viernes, 17 de abril de 2015

ANILLO DE MOEBIUS

¿Qué pasa por la cabeza de ALGUIEN cuando se niega a seguir las instrucciones y se niega a seguir las corazonadas de su, ejem, corazón?
Supongo que sin lógica y sin intuición no nos queda más que buscar ayuda en los libros de sip, autoayuda.
Y entonces la confusión inocente que detentabas hasta el primer capitulo titulado "Eres tú y tus errores: los 73 pasos para una existencia exitosa" ahora es un pase derechito a terapia de electroshock. Con todo e inyección de trementina, pues ¿qué es esto, los sesentas?
Cielos, da miedo equivocarse y aprender de los errores porque estamos tan acostumbrados a ellos y tan renuentes al cambio que existe el riesgo de chocar contra el punto ciego de los mismos, pensando en que los habíamos dejado atrás. Y nop.
Pero de eso no se trata "Rápido y Furioso 7". Yo no se para qué forzo mi intelecto con la trama, si de por si esta es de puro vacilón y lo único que quieres es que Vin Diesel te corra a mil kilómetros por hora sin protección (¡ay no, a estas alturas de mi vida ya no puedo arriesgarme con actividades "sin protección", ya vivo en el tercer piso, caray!)
Y cuando los créditos acaban y las luces se encienden, cuando de las palomas ya nada más quedó el recuerdo y un maíz que nunca mutó en "palomita" se niega a salir de la muela hueca que tienes, te entra la nostalgia de todo lo erróneo que hay en tu vida.
Depresión post parto post película palomera, le dicen...
Puedes comenzar con tus zonas erróneas, que van desde tus caderas hasta las pantorrillas; añoras esas tardes soleadas en el estudio de danza, cuando Madame Miryam te insistía en apretar el derriere y cerrar tus costillas (¡pero Madame, no puedo ni respirar y corro el riesgo de que se me salga un "pum"!) y te arrepientes de no haber seguido por ese camino de muselina, música clásica y puntas.
Contínúas pensando en errores de ortografía que te costaron el puesto de trabajo, en errores de tacto (obviemos), en errores de cálculo (tanto niño en el mundo), errores de carrera (y es por eso que hay cada pinche piscipodólogo metido de abogado) y hasta errores de pareja (los menos).
Todo es un error, cada centímetro de tu constitución estelar es un error y para sacarte de él te venden la idea de que sí, eres una negación con patas pero ¿qué crees? Todo tiene solución y no estás solo...
Bueno, ya cuando llegas al punto de convencimiento del "todo tiene solución", caes en la cuenta de que traías "por error" el celular apagado y ahora vas camino al precipicio con tu "gordo", pediste "por error" el café con cafeína y ahora tu bebé y tú parecen tecolotes mirándose la una a la otra y ya para terminar, caes en la cuenta que has educado en el "error" a tu primogénito pues no deja de aventarte a la cara que ya no lo quieres y que eres el enemigo.
Y mientras muñecos de peluche vuelan, tú te preguntas en dónde estuvo el error.
Asumir que uno se equivoca es casi como tragarte las flemas cual si fueran lo más exquisito que hay en el mundo. Y nadie quiere eso aunque todos quieran sentirse muy buenitos y decir "Pues sí, cometo muchos errores pero nadie es perfecto". Lo cual es un error, por cierto.
A estas alturas ya te está carcomiendo la ansiedad sobre todos y cada uno de los pasos en falso que has dado a lo largo de tu existencia y claro, cuando das vuelta atrás te preguntas con cara de bestia "¿Dónde estuvo el erro?" (Eso último fue intencional)
El error, maldíta sea, es creer que eres el centro del universo (de tú universo... shu shú) y que todo es tu culpa.
Y pues si, la verdad es que si, pero todo tiene solución...
Anillo de Moebius, le dicen.


viernes, 10 de abril de 2015

Yo, la piors...

Dejé de escibir por las mil voces que de repente comenzaron a escucharse en mi cabeza y que pedían cosas al mismo tiempo. Y obvio, con mi déficit de atención no podía hacerle caso a alguna...
La verdad es que dejé de escribir porque Marmota no suelta la compu, no para de ir al gimnasio, no deja de comer sano y no deja de verse guapo, mientras que yo sigo siendo la misma masa gordita y suavecita a la que le sacaron una chamaca de las entrañas, que no duerme como debe, que bebe café sin cafeína y que preferiría beberse tres litros de coca cola en vez de un buen Merlot, en caso, claro está, de que me dieran a escoger...
Este matrimonio se ha vuelto una competencia con un sólo competidor (o sea, yo mera) y en vez de seguir para adelante, he preferido aplastarme a ver televisión y chutarme cuanto desfile de programas intracendentes hay en Lifetime (¡Maldita seas Abby Lee Miller, hasta ella luce más skinny que yop!)
Y luego estuvo el asunto de la vacación de Semana Santa... cielos, una debería quedarse en casa encerrada para siempre como la loca que es (o sea, yo mera).
Por fin pudimos salir de nuestro barrio e irnos rumbo al Bajío. Al fiiiin pudimos compartir nuestra idiosincracia chilanga con los amigos queretanos y guanajuatenses y ¿saben qué? también en Querétaro hace aire, ¿eh? Me refiero a que los conductores del transporte público son tan cafres como los del D.F. y en más de una ocasión sentí que iba sobre Calzada de Tlalpan en lugar del hermoso Bulevar Bernardo Quintana.
Total que la vacación...
¿Quién dijo que salir a ciudades coloniales es una buena idea cuando tienes hijos pequeños? En verdad que el Matius se aburrió sin miramientos en los recorridos de las iglesias y ustedes imagínense lo que fue el tratar de darle pecho a Papita mientras un guía del Museo de Dolores Hidalgo respondía a la pregunta sobre si el padre de la Patria había tenido hijos o no (Ay, todos sabemos la respuesta, ¿qué se cree esa señora?) O sea, un calvario...¡pues claro, estábamos en Semana Santa, ¿o no?! Eso y más merecía por ser tan hereje, por comer comida argentina el mero día de la pasión, por no tener el alma vacía de pecados y llena de arrepentimientos; por seguir renegando de que la vida es injusta, etc, etc, etc...
Primera vez que deseaba estar en casa, lejos de la diversión y la comida. En casa, a salvo de las miradas de compasión por ser una lousy mom que deja que su hijo mayor use su tablet enfrente de la iglesia de San Miguel de Allende (O sea, perdón pero ya tendrá edad para venir a admirarla con más calma, gracias)
Y pues bueno, aún sigo con esta estúpida rebeldía de no comer sano, de no ejercitar mi cuerpo por no tener la suficiente energía para hacerlo y hasta de dejar de escribir porque mi escritorio está invadido por los calcetines sin par de la Marmota, las tareas del Matius, los recibos de pago, las lecturas pendientes y la Peluss, que ha decidido que ese es, por ahora, su lugar favorito.
Pienso en lo último que acabo de escribir, la furia que me da no saber procurarme un espacio para mi y entonces soy interrumpida por Mateo y su vocecita curiosa que me pregunta "¿Qué escribes?". Le digo que es un cuento, una historia. Y vuelve a insistir: "¿Sobre qué?". Contesto que sobre papá, mamá, su hermana...sobre nuestras vacaciones... Entonces remata: "¿Y por qué no le pones un dibujo de nosotros y lo bien que la pasamos?"
... ¡TOMA ESO, MAMÁ! ...
Cuestión de enfoques, supongo...