viernes, 27 de agosto de 2010

FELIZ ANIVERSARIO!!

Soy Dana, tengo CASI treinta años y hoy cumplo tres años de matrimonio.


Escribo esto a una hora en la que debería estar dormida, emocionada como niño en vísperas de día de Reyes, o en su defecto, gozando como enana las ventajas de “dormir” con la pareja de manera “oficial”, sin el nervio de andar apagando el celular, inventar pijamadas en lugares donde no existe el teléfono o pagando a la mejor amiga por sus servicios como tapadera.

Pero no.

Frente a mi computadora trato de digerir lo que sucede: que no habrá celebración, que me he casado con un workaholic y que de plano la situación económica no está como para tomarse un día de descanso para celebrar tan magnífico acontecimiento. (Pus mientras me cambie el carro…)

No se qué postura asumir… por un lado, mi formación universitaria, mujer de ciencia y librepensadora me dicen que pa qué hacerla tanto de emoción, si es un día cualquiera; no es algo específico como, digamos, la navidá ¿no?, en la existe tal enajenación por parte de la mercadotecnia que los miles de grinchs que pululan por el mundo alegan que “todos los días deberían ser (aquí ponga el festejo que más le guste: navidad, año nuevo, día de las madres, día de los padres, día de las mascotas perdidas en accidentes automovilísticos, día de las carreras en ropa interior de zanahoria, ad nauseam) y no sólo recordarlo una vez al año.

¡Pero estamos hablando del matrimonio!

¿A quién en su sano juicio le gusta recordar los 365 días (y 366, por si es bisiesto) que se encuentra sometido, amarrado, juntado, pegado, matrimoñado precisamente los trescientos sesenta y tantos días de toda su vida?

Aunque por otra parte, el lado más suave y menos cínico que coexiste en mi cerebrou dice que cómo es posible que intente hacerme la fuerte si muy en el fondo, también recibí la educación telenovelesca Barbi-Ken y que muero por celebrar con cenita, piojito y besito éste día.

Y alega, además, que por qué me estoy haciendo la sarcástica cuando bien se que me duele dejar pasar éste día, teniendo yo (como en todos los matrimonios) el 50% de la responsabilidad (que no la culpa) de no tener festejo.

Irónicamente, a raíz de haberme casado, dejé de ser la Dana detallista que ustedes, queridos ex novios conocieron, para convertirme en alguien más práctico. No cartita, no regalito, no cenita. ¿Y me enojo por que yo no recibiré algo? Pues así ni cómo ayudarme, ¿verdad?

Conclusión: Gracias, Máxima deidad existente, por dejarnos llegar vivos y medio cuerdos a éste tercer año en las carreras de resistencia amorosa y gracias porque por lo mismo, tenemos un hijo que goza a sus padres juntos (y, pues sí, ¿a quién engaño?, felices).

Tan tán!



viernes, 13 de agosto de 2010

Una cita para Dana.

Ayer por la tarde dejé encargado a Mateo con su abuela; ¿el motivo? tenía que sacar tejido muerto del cerebro y de mi relación con Marmota. Para nadie es un secreto que desde hace dos meses nuestro hijo no se ha recuperado de una misteriosa infección en la garganta, que aparece cuando va a la escuela y desaparece cuando reposa en casa.
Tonces, estos dos meses de cuidados intensivos marmotescos, aunado a una incomprensible, inútil y francamente dolorosa mudanza hacia el Edomex, han mermado mi capacidad intelectual y afectiva, producto de repetir como un mantra diario: "tup turup tup Dooooraaaaa!...Dora, Dora, Dora la exploradooooooraaaa..."... Shoot meee!!
Así que ayer hubo una comida donde en la mesa no se sirvieron papitas fritas en forma de carita feliz, ni pankekis arco iris, sino una rica pizza italiana con setas, peras caramelizadas, gorgonzolla y avellanas. Tampoco se bebió juguito de cocofresa, sino sendas copas de vino tinto "Tall horse" (ni muy bueno, ni muy barato y hasta creo que me piñaron), ni se pidió el area de "no fumar" sino al contrario, el área de terraza para fumarrrrrr como los malditos chacuacos que somos.
Y bueno, aquello era casi una experiencia religosa para mi, casi llegando al éxtasis de la adultez y sintiendo los efluvios de la soltería embriagando lentamente mi cerebrou...hasta que llegó la hora del cine y ps ¡papas!.
"Mi villano favorito" estoy segura que es una buena película, es chistosita y mona si ustedes quieren... ¡pero para verla con niños, caramba!... qué tenía que andar viendo esa peli cuando la atmósfera era perfecta para olvidar por un segundo que mis días transcurren de acuerdo a la temporada de Hi5. Y más: chingos de niños salidos de nosedónde, armando sendo revuelo en la sala, que aunque estabamos en "lo mejor de Coapa", valióles madre para sus llevar a cabo sus propósitos bandalescos.
Pus ya, bien resignada me chuté la peli, la cual extrañamente mi grinchesco marido amó y disfrutó al grado de que la quería volver a ver y a mi no me quedó más remedio que echarme una pestañita en lo que llegaban los créditos, los cuales, por cierto tardaron aaaaaños en llegar, por abusar de la presencia de las cositas amarillas...hummm.
Lo que me queda claro es que fue una linda cita, novié con mi esposo como hace mucho no y lo mejor es que al regresar a casa, mi hijo estaba feliz de haber pasado tiempo con sus abuelos y aquello no terminó en drama.
Amo a mi hijo, lo saben y lo se. Pero también amo a la persona que soy cuando puedo hilar dos frases graciosas en mi cabeza y éstas no tienen nada que ver con "Lazytown" (que lo único bueno que tiene es al sujeto en leotardo azul).
Fin.