domingo, 28 de abril de 2024

Adiós...

No escribo en domingo a menos que una emoción bonita y positiva esté rondándome.

Y es que en domingo, eso es prácticamente imposible.

Para mí, el principio de ansiedad en mi vida comenzó un domingo, cuando mi papá no apareció en casa desde el sábado y tuve un mal presentimiento; luego, ese inquieto se instaló en mi estómago y pervivió las horas que tardó mi papá en aparecer. No había pasado nada “malo”, simplemente huyó de sus obligaciones paternales y conyugales durante dos días. Pero puedo identificar perfectamente dónde y cuando comencé a padecer el abandono, el ansia de pensar en cuándo sucedería de nuevo, en estar hiper vigilante a todos sus movimientos y entender las señales de cuando se comenzaba a hartar de la vida tranquila de ser padre y esposo.

Sé y estoy consciente que desarrollé un mecanismo de defensa que me ha hecho estar haciendo double check en cada momento de todas las relaciones que he tenido… perdón, quise decir: en las relaciones de las que no he estado 100% segura de ser amada.

Ya sé que no estuvo bien abrir la puerta a relacionarme sin haber sanado, sin estar segura de mí, de la persona. Sé que no estuvo padre confiar mi corazón a personas que no me dieron “buena espina” o que por el contrario, me dieron mil motivos para no involucrarme con ellos. Sé que mi ingenuidad me ha llevado a vivir historias de terror y que, a pesar de tales experiencias, yo he querido tocar el fuego con mis propias manos, sentir que me quemo y disfrutar ver mi piel convirtiéndose en ampolla por la destrucción de su equilibrio.

Es un recordatorio de que no merezco.

Es una señal de que soy poco menos que nada, que soy la persona más imperfecta y que me empeñé en volar con alas de cera, cerca -no del sol- sino del mismo calor del infierno. Un infierno hecho de sonrisas falsas, de caricias falsas, de comprensión falsa, de entendimiento y empatía falsas. Todo falso, porque lo verdadero encuentra la forma de sobresalir entre un montón de trapos y oxigenarse. Porque lo cierto, lo sincero, lo real siempre encuentra la manera de permanecer con aquello que es cierto, sincero, real y leal. Pero no importa, no pasa nada (solo un tren sobre mi corazón), sé que es el camino que elegí y que no debí.

Posiblemente el vacío se irá haciendo soportable, el aire dejará de pesar como plomo en mis pulmones y ese sentimiento de asco en mi estómago algún día deje de estar.

No me mentí a propósito, sé que quise creer. Sé que quise ser feliz y hacer feliz con mis pocas virtudes y mis quince mil kilos corporales y de errores.

Se que si hubiera sido otra persona que no soy, esto probablemente no estaría escrito y todo en el TL fueran recetas de kiwilimón y tímidos intentos de poner uñas. Porque contrario a todo lo que me has mentido, una mujer inteligente sí soy y no me ajusto a ti.

O quizás doy pena, doy problemas, doy hueva, doy miedo, doy dolor, doy incertidumbre, doy pesadez, doy todas las pestes de Egipto y todas las guerras de Europa. Quizás el remolcar mis miedos e imperfecciones no es tan atractivo como cogerme de las muñecas y empujar tu humanidad dentro de mí, mientras silente y obediente dejo que tus defectos se resbalen sobre mi piel. No sé qué más decir. Soy todo lo peor y soy más.

Mañana recogeré el cadáver de mi espíritu nuevamente, lo pondré a secar sobre matorrales incendiados y le echaré sal para que se curta de una puta vez.

Haré el ritual de mis ancestros indígenas (aquellos que probablemente te avergonzaría conocer) y pediré que me quiten tu sombra, tu tona, tu presencia en mi carne, en mi alma, en mi cuerpo, en mi cerebro, en mi mente, en mis deseos nocturnos de escapar corriendo desnuda y gritando que quiero morir.

 Me iré sobre las piedras y me inmolaré una y otra vez, hasta teñirlas de rojo. El rojo… el color con el que yo soy todo lo imperfecto, todo lo obeso, todo lo impúdico y estúpido del mundo. El rojo, el que sin querer ha destapado la distancia que existía entre tú y yo desde el día en que no sentí tu mano tomando la mía.

Piedras, recíbanme en su cálido y pétreo seno. Cobíjen estas ganas de morir y escúpanme con violencia, hecha fuego nuevamente. Que mis cenizas vuelen, que mis dedos no tomen nada que me revele la tristeza que me coce la garganta. Que éste corazón se ponga verde de lo pútrido que está y que mi grasa sirva para quemar lo que ha quedado con vida.

Una vez más, me sorprende lo lejos que he llegado de mí. Desde donde me dejaste, no alcanzo a ver lo que comúnmente me acompaña y no es por otra cosa que por el alejamiento que yo puse entre mi mundo y tú. ¿Lo puse a salvo? ¿Intuí que necesitaría mi mundo estéril de ti?

En realidad, no; solo dejé que la distancia entre mi esencia real y la mujer que fui contigo se acrecentara porque sabía que no podrías amarme de todas formas, con toda mi humanidad y mis defectos.

No supe ser lo que esperabas, no supe ser lo que querías, no supe encontrar el recurso dentro de mi para ser eso que tú has estado buscando durante toda tu vida. Solo sé ser yo, solo sé ser la persona que confía en alguien que dice amarla y creer que eso significa que la amará por todo, todo lo que ella es… y todo lo que no es.

Fui más lo que no soy y ni así fue suficiente.

Pero, cariño, para bailar se necesitan dos.

 


jueves, 4 de abril de 2024

Lacrimosa.

 Tormentas que envuelven un planeta y lo devoran.

Truenos que terminan en agua.

Me arrojo con fuerza sobre la corriente eléctrica del viento.

Me elevo.

Siento que hay un dolor en mi garganta que me quema, ahí donde te perforaron.

Es difícil entender por qué ya no querías vivir.

Es difícil entender que no pudimos detener tu muerte, ni el tiempo, ni la escarcha que se acumulaba en tu interior.

Partes con la única playera decente que tenías, la que usabas cuando aparecías sobre el mundo y todos al verte dijimos “¡Su playera!

Traías barba… ¿por qué nunca me hice el tiempo para ir a rasurarte?

Mi decisión de no beber nunca no sirvió para salvarte.

De pronto ya no es gracioso decir “borrachazo, inconsciencia, borrachito, teporocho”, porque parece llevarnos a ti. Y yo no te veo ahí, yo no puedo ser sangre de banqueta, de fuente de parque público, de La Roma, de Boston.

Yo me estoy quedando quieta, ahí donde Kary me dijo que me quedara, sintiendo la tristeza, sintiendo el dolor para poder hacer cicatriz. Yo no sé si quiero hacer cicatriz. Porque lamer la herida es la forma de mantenerte todavía aquí.

Que me perdonen los vivos por mi infelicidad. Que me recojan en 3 días, me preparen un baño y me abracen y me hablen bonito porque extraño, porque anhelo y requiero esa ternura espontánea, esas formas cariñosas que no necesitaban introducción, ni explicación ni reciprocidad. Tan solo que me vieras y me hicieras tus voces graciosas… Era como saber que en cualquier parte del mundo donde tú estuvieras y yo llegara, ahí me iba a sentir querida por el simple hecho de existir. Por el simple hecho de haber nacido el 24 de septiembre de 1980 dentro de la Familia Juárez.

Kary tiene razón: cuando comienzo a razonar, paro la emoción.

Estoy razonando, mi mente está trabajando con cifras y hechos lógicos. He perdido la emoción, he dejado de llorar.

Estoy razonando, estoy consciente de que no estás porque has muerto. Estoy razonando que estás comenzando a deshacerte físicamente, estoy razonando que tu voz solo se va a escuchar en mi mente y a nadie podré describirle exactamente cómo es. Como “era”.

Estoy razonando.

Me estoy evadiendo por medio de la razón.

lunes, 18 de marzo de 2024

Mamá: cada vez que te bajas a la camioneta sabemos que algo pasa.
Que tienes llamadas importantes y tristes.
Que has tomado terapia ahí para que no escuchemos tu llanto desencajado.
Que no quieres hacernos partícipes de tus frustraciones, ni que dejemos de querer a la gente que te las provoca.
Cuando te bajas a la camioneta con tu celular, sabemos que algo no está bien. Tanto que nos compartes y tanto que charlas que, apartarnos de tu voz cuando se quiebra y se casca nos causa duda. Nos ponemos nerviosos. 
Mamá: cuando bajas a la camioneta a llorar, a mensajear y a tratar de arreglar el mundo, sabemos que mamá no es súper mujer.
Pero que es humana.

miércoles, 28 de febrero de 2024

Rompieron un cristal, pero no mi voluntad.

Estoy cansada de perder.
De perder y de que me arrebaten. 
De que me arrebaten y de que yo no quiera conservar. Estoy harta de fingir que no pasa nada cuando me pasa todo un río de problemas,  sentimientos y dolores bajo mi puente. Estoy cansada de querer gritar lo mucho que me duele perder, ser robada, ser víctima y que la voz de la consciencia mundial (esa estúpida, estúpida voz) me diga que "cuando dios te cierra una puerta, el diablo te abre una ventana para que te vayas de cuernos y sigas batallando en el infierno".
Estoy asqueada de tener que encontrar un "para qué" de todas las putas pérdidas que experimento.
Estaba en negación, ahora estoy en franco enojo.
Estoy harta de tener que minimizar mis pérdidas o mis sufrimientos porque alguien más ha perdido más o la pasa peor que yo o la chingada. ¿Qué puuutas cosas nos enseñaron en lugares como el catecismo, la clase de ética nicomáquea y los retiros espirituales en la Mariápolis? 
Estoy enojada conmigo misma porque con las pérdidas, me pierdo a mí misma... ¡a mi, chingadamadre, a la única persona que jamás debería soltar de la mano! Y me enfurece saberme tan herida, tan vulnerable, tan perdida y sin encontrar. Tan llena de dolor y no poder bajar la guardia porque hay que seguir operando y nadie va a venir a rescatarme, excepto yo. Y cómo hacerlo si estoy más alejada de mi misma que de la talla que tenía a los 23 años.

Con la penúltima pérdida se fueron ocho años de trabajo, sin embargo, sé muy en el fondo (y por eso me hierve más la sangre) que esto sí tiene un "para qué ", aunque me tenga que morder la cola para aceptarlo...

Sucedió para entender de una buena vez que ya no soy ni volveré a ser esa Dana-Bambi de 35 años, la cual regresaba a casa con culpa, directo a amamantar y revisar tareas de fracciones. La que acumulaba información en lo que aprendía a aplicarla, la que no sabia mucho de la industria y que por ende si fracasaba, tenía todas las disculpas a su favor pues era una aprendiz, una auxiliar.

Lo que he estado lamentando es esa pérdida de aquella etapa y tengo miedo a tomar consciencia y darme cuenta que SOY una mujer de 43 años con la experiencia y madurez suficientes para rehacerse, para aceptar que da miedo crecer y aprender a putazos pero, que a veces es la manera en la que sí o sí se terminan por asimilar las verdades.

Ok, respiro... ya me siento mejor.
No hay computadora, USB ni Drivers que se comparen con la Pentium (¿Lentium?)que tengo en la cabeza... 
Se que la tendré que resetear varias veces cada que no quiera jalar y que en el último de los casos, le ponemos el motor de la licuadora y ¡agárrense mis plebes! porque de que volamos en infinitum, volamos en infinitum.

Y bueno, no fue en el 2000 sino 24 años después pero, finalmente se cumplió lo que la pitonisa Natalia Lafourcade predijo: "...ya no soy, ya no soy la infantil criatura, la inocencia se acabó".

Sí, se acabó.
Porque a Bambi le temblaban las patitas y a mi... a mí no me tiembla nada.



lunes, 12 de febrero de 2024

MI TÍO ISRAEL.

 El primer recuerdo que tengo de él es el de un chico que llegaba a cargarme, a jugar conmigo, a hacerme voces graciosas y a mimarme muchísimo. 

Yo era muy feliz en su compañía, nunca me hizo sentir que sobraba, que no podía, que molestaba. De ninguno de ellos (Gustavo, Benjamín e Israel) tuve la sensación de que era una niña insignificante. Si alguien quiere hurgar en mi autoconfianza, se va a topar con que gran parte de ella lleva cimientos que mis tres tíos paternos pusieron ahí. Y estoy orgullosa de eso.

Israel era (es...será) mi favorito por muchas cosas... nunca se ajustó a lo que su entorno le marcaba y se buscó la vida de una forma que no iba con los cánones de toda mi familia paterna: Somos de Oaxaca, solo saldremos adelante con el estudio y perfeccionamiento de nuestra profesión. Todo lo demás, está fuera de cuestión.

Y fue así que comenzó a acompañar a mi abuela Ofelia al aseo en "La Casa de los Amigos", que es una especie de hostal para la comunidad internacional quaker. Ahí aprendió inglés, conoció de primera mano la cultura americana, se enamoró de Amy -una jóven neoyorkina que estaba de paso en México y que con los años llegaría a ser asesora de Hillary Clinton-, se volvió actor (salió de "extra" en varios programas de Televisa en los Ochenta), puso una escuela de inglés en el edificio rojo de Reforma 164, se casó con Amy en Estados Unidos y vivió en Boston mientras ella estudiaba su posgrado en ciencias políticas en Harvard (siendo compañerita de aula de aquel Fausto Alzati que se ostentó como Doctor por Harvard sin tener el grado). Me enviaban cartas en inglés llenas de calcomanías para que yo pudiera practicar el idioma y cuando estaban en México, me sacaban a pasear o por un helado al Helen´s de Reforma y La Fragua. 

Siempre me dijo que tenía que salir de México, que podía hacerlo y que no dejara de estudiar inglés.

Con el tiempo fue más difícil seguirle la pista o estar en contacto con él. Su vida comenzó a ser misteriosa, peligrosa, a salto de mata.

De repente nos llegaban noticias de que estaba por montar una empresa de tequila, de repente no sabíamos nada y de repente un día llegó con cajas de "Mexitlalli Tequila Cristalino", un contrato para venderlo en exclusiva para Le Cirque del Camino Real Polanco y una amistad con Salma Hayek.

Para los hombres jóvenes de mi familia (mi hermano y mis primos), mi tío Israel ha sido un referente, un parteaguas y el ejemplo de salir de la zona de confort en pos de algo más grande que uno mismo; no por nada, para ellos salir del país en busca de otros horizontes y oportunidades es algo casi obligatorio. Qué bien que así ha sido, aunque el precio sea alto.

...

Lamentablemente todo tiene su lado B y en el caso de mi tío Israel, esto no ha sido la excepción.

Cuando uno no está en paz consigo mismo, los demonios llegan a danzar sobre tu pecho y a reírse de ti, de tus logros, de tus pasos dados y te retan a saltar al vacío.

Yo no se cuando comenzó la espiral de declive en su vida, solo se que esta es su última batalla y con todo el dolor de mi corazón, se que va a ser la última. 

Y me duele como no creí que me fuera a doler. Miento. Me duele exactamente como sabía que me iba a doler cuando esto estuviera sucediendo. Es cierto que no puedes salvar a nadie de sí mismo, lo se. Pero el saberlo no lo hace menos triste, menos doloroso.

Cuando caiga el telón, todos callaremos conteniendo la respiración.

Porque no solo se borra una vida.

Se borra lo que fuimos en los ojos de esa persona que ya no los abrirá nunca más.

Buen viaje al Valhalla, tío Israel... una niñita de 4 años te está sosteniendo la mano para que puedas partir en paz.  




lunes, 22 de enero de 2024

Como agua para shocoleit.

 Cuando tenía 13 años leí "Como agua para chocolate" y ni por error se me ocurrió aprender a cocinar, más bien mi febril imaginación se decantó por el romance entre Tita y Pedro y los obstáculos que Mamá Elena les ponía en su camino. Me sentía muy inspirada por esa novela y tenía mucha curiosidad de ver la película de la misma, pues Marco Leonardi se antojaba bastante prometedor con su aire italiano y la relación que en la vida real sostenía con Lumi Cavazos.

Huelga decir que hasta los 23 años pude ver completa la película y la vi al lado de mi santo padre, lo cual dice bastante. Qué pinche oso, la neta.

Pero volviendo al chisme de Tita y Pedro, en realidad sufrí durante mucho tiempo con la imposibilidad de ver materializado su romance y tener que sofocar toda esa pasión en la comida o en un matrimonio sin amor o en ordeñar vacas y bajar manzanas de sepa dios dónde, porque la trama se desarrollaba en Piedras Negras, Coahuila. Me volví un poco loca, a decir verdad; la posibilidad de no poder amar a plenitud al objeto de mi afecto se volvió una constante durante muchísimos años y cuando entendí bien a bien de qué se trataba todo el asuntacho, me pareció que no había aprendido nada sobre el amor. Ridícula idea era amar, hasta donde yo lo viví.

¿Qué es amar?

¿Por qué siempre vuelvo una y otra vez sobre el tema?, ¿qué me enseñaron las demás lecturas sobre caminar al lado de una persona y sentir que crece dentro de ti un bellísimo árbol de jade?, ¿qué es eso de querer adelantar los días y las horas para que la constante sea acomodar su cabeza sobre mi pecho, morir profundamente durante 5 segundos y salir a la superficie a revivir?, ¿qué es eso de confiar a ciegas en el otro, sin prisas, sin sobresaltos ni dolor?, ¿Is this "la idea inconcebible del amor romántico"?

¿Es mirar con ternura infinita a un pequeño caracol persistir en la carrera de la vida?, ¿es coincidir en todas y cada una de las risas, bromas, manías que el otro posee?

¿Es querer atrapar a la bola del tiempo que oscila entre un día sí y otro no?, ¿es sentir que vibras con las chispas que sueltan los ojos del hombre que estoy amando?

No sé qué hubiera pasado si Tita y el Doctor se hubieran casado, quizás Tita sería aún más feliz de lo que fue en los 5 minutos que estuvo bajo Pedro (le dijo "engarróteseme ai'" ¡y se le cumplióoo!), lo cierto es que ni la cocina, ni bajar manzanas de donde dió vuelta el aire pueden explicar que todo parece estar en calma, en orden y en paz bajo la mirada diáfana de quien encuentra gozo en mis sonrojos.

Probablemente no nací para ser una Tita, porque lo mío es ser tan salvaje y libre como Gertrudis.

¡Y que viva la revolución! 

viernes, 19 de enero de 2024

ENVEJECER ES RELATIVO

Me miré al espejo cierta mañana y me encontré a primera vista con 10 canas.

Diez. 

No "un parcito", no una aquí y otra acá...

Diez.

La primaria (el único grado académico con el que aparentemente cuento) no me preparó para esto.

Y bueno, viene lo inevitable: cuestionarse mil conceptos previamente adquiridos e interiorizados y de los cuales más vale que deseche pronto o corro el riesgo de que tanta dulzura e ingenuidad pronto se conviertan en amargor... Just stop your crying It's a sign of the times Welcome to the final show Hope you're wearing your best clothes.

Envejecer es un issue que me había preocupado lo suficiente como para ahora sí preocuparme en estos momentos por no haber usado el debido protector solar, bebido (y acumulado en la recién adquirida joroba) la cantidad recomendada de agua y la más importante: haber presionado bastante a David Garay Maldonado, a fin de haberme metido a la nómina del Departamento del Distrito Federal a la tierna edad de 6 años, cuando ya acompañaba a mi mamá a sus audiencias en los tribunales de circuito, con lo cual yo podría estar en estos momentos gozando de una jugosa jubilación, en lugar de estar defendiendo al imperio porcino del cual me jacto de mantener en la -hasta donde es posible- honrosa legalidad. O sea, cero.

Y bueno, ustedes dirán que con lo de las canas una se va haciendo a la idea de que el paso del tiempo de forma progresiva es inevitable y comienza a conscientizarse sobre lo que ello representa: contratar un seguro de vida, beber menos, coger más y tomar caltrate. Noup, mis queridos menos cinco lectores de siempre, quite opposite (excepto en... el caltrate), en realidad me estoy haciendo bolita y dejando que la vejez me encuentre donde quiera: que si usando mini falditas con botas altas, que si haciendo tiktoks, que si asoleándome impúnemente en Cuernavaca, que si tuiteando irresponsablemente fotos de mis bubis, que si bebiendo como cosaca (jajaja, obvio no; es una licencia poética que siempre me doy) y más que todo, escandalizando a las mamitas de los compas de Alondrita, pues comparada con ellas, yo ya estoy empadronada en el instituto de la senectud y nada, NADA tengo que ver con ellas y sus cuerpazos fabulosos de treintañeras, a los cuales les caben cuatro caramel macciato sin celulitis.

Meh, no pasa nada.

Tal vez de cuando en cuando me quede dormida a media plática, o me salgan pelos donde antes no salían, o se agudicen mis manías, o la nieve cubra mi cabello... en todo caso el secreto está en no notarlo, pues el foco está en aquello que más placer me causa, en eso que me roba toda la concentración y me llena de felicidad: la vida que estoy viviendo y la cual se está poniendo muy (¡pero MUY!) emocionante.

No subestimo el poder del colágeno, pero a mi edad es el "ensure" el que me pone, sinceramente.

Jajaja, ¿no les digo?