viernes, 26 de diciembre de 2014

RECUENTO DE LOS DAÑOS NAVIDEÑOS

Resulta que tienes grandes expectativas en cuanto a celebrar la Navidad. Pasas un año deseando que dicha fecha te encuentre llena de paz y amor, llena de dinero para todas esas obligaciones que velis nolis adquieres por concepto de vivir en la sociedad del consumo. Quisieras que tu casa resplandeciera de brillos y tafetán, mientras "All I want for Christmas is you" ameniza cada momento de la temporada, desde tus compritas en Liverpool hasta en las interminables posadas escolares, pensando y deseando que ese buen humor te dure hasta que sea la hora de arrullar al niñito Jesusito que ha de nacer en la medianoche del 24/25 (sigo sin entender esto del tiempo, mientras en Nukoalofa segurito que ya es domingo, aquí seguimos retacándonos de recalentado) y brindar con sidra Santa Clos (que por cierto, estuvo caríiiiisima este año) por el cumpleañero.
De repente, como si se tratara de una película de David Lynch, las cosas comienzan a ponerse feas: situaciones que no tenías idea que venías arrastrando buscan su foro para salir y decir "Hola, aquí tienes cosas no resueltas. ¿Dónde te las pongo?" y sin querer queriendo van saliendo todo eso que según tú y tu concepto de madurez, ya habías sorteado. ¿Es eso o es que tienes demasiadas hormonas (como ese pavo que no consigues bañar en vino blanco espumoso por estar demasiado congelado, ¡maldítas prisas!) que no dejan que tu cerebro piense con claridad? ¿O ya empezó el Apocalipsis (como ya empezó para ese pavo que sigues sin conseguir bañarlo en vino blanco espumoso) o es que las expectativas son muy altas y una quiere que todo sea tan perfecto como lo era en la infancia o simplemente esta es una lección más que aprender antes de que acabe el año?
Esta temporada navideña no ha sido la más edulcorada, la neta. He corrido por todos lados como loca para prepara la llegada de un bebé, soportando el trato de "poor Dana" y escuchando estupideces de gente que antes de tener un hijo pensaba de una manera  y ahora, por el simple hecho de convertirse en  madre/padre creen que lo saben TODO (pues déjenme decirles que su afán de aconsejar es directamente proporcional a su afán para que su pareja les haga caso, ¡gracias!), preservar la salud mental de un esposo agobiado por su trabajo y sus relaciones laborales y familiares y tratar de conservar la idealización de una fecha en el entorno de un niño. Adivinen en cuál he fallado desde su planteamiento... ¡exácto! ¿Por qué debo fomentar una ilusión cuando la realidad es bien diferente? Idealizar una fecha, ¡UN SOLO DIA! basándonos en películas hollywoodenses y villancicos sobre burros sabaneros no es una manera de educar para el éxito sino para una frustración permanente cuando te llegan tus 34 años de sopetón y más confundida que nunca.
Así que con ayuda de la madre naturaleza, de mi madrecita santa y de su propia mamá, el Matius ha aprendido esta Navidad que la misma no es perfecta, que no es necesario romper una piñata para sentirnos en onda, que la gente que quiere estar contigo en esta fecha lo estará sin necesidad de persuasión, soborno o manita de puerco y te brindará su luz por el solo gusto de compartir. Quien no estuvo, gracias por su ausencia pues de ella también se aprende y se obtiene sabiduría para el futuro. 
Esta Navidad fue bastante weird, como dice una invitada inesperada (y de la que todos estamos agradecidos por aparecer), desde la lluvia hasta los plantones. Pero ¿saben? Curiosamente tienen que pasar estas cosas para apreciar lo que en realidad significa la Navidad: no es un día en especial, es llevar siempre a la Navidad en tu corazón.
Ok, ese concepto me lo acabo de fusilar de Charles Dickens, pero esa es la idea.
Que hayan pasado una muy feliz Navidad y que mis queridos menos cinco lectores de siempre no estén indigestados por el recalentado...
(¿Otra tortita de bacalao? ¡Pues nos la echaaaaaaamos!)



domingo, 7 de diciembre de 2014

Una voz más...

Llega un "rey" a México, precisamente a uno de los Estados donde tampoco "pasa nada". ¿Y qué le van a decir?, ¿De qué le van a platicar? ¿Que sólo ese estado es bello? ¿Que es un buen lugar para invertir porque el índice de delitos solo se reduce a robos de "Gansitos" y "Frutsis"?
Ya llega y ¿quién lo va a recibir? Seguro que seguirán las viejas prácticas de usar a los niños "de mejores promedios" para que agiten banderitas rojas y amarillas en deferencia al "rey" y verdes, blancas y aún 43 veces más rojas para representar a nuestro país.
Se le paseará, se le mostrarán bailables típicos y se hará gala de la gastronomía local. Le llenarán el ojo con las bellezas lugareñas y nadie mencionara que la consorte del "rey" alguna vez fue "chica Boots", allá por los andurriales de Guadalajara.
Llega una personalidad mediática política internacional en medio de una feroz espiral de violencia y descontento popular, donde vuelan copetes y no se nota que alguien pueda hacer verdaderamente algo, pues quienes mandan se encuentran ahorita llorando en televisión nacional para convencer a la otra parte del pueblo -la que se contenta con tortas y jugos- para que donen en favor de niños coptados bajo otros tipos de abuso (y no lo dije yo solamente, la ONU me da el permiso de parafrasearla)
Pero es imposible disimular el tufo y por más cadáveres que se traten de esconder, las mentes se abren poco a poco; la sensación de que algo amenaza a la tranquilidad se filtra hasta el seno de nuestras familias y mi hijo se asusta al ver policias, se pregunta si es posible que él también se pueda perder sin ser encontrado.
¿Es esto una manera digna de vivir?
Y no, no quiero crearle un país de mentiras ni distraer su temprana conciencia con zapatitos de cristal y patos que se vuelven cisnes. No quiero que crea en el Padre todopoderoso y bondadoso que nos vendieron en la primaria y que se llama "Gobierno". No quiero que crezca engañado ni que asuma el miedo como algo normal...
Pues entonces de qué le vamos a platicar al rey que nos visita, esa es la cuestión; ya pónganse serios, nos dirían los que organizan la porra, pongan su mejor cara, que no se note que están tristes.
Pues no estamos todos, así que ni eso podremos asegurar con "estar".
La vida puede transcurrir bellamente en otros lados; en casa de los senadores y diputados, por ejemplo.
Con sus 159 mil pesos de aguinaldo y demás compensaciones claro que con gusto olvidan todo y llaman a toda una nación doliente a superarlo. Que alguien le diga a todos los autores de superación personal que ya ni le busquen, que la fórmula para "superar lo malo" no son las lecturas puntuales de sus libros, ni sus conferencias, ni sus podcast. La onda es traer la cartera llena de billetes y unas muchachas al lado.
Que cursos de tanatología ni que la chingada; "nuestro" (a mi ni me vean, yo no voté por el PRI) Presidente tiene todo el "Know how" para salir adelante. Pregúntenle.

"...Te doy una canción y hago un discurso sobre mi derecho a hablar, te doy una canción con mis dos manos, con las mismas de matar...Te doy una canción y digo "patria" y sigo hablando para ti, te doy una canción como un disparo, como un libro una palabra, una guerrilla...como doy el amor."

...Nudito en la garganta... nos leemos la próxima vez.