miércoles, 23 de septiembre de 2020

CUARENTONA EN CUARENTENA

 Los treinta... 

Recuerdo cuando hace 10 años estaba muy sacada de onda por cumplir justo treinta y convertirme en una "doña treintona". Claro que había razones personales para sentirme así: ya era mamá, ya estaba "amarrada", a cargo de una casa y bastante aislada del mundo. Sentía que todos mis amigos seguían y seguían en la fiesta y la soltería y a mi ya se me habían acabado los bailes y las desveladas.

Sin embargo al cumplir 36 años, la vida me demostró que nada está escrito en definitivo y me sacó de la inercia, zona de confort, etc. y sin querer, me reinventó en un híbrido de Melanie Griffith en "Working girl" Andy de "El diablo viste a la moda" y "Doña Lucha", haciendo todo por amor a sus hijos.

Esa recta final de los treinta fue bastante educativa e ilustrativa, ¿eh?, como ya se los he platicado y creo que por ello no siento tanto el dejar el tercer piso, pues las lecciones las sufrí pero las aprendí y de la diversión, me basta con la fiesta que traigo por dentro y que se manifiesta con mis niños, con mis papás y hermano (manque sea vía Whats'app), con él, con mi banda virtual y mis primas. Ya la temporada de cacería terminó, la temporada de pesca también y tan tán, se acabó. Se me aplacan todos.

Jajaja, muy probablemente seguirán las lecciones, pero también están ya los cuidados, el caltrate, las mastografías, el "yo hubiera sido go-go dancer, pero  me chingué la rodilla", el bajarle al café y meterle a los vegetales, la leche de soya y las cremas para las patas de avestruz por las noches. 

Dicen que los cuarenta son los nuevos 20´s y que a las mujeres no les da la mentada crisis de los 40 que les da a los hombres... pienso que efectivamente no nos da, porque somos más seguras, más fregonas, ,más libres y lujuriosas que nunca y eso se notará definitivamente en todas nuestras acciones, pero sobre todo en la expresión de felicidad al dormir, sabiendo que has dado batalla y aún habrá muchas posibilidades de re inventarte constantemente. 

¿Esto lo sabían las abuelas?, probablemente. Mi muy querida abuela Luisita antes de morir me dijo que siguiera siendo feliz, que fuera feliz con las decisiones que estaba tomando en ese momento. Que no me arrepintiera de nada porque luego los remordimientos pesaban más que los años. Ella sabía lo que traían los años y me transmitió su conocimiento, lo cual agradezco enormemente. Gracias abuela, gracias mamá, gracias papá... fuente perfecta...fuente perfecta...fuente perfecta.


Adiós, mis thirty, flirty and triving, hola cuarentona, coquetona y buenona... ¿o como era?

jueves, 10 de septiembre de 2020

Indochina

 Mi vida se compone de muchos silencios y malos entendidos mezclados con confusiones y desprecio. No en ese orden, naturalmente, sin embargo el hecho de estar a dos semanas de cumplir CUARENTA AÑOS, me arrastra a profundizar en lo que habrá para mi en el mundo, pasando dicha fecha.

Sorprendentemente cada vez tengo más en común con mi mamá, lo cual me da miedo y gusto y confusión y un sentimiento de "ewwww" al comprender más cosas de ella que sucedieron mientras yo adolecía de juicio y sentido práctico de la vida (ayer).

Uno de esos episodios tiene que ver con la película francesa "Indochina", protagonizada por Catherine Deneuve (¡diosa!)y Vincent Perez (¡puuuuuuutssssss!), donde en medio de la guerra de independencia de dicho territorio, ellos dos se entrelazan en una especie de triángulo amoroso con la hija adoptiva de Catherine. Nada que Corín Tellado no nos hubiera platicado antes, sin embargo en la época a la que me estoy refiriendo, Corín no hubiera podido describir que yo a los 14 años era una cosita escurridiza, planita y rellenita desproporcionadamente, que se le notaban todavía los cachetes de la infancia pero con un corazón que llameaba ardientemente por Ovidio, por Badillo, por Juan Paco Pedro de la mar laralaralara y los que se fueran acumulando, mientras que mi muy jóven mamá de ¡33 años! los hacía suspirar a ellos.

"Tu mamá es muy guapa", "¡Qué jóven es tu mamá!" "Parecen hermanas" eran comentarios comunes en la boca del galán en turno y para mi eran una mezcla de tortura y orgullo. Yo se los platicaba a mi  mamá como quien se practica un hara kiri, un tanto para espiar su reacción y otro tanto para sacar el veneno de mi alma. Ella, como cualquier mamá cuerda y madura, me decía "pues tú diles que así como está ella, así me voy a poner". Eso no aliviaba mi malestar, pero al menos me daba esperanzas de poder dejar en algún momento el capullo de oruga al que estaba condenada en ese momento.

Sobra decir que a los 33 años no me puse como ella me lo prometió.

Ni alcancé un nivel de madurez como el que ella tenía en ese momento, con hija adolescente e hijito de 5 años.

Al contrario, los 33 me encontraron escribiendo mis andanzas en éste apestoso blog, más regordeta de lo esperado y con un Matius de tan solo 6 años, con el que andaba de arriba pa' bajo como hermana mayor/hermano menor.

Sin embargo, a toda oruga le llega el momento en el que se convertirá en ya saben qué (no me hagan decirlo, es el cliché más sobado de la literatura) y no se, pero creo que ésta vez estoy a punto de lograr llegar al nivel de Catherine Deneuve, donde voy decidida por la vida en mis manos, llena de orgullo por mí misma, por mis caídas, por mis tropiezos, por mis errores y dolores y mis horribles cortes de pelo fallidos que han acompañado cada cambio.

Siento una sensualidad recorriendo mis venas, una cosquilla en mi panza solamente de imaginar el sabor de una fruta, el aroma de un nuevo perfume o el descubrir intereses bastante disparatados, cuya única finalidad es llenarme de experiencia... ¡aaaaasu!

Y qué exquisito es saberse una mujer con cuarenta años que no necesita aparentar menos (aunque, cof...cof... si aparento) y ver que el mundo sigue esperándola con más ganas que nunca (y bueno, con una pandemiecita algo prolongada y mortal), ansioso de verla eclosionar y treparse rápidamente a la ola, consciente de su suavidad, de su encanto y experiencia, emulando al agua que todo lo vence porque a todo se amolda pero sin dejar de observar su esencia.

Total, a este punto pueden decir lo que gusten y yo seguiré andando con mi aire garboso de avestruz en tacones y drogas, pensando en lo hermoso que es la vida, en lo bello que es crecer y sobre todo, lo tranquilizante que es el hecho de que Papita apenas tenga 5 años y pueda ser todo lo irresitible y coqueta que quiera ya que para ese momento, su mamá estará más preocupada por  su cadera ortopédica, hacerle la vida de cuadritos a la nuera y con la abosluta certeza de que él la observa y mira con el deleite con el cual la miraba a sus 39 años... justo dos semanas antes de cumplir 40.

Sí, queridos menos 5 lectores de siempre... no es Arjona quien me tiene sonriendo.

viernes, 4 de septiembre de 2020

LA VIDA DESPUÉS DE TI ( segunda y última parte)

Cuando él se acomodó en nuestras rutinas de locura, en verdad sentí que muchas cosas iban a mejorar y otras tantas necesitarían terapia familiar.

No fue fácil para Chico Mayor aceptar que su papá tenía pareja y que su santísima madre también. Sus celos se dispararon a niveles impresionantes y fueron muchos los momentos donde terminamos tristes, sin embargo con el tiempo fue aceptando y comprendiendo las cosas y no dudo que en el fondo también nació un cariño hacia él.

En cambio, Chica Menor lo disfrutó muchísimo pues aprovechó bastante bien la situación de sentirse doblemente agasajada y consentida; al ser más jóven la pareja de su padre, se siente como si ella fuera una amiga grande que le dedica tiempo y atención y eso es padrísimo; yo recuerdo que me encantaba estar con mis primas mayores porque me hacían sentir importante y me prestaban sus barbies y adoré sus fiestas de 15 años de cada una de ellas.

Creo que para emparejarse hay que saber amar. Y suena a cliché y es horrible y eso ya nos lo dijo José José muchas veces pero es cierto: amar es querer la felicidad del Otro entendiendo que nosotros a veces estamos en el cuadro y a veces no. El Otro es un ser independiente y tiene una vida que se compone de varios aspectos. Podemos estar o no incluídos y visceversa. Pero generalmente nos gana el apego y lo confundimos con "amor". Nace el mueganismo, nacen los celos, nace la desconfianza, nace la idea de que el Otro debe satisfacer mis necesidades (todas). Y si el Otro se va... morimos.

Y bueno, tantito peor si "el Otro" es una mamita trabajadora que cuyo trabajo fue-de nuevo es- muy absorbente. Las prioridades siempre estuvieron claras, pero el corazón no siempre quiere obedecer a la razón. Lo mismo pasaba de éste lado, pero creo que al final no supimos manejar tantas voces, tantos sentimientos diferentes, tantos obstáculos y tanto apego.

Se que el amor está ahí. Ojalá pudiéramos simplemente quitarnos todos los personajes que somos a la vez y encontrarnos en medio del camino, tomarnos de la mano y andar juntos, con todo nuestro pasado, con todas nuestras responsabilidades... (voy a llorar)

En fin... la vida es lo que es.

Una se levanta, deja de postear estupideces en sus redes sociales, prepara el desayuno, se pone pestañas postizas (porque es lo único que deja ver el cubrebocas) y se va a trabajar por y para sus ratitas maldosas.

El camino es diferente, la realidad es diferente y yo también.