seguramente le dará horas y horas de bonita terapia (en el mejor de los casos).
Ser madre, queridos menos cinco lectores de siempre, no son enchiladas. Se requieren verdaderas aptitudes para cubrir el perfil. Es mentira eso de que te conviertes en madre en el momento que tienes a tus hijos, como si fuera un acto mágico (de esos que andan tan de moda y que carecen del trasfondo filosófico); no, no, no, pérenme, ya que tengo su atención déjenme descoser... estos años encargada del bienestar del Matius me han dado satisfacciones y sinsabores como cualquier chamba. Es cierto, las promociones y los aumentos son vistas desde ópticas diferentes, pero no por ello dejan de ser meritorios. Por ello, me sorprende que "una colega" se lo tome tan fresco, como si cuidar a un niño se asemejara a cuidar de un gato ¡y cuyo cuidado tampoco es fácil, pues se trata de un ser vivo que siente, necesita y pide su comida a grito pelado!
Puaj, ya. Suficiente por hoy. El mundo -y esta ciudad- están locos locos locos y cada día la locura y la paranoia se mezclan para contrapuntear y cuestionar los conceptos más arraigados, como el de la maternidad. Tema que no dejaré de mencionar, por más que mis anécdotas chenchuales pujen por ver la luz en este apestoso blog de siempre.
¡He dicho!

miércoles, 24 de septiembre de 2014

FELIZ CUMPLEAÑOS A MI.

¿Qué se supone que haga hoy? ¿Qué se supone que deba estar haciendo en éstos precisos momentos?
¿Estar acelerada, bañándome a todo vapor (sí, sigo en pijama y apestando a gato, como todas las mañanas) y escogiendo el outfit perfecto para que pase mi novio por mi y me lleve a desayunar? ¿Debo padecer amnesia y fingir sorpresa ante lo evidente: que hoy es mi cumpleaños y cumplo la fabulosa cantidad de 34 años? ¿O simplemente vuelvo a lo mismo de cada año: depresión cumpleañera y muerte por sobredósis de yogurth?
Creo que ninguna opción (salvo la del baño de rigor) es la más adecuada, en primera porque estoy sentada escribiendo necedades como siempre (aunque ustedes no las llegan a leer) y ello descarta el hecho de que los treintaycuatro me encuentren estúpidamente guapa, esperando mesa en mi restaurante favorito (¿quién quiere ir a Coyoacán con éste frío?)
Pues no, no puedo fingir sorpresa tipo "Señorita México" y hacerme la loca en el feisbuk, tuiter, wassap, etc.,  ignorando sus bienintencionadas y amorosas felicitaciones, haciéndoles creer que estoy tan endemoniadamente ocupada festejando, que ni siquiera puedo pasar a agradecer una por una sus hermosas palabras. Eso sería simplemente absurdo (y grosero de mi parte)  pues como les he dicho, estoy en pijama tragando yogurth, por 28° año consecutivo (los otros seis no, porque he sido medio intolerante a la lactosa)
So, ya que ando en estas, lo mejor será apurar el mal trago y seguir con la vida (o con la cuesta arriba a los treintaycinco, que pa'l caso es lo mismo)
No he escrito en 19 días, lo se. Las razones siempre son la mismas pero con vuelta de tuerca intrínseca: a veces llega un punto en el que ya no se por qué escribo. ¿Escribo para mi, para ustedes, para lanzar un grito de auxilio al universo, para ampliar el espectro de insanidad mental de este mundo, todas las anteriores? ¡Sepa la bola!
Sólo se que he cambiado y mis menos cinco lectores de siempre saben lo mucho que me asustan los cambios. Así que hoy que es una fecha clave en mi vida (gracias papitos por darme la vida y al Doctor del Centro Médico que utilizó forceps para traerme al mundo...eran los 80's) quiero pensar en que esos cambios sieeeeempre son para bien. Es eso o reclamarle a Librerías Gandhi que me devuelvan mi dinero por todos los libros de autoayuda que me han mercado, ¡chihuahuas!
Cumplo años, mundo, y tu situación no ayuda mucho a mi ánimo. Por tu culpa -y por tu lamentable estado- he tenido que ponerle pausa a muchos proyectos para poder educar a un ciudadano que sea más o menos digno del aire que respira, he tratado de amaestrar -sin mucho éxito- a una Marmota y más o menos he cuidado de un gato para que no ande de arrabalero, dejando hijos por ahí.
Estoy segura que mi vida ha valido -hasta este punto- la pena; me lo confirman cada día los segundos de paz que siento cuando volteo hacia atrás y veo el lugar a donde me han llevado mis decisiones -las buenas, las malas y las re putísimas- y me doy cuenta que no quiero estar en otro sitio que no sea en el de mi propia piel.
Ustedes no lo saben, pero mi mejor regalo aún está por venir y ello me obliga a dejar el tono irónico que tanto me (nos) gusta, sólo por el día de hoy -y porque es mi cumpleaños- para agradecer a la máxima deidad existente por otro año vivido y por los que faltan por venir (y la máxima deidad existente se ríe y burlónamente piensa "pues ya no son muchos, ¿eh, chulita?")
Gracias familia, amig@s, menos cinco lectores de siempre, trolls, etc. por su compañía y buena vibra hacia mi.
Me largo a acicalarme porque ¿qué creen? que siempre sí me da ilusión que pase mi "novio" por mi y me chifle para que salga a pasear a la alameda con él.
Aunque no sea domingo y sólo porque hoy -y no mañana- es mi cumpleaños.
Los amo.



viernes, 5 de septiembre de 2014

La triste.

Alguien se siente triste hoy, ¿eh?
Perdón,  queridos menos cinco animadísimos lectores de siempre,  pero hoy no he tenido ganas de venir a escribir.
Suele pensarse que estar triste es malo y que a los tristes nos deberían quemar con leña verde o mínimo darnos un shot de fluoxetina. O quitarnos de la vista del publico, como cuando el informe presidencial se llevaba a cabo en el tres veces hache Congreso de la Unión y durante el caravaneo y la paseada presidencial escondían a los indigentes de las calles, pa que no dieran mala imágen internacional.
La tristeza causa desconfianza en la gente, la vuelve irónicamente antipática: ¿como puedes estar triste, si tienes_______________(ponga aquí las razones para no estar tristes de su preferencia)?
Antes de venir a escupir estas palabras estuve re leyendo los post que escribí cuando tomaba antidepresivos y ...¡cielos, vaya que estaba acelerada!
¿Han visto el artículo en Reddit.com de la mujer whatafinethrowaway que realiza autorretratos bajo el efecto del LSD? Conforme la droga le va haciendo efecto, los dibujos van cambiando de manera sublime hasta lo grotesco. Pues tal fue la impresión que me dieron mis propios escritos hechos al amor del Vextor: cínicos y sarcásticos pero con dejo de amargura tras de ellos. No fue agradable notar lo mucho que me empeñé en cubrir las huellas de la tristeza como una fea marca  con un maquillaje de dudosa calidad,  asi que de inmediato quise escribir con toda honestidad que si estoy triste, pero que se que es un estado que no vendré a poblar para siempre.
Pero, todo es aprendizaje ¿cierto?
Y tal como Scarlett O'Hara jura agitando su puño con un nabo sobre su cabeza que jamás volverá a pasar hambre aunque tenga que matar, robar, mentir o engañar, asi yo agito mi puño para jurar que la tristeza es bienvenida de  lunes a jueves, pero que los viernes tiene prohibido acercarse a mi.
Y pus ya, tan tán. Sigue el viernes y sigue la vida y por supuesto, sigo triste pero no desalentada.
Al fin que todo es hormonal...

viernes, 29 de agosto de 2014

Nostalgia Tramposa

Anoche me encontraba viendo "La Hija del Caníbal", entre la duermevela y las tardías actualizaciones a mi perfil de Facebook; entre la nostalgia de 1988 con el descubrimiento de un blog dedicado a los libros de texto gratuitos de la SEP de los Ochenta y la nostalgia del año 2003, antes de la transformación definitiva de la Ciudad de México y de mis circunstancias.
He hablado hasta marearlos de la añoranza, le he dedicado muchas entradas a todo tipo de nostalgia: la que me da por recordar momentos de mi infancia, la que me alcanza cuando me acuerdo de mis ene mil novios, la que se esconde de mi porque ya sabe cómo me pongo cuando me da por acordarme del Matius cuando bebé, etc.
 Que es una batalla sin cuartel y sin final, pues.
Lo curioso es que el sentimiento que ayer tuve al ver la peli (y que les juro, no eran sensaciones lúbricas por Kuno -my love- Becker) era muy extraño; era la nostalgia por una vida que tuve pero que en realidad no tengo por no llegar a la edad específica. Fue sentir la nostalgia de los cuarenta, en MIS plenos treinta. Quien ha leído el libro -o bueeeeno, visto la peli con Cecilia Roth- sabrá que la historia va de una mujer a la que el marido se le pierde en pleno baño del aeropuerto y lo que sigue es la "búsqueda implacable" del mismo, solo que en vez de contar con equipo S.W.A.T. y pistas dadas por informantes de la CIA, sus compañeros son un jóven idealista y un adulto en plenitud bastante aguerrido. Durante el viaje -en el que tal vez encuentre o no a su marido- se reencontrará con ella misma, la vida que solía gustarle y la manera de ser tan suya que fue mutando con el tiempo y las condiciones azarosas... ¡en verdad que no se por qué me siento tan nostálgica...!
Sentí eso y luego me acosté a dormir, soñé que se me caían los dientes -completitos- y luego sonó la alarma para llevar al Matius al colegio...
***
Cuando no me camina la ardilla, ps no me camina y por más que quiera "introspectar" lo que me pasa, sucede que caigo en la trampa de la nostalgia. ¡Es una lata!
So, haciendo un recuento de anoche y de lo que me movió "La hija del caníbal" es que he decidido hacer una lista de las cosas que extraño en mi vida y que no están más. Todo ello para exorcizar a esa vieja conocida que a veces no me deja estar en paz.
*El depa de Insurgentes Centro: con su fachada decadente e interiores acogedores; con sus techos altos y pisos de madera. Con su cocina pequeña y los azulejos a la española :(
*La colonia Tabacalera: con su aire a porfiriato venido a menos, con alguna que otra fachada art decó y tantísima historia cultural que sin darse uno cuenta, se le queda pegada a las escamas de la memoria :(
*La ciudad de México sin los segundos pisos, sin tanto puente, desvío, cambio de sentido; cuando la vialidad era igual de imposible pero con respeto a la arquitectura de paisaje. O algo parecido :(
*Taxco en 2002 y Lupe de Bronco en el video de Kinky, con su traje luminosito: Whithout explanation. (Por cierto, fecha en la que léi el libro y luego vi la película por primera vez)
*Rosario Castellanos me da nostalgia y no se a bien cómo explicarlo :(
*La biblioteca de la ESANS: por tantos libros que se me quedaron por leer :(
*El disco "Euforia", de Fito Páez: todos y cada uno de sus tracks. En especial, Tus regalos deberían de llegar
...
Es curioso... queriendo exorcizar todas las cosas que me dan nostalgia, llevo cuarenta minutos sin acordarme de otras... lo que reforza mi teoría que la Nostalgia ¡es tramposa! Aparece cuando menos la esperas para engañarte y hacerte caer en sus garras, juzga deleznable tu vida presente y envenena con sus vapores de que tiempos pasados fueron mejores. Bah!

Pasaré de largo este viernes (que a veces me provoca acordarme de los tacos al pastor de la esquina de Edison), esperando que este impasse transcurra rápidamente.
With a little help of my friends...



viernes, 22 de agosto de 2014

DREAM ON, DREAM ON...

Soñando espero al hombre que quiero...
Los sueños que se sueñan mientras se duerme (no tan) tranquilamente, acostados en la cama, con un gato encima (o algún otro animal) son estrictos impulsos cerebrales que develan nuestro inconsciente.
Es una verdad científica incuestionable y ni siquiera me tomaré la molestia de investigar en la güikipedia para -al menos- cerciorarme de no estar metiendo la pata con mi afirmación.
Así, mientras me encontraba leyendo ávidamente los libros de Camilla Läckberg mi inconsciente se proyectaba en sueños, dándome pistas para hallar al asesino, hablándoles de "tú" a los personajes, ninguneándo al comandante de la policía y hasta paseando por los lugares del crímen, previamente descritos. Todo ello aderezado por mis potentes ronquidos que me han costado varias veces ser removida de mi lecho nupcial para ser injustamente desterrada al couch de la sala...Bah!
O como hoy, que al ser las 07:25 a.m. y después de depositar correctamente al Matius en su escuela, tuve a bien retomar ese asunto interrumpido a las 05:45 a.m. De tal forma que soñé y soñé con un mercado sobre ruedas donde me esperaban las Marmotas comiendo sendos coctéles de abulón y camarones, con chile habanero picado y una salsa bruja de rechupete y que luchaba contra una silla que no me dejaba acercarme a ellos. No podía llegar hasta ellos, la gente, las mesas, los puestos me lo impedían hasta que desperté y supe que: 1) en efecto, moría de hambre pues me pasé de tueste con la siesta, y 2) el "estorbo" que me impedía pasar era ni más ni menos que la Peluss que dormía encima de mi (con lo que comprobamos la existencia del sueño físico)
Pero tanto mambo jambo previo no es para platicarles que ronco ni que tomo siestas después de dejar a mi hijito hermoso, pues ambas cosas las saben de sobra.
El asunto aquí es que los sueños al ser proyecciones nos invitan a detenernos en ellos y revisarlos como si fueran documental de secundaria. Es decir, que quien sueña con grandes logros, deberá analizar sus expectativas, quien sueña con pantanos y parajes sinuosos deberá cuestionarse sus acciones y quien sueña con un mar en calma debería prestarme dinero.
Es muy agradable soñar con lugares donde no hemos estado, con personas que hemos dejado de ver y también con situaciones que del diario no son afortunadas. Pero debemos recordar que sólo son chispazos de nuestro ser, que no necesariamente los tomaremos al pie de la letra pues su función es hacer que nuestra alma repose, aprenda, genere, se ilumine o le baje de intensidad.
En los sueños también se viven las situaciones idílicas que ya no están en nuestras manos resolver; es donde se juntan todos los "hubieras" de nuestra vida y donde el festín de remordimientos, culpas y jubileos se dan cita para atormentar a quienes los sueñan. Pensemos que eso no es la vida, que nuestro despertar tal vez no sea tan dorado ni tan idílico como en los sueños pero que justamente por eso es que pasamos más tiempo despiertos que dormidos.
Habrá dolores que querramos adormecer, desaparecer y tal vez enterrar en el inconsciente, habrá situaciones que nos desalienten y nos hagan pensar en sueños de opio... finalmente la realidad se impone con su luz y nosotros, topos asustados, ¿qué vamos a hacer?
Simplemente despertar y seguir adelante, con nuestros sueños -y enseñanzas- a cuestas, tratando de ser felices día a día.
Tal como lo somos en sueños.
Feliz viernes, chaparrit@s.




viernes, 15 de agosto de 2014

I will survive...or not!

Hace miles de años  -específicamente en la prehistoria de mi historia- viví una desilusión amorosa que me tiró todos los dientes. Cañón,  la verdad.
Resulta que por las épocas huelguistas de la UNAM y en la incertidumbre de "¿estudiaré o no estudiaré? ", entré al negocio del pollo, pa' que me entiendan: al KFC.
Mi vida transcurrió entre cajas de receta secreta, tardes de bisquets y quemadas con el aceite hirviendo, amén de atener a la gente que siempre pedían "chiles en vinagre" cuando ordenaban sus paquetes. Una cosa bien bonita, muy cultural, muy intelectual,  muy de onda.
¿Y en qué se entretenía la muchachada que trabajámos ahí?  Pues ni más ni menos que buscarse un novio que hiciera más llevaderas las mañanas,  las tardes y las noches. Alguien que nos alegrara el ojo mientras contábamos piezas de pollo o dinero, alguien que nos sacara a pasear en nuestro día de asueto (de lunes a jueves, porque no había descansos los fines de semana)
De tal suerte que el destino me presentó a ....hummm... ¿diré su nombre real?....ha pasado mucho tiempo...
¡Pues que conocí a Israel y que nos emparejamos de inmediato,  tíos!
Supuestamente duramos "5 meses", en términos prácticos yo creo que fuimos novios como 15 dias pues el tiempo que estuvimos juntos era escaso y de pésima calidad. Yo lo idolatraba y él aparentaba mostrar afecto por mi; sepa la bola cuáles hayan sido sus sentimientos. Si los tuvo, se ocupó de esconderlos muy bien. Aun así yo disfruté de mi infatuation laboral y fui feliz.
Pasó el tiempo y la UNAM se aventó la puntad de impartir clases extramuros; miles de universitarios regresamos a clases en colegios y tabernas que nos dieron posada, el ambiente estaba enrarecido por la duda de si aquellos estudios serían válidos.  Yo me debatía entre estudiar para ser "alguien en la vida" o seguir vendiendo pollo para ser "alguien en la vida de otra persona". Como soy bien indecisa,  elegí las dos opciones y ahí me tienen,  trabajando en Villa Coapa por las mañanas y saliendo como thor-pedo hacia la hermana República de Ecatepunk para tomar apuntes incomprensibles de Derechos Romano (¡Es que el ius abutendi  no es lo mío,  chicos!)
Ante tamaños malabares cotidianos y falta de maña y/o experiencia en la vida, resulta que mi vida se volvió caos -as usual-, de tal suerte que a fines de semestre terminé con 2 materias reprobadas y un corazón MUY roto.
No se cómo sucedió pero el tal Israel me cortó... ¡me tronó!... ¡a mi, la mujercita más hermosa, más graciosa, más simpática y modesta del mundo!
¡Cielos! En la escuela no te enseñan a superar esto (ni nada)
El mundo se detuvo, mi corazón se detuvo; aquello era increíble: algo impedía que respirara de manera normal, que pensara de manera adecuada. Cuando dicen que te rompen el corazón en realidad es cierto, físicamente puedes sentir ese dolor entre tus costillas.
Lloré como nunca lo hice y nunca lo volví a hacer. Se me secaron los ojos, se me perdió el color y el rumbo de mi vida.
A la distancia y con los años que me quedan por vivir puedo asegurar que en realidad yo no tenia una meta clara en la vida, que no quería asumir el control de la misma y que por ello me aboqué a una relación como si ello fuera a darme y llenarme de lo que yo misma debía darme y llenarme. La trampa del corazón roto, queridos menos cinco rompecorazones lectores de siempre.
Y bueno, debo agregar que por aquellos años la canción que usé como himno de batalla es la que hasta la fecha se sigue usando cuando alguien decide irse de tu lado: Gloria Gaynor, Cake y yo nos curamos la resaca amorosa jurando que "I've got all my life to live, I've got all my love to give and I'll survive...I will surviveeee!"
Y asi, fin! (como dice Kry)
El resto ya lo saben: años de terapia, la escuela, los amigos, el amor de nuevo, el desamor,  el amor -again-, el trabajo, el ius abutendi y el Matius...
De esa esa época me queda de recuerdo mi gusto por la música disco, mi amor propio y una enorme aversión a la receta secreta.... ok, ok, QUISIERA tenerle aversión al KFC pero me sigue encantando,  inexplicablemente...
Se que el mundo vive un periodo de desencanto y falta de esperanza, se que a veces parece que la espiral del desaliento no tiene fin y que uno quisiera encontrar la receta para aliviar el desazón de su vida de manera rápida y eficaz, que no duela, que no se sienta el hueco.
No hay en si un remedio mágico; no hay palabras, libro o secta que resane lo que indudablemente se encuentra roto.
Simplemente hay un atisbo de conciencia, un haz de luz que nos empuja a pedir ayuda y una ligera esperanza de saber aceptarla.
Yo sentí que no había mas allá de mi dolor y en el camino del desaliento me perdí a mi misma. No supe pedir ayuda y me metí en muchos problemas gratis.
De todos los despojos y retazos de mi ser quedó un poquito de sentido común y ello me salvó.
Ese trocito mío es lo que día a día me hace cantar "Yeah, I will survive"...
Feliz viernes (o lo que queda de él), queriditos.




viernes, 1 de agosto de 2014

I am Sam...antha.

Mientras el Matius se encuentra mareando a sus abuelos en el auto, camino al Acuario del Hombre Más Rico Del Mundo Mundial y la Peluss se encuentra enterrada en los escombros debajo de mi cama, durmiendo la siesta, yo no se dónde carambas poner mi cabeza que está a punto de estallar... ¡es mi cruz por estar siempre de protestona y berrinchuda!
Pero bueno, al mal tiempo buena cara y como dice mi comadrita: "No se es menos por quejarse, pero sí por no actuar en consecuencia", será mejor que disponga todo mi ánimo para escribirles a gusto.
Resulta que vino mi prima Lluvia de vacaciones a mi casa y reímos y lloramos, como hasta hacía mucho no lo hacíamos, recordando momentos como el hecho que, cuando eramos niñas, al jugar nos cambiábamos el nombre y yo siempre escogía el de "Samantha Fox"...
Ok, escrito suena peor de lo que es.
Well... 
¿Qué busca un niñ@ al momento del juego? Según teorías montessorianas y jungianas (éstas últimas, harto cuestionables pues según yo, lo que menos le importaba a Jung eran l@s niñ@s) el juego es un espacio donde el niño descansa de sus inquietudes diarias y las resuelve mediante diferentes actividades que le proporcionan placer; también en el juego el niño explora el mundo de los grandes sin que éstos estén presentes. A resumidas cuentas, el juego es algo chido que ayuda al niño a crecer y desarrollar su personalidad.
Por ello, cuando mi prima me recordó que al jugar a la casita, a la escuelita, a las mamás o a las secretarias, mi nombre "artístico" era el de Samantha Fox (con todo y apellido, caray), "ahoy" me pregunto, ¿de dónde %&#$ saqué dicho nombre? ¿Cómo es que una pibeta de siete-ocho años fue capaz de inventarse tal nombre? Seguramente lo escuché en la tele, o lo leí en alguna revista "Cosmo" que mi mamá me escondía para que no las leyera (¿mi mamá era una "Chica Cosmo"? Ok, too much information for today!)
Gugleando ávidamente (actividad que siempre realizo cuando mi memoria me traiciona) me topo con imágenes de la tal "Samantha Fox" y cuál va siendo mi sorpresa cuando lo que leo (¡y veo, oh cielos, mis ojos me sangran!) son fotos de una pechugoncita ochentera, que lo mismo le daba cantar "Touch me" que retratarse sobre una moto en topless, mientras el viento sacudía su melena rubia platinada...
O sea que, si la teoría del juego es cierta, lo que yo aspiraba en ese momento de mi niñez era a convertirme en una pechugoncita rubia, con aires rebeldes y mucho encaje negro.
A riesgo de ponerme impertinente  (y estando sobria, ¡horror!) me defiendo de tal argumento como gato panza arriba: suponiendo que la teoría del juego sea cien por ciento verídica, el nombrarme de tal manera fue para asegurar en el futuro que siempre iría por el camino del bien, que haría mi tarea y estudiaría una carrera universitaria como mi mamá, que jamás se me ocurriría posar desnuda en cuanto calendario de taller mecánico hubiera y sobre todo, que no cantaría una canción tan horrenda (y con tan poco estilo vocal) como la de "Do ya do ya (wanna please me)". Sip, seguramente eso fue lo que pasó.
Pues de lo contrario y si lo hubiera hecho a propósito para ser toda una fichera, lo menos que hubiera escogido como nombre artístico sería el de Sabrina Salerno.
Al menos iba más con mi tipo morocho. 
¡Morocho, dije!


viernes, 25 de julio de 2014

REINITA...

"Namás" pa' que vean cómo los quiero, condenadotes: ¡estoy interrumpiendo mis fantásticas vacaciones estivales sólo para que no digan que cómo los abandono!
En vez de estar en la alberca, con mi caipiriña en una mano y mi abanico en la otra, riendo de las agudezas de los galanes de balneario y dándome la gran vida, me dije "no, no Danita; tu deber es CANCELAR tus vacaciones en la playa y quedarte en la ciudad para que el viernes no olvides escribir en La Gatería".
Y pues aquí me tienen, chaparritos, por puro amor al arte estoy hecha bolita en mi cama, atascándome de dulces de tamarindo y escribiendo estas líneas para ustedes. 
Ay, las vacaciones... hermoso periodo de paz y tranquilidad para los citadinos que no tienen hijos y el infierno mismo para los que como yo, tenemos en casa a los bodoques, atiborrados de azúcar y televisión.
Bueno, no es para tanto...
 Ya bien les he platicado acerca de mi experiencia en los summer camps y todas esos saraos, ya les he platicado de cómo es la vida cuando uno está de vacaciones, ya les he dicho una y mil veces que la vida es una senda donde uno va cosechando lo que siembra y también les he contado como era yo cuando usaba brackets y zapatos ortopédicos. Practicamente lo saben todo ¿no?. Por ello, creo que sería un desperdicio que los forzara a leer inutilidades mientras bien pudieran estar leyendo el "TVNotas" y como soy muy considerada, los dejaré ir por hoy con la conciencia tranquila, a sabiendas que todo lo que deberían de saber, ya lo saben.
¡Qué sabihondos!
Pero antes de que se me vayan, permítanme nada más tantito que les cuente lo que pensé el otro día, cuando en mi Flipboard apareció una noticia de ¡escándalo!. Resulta que como ahora el mundo se encuentra más preocupado por la imágen de la Reina de España que por la Franja de Gaza, el fotorreportaje hacía alusión al pasado de Leticia Ortiz como edecán de una marca de cigarros, MUY CHAFAS por cierto, en su paso por México lindo y querido.
La imágen en lugar de conmocionar a las buenas conciencias desató una extensa platicada entre las universitarias, pues no ven con malos ojos que una mujer durante su etapa de estudiante se procure algún trabajo que la remunere, sabemos que los libros -con todo y becas CONACyT- no son gratis.
Hubo quien la defendió por demostrar ser chambeadora y estudiosa y otros quienes la califican como una trepadora. 
Equis...
Si supieran que en el tiempo en el que se tomó esa foto y su coronación como princesa, hubo dos jocosas (y fogosas) universitarias que también se procuraron su camino haciendo una que otra cosa similar.
Estas chicas eran "Niñas Bien"... ¡pero Bien Mañosas! y con su dulce rostro y trato excelente, hicieron suspirar a unos cuantos galanes que con gusto renunciaban a sus derechos de autor sobre tal o cual trabajo para que estas dulzuras no sacaran un cinco, o de igual manera traían babeando a uno que otro maextrazo que, con tal de no ver caritas enojadas, ponía dieces a diestra y siniestra.
Su modus operandi nunca fue escandaloso ni indecoroso, fue el llevar el "No me preguntes, solo soy una chica" y el "Solo me dedico a ser bonita" a un paralelo donde la inteligencia era valorada a partir de que la belleza abría la puerta, ¡y vaya que eran inteligentes! Nada que no suceda en estos días, pues. Solo que ellas no se avergonzaban ni pedían perdón ni se amarraban a los postes del feminismo. Simplemente eso era y ya.
Y bueno, así fue su reinado en la universidad y cuando la misma las escupió a la calle, sabían que contaban con las herramientas jurídicas suficientes para pelear en cuanto tribunal y junta de conciliación y arbitraje se les cruzara por el camino. O sea, sí eran princesas y "Niñas Bien...mañosas", pero también eran (son) agudas para eso del Derecho. Honor a quien honor merece.
Su coronación las ha llevado a diferentes reinos. Una manda en Polanco y la otra cuenta con su pequeño castillito en ConocidaZonaAlSurDeLaCiudad , ambas felices y prósperas, como en los cuentos de hadas pero también con los pies en la tierra pues saben que lo que tienen se lo deben a su educación.
Por ello es que qué más da que la Reinota de España haya vendido cigarros; lo que importa es que no se quedó solo en eso...
Feliz viernes chaparritos y recuerden, cuando una mujer es trabajadora (en lo que ella haya elegido) su reino se encuentra en su corazón.

viernes, 18 de julio de 2014

¡Cómo no te voy a leeeeeer, cómo no te voy a leeeeeer!

¡Ya, ya chaparritos, cálmex! El mundial ya fue, estoy de acuerdo que #Noerapenal y ya nos dieron donde más nos dolía... reformas everywhere. Mañana iremos a protestar al Angel y al Zócalo, ahí nos vemos. Ok, ya... ¡relajémonos! 
Un día como hoy pero de 1817 murió la querida Jean Austen, famosa autora de novelas como "Orgullo y Prejuicio" y otras tantas que ya he mencionado por aquí. Se murió, se nos adelantó (como dos siglos, mínimo) y nada de lo que se haya escrito después es digno de mencionarse. Así, radical.
Ok, no. 
Como parte de mi terapia ocupacional, hube de releer dos novelas suyas, las que más me dan "repelús" y que por ello, tenía que comprender qué carambas era lo que me hacían dudar de su excelente prosapia. Al tiempo que las releí y las comprendí un poco mejor se atravesó una autora sueca, Camilla Läckberg, quien ha escrito una serie de libros mejor conocida como "Crímenes de Fjällbacka". El libro -debo confesarlo- ha estado en mi muy procrastinadora lista de "Por leer" (lista a la que le siguen las siguientes: "Por llamar", "Por hacer", "Por conocer" y la más olvidada de todas, "Por pagar") desde el 18 de febrero de 2014... ¡escándalo!...
Y francamente lo había tenido en la congeladora por mero capricho, lo acepto. Cuando un amigo se interesó en dicho libro, automáticamente perdí el interés en él, como cuando alguien que te gusta muchísimo empieza a acercarse a ti y entonces pierde el encanto. O algo por el estilo.
Total, que dije "ahora o nunca: o lo lees o lo regalas". Y ps que lo leo. Y ps que me empecé a clavar con la méndiga trama. Y ps que no había poder humano que me sacara del baño porque no podía dejar de leerlo (ah si, si en casa quiero ponerme a leer, debo encerrarme en el baño con o sin motivo para poder estar a gusto y sin interrupciones del tipo "Gato, ¿dónde está el mando a distancia?" o "mami, dame cereal").
Y de repente dejé de pensar en la campiña inglesa, en Mr. Darcy, en Bath o en Sropshire; todo se volvió Suecia y el anhelo por experimentar en mis poritos el frío inclemente que preservaba mejor el cuerpo de la chica que fue hallada en la bañera, completamente desnuda. Mientras en Parque Mansfield seguramente estaban tomando el té y conspirando para hacer llorar a la pobre Fanny Price, en Fjällbacka se estaban preguntando qué relación tenían el vago del pueblo con la hermosa "Princesa de hielo" y no, no paraba de tratar de aplicar mis conocimientos de Medicina forense y Criminología para establecer un patrón o un perfil criminológico. Al final me llevé menudo chasco, la verdad siempre es la hipótesis más obvia.
En fin, que llegó el martes y yo ya había dado cuenta de tan suculenta lectura, así que lo que seguía es algo que conozco taaaan bien y que entre librodependientes llamamos el "síndrome de abstinencia literaria". Justamente lo que más temía se concedió (aguas con sus facultades de atracción) y a las 16:48 p.m. estábale marcando a la Marmota como una desquiciada paranoide, pidiéndo su ubicación y el tiempo en que tardaría en llegar a casa para que se quedara un rato con Mateo y yo fuera tan amable de irme a buscar el segundo, el tercero, el cuarto título de la serie. A grito pelado lo amenazaba con dejarlo sin comer una semana si no se apresuraba a llegar. Huelga decir que llegó y corrí como la maniática que soy en busca del Sangrons más cercano (fue el lugar donde topéme con dicha serie) y con manos temblorosas hurgué en cada maldíto estante que tenían, casi al borde de las lágrimas porque pa colmo, había promoción "sólo para tarjetahabientes Sangrons", ¡bah, ni quien quiera su apestosa tarjeta!... pero yo moría de desesperación por no encontrar mi vicio nuevo, ¡ay dios!
No se en qué momento sentí en mi hombro un apretón que conozco tan bien y escuché un dulcísimo "mami, olvidaste tu cartera" que me hizo voltear para comprobar que ahí estaban mis Marmotas, uno con el libro en la mano y otro con mi cartera. Mutis absoluto.
Total, que ya para no hacerles el cuento MÁS largo, he terminado de leer el segundo libro, pero como la autora tuvo el tino de que no me gustara, el síndrome de abstinencia está bajo control. Se que voy a seguir leyendo (y engrosando la cartera de cierto hombre de cierto país que es el más rico del mundo -o sea, el hombre, porque el país ¡ni cómo!-) y que cuando termine de leer todos los libros de la serie seré la mujer más triste del mundo. Lo se porque cada vez me pasa lo mismo: Siempre quiero más.
Afortunadamente estaré muuuuuy ocupada en el futuro y eso le pone freno al mounstro gordito que vive en mi (y en mis caderas) y que baila de gozo cada vez que lo llevo a una librería. 
Con o sin cartera en la mano.
Feliz fin de semana chaparritos y plis, lean.


viernes, 11 de julio de 2014

DIPLOMA DE APROVECHAMIENTO

Cuando se acercan las fechas de premiación, todo parece entrar en revuelo y alharaca; los moños blancos son aún más blancos y las rayas de los pantalones parecen más derechas que nunca: es la hora de brillar...
Recuerdo cuando era chica y la ceremonia de premiación me venía de lo mejor. Me encantaba cantar las canciones que la Miss de Inglés nos enseñaba y cuando en 1990 "We are the world" sonaba en todo el Colegio Inglés Elizabeth Brock", se podía suponer quién era la niña que más fuerte (y horrible) cantaba. 
Pero era feliz: todas las ceremonias de fin de curso eran garantía de premios, diplomas, lágrimas y despedidas.
Para Matius y para mi es el fin de una etapa que comenzó cuando mi hermoso y bien portado hijito entró al Kínder. Según registros de esa época (ver Gatería 15 de agosto de 2011) yo estaba muy emocionada y feliz, pensando que aquello era el camino correcto hacia Harvard.
"Ahoy", tres años después, la alusión me da ternura, como casi todas las cosas que desconozco y comienzo a comprender: no se trata solo de crearle una base de conocimientos básicos y demostrables pues eso cualquiera lo puede lograr. 
En tres años nos hemos tumbado panza arriba mirando estrellas, el cielo, las nubes... hemos correteado gatos y conejos y también hemos entendido que a veces habrá momentos de lluvia y llanto. Que el valor de los libros se mide en relación a la tranquilidad de una tarde apacible y que los amigos lo son hasta que rebasan el límite del respeto, cuando se burlan de uno o lo hacen menos y que al contrario, cuando hay empatía y curiosidad por lo ajeno, las horas se escurren como caramelos expuestos al sol. 
Han sido tres años de fines de semana copados por sus compromisos sociales, donde he conocido toooda la amplia gama que abarcan las fiestas infantiles, los eventos deportivos, los bailes escolares. Y aunque se que esto no terminan, soy consciente que de manera eventual se perderán estas costumbres y poco a poco recuperaremos independencia en cuanto a nuestra agenda. Aún así, ha sido una etapa fantástica. La he disfrutado muchísimo, tener un hijo en etapa preescolar es lo máximo.
Si en estos años hemos caminado de la mano, se que a partir del próximo ciclo escolar, cuando entre a la primaria, algunos trechos los caminaremos juntos y en algunos otros miraré sus pasos alejarse de mi lado.
Snif.
Por lo pronto, disfrutaré el verano, las carcajadas y las paletas de limón.
Dice Fito Paez, a propósito de la vida que: "...es una hoguera que quema toda ilusión. La vida también regala gente divina de corazón. Las cosas siempre suceden, las más hermosas son sin querer. ¡Qué suerte que hoy la alegría tiene tu nombre y tu piel!"... Mateo.

Feliz inicio de vacaciones a tod@s los escolares y a los papás y ciudadanos de a pie: ¡Que dios nos agarre confesados!

ESTÁS CABRÓN, MUNDO.

El mundo, la Tierra, la humanidad, el futuro del planeta, la sobrevivencia de la humanidad... todo está cabrón. ¿En qué momento perdimos la cordura, el sentido, el rasgo que nos diferencia de los seres no racionales?
Es... increíble todo lo que está sucediendo alrededor de nosotros. En el panorama internacional con bombardeos entre dos naciones que ya ocupan la guerra como mero negocio, como un burdo hobby sin importar las pérdidas humanas. En nuestro país, donde la cultura del menor esfuerzo o de la satisfacción inmediata ha ido ganando adeptos y... no tengo qué decírselos yo, sabemos que estamos a punto de dar un retroceso en materia de libertad de expresión similar al que viveron nuestros bisabuelos o abuelos. Bienvenido PRI, espero que los que votaron por dicho partido sean conscientes que no sólo de buen físico vive el hombre, sino que se necesita materia gris para completar el modelo. Quiero escuchar a las Peñaliebers gritando "Enríque, bombón, te quiero en mi colchón" cuando el futuro de su prole haya valido madre, sin importar la clase social a la que pertenecen.
Y bueno, la ciudad de la que he sentido tanto orgullo también está condenada al averno. Decisiones tomadas con las patas de gallo del querido Gobernante del DF son aplaudidas por las élites que seguirán sin sentir sus prebendas mancilladas o mermadas. ¡Bien!
Definitivamente no propongo ningún comunismo o socialismo, somos seres egoístas y jamás hemos consentido el parecernos a nadie más. A tener lo mismo que los demás, a ser como los demás.
Mi sentir es simple: educación, conciencia colectiva y espiritualidad son fórmulas que dan flojera, pero que en realidad son la llave para hallar el camino hacia una libertad real.
El camino es sinuoso, la carga es pesada y la voluntad flaquea, pero somos seres humanos y estamos diseñados para ello. No podemos seguir por la senda del hedonismo o el estoicismo.
Estas son mis reflexiones, quien guste compartirlas es bienvenido y quien no, su opinión es respetable. Finalmente el que censurará ambas posturas se encuentra leyendo esto y no tardará en dejar sentir su respuesta...
Mientras haya un espacio donde expresarse, aquí seguiré al pie de teclado.
Feliz viernes.

lunes, 30 de junio de 2014

You suck!

La selección de fútbol mexicana apesta y Banamex apesta y un lunes lluvioso donde tengo que salir a hacer pagos y manejar con lluvia en lugar de quedarme en casita con mi sueter calientito que me pongo expresamente para escribir, TAMBIEN APESTA!
Todo apesta. La Peluss apesta -¡hay que bañar a ese gatoooooo, Marmota!- y Mateo apesta y tú apestas. Y-a-d-i-j-e: Todo apesta.
Pero en realidad, es un apeste bonito. Cada apestosidad es una oportunidad de cambiar lo que no es correcto, cada cosita que huele feíto nos demuestra que algo hay para mejorar y para aprender a conservar mejor las cosas de tal manera que no se echen a perder.
Así que en vez de estar desperdigando más amargura a nivel nacional -e internacional: apestas FIFA-, será mejor que todos nos pongamos en "apestoso mood" y le echemos un ojo a lo que está a punto de caducar en el refrigerador de nuestros pendientes.
Feliz lunes.
Sí, ya se, apesto porque no hubo gatería en viernes...

viernes, 20 de junio de 2014

GODINISMO ILUSTRADO

Hace varios ayeres, cuando mi mamá trabajaba en la ex Coordinación Jurídica de... sepa la bola...del Departamento del Distrito Federal y me llevaba a su trabajo porque a)No llegaba a la escuela b)Enfermaba y no había quién pudiera cuidarme c)Aun no comenzaba el curso de verano de su oficina, fui testigo de diversas conductas que al parecer, con el paso de los años se han agudizado en toda oficina que se respete y han generado toda una contracultura al respecto, me refiero a lo que ahora se denomina como "Mundo Godínez" o "Lo que callamos los oficinistas" o "Burocratízame la vida".
Aquella oficina era una copia hecha en mimeógrafo del programa "Mi secretaria" y juro por dios que me mira que las doñitas y doñitos que trabajaban ahí, tenían el mismo luk que Begoña Palacios y Lupita Lara.
Todas esas leyendas urbanas que corren acerca de las oficinas y específicamente de las gubernamentales son ciertas: la gente hace ahí lo que le da su reverenda gana, a pesar del jefe, del checador, de la doñita de la limpieza, de la tendera que ofrece su mercancía perfectamente escondida en los cajones de su escritorio y de la que organiza siempre los convivios...
Inclusive en aquella ochentera época era muy divertido ver a todos esos entes interactuar y hasta sacar la chamba -que por lo que recuerdo se trataban de juicios de Amparo donde a huevo tenían que defender al entonces Departamento del DF, lo que hoy vendría siendo la Súper Consejería Jurídica del gobierno del DF- y todos se peleaban por las copias, porque ya se le acababa la cinta a la máquina de escribir, porque al recurso de revisión ya le había caido aguacate de la torta que comía Rebequita, porque las abogadas eran bien negreras y querían todo para ayer y no mana, no se vale, yo ni he ido a peinarme el copete ni a cobrar mi tanda...
Pienso que nada ha cambiado desde esa época por la misma razón que nada ha cambiado en el país: somos personas hechas de costumbres pero sobre todo, de buenas intenciones. Sobre todo de la buena intención de pasarlo bien, a pesar de encontrarnos en la oficina.
Yo confieso que mi única época Godínez ocurrió antes de que Matius naciera y para nada fue lo que me tocó vivir con mi mamá en su oficina. Si hubo conductas de todas las personas que trabajamos ahí que pudieran calificar de "Godínez" (como los viernes "de mercadito", el sustraer de contrabando la papelería ¡con logo de la empresa! para uso personal, o el guardar en el refri algunos plebeyos tuppers, aunque estos contuvieran yogurth griego con blueberries en vez de guisado de puerco con arroz) pero eso sí, estuvimos consentidos con café gourmet, un buen surtido de coca colas light, palomitas de maiz para las horas de junta y cada cumpleaños había salidita a "Los Canarios" del Marquis Reforma en vez de esos festejos donde se juntan los escritorios y la secretaria más abusada pide su día "económico" para quedarse en casa a guisar el pollo, el mole y el arroz con los que se tratará de justificar los $200 pesos por piocha que el festejo costó.
Creo que todos aquellos referentes al movimiento oficinezco son muy ciertos pero injustos. Ser una persona trajadora de una institución oficial es duro. Yo lo viví con mi mamá y a pesar de las anécdotas chistosas, me di cuenta de lo duro que es trabajar mucho, por un sueldo estandarizado y con pingües incentivos como vales de despensa o premios de puntualidad (que la mayoría ganaba, en complicidad con el "checador") y con expectativas de crecimiento medio amañadas, pues a lo más que se podía aspirar era a convertirse en el jefe de aquella tropa Godín, lo cual equivalía a ser el apestado del año.
Cosas como pintarse las uñas en el escritorio, peinarse con secadora en el baño de la oficina, maquillarse en el metro, comprar cosas por catálogo a Lupita de contabilidad o esperar la quincena como si fuera la ayuda humanitaria de la ONU se quedarán para siempre en el inconsciente colectivo, esperando a que las generaciones futuras sigan perpetuando dichos rituales. 
Mi mamá me va a regañar por platicar estas cosas, como la vez que tuvo que cambiar a mi hermano (el ahora flamante Doctor Mitocondria) en el escritorio y dejar el pañal en el bote de basura de la copiadora, o por haber revelado el secreto negocio del checador, pero estoy segura que sonreirá al recordar a la señora Chela y su eterna cara de deprimida, a la señora Esperanza y su cajón lleno de dulces para vender, a la abogada Franco llegando en jeans y tacones a las doce del día, cargando una olla llena de piezas de pollo y ordenando la junta de escritorios, a Paco el de las copiadora, que llegó a sacarme copias de mis libros de primaria y sobre todo a toda la barra de abogados que en esa época trabajaron con ella y que parecía que nunca iban a dejar de quejarse de las secretarias... 
Nada cambia en este mundo, menos en el mundo Godínez. Gracias godinismo porque por ellos muchos de mi generación hoy tenemos carrera, vidas más holgadas y la capacidad maravillosa de enternecernos con ello.
Y no lo olviden, chaparritos: ser Godínez no es cuestión de sentir vergüenza, es sentirse orgullosos y agradecidos de contar con un trabajo al que acudir diariamente.
Así sea para sufrir el mal del puerco o para pelear con Lupita de contabilidad.


domingo, 15 de junio de 2014

Historia de los Mundiales (...a la Danagato)

No, no, no, no, ni me alcen esas cejitas como si yo fuera un gato casero y mimoso y me les escapé durante quince días y los tuve "con el 'Jesús' en la boca" por no saber si me atropellara un camión o me recogiera el antirrábico... Niet!
Lo que pasa es lo de siempre y mis MENOS CINCO FIDELÍSIMOS LECTORES ya lo saben: simplemente... ¡me bloqueo!
Pero como el mundo parece encontrarse de gran jolgorio y francachela, haré como cualquier borracho que se respete y esto es: fingir amnesia.
A ver, pongámonos de acuerdo de una vez antes de que lean estos dislates con la esperanza de hallar una cura para el insomnio: sí soy pambolera, si me gusta el futbol, si veo partidos donde no necesariamente juega "la seletsión", si me emociona cualquier competencia deportiva internacional, no por ello me emborrego y dejo de prestarle atención a temas de importancia nacional, no por ello dejo de dormir y por supuesto, soy de las que antes de ver un partido ya leyó un libro de cada país participante, ¡ya lo saben! (excepto Costa de Marfil, lo siento pero no.)
Así que aclarado el asunto, les platicaré la historia que a mi me ha tocado vivir en cada mundial desde que tengo uso de razón... o sea, hace dos horas ja ja ja... not.
Recuerdo que en 1986 viví el trasplante de maceta nezayorkina a una maceta insurgentosa, como ya les he platicado. La novedad del cambio de casa aumentaba a medida que iba descubriendo el barrio y sus alrededores. Por supuesto, sin menospreciar a la tierra que me dio cobijo durante cinco añitos, aquello era un paraíso: parques, quioscos, tiendas, escuelas, avenidas, casas, aduanas y La Fogata Norteña eran cosa de todos los días. Justo por aquellas fechas, el Mundial de México '86 estaba en su mero apogeo y en mi inocencia infantil creía que aquellos señores altos y rubios caminando sobre Avenida Reforma también formaban parte del activo fijo. De igual, manera los conciertos que se organizaron en plazas públicas (y de donde estoy 100% segura que Marchelo se inspiró para agasajar al respetable con sus Britnis, Justins y Pols, vous sais) lograron extasiar mi párvula mente al imaginar que ello duraría para siempre. 
Pero no.
Cuando por las noches le pedía a mis papás que me llevaran al Monumento a la Madre, allá por los Sullivans (¿Por qué tan coloraditos de pronto?, ¿De qué se acordaron?) a escuchar cantar a Marisela y al Buki, o a ver a Huarachín y Huarachón o ya de perdis, a que me compraran una corneta de cartón con barbitas de papel de china, ellos no encontraban la manera más amable para decirme que aquello ya no iba a poder ser, que simplemente los señores altos y rubios que veíamos afuera del Hotel Doral (al lado del póstumo Bulldog) nomás no eran vecinos, sino huéspedes temporales de la ciudad, de Avenida Insurgentes, de mis fantasías... snif, snif.
El Mundial vino y se fue dejando a una melancolía en mi ser que no podía explicar bien a bien hasta hace dos años en terapia. Era como si el mundo se hubiera puesto en mi contra, conspirara y se burlara de las aspiraciones bastante näif de una bodoca sin mucho mundo (aún).
De recuerdo quedaron las monedas de $200 pesos que me alcanzaban para dos paletas de hielo y cinco ollitas de tamarindo, unas calcomanías de Maradona y unos plumones (que jamás tuve, pero bien que les echaba el ojo) en forma de bolita y con tapas de sombrero charro. 
En este Mundial el Matius tiene la misma edad que yo tenía en aquel México '86, pero ni qué esperanzas de que tenga también los mismos problemas existenciales que yo tenía en ese entonces.
A lo más que llegan sus traumas es por no llenar el maldíiiito álbum Panini y que su playera de Colombia no tiene su nombre como la de México.
Pero de eso a que llore porque Marisela y el Buki no canten "La pareja ideal"...pffff... para nada.
Esta generación ya no canta aquello de un mundo unido por un balón porque en primera, ni les interesa que el mundo esté unido y mucho menos que sea por un balón.
Esta generación acaba de ser condenada a un doloroso futuro de privatización, escasez de todo lo natural y renovable y a un entreguismo espeluznante. Pues si, chicos, ni como dejar de decirlo. En el interés y la conciencia de cada quien se encuentran sus conclusiones, ps si de hecho hablábamos de futbol, ¿no?
Este mundo ya no es aquel donde un Píque causaba ternura, pues ahora hay una horda que clama por la cabeza de un Piqué... pero esto no es nada más que los pasos a la fama de la Selección...natural.
Feliz inicio de semana, chaparritos...



viernes, 30 de mayo de 2014

¡WONDERWOMAN RENUNCIA!

Es abogada, mamá de tiempo completo, va al gym y ahora vende Mary Kay... ¿De veras? Pues yo supe ciertas cosas que ... bueno, al rato te platico. No, yo opino que para ser "wonderwoman" le falta muuuucho... ¿ya viste que siempre escribe de sus desgracias? ¡Qué desastre!

Cuando el mundo va mal, va mal.
O sea, no necesité un master en Psicología Universal para entender que cuando a mi me va mal, el 0.00000000008% de la población mundial también irá del carajo. No es presunción, es... estadística a la Danagato.
Y casualmente comienza a ir mal cuando mis niveles de serotonina igualan a los datos del INEGI sobre crecimiento económico, solo que en vez de tener a Luis Videgaray desmintiendo y parchando información en mis neurotransmisores, mi cuerpo pide salsa. Y cumbia. Y Hip Hop.
Así que me calcé mis tenis nuevos (regalo culposo de los Marmota para la encarnación virtuosa de la madre abnegada. Aplausos para...mi) y decidida me trepé al trip de la Master class en el gym de Alex Rodríguez (No, no el hermano de Robert Rodríguez. Sí, si hablo del beisbolista, exnovio de Madonna et al.), cortesía de mi amiga Ax*. Dos horas de intenso sufrimiento que estaban programadas para procurarme endorfinas, oxitocina, una que otra dopamina (¡gracias perfecto cuerpo del profesor de baile!) y que por supuesto, cumplieron el objetivo. Hasta ese momento.
Han de saber que el ejercicio se ha ido convirtiendo poco a poco (lentamente y tortuosamente, debo agregar) en mi Vextor natural, con la ventaja de que no está sintetizado en la India y no me cuesta $730 la caja semanal.
Pero el precio a pagar es alto, requiere constancia, disciplina, valor, coraje, una voluntad de hierro... cualidades de las que obviamente carezco, que se que nunca dominaré y que por consiguiente, después de aquella brutal sesión de sacudidas y meneos, me tiré a hibernar. Figurativa y literalmente hablando.
¿Qué pasó? Deshebrando mis pensamientos/sentimientos -luego de aventarme una hora chillando en la regadera, con todo y subida y bajada del agua caliente- pienso que me excedí y en vez de conseguir el levantón deseado, mi cuerpo (y mi mente) se han ido al hoyo. Figurativamente hablando, nada más.
Por eso, el día de ayer después de dejar al Matius en el Cole, corrí a casa de mis papás y con el derecho que me da ser la hija mayor, abrí su puerta, tiré las llaves y me tiré con ellos en su cama a dormir los 10 minutos más deliciosos de la semana.
Si, ya se que he echado por la borda los 8 años de independencia parental que ya había conseguido, pero les aseguro que no hay nada parecido a que dejes descansar tanta responsabilidad sobre tus hombros en manos de tus amados padres... y por "amados padres" me refiero a dos señores medio adormilados que solo atinaron a pat patear mi espalda/cabello y taparme con sus cobertores. Lo máximo.
Ya después que reaccionaron, me despertaron, me alimentaron y me pusieron en camino de mi casa, sonrisa y taza de café en mano. Ellos, porque yo aún estaba en shock.
Como el efecto de "El mundo está en mi contra" aún no había cesado, al llegar a casa dejé las cortinas cerradas, descolgué el teléfono (no, la verdad es que con un smartphone es imposible hacer eso) ok, ok: puse en "vibrar" el teléfono (lo hubiera apagado, ¿cierto?) y me tiré a soñar en mi cama. Aunque fueran las 10 de la mañana y el 45% de la población mundial se encontrara activa. El colmo de un bajón, ¿si o qué?
A eso de las 2 de la tarde me despertaron los toquidos infames del cuate de DHL que traía mi correo y la noticia de que mi hijito precioso ya estaría dejando de cantar "In a gadda da vida" en el salón de Cantos y Juegos y se aproximaba el momento de recogerlo ¡¿qué!? ¡pero si me encuentro incapacitada para funcionar!
La vida, que como toooodos sabemos, no se detiene ante mujeres al borde de un ataque de nervios. La vida, que simplemente deja que te des tus pequeños madrazos para ponerte a escribir y reflexionar si no fue muy pronto para dar carpetazo a asuntos que requieren mayor profundidad o simplemente darle una oportunidad a temas que por ignorancia, he tendido a banalizar.
Y bueno, el final del día fue consecuencia del comienzo: casa sin asear, comida sin preparar, mamá sin reaccionar... It's Carl's Jr. Time!
Ay dios, esto de ser WonderWoman no es cosa fácil, ni bonita, ni duradera y ¡peor!, todavía hay gente que juzga el que no lo seas, presumiéndo sus virtudes de perfección. Yo no se dónde consiguen esas máscaras tan buenas, pues como dice mi personal coach Kry*: qué cansado es fingir ser un adulto funcional, nada como trabajar la parte espiritual donde uno se quiere, se apapacha, se valora y se perdona; se procura un crecimiento, se traza una meta y se grita a los cuatro vientos: ¡Puedo no ser perfecta, pero amo mi vida tal como es!

Feliz Viernes, queriditos; coman sano y hagan ejercicio.... ¡JA JA JA JA!
No, pero en serio, sí cuídense.

*Los nombres manejados en este Blog NO son ficticios.

viernes, 23 de mayo de 2014

SOR DANA ENGRACIA (O cómo los arrepentimientos me volvieron piadosa... ¡ajá!)

"No...rien de rien...No... je ne regrette rien..."
Hay muchas fórmulas que dicen hacernos feliz en cuestión de horas, minutos e incluso, segundos. Algunas las he probado (con nulos resultados) y otras las he dejado pasar, como que no han sido lo mío o no hemos "vibrado" en la misma frecuencia o qué se yo.
Pero la ÚNICA fórmula que he visto con éstos ojitos pizpiretos que algún día (esperemos que muy lejano) se han de comer los gusanos es la de no arrepentirse de nada. Jamás.
Y como tal, trato de llevarla al pie de la letra, aunque -como con la dieta- a veces caiga en absurdos, necios y estorbosos arrepentimientos.
El no arrepentirse es cuestión de valentía, de decisión y de tener una mantequillota bien grasosa para que las inevitables consecuencias se nos resbalen, porque eso sí, el no arrepentimiento no deja títere con cabeza.
Por ejemplo, recuerdo con mucho cariño la única vez que me fui de pinta en la secu -y ello porque hubo paro laboral a la mera hora y no porque mi cerebro de Maquiavelo adolescente lo haya planeado- y nos fuímos a jugar a las canchas de la Deportiva Cuauhtémoc cerca de si, la delegación del mismo nombre.
Estuvimos muy felices como lombrices hasta que llegó la hora de regresar a nuestras casas y entonces comenzó la lucha entre el bien y el mal, entre el "no me arrepiento de este amor" y el "girl, I´m sorry I was blind". La batalla del arrepentimiento contra el valemadrismo. En esa época ganó, claro, el arrepentimiento: con lágrimas en los ojos supliqué a mi madre que no me castigara por haberme ido de pinta, sugiriendo efectivos castigos para expiar tan grande culpa y hasta ofreciendo voluntariamente mi persona para realizar aquellas actividades domésticas tan poco agradables para un espíritu adolescente.
Curiosamente, nada de ello me hizo sentir mejor. Comparado con la naturalidad con que mis compañeras se lo tomaron, el mío fue un auténtico martirologio que me llenó de culpa y desdén durante mucho tiempo.
Digamos... cuatro días.
En cambio, cuando las finas hebras del valemadrismo comenzaron a tejer su entrampado en mi ser, la cosa se puso mejor.
Hice, deshice, fui, vine, usé, compré, deseché, tomé, pedí, robé, fingí, falsifiqué y malgasté diversos conceptos de diversas actividades... fue glorioso. Fue una eclosión de sentimientos, de empoderamiento y de alta estima hacia mi persona. Creo que me volví imparable.
Hasta que nació el Matius... y otra vez la vida es un martirologio perpetuo.
No se, yo esto de la maternidad lo llevo terriblemente mal; todo me causa culpa, todo lo hago pésimo, todo va a acarrear consecuencias y al final, se que el Matius también terminará en un diván.
¿Por qué el chip materno nos hace tanto daño a las mujeres que somos bribonas por naturaleza?
Quisiera yo saber a dónde se fue la chamaquita que brincaba trancas y prejuicios en pos de una nueva aventura. Ciertamente me miro al espejo y ya no veo dos diablillos bailando en mis pupilas. Lo que veo es una laaaaarga lista llena de culpas y "prohibidos" peor que la que tengo apalancada en la despensa.
Supongo que la edad de ser valiente te prepara para el momento en el que te das cuenta que ser valiente es cuestión de aguantar lágrimas y sollozos al ver una manita pequeña aferrada a la tuya, pidiéndote cordura y amor.
Y que las aventuras intrépidas son aquellas en las que te amarras el corazón para que no se te escape al primer portazo que escuchas en tu antes tranquilo hogar. O simplemente el valemadrismo aplica ahora al enfrentar críticas y maeldicencias por pretender seguir siendo tú, a pesar de pañales y papillas, dibujos hechos de sopa y calificaciones espantosas pegadas con orgullo maternal en la nevera.
Aún así  pienso (después de un laaaargo suspiro, lagrimitas contenidas y un breve mordisco a mi torta de tamal -que me causará culpa al rato, cuando intente girar mi ¿cinturita? al compás de "Este ritmo se baila así"-) que no, no me arrepiento de nada. Ni de lo dicho, lo hecho, lo pensado y lo demostrado con anterioridad.
Ni de los pasos que daré a continuación .... *Sonríe maliciosamente mientras se acomoda suavemente la ropa y repasa el lipstick sobre sus labios.