sábado, 23 de abril de 2016

ALGO ENTRE MANOS...

Antes de escribir en ésta hoja nuevecita, pasé por el listado de entradas y me sacó de onda el ver que tengo 15 entradas en calidad de "borrador"; es decir, que 15 veces he querido decir algo pero por un estúpido prurito me lo he guardado. Y ya sabemos lo que sucede con las cosas vivas que se guardan y no se oxigenan: se pudren.
Luego me quise terapear pensando en que si no he terminado 15 intentos de escritura ha sido porque mi entorno luce interesante y porque he estado muy ocupada; pero si así fuera al cien por ciento, ¿por qué me eché a llorar camino a casa el día de ayer? (tal vez fue porque tuve un día de infarto pero creo que ese no es el punto).
Y finalmente me dije: "Es que ya no tengo tiempo para mi: eso está bien, es necesario, es inevitable pero está padre", pero aún así mi nivel de satisfacción es más bajo que mis calificaciones de quinto de primaria.
Así que...
Hoy que el Matius se fue de campamento con los satánicos y maldítos Scouts, -esa gente rara que quiere cambiar al mundo y que ríe y canta en momentos de dificultad; que los obligan a ser fuertes e independientes cuando en realidad son unos pobrecitos niñitos que no deberían hacer esas coshitash y que como es para puro rico, pues así que chiste (no entiendo por qué la gente es tan cuadrada, me cae.)-, nos tomamos el día y fuimos a vagar por la ciudad, recorriendo lugares que estaban un poco olvidados de nuestro usual itinerario. Comenzamos en Polanco y terminamos en Coyoacán, una chulada.
Visitamos el Rufino Tamayo (pintor que amo) y me sorprendí con la exposición de Mario García Torres, un artista del que no tenía ni un norte y neta, fue hermoso. Su instalación "Moonwalk" me hizo reflexionar sobre algo importante: sí, hay mil cosas bellas en el mundo pero, mamita, no las puedes abarcar todas con tu mirada y menos con tus manitas de licuadora. 
La revelación fue tan contundente que confieso que me quedé ligeramente dormida en la sala de un audiovisual.
Y aunque estoy escribiendo y compartiendo las andanzas del día de hoy (obviaré detalles, quienes quieran pueden consultarlo por FB), en realidad me siento un tanto sola y perdida en el pantano de mis pensamientos. ¿Qué es lo que estoy tratando de expresar que me da un poco de pánico y miedo?, ¿De quién o quiénes me estoy cuidando con tanta autocensura? ¿Qué quise decir con 15 fallidas llamadas de "autsilio"? ... jajaja, ok.
No me quedará más remedio que seguir indagando en mi ser, poniendo atención a lo que me rodea y lo que naturalmente me atrae para tener un veredicto concreto.
Ya estaré viniendo a explicarles para no dejarlos con el pendiente, por lo pronto, les comparto ciertos momentos gráficos que están en vías de convertirse en memoria plástica...
(Say what?)
Todos son Derechos Reservados... (me he vuelto muy cauta...)



Así la vida por aquí...
Feliz sábado, queridos.


viernes, 8 de abril de 2016

COSAS QUE DECIR.

El mundo a veces parece un lugar triste y hóstil.
Nos abruma la carga de responsabilidades y mala onda que parece destilar media humanidad y también nos molesta y nos enchila la buena onda que otras personas emiten, calificándola de "estúpida" y "esquizofrénica". O sea, que nada nos acomoda.
Para colmo de males, en la Ciudad de la Furia (o sease, la Ciudad de México) las cosas se ponen cada vez más raras; habemos muchos existiendo en el mismo espacio, en el mismo metro cuadrado, en la misma neura. Y claro, nos quejamos y exhalamos hastío. Exácto, el mundo parece un lugar triste y hóstil.
En las noticias todo es caos: algunos medios son muy ingenuos y nos dicen cosas muy bonitas: que el Presidente anda de gira para abrir más relaciones comerciales, que hay un puente en Tilatola que se va a inaugurar y con ello se ampliará la carretera de Tolatila y la economía nacional crecerá y todos seremos inmensamente ricos, o que hay un gatito que es la sensación en internete y ay, qué bonito.
Otros medios informan que Tepoztlán es oficialmente un puñado de cenizas, que el Metro colapsa porque no hay lana para invertirle o que ya le hicieron una estatua al prócer de la patria llamado Humberto Moreira, allá por su rancho, porque es "mui vueno" y es casi un santo.
Claro, todo esto nos comprueba que el mundo es un lugar triste y hóstil: si no puedo llegar a trabajar por falta de movilidad, si no puedo tener un salario que me alcance pa´mantener a mi prole, si me quitan y me quitan para que otros engorden su cartera y luego les hagan estatuas, seguiré pensando eso.
Pero hoy no...
Porque también está la parte en la que desperté al lado de la nena más hermosa del mundo y preparé el desayuno a los chicos Marmota para que llegaran a la escuela. Porque me vine sentada en el Metro y pude releer las andanzas de "Juanita la Larga" y pintar mis labios para llegar bonita a trabajar.
Porque a pesar de apachurrones, quemadas de café y torcidas de pata por culpa de los maldítos tacones, tengo un espíritu a prueba de balas y nada hará que baje los brazos.
Porque mientras exista un alma del otro lado de la pantalla que sonría con éstos sinsentidos medio arjonescos, la vida sí tiene sentido y el mundo ya no es tan triste ni tan hóstil.
Porque a veces hace falta que a la humanidad nos den un abrazo fuerte y nos digan que no todo está del nabo y si lo está, pues no será para siempre.
O bueno, eso es lo que HOY quiero pensar.
Buena vibra, queridos menos cinco holísticos lectores de siempre...

viernes, 1 de abril de 2016

THIRTYSOMETHING...

Advertencia: quien vaya con el chisme a Marmota, se las verá conmigo.

¿Qué, pues; qué carambas traemos ahora con la  "juvetú"?
Ayer cuando salía de la oficina me interceptaron dos de las asistentes: "Lic., ¿se va con nosotras?"; no se si era una pregunta retórica o una invitación, pero gustosa les acepté la oferta y alegremente salimos de ahí con destino a nuestro hogar... o al menos, eso era lo que yo pensaba de cada una.
En el punto donde el camino se dividía, pensé que seguiríamos adelante hasta que pintaron su raya y me soltaron un "Es que nosotras vamos a la Condesa.."; "ah", pensé, "pues entonces nos vemos mañana, se van con cuidado". Una de ellas medio pescó la onda y atinó a preguntar "¿No viene con nosotras?", pero la otra ya le estaba contestando por mi, recordando que tenía a mis dos hijitos esperando en casa. ¡Cielos, es verdad! Sonaba verdaderamente tentadora la oferta... *suspiro.
Hace nueve años yo trabajé en un lugar llamado B2B; en esa época yo era veinteañera, soltera y despreocupada mientras mis compañeras ya eran mamás y con una patita en los "tas". Mucho les sorprendían y divertían mis cuitas y andanzas de aquella época, donde organizaba unos fines de semana salvajes en Querétaro y sitios varios. Jamás creí verme en el lugar de ellas en ese entonces, pero ayer ¡vaya que sentí el aironazo de tener treintaytantos y cargar con una familia a cuestas!
Cabe decir, en defensa de mis dos niñas favoritas de la oficina, que al principio me consideraron "una de ellas": recién entré a trabajar, me preguntaron si ya vivía sola... ¡Wow!, la neta se me hizo insólita esa pregunta pues estaba acostumbrada a que la gente asumía y/o comprobaba que era una mamá de tiempo completo, al estar la mayoría de las veces (si no es que siempre) acompañada del Mats y de Papita.
Cuando les respondí que no, pensaron que vivía con mis papás... ¡y cuando les dije que era casada y con dos hijos en verdad no lo podían creer! Pensaron que tenía 28 y no mis muy respetables 35 años... ese día creo que hasta lloré de la emoción. ¡Ja!
Camino a casa venía reflexionando acerca de la juventud, tan relativa en realidad.
Es cierto, mis veinte primaveras pasaron hace mucho tiempo, pero creo que jamás me había sentido tan segura de mi misma como el día de ayer.
Sí, sentí cierta nostalgia por no poder acompañarlas en un rato de charla, chelas y chicos, pero también sentí alivio, una ligereza de equipaje al no tener que someter a mi  treintañera mente al maratón de emociones e inseguridades que se experimentan a esa edad. Fue lindo sentirse admirada, pretendida o asediada por los galanes, tener veinte años y más es la edad en la que la piel y los ojos brillan y el diablito se asoma a las pupilas. Pero de igual manera la incertidumbre por saber a dónde vas y con quién formarás una vida (sean amigos, familia o pareja) también viene en el combo y hoy, respiro por tener respuesta para ello.
Claro, sentirse admirada es lindo a cualquier edad, solo que cuando tienes ya a tu pareja, nada o nadie te mueve el piso... ¿o si?

*Pausa dramática...

En esas cavilaciones me encontraba el día de hoy cuando tuve que salir hacia la Delegación Cuauhtémoc a una diligencia. Pedí tranquilamente mi Uber, me polveé la nariz y en unos minutos ya estaba cómodamente instalada. Generalmente no hago plática con el taxista porque no quiero dar la impresión incorrecta, pero supongo que hoy me encontraba bastante distraída porque al final, ni cuenta me di de todo lo que pasó en cuarenta minutos de viaje... en un trayecto que no dura ni 15 minutos...
Ay dios, creo que entre más lo pienso, más escabroso lo encuentro... el conductor resultó un jóven sumamente educado, cortés y buen conversador. En el trayecto fue platicando la historia del inmueble donde están nuestras oficinas, la historia de los anteriores dueños, su relación con ellos y así, pian pianito pasamos al tema del Uber, que dizque muy buen negocio, que muy noble, que muy efectivo, que hasta para conocer chicas está padre porque pues él trabaja todo el día y ni tiempo de salir... todo iba muy bien hasta que la plática se centró en eso, en el ligue uberil. Y desde ese momento supe que debía bajarme, correr y contárselo a quien más confianza le tuviera, pero no contaba con que me había quedado atorada en Circuito Interior y ¡aquello no ayudaba!
Bueno, el cuate no paraba de halagar lo bien que me sentaban los lentes, la manera en la que le respondía le decía que yo era una chica (si, esa palabra usó) muy interesante, no como las otras que se suben y que aunque son guapas, tienen una papa por cabeza; que seguramente tenía muchos admiradores, que si me gustaba leer, que si alguna vez había salido con alguien de Uber... Y en ese punto, cuando los monosílabos ya no daban para más, contesté que seguramente a mi esposo no le agradaría que ningún conductor de Uber o de cualquier vehículo motorizado me invitara a salir. Silencio incómodo inmediato.
¡Ay, chirriones! Pensé que con eso se quedaría en paz hasta que no aguantó a preguntar, "¿Pues cuántos años tienes?
Me quedé pensando un momento... ¿En verdad el diablito veinteañero de mis pupilas sigue viviendo ahí?
A primera vista, parece que si...
Y si fuese así, ¿ello cambia el curso de mi historia?

Suena tentador sentirte admirada o deseada, pero el chiste de tener treintaytantos es mantener a raya los impulsos, es notar que no necesitas demostrar nada a nadie porque la única persona a la que debes impresionar es la que te devuelve la mirada en el espejo.
Ese diablito que ha entendido que el valor se lo da una y no un puñado de cumplidos sin sentido.
Sip, ligarme ya no es tan sencillo... gracias Treinta y cinco por demostrármelo.

Así es, queridos menos cinco veinteañeros lectores de siempre: liguen y sean felices. Gústense a sí mismos y el resto vendrá solo...