viernes, 7 de noviembre de 2014

CAPILARIDAD BAJO LA LUPA

Escrito por la mujer que es capaz de comerse un puñado de Cheetos
y un "Miguelito" en polvo como desayuno".

Queridos menos cinco lectores de siempre, para poder despegar las neuronas y venirles a escribir tan temprano hube de poner a Guns N' Roses en altos decibeles ¡y la cosa no para de agradarme!
Así que ya llevo 30 minutos escuchando música y ya hasta se me olvidó lo que les iba a platicar (que seguramente era algo insulso y poco importante, pa' variar.)
Debo confesar que los Guns comenzaron a gustarme gracias a felices coincidencias en mi adolescencia (periodo en la historia que TODOS deberíamos saltarnos; ¡ahí te encargo, Evolución!) y posteriormente las personas que fui conociendo a lo largo del camino compartieron y fomentaron mi gustillo. Fin de la anécdota de Guns, fin del recurso literario de la introducción pues no pienso escribir acerca de la música (ya se ve que se muuuy poco), fin de las alusiones a la adolescencia. Se quedarán con la duda de quién fue el primer chico que me dio un beso al ritmo de "Since I don't have you".
Cielos, llevo literalmente una hora tratando de encontrarle el hilo a mis pensamientos y no puedo dejar de pensar en la adolescencia, ¡justo como no quería que pasara!
Me acuerdo que en la secun era obligatorio -aparte de las calcetas blancas hasta arriba y zapatos negros de goma ¡horribles!- que las niñas portáramos un objeto colgante no identificado (OCNI) sobre nuestras frentes, el famosísimo "copete". Dicho copete era toda una distinción entre las jóvenes, entre más enredado y más abultado, mayor su índice de coeficiencia intelectual. Na, para nada. De hecho las chicas que no usaban copete eran las más aplicadas pues no gastaban tiempo precioso de estudio en tales menesteres, y como yo no fui muy aplicada en la secun, pues adivinen quién si traía su copetín bien redondito y encrespado...(todos señalándome en 3...2...1)
Efectivamente, no era un buen día si el copete no quedaba tan esponjoso como yo quería. Había que levantarse a las 6 de la mañana (y en ese entonces gustaba de hacerlo con el programa de Sofía Sánchez-Navarro, en Digital 99) para tomar un baño, ponerme el uniforme y comenzar a torturar mis cabellitos uno por uno. El procedimiento era el siguiente: separaba el mechón de la frente del resto de mi cabellera; acto seguido, peinaba mi cabello en una coleta relamida y bien apretada. Paso tres: con un peine comenzaba a enredar el cabello (a hacerle "crepé", como se le dice en el argot estilístico) y rociaba sendas cantidades de "Aqua Net" para después sostenerlo y aplicarle calor con la secadora. Uff, sólo recordarlo ya me dieron ganas de raparme...
De tal manera había calculado el tiempo que tardaba en peinarme que jamás se me hizo tarde para llegar a la escuela, bien encopetada, claro.
No se que delirios o sensaciones podría causar el peinarse de esa forma, con el tiempo dejé de procurarme dicho accesorio por que la prepa y el copete ps no checan, ¿no?
Jamás se me ocurrió pensar que lo que las chicas creíamos hermoso, atractivo para el sexo opuesto, para los hormonosos compañeros les daba exactamente lo mismo pues ya está más que comprobado, estudiado y resobado que en lo que menos se fijaban de nosotras era en la cabeza, precisamente.
"Ahoy" ignoro el peinado que esté de moda entre la muchachada, yo por mi parte he renunciado al peine y a la secadora, por más que la Marmota deje caer indirectas de "ayyyy, qué bonita te verías con equis peinado".
Demasiado tarde, yo ya me casé con un corte de pelo, con la idea de que entre más simple mejor y que ningún peinado vuelve a quitarme el tiempo que puedo invertir haciendo otras cosas.
Y bueno, hay de copetes a copetes... por lo pronto en este país sabemos cuál es el copete más odiado por el grueso de la población y ni sus litros de gel podrán traerle calma (ni ideas...o inteligencia...bueno, ya de perdis: sentido común).
Así es el misterio de la capilaridad...



1 comentario:

Anónimo dijo...

Por fin puedo leerte, estoy tan atrasada que ya empecé a sentirme ansiosa...n que buenos tiempos copetudos comadrita. Me encanta como siempre leerte. Danny Fdez.