viernes, 30 de octubre de 2015

FRAGMENTOS.

"Tuve un sueño de lo más genial: estaba en una casa medio en ruinas con muchísimos amigos (que hasta ese punto de mi inconsciente supe que eramos amigos pues yo jamás en la vida los había visto), pasando un fin de semana onda "El casamiento de Raquel", con todas las intrigas, sinsabores y carcajadas que la amistad soñada trae consigo. Todo parecía risa y diversión hasta que no se en qué punto aparecieron los amigos de mi hijo con sus quejas y demandas (uno de ellos me pedía que lo llevara a su casa y yo me recuerdo pensando "No, no puedo llevarlo a su casa en este momento porque necesito ir al Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial a entregar varios oficios y van a cerrar la oficialía de partes")...ok, demasiado para mi, era evidente que en cualquier momento mi frustración (aunque fuera de mentiritas) me despertaría pero, ¡increíblemente seguí soñando!. El siguiente escenario era nuevamente la casa donde vacacionábamos, en este punto ya ni me acordaba de mi hijo ni de su amigo Carlitos pidiéndome que lo llevara a sepa dios donde; en ese tramo solo estábamos la princesa Diana y yo caminando de compras. Yo me sentía muy feliz de que se probara zapatos (al parecer, la única característica que mi subconsciente recordaba de ella) y luego me recuerdo regresando a la casa en ruinas, buscando a mis amigos que seguramente llevaban varias horas alcoholizados. Todo ello mientras pensaba en un libro que yo había prestado y que nadie tuvo la delicadeza de devolverme. Un sueño muy lindo, muy diferente hasta que el maullido de la Peluss me despertó y aquí me tienen tecleando, volviendo a mi realidad y pensando ¿qué carambas significará todo aquello?"
...Eso lo escribí hace como dos meses y en la búsqueda de un tema me lo topé de nuevo.
Hoy es viernes y no tengo idea de qué hablarles porque simplemente no he salido de mi encierro personal.
Ya estoy evidentemente preocupada pero me resisto a hacerle caso a Gloria Trevi, así que distraeré tan funestos pensamientos con maratón de películas chocarreras y vaciladoras entre las que destacarán: "Santo contra las Momias de Guanajuato" y la que mi hermano me regaló una Navidad (¡ay, maldíto!), "Santo y 'Mantequilla' Nápoles en la Venganza de la Llorona".
Ja, mi hermano y yo hemos tenido a bien darnos regalos de broma alguno que otro año; una vez le regalé el disco de Charlie Montana Grandes Éxitos y él me la reviró con uno de Lagrimita y Costel.
Otro año le di la película de "Barney y sus amigos" y el me dio la mentada película del Santo... lo extraño (a mi hermano, obvio,  no al célebre enmascarado de Plata), seguramente ahorita ha de andar espantando a la muerte en el hospital mientras regaña a sus internos pidiéndoles que se quiten el traje de calaca cada vez que hacen sus recorridos por Geriatría.
Pensando en mi hermano y en la importancia que tiene en la sociedad me hace replantear mi propia existencia. No voy a obviar ni a comparar ni a darles la razón a los que me tienen reservada una placentera estancia en "La Castañeda" ni a provocar que volteen sus ojos hacia el cielo pensando en que no tengo remedio ni a lamentarme por lo mismo. Únicamente quería citar a Emma Thompson en "Love, actually" cuando dice: "the trouble with being the Prime Minister's sister is, it does put your life into rather harsh perspective..."
Y hablando de "Love, actually", quisiera hablar un poco del amor:
Existe, está en el aire, asfixia a veces, lo extrañamos, lo añoramos, nos vestimos apropiadamente para él, hacemos cosas en su nombre, conquistamos banderas y sitios por él, navegamos durante días sin agua y sin alimento en su búsqueda y leemos en las esquinas lo mucho que sufriríamos sin él.
El amor mueve montañas (pero no carretas, esas las mueven mejor un par de tet... ¡oigan!).
El amor es felicidad y tristeza, luz y oscuridad, daño y salvación. El amor anda buscándonos y también anda escondiéndose. El amor apesta y también huele a rosas silvestres; el amor da de comer y también quita el hambre Y SOBRE TODO: ha rellenado estos últimos renglones en los que en serio, no tenía idea de qué escribir. 
Con ello le doy la razón a ciertos escritorcillos que aconsejan que, cuando no sepas de que escribir, escribe de amor aunque desconozcas del tema. 
¿Habrá alguien que llame al amor por su nombre?
En fin, queridos menos cinco lectores de siempre, el clima está nervioso y no se decide a llover.
Café, una bufanda ligera y Cortázar diciéndo: "No puede ser que estemos aquí para no poder ser".
Pues sí, no puede ser pero así es.
Brindemos por ello.

viernes, 23 de octubre de 2015

¡Ay, ay, ay...cómo he cambiado! (Sí, escribí el título bajo el influjo de Selena)

06:57 a.m.
El título no ayuda a disipar la nubosa sensación de fracaso que últimamente me gusta exhalar.
Es ciertamente un tiempo difícil para mi alma soñadora, juguetona y valemadrista pero pienso: Si Drew Barrymore (y todos mis cultísimos lectores se preguntan "¿quiéeeeen?") se da el "lujo" de tenerla, yo también puedo. ¡Qué importa que ya hayan pasado casi 8 años de que el Matius nació, yo aún no me recupero de la depresión post parto de ESE preciso parto!... anyway.
Y gracias a que Feisbuc tiene la maldíta costumbre de recordarnos a diario cómo eramos y qué estupideces publicábamos hace 1, 3, 5 y hasta 6 años es que me di cuenta lo mucho, muchísimo, que cambié y lo poco que me reconozco hoy día. Y en estos días donde ya nada sorprende (ni siquiera el saber que alguien llegaría del pasado para decir que volvería al futuro y luego esperar a que llegara el día en el que volvió pero en realidad nunca llegó pero cuando despertó, el dinosaurio seguía ahí, o algo por el estilo) y donde todo sigue igual excepto uno mismo, yo decido ponerme a escribir y explicarles (porque aman el chisme) en qué cosas he cambiado...

                            Es eso o se me largan a leer los posts viejos y lo descubren por ustedes mismos,                                           ¡chihuahuas!

He mudado de domicilio más veces que cangrejo ermitaño, ya tengo dos hijastros (je je, aportación de mi santo padre) y según "El principito", cuando domesticas algo, eres responsable para siempre de ello, so, Marmota y yo seguimos juntos forever and ever, para siempre jamás (o algo así dicen los cuentos).
Según las fotos, he cambiado de look más veces de las que mi Yo soltera hubiera permitido, he priorizado personas, lugares y actividades y simplemente dejé que el curso natural de la maternidad me dijera a dónde tengo que ir... por lo que ahora me encuentro metida en un hoyo. ¡Ja!
Síiiiiiiiii, es un hoyo muy cómodo y bonito, lleno de cobijitas mullidas y suaves; un hoyo donde hay olor a lechita y maullidos de gatito y partidos de fútbol y tardes con los Scouts y abrazos deliciosos y mañanas con café descafeinado y yo en pijama...pero un hoyo al fin y al cabo.
Y no reniego de ello, simplemente sigo esperando el momento para mi.
Solo para mi... pipipipi. Soy una madre egoísta, denme un manazo por preguntona (y quejona).
Y no supe si reír o llorar cuando Marmota llegó ese día con un recibo de pago y una extraña sonrisa, al tiempo que decía "Gato, me pediste tiempo para ti y yo que te amo, te acabo de inscribir al Gym"...
Weeeeeeey! Tiempo para mi significa dormir 10 minutos sin una niña prendida de la teta, o ir al baño en santa paz, o tomarme un café con cafeína y tener dos horas para desecharla antes de amamantar, o leer (¡ay mis libros!...snifff) o darme una ducha con la puerta cerrada... Pero ese día que subí la foto a mis redes sociales donde les informaba que volvía al gimnasio, alcanzó un promedio de 30 "me gusta" (hummm, ¿así que 30 "amigos" piensan que sí me urgía una buena sudada porque estoy obesa?).
Cuando algo tan inocente como lo es mirar viejas fotos te pone en perspectiva lo mucho que en realidad has avanzado (porque el cambio siempre significa movimiento...aún sean giros de 360°), la mente se shockea y el corazón se hace pasa (mientras no le de un infarto... ¡que resista las sanforizadas!).
De ahí a que aguantes vara (como se dice en el argot) por aquellas cosas que no puedes cambiar, está el asunto. Tal parece que el mundo te arrastra por su corriente a veces malinformada y consumista y te muestra cuadros que no puedes tener y ¡quieres tenerlos!
No es que culpe al mundo de mi desilusión, ¡simplemente que el muy maldito no ayuda!.
Con tanta publicidad a lo que debiese ser la vida de una, es lógico que de repente se me vaya el norte y por eso llore con todo esto de los cambios buenos, cambios malos...
Aunque, pensándolo bien...
Sigo siendo la misma cruel egoísta de siempre, queriendo ponderar su persona por encima de los demás.
Amando a su gato, meneando su café y leyendo sus libros raros (es que lo mío es el Werevertumorro, la neta.) o persiguiendo musas (o musos) para escribir (lo que no se escribe, se olvida) los sinsentidos de siempre.
Tratando de explicarse a si misma cada semana o cada que tiene la oportunidad de ducharse con la puerta cerrada. Delineándose de negro el ojo pa' resaltar las pupilas que le bailan cuando te mira o trepada en el brincolín de la fiesta, carcajeándose de la cara de vergüenza que ponen sus hijos (¡Sí, Papita!, ya vi que también te da oso!).
Y que a pesar de que se empeña en mantener las cortinas cerradas para perpetuar la oscuridad, no puede evitar mirar hacia la luz que entra por la otra ventana y que le anuncia siempre un día luminoso (memorándum  para mi: tapiar la maldíta ventana de la cocina)...
Soy yo para siempre con mis demonios, mis carencias y mis chispazos de buen humor.
No me encariñé con una piedra, pero al final del día en un hoyo también se construye un hogar... uno al que siempre es agradable regresar después de haber corrido aventuras.
Por último (porque ya son 09:28 a.m. y Papita anda rondando por aquí): qué diferente es escribir en la oscura complicidad de la madrugada a la mañana descaradamente luminosa y optimista que ya es; tal parece que el clima sí influye en mi ánimo... ¡y no tengo que viajar a Suecia para comprobarlo!
Ya en serio: sí, me sigo traumando por la falta de tiempo (y por escribir "de a dedito" cuando mis ideas vuelan); sí, estoy triste porque "pasean la carne frente a la chimuela" y porque pensar en ello me produce culpa (pero ese es tema para otro post) y sí, a veces a pesar de mi misma sigo pensando en el verdor del pasto ajeno PERO... se que mirar en perspectiva la vida ya sucedida es a veces benéfico y el añorar lo pasado o lo futuro es muchas veces la clave para continuar en movimiento.
Feliz viernes, queriditos... ¡aprovechen el tiempo!

Por lo pronto, así está el hoy:

viernes, 16 de octubre de 2015

CAFÉ CON CREMA... Y CIANURO.

Aquí es cuando maldigo el no haber estudiado ingeniería industrial en lugar de Derecho (¿notan cómo escribí "Derecho" con mayúscula e "ingeniería" con minúsculas? Licencias que se da una.).
Si hubiera estudiado ingeniería en estos momentos no estaría disculpándome como borracho empedernido (empedado pero es pleonasmo), jurando nunca más abandonar la escritura de este blog, pues en ese caso hubiera inventado una libreta usable en regadera y así tooooodas mis brillantes ideas que solo ocurren cuando estoy sola tendrían su registro, y yo tendría tema cada fin de semana de la misma manera en que si no fuera madre, tendría fiesta cada fin de semana; pero ya hablamos de los "hubieras" y pos ni modo, sin tema y con hijos es como ocurre el viernes...
¡Y qué manera de ocurrir, ¿eh?; uhhh, de fábula!
...
Mientras las neuronas se acomodan les cuento que la "embidia" me corroe.
No soy persona que guste de balconearse ni de ponerse de pechito, de tal manera que no diré las causas que han despertado al mounstro verde de la envidia. Diré que es inevitable ver cómo cosas lindas y buenas le pasan a la gente, mientras a mi solo me pasan la lista de cosas por comprar en el súper.
Pero vayamos por partes, ¿cómo es que hasta hace poco tiempo yo cantaba mis bendiciones y pululaba cual mariposilla de flor en flor, anunciando la primavera y de repente me hundí en el pantano de la desolación, maldiciendo todo lo maldecible? Ahhhhh pues supongo que el alma que me cargo es más negra que la de Belcebú y por ello, en vez de alegrarme por las alegrías de los demás, dejé que me invadiera ese gas venenosssssso que atontó mis neuronas (pobres, de por si atolondradas como son...) y me volvió un ente maligggggno que nada más anda escupiendo fuego, quejándose por los rincones y arrastrándose de panza por el suelo. Es eso o neta es que necesito vacaciones de todo y volver a reencontrarme con la buena mujer que se que soy... help me, me estoy volviendo mala.
Pero, ¿qué es la envidia, cómo se siente, a qué huele y de qué está hecha?
Científica y siempre al servicio de la comunidad ésta mala mujer se ha ofrecido como conejito de indias para diseccionar paso a paso tales preguntas y resolver un misterio más en esta calzada llena de ídems, de tal suerte que ustedes no, queridos menos cinco lectores de siempre, caigan en ese pútrido pantano y salven sus almitas buenas e impolutas. Dejen que yo, que ya de por si estoy condenada al averno, les muestre los efectos de tal pecado, al fin y al cabo ¡qué importa una mancha más al tigre! (Y de fondo se escuchan los ángeles y querubines cantando celestialmente "¡pecadoooooora... pecadooooora!")
Pos bueno...
La envidia comienza a bloquear el pensamiento en el momento que aparece; ese instante cuando descubres lo injusto que es el que alguien tenga algo que tú no y que solo por el hecho de ser tú, lo mereces más que nadie. Y puede ser que ni lo desearas o que ni siquiera te pasara por la cabeza, pero nada más verlo brillar en alguien más, despierta los instintos primitivos que has tratado de barnizar todos estos años a fuerza de leer la "Quién".
Pero una debe comprender que las cosas buenas no siempre le pueden estar sucediendo pues ya lo dijo Bon Jovi en "Como yio, nadie tiamado", que para aprender hay que caer, para ganar hay que perder y que él lo dio todo por ti, ¡chingao!
Y aprender que para mantener el equilibrio universal (y el pellejo a salvo) es necesario que TODOS ganen algo -aunque sea una sola vez en su vida-, es duro, más lo es para la niña berrinchuda que se acostumbró a tenerlo todo y de repente ¡bam! le nació un hermanito que la vino a destronar; no, para nada estoy hablando de mi y del Doctor Mitocondria, ¿cómo creen?, eso es tema cerrado en terapia...
Así que hoy, mientras dejo que se evapore el resto del veneno que me consumía, trataré de replantear mi existencia y de volver a mirar al mundo con los ojos tiernos e inocentes de un gatito, tal como lo hacía hasta ese repentino brote de envidia.
¡Que se llenen de triunfos, joyas y maridos guapos las demás! ¡Que se consigan a la vieja más buena, el auto deportivo de lujo y que beban chela sin empanzonarse los otros!

Algún encanto debe tener el comer sopa de col, andar en pijama todo el día y ver cómo crecen los madroños en el parque...

¿Que qué te envidio? ¿Sinceramente?...
Sólo el tiempo...

Sólo el tiempo.

¡Feliz viernes, ratas del mal!