viernes, 30 de mayo de 2014

¡WONDERWOMAN RENUNCIA!

Es abogada, mamá de tiempo completo, va al gym y ahora vende Mary Kay... ¿De veras? Pues yo supe ciertas cosas que ... bueno, al rato te platico. No, yo opino que para ser "wonderwoman" le falta muuuucho... ¿ya viste que siempre escribe de sus desgracias? ¡Qué desastre!

Cuando el mundo va mal, va mal.
O sea, no necesité un master en Psicología Universal para entender que cuando a mi me va mal, el 0.00000000008% de la población mundial también irá del carajo. No es presunción, es... estadística a la Danagato.
Y casualmente comienza a ir mal cuando mis niveles de serotonina igualan a los datos del INEGI sobre crecimiento económico, solo que en vez de tener a Luis Videgaray desmintiendo y parchando información en mis neurotransmisores, mi cuerpo pide salsa. Y cumbia. Y Hip Hop.
Así que me calcé mis tenis nuevos (regalo culposo de los Marmota para la encarnación virtuosa de la madre abnegada. Aplausos para...mi) y decidida me trepé al trip de la Master class en el gym de Alex Rodríguez (No, no el hermano de Robert Rodríguez. Sí, si hablo del beisbolista, exnovio de Madonna et al.), cortesía de mi amiga Ax*. Dos horas de intenso sufrimiento que estaban programadas para procurarme endorfinas, oxitocina, una que otra dopamina (¡gracias perfecto cuerpo del profesor de baile!) y que por supuesto, cumplieron el objetivo. Hasta ese momento.
Han de saber que el ejercicio se ha ido convirtiendo poco a poco (lentamente y tortuosamente, debo agregar) en mi Vextor natural, con la ventaja de que no está sintetizado en la India y no me cuesta $730 la caja semanal.
Pero el precio a pagar es alto, requiere constancia, disciplina, valor, coraje, una voluntad de hierro... cualidades de las que obviamente carezco, que se que nunca dominaré y que por consiguiente, después de aquella brutal sesión de sacudidas y meneos, me tiré a hibernar. Figurativa y literalmente hablando.
¿Qué pasó? Deshebrando mis pensamientos/sentimientos -luego de aventarme una hora chillando en la regadera, con todo y subida y bajada del agua caliente- pienso que me excedí y en vez de conseguir el levantón deseado, mi cuerpo (y mi mente) se han ido al hoyo. Figurativamente hablando, nada más.
Por eso, el día de ayer después de dejar al Matius en el Cole, corrí a casa de mis papás y con el derecho que me da ser la hija mayor, abrí su puerta, tiré las llaves y me tiré con ellos en su cama a dormir los 10 minutos más deliciosos de la semana.
Si, ya se que he echado por la borda los 8 años de independencia parental que ya había conseguido, pero les aseguro que no hay nada parecido a que dejes descansar tanta responsabilidad sobre tus hombros en manos de tus amados padres... y por "amados padres" me refiero a dos señores medio adormilados que solo atinaron a pat patear mi espalda/cabello y taparme con sus cobertores. Lo máximo.
Ya después que reaccionaron, me despertaron, me alimentaron y me pusieron en camino de mi casa, sonrisa y taza de café en mano. Ellos, porque yo aún estaba en shock.
Como el efecto de "El mundo está en mi contra" aún no había cesado, al llegar a casa dejé las cortinas cerradas, descolgué el teléfono (no, la verdad es que con un smartphone es imposible hacer eso) ok, ok: puse en "vibrar" el teléfono (lo hubiera apagado, ¿cierto?) y me tiré a soñar en mi cama. Aunque fueran las 10 de la mañana y el 45% de la población mundial se encontrara activa. El colmo de un bajón, ¿si o qué?
A eso de las 2 de la tarde me despertaron los toquidos infames del cuate de DHL que traía mi correo y la noticia de que mi hijito precioso ya estaría dejando de cantar "In a gadda da vida" en el salón de Cantos y Juegos y se aproximaba el momento de recogerlo ¡¿qué!? ¡pero si me encuentro incapacitada para funcionar!
La vida, que como toooodos sabemos, no se detiene ante mujeres al borde de un ataque de nervios. La vida, que simplemente deja que te des tus pequeños madrazos para ponerte a escribir y reflexionar si no fue muy pronto para dar carpetazo a asuntos que requieren mayor profundidad o simplemente darle una oportunidad a temas que por ignorancia, he tendido a banalizar.
Y bueno, el final del día fue consecuencia del comienzo: casa sin asear, comida sin preparar, mamá sin reaccionar... It's Carl's Jr. Time!
Ay dios, esto de ser WonderWoman no es cosa fácil, ni bonita, ni duradera y ¡peor!, todavía hay gente que juzga el que no lo seas, presumiéndo sus virtudes de perfección. Yo no se dónde consiguen esas máscaras tan buenas, pues como dice mi personal coach Kry*: qué cansado es fingir ser un adulto funcional, nada como trabajar la parte espiritual donde uno se quiere, se apapacha, se valora y se perdona; se procura un crecimiento, se traza una meta y se grita a los cuatro vientos: ¡Puedo no ser perfecta, pero amo mi vida tal como es!

Feliz Viernes, queriditos; coman sano y hagan ejercicio.... ¡JA JA JA JA!
No, pero en serio, sí cuídense.

*Los nombres manejados en este Blog NO son ficticios.

viernes, 23 de mayo de 2014

SOR DANA ENGRACIA (O cómo los arrepentimientos me volvieron piadosa... ¡ajá!)

"No...rien de rien...No... je ne regrette rien..."
Hay muchas fórmulas que dicen hacernos feliz en cuestión de horas, minutos e incluso, segundos. Algunas las he probado (con nulos resultados) y otras las he dejado pasar, como que no han sido lo mío o no hemos "vibrado" en la misma frecuencia o qué se yo.
Pero la ÚNICA fórmula que he visto con éstos ojitos pizpiretos que algún día (esperemos que muy lejano) se han de comer los gusanos es la de no arrepentirse de nada. Jamás.
Y como tal, trato de llevarla al pie de la letra, aunque -como con la dieta- a veces caiga en absurdos, necios y estorbosos arrepentimientos.
El no arrepentirse es cuestión de valentía, de decisión y de tener una mantequillota bien grasosa para que las inevitables consecuencias se nos resbalen, porque eso sí, el no arrepentimiento no deja títere con cabeza.
Por ejemplo, recuerdo con mucho cariño la única vez que me fui de pinta en la secu -y ello porque hubo paro laboral a la mera hora y no porque mi cerebro de Maquiavelo adolescente lo haya planeado- y nos fuímos a jugar a las canchas de la Deportiva Cuauhtémoc cerca de si, la delegación del mismo nombre.
Estuvimos muy felices como lombrices hasta que llegó la hora de regresar a nuestras casas y entonces comenzó la lucha entre el bien y el mal, entre el "no me arrepiento de este amor" y el "girl, I´m sorry I was blind". La batalla del arrepentimiento contra el valemadrismo. En esa época ganó, claro, el arrepentimiento: con lágrimas en los ojos supliqué a mi madre que no me castigara por haberme ido de pinta, sugiriendo efectivos castigos para expiar tan grande culpa y hasta ofreciendo voluntariamente mi persona para realizar aquellas actividades domésticas tan poco agradables para un espíritu adolescente.
Curiosamente, nada de ello me hizo sentir mejor. Comparado con la naturalidad con que mis compañeras se lo tomaron, el mío fue un auténtico martirologio que me llenó de culpa y desdén durante mucho tiempo.
Digamos... cuatro días.
En cambio, cuando las finas hebras del valemadrismo comenzaron a tejer su entrampado en mi ser, la cosa se puso mejor.
Hice, deshice, fui, vine, usé, compré, deseché, tomé, pedí, robé, fingí, falsifiqué y malgasté diversos conceptos de diversas actividades... fue glorioso. Fue una eclosión de sentimientos, de empoderamiento y de alta estima hacia mi persona. Creo que me volví imparable.
Hasta que nació el Matius... y otra vez la vida es un martirologio perpetuo.
No se, yo esto de la maternidad lo llevo terriblemente mal; todo me causa culpa, todo lo hago pésimo, todo va a acarrear consecuencias y al final, se que el Matius también terminará en un diván.
¿Por qué el chip materno nos hace tanto daño a las mujeres que somos bribonas por naturaleza?
Quisiera yo saber a dónde se fue la chamaquita que brincaba trancas y prejuicios en pos de una nueva aventura. Ciertamente me miro al espejo y ya no veo dos diablillos bailando en mis pupilas. Lo que veo es una laaaaarga lista llena de culpas y "prohibidos" peor que la que tengo apalancada en la despensa.
Supongo que la edad de ser valiente te prepara para el momento en el que te das cuenta que ser valiente es cuestión de aguantar lágrimas y sollozos al ver una manita pequeña aferrada a la tuya, pidiéndote cordura y amor.
Y que las aventuras intrépidas son aquellas en las que te amarras el corazón para que no se te escape al primer portazo que escuchas en tu antes tranquilo hogar. O simplemente el valemadrismo aplica ahora al enfrentar críticas y maeldicencias por pretender seguir siendo tú, a pesar de pañales y papillas, dibujos hechos de sopa y calificaciones espantosas pegadas con orgullo maternal en la nevera.
Aún así  pienso (después de un laaaargo suspiro, lagrimitas contenidas y un breve mordisco a mi torta de tamal -que me causará culpa al rato, cuando intente girar mi ¿cinturita? al compás de "Este ritmo se baila así"-) que no, no me arrepiento de nada. Ni de lo dicho, lo hecho, lo pensado y lo demostrado con anterioridad.
Ni de los pasos que daré a continuación .... *Sonríe maliciosamente mientras se acomoda suavemente la ropa y repasa el lipstick sobre sus labios.

jueves, 8 de mayo de 2014

¡MADRES!

Está bien, no les echaré el rollo de siempre, ese que reza: "¡No manitos, figúrense que tenía la entrada perfeeeecta, el escrito perfeeeecto para el post de la semana pasada pero ps a) mi gato se lo comió. b) se cayó el sistema. c) me cayó Hacienda de sorpresa!" Pregonaré la verdad con la mayor serenidad de la que pueda ser capaz porque ustedes se lo han ganado, la neta. Ustedes y sólo ustedes (acuérdense que son menos cinco, tampoco es que se emocionen) han demostrado fidelidad y paciencia y eso amerita premio.
Por ello, aquí les vengo a ofrecer mi corazón en carne viva, poniéndome de a pechito para que, como dicen las madrecitas santas a las que estamos próximas a celebrar, "aprendan en cabeza ajena, no cometan los mismos errores que una"... 
Corre video teip:

Estaba un día la Danis... bobeando alegremente en la computadora cuando de repente topéme con la clásica evidencia que ninguna esposa puede soportar. Sí, neta. Ya saben cual. Aunque tampoco es que fuera taaaan evidente, lo cierto es que ello dañó mi autoestima por un lapso aproximado de una semana. La misma semana en la que duran los "Te juros".
Cuando una amanece sintiéndose menos amada que de costumbre, la pila baja. Tal vez en cerebros más sofisticados y/o desarrollados aquello no sea cosa común, pero para una chavita (ejem, ejeeeeeem) acostumbrada a mimos y a dormir entre algodones, ser la número dos en la escala de afectos de la pareja es... triste. Y miren, lo digo abiertamente y sin temor a la censura, pues se que el principal aliciente de situaciones comprometedoras en la vida conyugal es el secreto, el "que no se entere el presidente". Por eso y no por ardor (porque finalmente una también coopera y también omite) es que este post es amargosamente dulce...
Si, porque mientras yo lloraba por los rincones cual muñeca fea al más puro estilo de "Camelia la Texana", había un hombre al cual yo le importo por encima de cualquier otra mujer. Un hombre al que no le interesa si un día amanezco más pálida de lo habitual o si mi humor está para soportar simplezas. Este hombre piensa (por ahora) que soy la mujer más maravillosa del mundo y que no hay ni habrá (repito: por ahora) otra como yo.
Por supuesto me refiero al Matius, mi hijo adorado que sin esperar fidelidad o sinceridad, está del lado de su madre y se muere en la raya con ella.
Sin que derramemos lágrimas inútiles (afortunadamente ni me gustan las telenovelas) las mujeres que somos madres sabemos que no hay amor más sincero que el de un hijo. E incluso cuando la relación con los mismos está del cocol, ello significa cuán profundo debe ser la necesidad de ese amor en uno y otro por cuanto más profunda es la brecha que separa esos corazones.
Si bien es cierto que los primeros años son amores que tapizan hojas con sopa y bailan al ritmo de "los pollitos cantan pío, pío, pío...", no por ello son banales o condicionados.
Uno ama lo que es por lo que es. Punto.
No espera a cambiarte, lo que existe es lo que se ama por el hecho de ser. Y en cambio, a veces como padres y madres llegamos a pensar "Si tan solo se comiera las coles... Si tan solo le gustaran las matemáticas... Si tan solo fuera más güero..." O sea, ¡no mami, no!
Ahora comienzo a comprender en qué fallamos como adultos: esos altos estándares que fijamos en los demás esperando a que con ello suplan en NOSOTROS las carencias propias son la mierda con la que empezamos a pudrir nuestra felicidad.
Por ello es que, aprovechando la ocasión, pido a mis menos cinco lectores de siempre que hagan exámen de conciencia y se ubiquen en el espacio que les corresponda:
a) Si son padres o madres: Es preferible que antes de haber sido padre o madre, usted cuente con la certificación del Instituto Nacional de Psiquiatría que lo acredite como sujeto enteramente apto para ejercer la paternidad/maternidad responsable, ello con el fin de asegurar que no transmitirá a su prole miedos, culpas, rencores hacia sus progenitores (los suyos de usted), expectativas personales frustradas y ese gusto estúpido por cantantes que tiendan a "componer" canciones a los meros barones de estupefacientes. Así mismo, en dicha acreditación se especifica que usted se compromete a respetar la individualidad de su hijo, las manifestaciones que de ella deriven y su compromiso a defender a capa y espada la libertad de su crío, de tal forma que usted tiene la obligación moral de entregar a la sociedad a un ser humano apto para el engrandecimiento y progreso de la misma. De no ser así, será sancionado penalmente, sus calzones serán exhibidos en el asta bandera del zócalo capitalino y sufrirá el destierro.
b) Si aún no son padres o madres Favor de leer con detenimiento el párrafo anterior y no olvidar cargar sus condones siempre, pues ser padre o madre ES un trabajo al que se le debe dedicar la mayor seriedad y compromiso posible pues no se trata de echar chamacos al mundo nomás porque sí.
*Pausa para respirar...
Pues si, m'ijitos, así las cosas, ¿cómo ven? Tampoco es que yo haya quedado amargada, sorprendida, vilipendiada, vapuleada y maltratada de por vida. Ni tampoco es que ahí murió la flor y ahora ando soltera viviendo la vida loca (aunque lo consideré por un nanosegundo... perdón)
Una elije y espera con el corazón en la mano que esa elección sea la más inteligente. Y luego se percata del corazón y ¡chin, qué contradicción! 
Elijo sacudirme la tierra y sobarme el raspón. Seguir adelante amando como hasta ahora.
Solo que yo voy por delante, con un caballerito a mi lado y otro admirando mis pasos, agradecido de ese privilegio y esa nueva oportunidad.
Por su bien, que así sea.

Feliz diez de mayo. Amen a sus madres, amen a sus hijos... tal como son.