viernes, 13 de octubre de 2017

EL CAMINO NO SE ACABA...

PARTE I
Ese día suprimí muchos sentimientos y emociones porque vi que había gente menos afortunada que yo: compañeros que no lograban contactar a sus familiares, gente en crisis... yo no quise sumar al desastre; no tenía derecho puesto que mis hijos estaban de inmediato con su papá, mis papás estaban afortunadamente a salvo a pesar de las putas y carajas instalaciones de todas las putas y carajas instituciones  del Gobierno Local y Federal, mi hermano en Alemania -completamente ajeno al drama-, mi ángel de la guarda a salvo... mi corazón y lagrimales se cerraron, yo no tenía derecho a sentir dolor. Todo en mi estaba "bien".

Tardé 5 horas en regresar a casa; venía sudando de nervios e incertidumbre por lo que pudiera encontrar  a mi paso. Todos mis defectos me golpearon en la cara al mismo tiempo: falta de previsión, de madurez, de economía, de cuidado traducido en: falta de gasolina, no traía suficiente pila en el celular, no había comido, no había ido al baño, traía tacones, no traía efectivo...
Manejé con un cuidado que me avergonzó completamente: así debería de manejar siempre. Los motociclistas de los que tanto me quejo ahora pasaban raudos, con una desesperación y  pala o pico a la espalda. Aprendí a hacerme a un lado y dejarlos pasar. Aprendí a ser paciente. Aprendí a respetar la vida de todos los que manejaban a mi alrededor.
Saber que ni la ciudad que amo ni la gente que vivimos aquí volveríamos a ser los mismos me dió mucho miedo y tristeza. Yo, una mujer temerosa de los cambios, estaba por entender -de un putazo- que ya nada sería igual.
Llegué a casa de noche, a oscuras y con el estómago y la vejiga sin control. Di gracias a Dios por ver a mis hijos, asustados pero enteros. Escuché sus experiencias con el corazón hecho pasa, vi el pantalón de Mateo roto por el esfuerzo que hizo al saltar para ponerse a salvo hecho bolita en su patio, vi a Alondra arrullar a sus muñecos y decirles "ya, ya, ya... no pasha nara" y al momento, correr hacia mi por el ruido de las ambulancias... aún no supera ese miedo que le da escucharlas.
Al día siguiente desperté (muy tarde), mi cuerpo no respondía; la luz del sol mostraba mis libros volcados en el suelo o revueltos en sus libreros; avisé que no iría a trabajar: mis hijos necesitaban contención, mi casa necesitaba ser revisada y yo necesitaba quitarme la culpa por haberme encontrado lejos (muy) de mis hijos. Obvio, me dijeron que no ("eres el área legal; debes revisar tus procesos de Protección Civil, saber que todos están bien, dar instrucciones precisas... pon orden).
¡En verdad estaba enojada! ¡La puta vida pudo acabar en un instante y yo debía revisar piedras ajenas! ... Lección de vida #48: La vida sigue.
Pero yo no quería entenderlo ni asimilarlo.

PARTE II
Duré con enojo, insomnio y descontrol durante una semana.
Pasó mi cumpleaños sin pena ni gloria: nada me llenaba, no sentí que mereciera cosas y atenciones habiendo gente sufriendo. Me sentía culpable de los regalos que ya me había comprado, me sentía estúpida estrenando ropa, bolsas o zapatos mientras gente había perdido todo, mientras gente buscaba gente y todo el país contenía la respiración para poder escuchar un apenas perceptible respiro debajo de tanta soberbia y estulticia humana convertida en escombros.
No estaba lista para vivir de nuevo porque estaba aterrada con la idea de la muerte.
Y así pasó otra semana de insomnio y ansiedad, hasta que mi jefa tomó cartas en el asunto y me llevó a un spa para ayudarme a relajar. Ese día me abandoné a las manos de Silvia y decidí que era momento de soltar...

PARTE III
En el 19S no solo cayeron edificios cambiando el panorama y el vivir de la ciudad, también dejó al descubierto la cantidad de situaciones de riesgo y grietas que había en el matrimonio formado por Marmota y yo.
Y así como es de impensable regresar a vivir a un edificio a punto de caer, así de impensable es regresar a una relación que estaba fracturada desde hace mucho tiempo; exáctamente por el mismo riesgo de colapsar y crear un desastre.
Para volver a construir es necesario derrumbar, limpiar el terreno y preparar mejores cimientos, más fuertes y mejor planeados.
A veces uno planea, construye y edifica sin haber tanteado el terreno; lo hacemos con las mejores intenciones y nuestras mejores herramientas. Estoy segura que la mayoría de la gente honesta  construye con la idea de que perdure para siempre, pero no tomamos en cuenta que no podemos controlar todas las circunstancias que rodean a la vida y a la naturaleza.
En honor a todos los años felices, a todas las lecciones aprendidas y por encima de todo: los dos hijos hermosos que tenemos en común, es que hasta aquí dejo las explicaciones y detalles.
En 2007 inauguré éste blog con la noticia de que me casaba y que estaba esperando al Matius. Hoy, 10 años más tarde, cierro este ciclo, este blog y esta etapa de mi vida con un profundo agradecimiento por lo vivido, una tristeza por todo lo que no fue y una muy fuerte certeza de que lo bueno no está por venir, sino que siempre ha estado, está y seguirá estando presente en mi vida.
Estoy lista para sanar.
Estoy lista para perdonar.
¡Estoy lista para vivir otra vez!

HASTA SIEMPRE, QUERIDOS MENOS CINCO LECTORES DE SIEMPRE.
RECUERDEN QUE VENIMOS A ESTA VIDA PARA SER...
Dana.




sábado, 5 de agosto de 2017

Vacaciones de Terror (y no, no actuó Pedrito Fernández)


¡Playa! ¡Vacaciones!... ¡Mis hijos!

Vamos, que un pre púber y una muy hiperactiva Papita en su mero apogeo de los "Terribles 2" no son lo que se dice un glamoroso cocktail de vacaciones; no es precisamente un "sex on the beach" o una "cubana" muy "elodea"...
Amo a mis hijos, de veras que si... Casi diez años de ejercer el oficio lo comprueban, solo que en situaciones donde hay demasiadas expectativas de todo tipo, terminas llevándote unos muy buenos descalabros.
Explico:
Salir de vacaciones me era muy necesario; ya estaba ganándome la despedida a pulso con mi rebeldía y mis desencuentros laborales. Yo solita supe ponerme en la "congeladora" durante 5 días y con ello garantizar otros meses de postearles fotos de mi escritorio en 5 diferentes filtros.
Comprar un paquete "all inclusive" no era precisamente mi idea puesto que mi mami me enseñó a viajar de mochilazo, en autobuses apestosos con niñas que ponían su piecito sobre mi torta de huevo (chiste local, no vale la pena guglearlo), así que creí que sería buena idea llevar a los peques en un viaje no tan primitivo pero dejando espacio para la "aventura"... Oh dios, si hubiera sabido que la bendita "aventura" sería manter sujeta a Papita durante el vuelo, me hubiera conformado con llevarlos ¡a Chapultepec!
No quiero asustarlos con mis historias de terror de maternidad en vacaciones, estoy segura que la mayoría de la gente hace las cosas bien, en orden y manteniendo el peinado perfecto en todo momento... pero ese no es mi caso: yo traté de mantener el bling bling para 4 mugrosas fotos en feisbuk y uno que otro recuerdo memorable en la mente de Matius y Alo, that's all. De ahí pa'l real todo fue en picada y vi como una a una de mis expectativas se iba esfumando frente a mis miopes ojos. ¿Por dónde empezar? Simplemente desde empacar la ropa de una beibi que sugiere sus propios looks y que no se siente a gusto si no complementa su atuendo con una bolsita (¿de quién habrá heredado eso?), pasando por el típico "no puedes llevarte tantos libros de 'El diario de Greg', Mateo" hasta mi brote de locura al querer lucir hermosa y sofisticada en vacaciones sin detenerme a pensar que aquello era ridículamente imposible, no way, José; niet!; ni maiz palomas que eso fuera a ocurrir.
Esas fantasias donde yo me veía envuelta en un "sarong", con unos altísimos "wedges", lentes oscuros, el cabello en un perfecto 'bun' y luciendo una tono de piel parejo se vieron rotas al instante cuando me di cuenta que para ello necesitaría o volver a nacer o por lo menos dos niñeras y una asistente personal para poder aplacar a mis hijos, los mismos que ya corrían cuales caballos desbocados en la playa mientras yo sólo atinaba a gritar "¡por el amor de dios, pónganse bloqueador!"... Ya estaba oyendo los chillidos al otro día de "mami me arde". Y claro, ni hablar de las cejas levantadas del público conocedor cada vez que bajábamos a desayunar y Alondra invariablemente se tiraba el chocolate/jugo/ponga aquí el líquido que guste/ encima de la ropa limpia. Hasta ese punto no se me ocurrió pensar en lo que mi pre adolescente pensaba o sentía; hice exáctamente lo que prometí no hacer nunca jamás pero ya era muy tarde, Matius se exasperaba cada vez más ante la energía incontenible de su hermana y las oxidadas prácticas maternales de su torpe mamá.
Entonces lo vi claro (y con dolor, no les voy a mentir): sólo algunos podrían ser felices en su totalidad en esas vacaciones. Alguien necesitaría sacrificarse por el equipo o aquello sería una pesadilla total...
Me amarré el cabello en mi eterna cebollita, me dejé las chanclas todoterreno, me resigné a cargar con TODO lo que las mamás cargamos siempre que hay peques de por medio (las curitas, el repelente, el bloqueador, la toalla, los trastecitos para la arena, la gorra, el libro, las pastillas para el dolor de estómago, para el dolor de cabeza, los dulces, las galletas, el muñeco de peluche, la cartera, la ropa seca, mis dos celulares...), me unté toneladas de bloqueador y paciencia y dejé ir mi persona en pos de la felicidad de mis hijos.
Claro que quería leer un libro a la orilla del mar y sentir que la brisa se llevaba mis preocupaciones, mis tristezas, mis miedos y sinsabores. Claro que esperaba poder realizar una assana en la arena, lucir atlética corriendo en la playa o bajando a cenar con los "adultos" en lugar de sentirme eternamente en la mesa de los "niños".
Tal vez habrá un día, un momento, un lugar donde pueda cerrar los ojos y escuchar las olas del mar romper tranquilamente... y muy probablemente unas lágrimas de tristeza rueden sobre mis mejillas al querer volver a esos momentos en los que mis niños revoltosos me aventaban arena y reían a carcajadas, mientras chapoteaban en el mar.

P.D. Olvidé comentar que durante el viaje, enfermé de gripa.

"...You can't always get what you want"


jueves, 27 de julio de 2017

"Y YO GRITÉEEEEEEE: ¡AY, LA CULEEEEE (B) RAAAAA!"

Algo que pocos saben de mi es que me cagan los pasteles.
En verdad, los odio. No entiendo por qué tienen que ser tan pinches preciosos y perfectos y tener una pinta exquisita y deliciosa, ¡y luego termines llevándote la puta decepción de tu vida de lo dulces y corrientes que saben, chingao! ... (mamá: siempre sí voy a decir muchas groserias, ¿eh?).
Y bueno, perdón por lo anterior que dije porque justamente acabo de comer pastel ayer *emoticon de estupida* y sí estuvo rico *doble emoticon de estupida*, pero hablo en general... ok, me callo.
¿Saben? Ya me cansé de disculparme por todo lo que hago y por todo lo que no hago.
Por ejemplo, ya me cansé de disculparme por no tener tiempo de venir a escribir y también me cansé de disculparme por lo que escribo cuando llego a pasar por aquí.  Me queda claro que cuando tienes una responsabilidad en la vida, neta, ni aunque te quites la puedes evadir.
Y yo me acuerdo que me chocaba cuidar al Dr. Mitocondria cuando era un párvulo y yo solamente  quería jugar a las barbis y ponerles camisón transparente para irse a acostar con el Ken y nomás no se podía porque el niño lloraba y sentía yo tan feo que, ni modos, de plano orillaba al Ken a la esterilidad y me ponía a jugar carritos con él. A lo mejor era una tontería pero para mi, primero estaba mi hermano -aunque me chocara- y luego lo demás  (y entiéndase por "lo demás" a mi vida personal).
Lo mismo pasaba con los gatos que tuve.
De igual manera con Alo y el Matius.
Asumo con cierto recelo que me debo a la gente que depende de mi. Asumo que lo mio es cuidar gente. Asumo que mis necesidades deben pasar a segundo plano,  no por buena onda, sino por que no he aprendido a decir que no.
O que sí...
Ha habido pláticas que no me quiero chutar, opiniones que no he querido oír,  sonrisas que no he querido ofrecer y razones que no me hubieran gustado escuchar.  Y sin embargo, voy por la vida mirando con horror cómo me aborda la gente y espera que haga algo con todo lo que trae encima, sin preguntar siquiera si puede disponer de mi -siempre y ahora más que nunca- escaso tiempo.
Tengo que confesarles lo siguiente, queridos menos cinco confesores lectores de siempre (¿o ya en cuántos vamos?, ¿menos 6?): éste post lo estoy escribiendo en dos partes, en dos días diferentes, en dos moods diferentes. Estoy haciendo trampa, ya se...
Resulta que yo venía a contarles que tenía unos minutitos para poder escribirles mis andanzas por encontrarse Papita cuajada en el sueño más profundo (gracias benditas clases de natación), pero antes de elegir una entrada nueva, noté que tengo varias inconclusas... así que, como siempre, me entró el sentimiento de culpa por lo que se encontraba a medias y vine a concluir. ¡Y aquí me tienen!
Así que, honestamente no traigo la rabia que me hizo escupir los primeros párrafos de éste escrito, más bien tengo la serenidad de pensar por qué hacemos cosas que no queremos hacer y por qué no sabemos decir que no a algo que verdaderamente nos hace daño.
Bueno, pues pueden ser muchas cosas pero en mi caso es por miedo a que piensen que soy una mala persona. La más mala. La peor.
O sea, una culera. ¡Qué fuerte!
¿Que no quiso salir conmigo? R= Qué culera.
¿Que no pudo venir a cuidar las papas en la estufa? R= Qué culera.
¿Que deja a sus hijos por irse a trabajar? R= Qué culera.

Ya se, ahórrense las ganas de dar su opinión y sus consejos (porque soy culera, la neta) y mejor rían junto conmigo de toda la sarta de bobadas y sinsentidos que acaban de brotar en la pantalla. Por esta vez le echaré la culpa a las hormonas y al mal tiempo del verano que, neta... no entiendo qué rayos hago usando mis abrigos en pleno julio.
Besos de tortita para todos.
Adieu...


jueves, 13 de julio de 2017

Supermom ya no vive aquí.

Yo siempre lo he dicho pero nunca me hago caso: no puedes escapar de tu destino/dones/vocación...

Todo comenzó como una responsabilidad que fue adquiriendo tintes de "De ahora en adelante éste es mi trabajo y me debo profesionalizar. Es eso o pagaré terapia al Matius por el resto de mi vida". Así que temerosa pero segura de lo que debía hacer me dediqué a ser la súper mom del súper Mats: la mamita mas o menos proactiva en cuanto festival, romería o kermesse hubiera en la escuela, la mamita que se encargaba de que su hijito llevara la tarea muy bien hechecita, fuera aseado, alimentado y bien provisto de amor, atención, autoestima, actividades vespertinas extra escolares, visita a la biblioteca una vez por semana, tarde de juegos con algún amiguito, parquecito time tres veces a la semana y los fines de semana lo más tranquilo posible: sin afrentas entre su padre y yop que le generaran angustia o temor... puaj.
No conforme con ello, por las mañanas ésta súper mom tomaba cursos, terapia, café con otras moms y  una que otra licencia poética en aras de cumplir con los altos estándares paternales que ella misma se había fijado. El resultado era evidente: niño con excelentes calificaciones (de kínder), con un alto vocabulario (a sus 6 años), con alto poder de discernimiento (sobre si comía jamón o gelatina) y un sentido de responsabilidad muy elevado (no dejar morir de hambre a la Peluss vaciando croquetas en el croquetero). El orgullo de cualquier abuela...
Hasta que llegó la Papita y ¡PUM!, se le acabó lo súper.
Y bueno, por lo menos al Matius le tocó un periodo bastante bueno conmigo: cuando salía con él, eran de su exclusividad toda mi atención y cariños. Íbamos a museos y le explicaba con lujo de detalles, le leía 2 cuentos diarios para dormir  Hasta le rociaba con Lysol el baño público para que no enfermara de E colli y le cargaba buenas merienda en mis infaltables ziploc. Si, era una super mom, pero a la Papita aquello le suena como salido de otro planeta...
Para empezar, el tiempo que le dedico es de menos 2 horas a la semana, a diferencia del Matius que tenía tooodo mi tiempo para él. Cuando salimos generalmente olvido llevarle juguetes, cosa que la ha obligado a entretenerse con lo que tenga a la mano, que puede ser desde un encendedor hasta los pelos de su hermano mayor. Si vamos al cine, seguramente a media película comenzará a pedir "teta" y a tratar de desvestirme para que cumpla dicho fin. Y como no lo logra, comienza a armar un revuelo en la sala que va desde un chillido histérico hasta comer palomitas del suelo. Si la llevamos a nadar, es muy probable que salga sin calcetínes en par o envuelta en una enorme toalla porque a alguien se le olvidó echar su maleta a la cajuela. Toma café a sorbitos  (oh dios!) porque es muy macha pero también porque su madre inconsciente ha perdido los poderes de ser una super mom... y no es que me valga chetos su vida, es que simplemente solté la rienda de la aprensión y acepté que está bien ser una "mamá mediocre".
Esta vez mi tipo de crianza es más libre, casi rayando en lo irresponsable, pero se siente bien.
Se siente bien cometer errores y sentir que aún así lo estás haciendo bien.
Claro, el Matius es un niño  correcto y educado, pero también a él le solté la rienda y ya no es importante para mi el forzarlo a ser "el mejor" porque entendí que se trata de su vida, no la mía. Que cuando lo mantuve en un estándar de excelencia era porque yo venía arrastrando una baja autoestima que solo se sentía valiosa cuando los logros de mi hijo podían ocultar mis "fracasos" como mujer... y al final entendí que eso no es vida.
Que todo lo que uno necesita conservar a su lado, más vale dejarlo crecer con respeto a su individualidad y libertad sin importar el qué dirán.
...Aunque ello signifique que el DIF toque a tu puerta cada tres días a ver si todos "están bien".
Sí lo estamos... y mejor que nunca.


domingo, 7 de mayo de 2017

REGALOS DEL DIEZ DE MAYO... DE 2015.

¡NO, BUENO!
ESTE PROYECTO TENÍA DOS AÑOS ESTANCADO... YA NI ME ACUERDO DE QUÉ ERA EL LIBRO... NI SIQUIERA LO QUE ME REGALARON ESE AÑO (SEGURO ERA UN CUADRO HECHO DE SOPA.)

Todo sucede muy animadamente en mi cabeza, se los juro. Hasta había cambiado el tono de mis pensamientos gracias a la lectura de "Tokio Blues" de Haruki Murakami, con paisajes callados y limpios y la vista del monte Fuji tras ellos. En serio, de veras manitos...
Pero sigue sin haber un momento de absoluta calma para sentarme a escribir. Justo en este instante en el que trato de atrapar mis ideas con una red caza luciérnagas, el grito de Papita se deja sentir por toda la habitación. La maternidad es renunciar, ya lo sabemos y como en toda renuncia también existe la parte de compensación. Aunque no la pueda palpar en este preciso momento en el que quiero -necesito- escribir...
Pues qué les cuento, manitos. Resulta que ya viene, ya está aquí el 10 de mayo, el día en el que celebramos precisamente la maternidat y sus vericuetos; honestamente es lo mismo de cada año: bailecitos por aquí (con niños petrificados por el shock de saberse expuestos usando un trajecito de leoncito), discursitos ramplones por allá (como las primeras líneas de este panfleto) y muuuchos sentimientos encontrados.
Y como cada año, el mismo dilema de siempre: ¿qué voy a escoger de regalo?
La semana pasada, aprovechando que la vena sucio/capitalista a veces late bajo mi sien (y que los malditos y adictivos puntos amarillos valían el doble, debo añadir) nos fuimos muy campantes a "escoger mi regalo".
Si desde que me puse un poco de lipstick para no parecer "Drácula La Resurrección" hubiera sospechado que aquello no iba a terminar bien, seguramente hubiera sugerido que diéramos vuelta en U y terminar felices de la vida comiéndo sopes en la Bondojo... o en cualquier otra colonia popular que se respete...
Pero no, ahí me tienen muy abnegada yo, cual Sarita García en la película "El dia de las madres"...

OTRO ESCRITO OLVIDADO, PODRIDO Y VIEJO...

Y, COMO DICE U2: "...AND I STILL HAVEN´T FOUND WHAT I´M LOOKING FOR"...


Hay días en los que existir es casi tan pesado como cargar un trompo de plomo en el bolsillo esperando a que se convierta en una mariposa de papel. Negación del presente, de la realidad que hemos elegido, de lo que se supone escogimos para hacernos feliz. Todo es tan "tricky", ¿saben?
En el fondo, sabemos que nada se perderá para siempre, vivimos con un ritmo tan vertiginoso que ni siquiera tenemos la curiosidad de buscar esa palabra en el diccionario, notando que no volveremos a toparnos con ella en discursos posteriores, además ¿a quién se le ocurre escribir obviedades?
Pero sencillamente a veces necesito hacer un espacio, un alto... o en realidad es la vida quien me detiene en seco, obligándome a tomarme ese respiro porque asume que yo, ante mi vertiginosa carrera, no querré hacerlo... ¿y quién querría? Detenerse para rectificar no es lo que nos han enseñado, ¿cierto? Lo justo es continuar, continuar, continuar... hasta quedar exháust@s y amargad@s de tanto dar.
¿Lo ven? E-qui-li-brio.
Esa palabra, "equilibrio", me da qué pensar... es una ironía constante en mi vida porque, verán... yo nací bajo el signo de "Libra" que representa la balanza, la justicia, la igualdad, el equilibrio... No conforme con ello, me dediqué a la noble labor de la abogacía que -de nuevo- busca justicia para el representado y ya para rematar y juro que no se si es coincidencia o qué demonios, mi nombre, "DANA", que es de origen hebreo significa... justicia.
Y si mi vida es un caos (en el cual hay un orden aparente, nada más que aún no se deja encontrar)

TEN TU "ESTATE QUIETO" (ESCRITOS PERDIDOS Y ENCONTRADOS VOLÚMEN ..."N")

BENDITO DIOS NO TERMINÉ DE ESCRIBIR ESTA ENTRADA... CREO QUE ESTE TEMA DE LA MATERNIDAD CULPABLE Y DE LAS "MAMITAS TRABAJADORAS" NO TIENE FIN... EN FIN.


Después de lamentarme profusamente por la falta de tiempo y oportunidades gracias a mi licencia de maternidad, vino mi mamá y me puso en santa paz. Ya les he platicado los métodos nada usuales que tiene para hacer que gire el mundo y que gire bien, nada de mediocridades ni paparruchadas, pos qué se están creyendo, así que con la sutileza que el mismo Churchill le envidiaría, llegó, tomó a la Papita en brazos (al niño mayor no porque ya no se lo aguanta) y me dijo: "Mi reina, peor está la pobre Violetta. ¿Quieres que en vez de regalo de navidad del Palacio de Hierro te regalemos una bonita estancia en el psiquiátrico?", y pos con esos truenos ¿quién duerme?, con la misma eficiencia con la que lograba que fuera a la escuela a pesar de estarme muriendo de alguna enfermedad, me levanto y me obligo a reprogramar mis pensamientos, tomar aire, agarrar fuerza y comenzar de nuevo...
Y aquí me tienen escribiendo en martes (mi lunes para perdedores), con la "novedá" que el niño mayor, mi amado  Matius está malísimo de la panza y no va a la escuela... (fuck!).
Ja, la verdad es que amo que Mateo esté aquí conmigo. Es pequeño, es tierno, es buen conversador, es muy gracioso, es cariñoso... lo único que él necesita para ser feliz es una pelota y alguien con quien patearla. 
En realidad yo me metí en este rollo de la maternidad por él. Cuando lo traía en mi panza y juntos cruzábamos Avenida Reforma a la hora de la comida en busca de una banca donde comer nuestra tortita de milanesa, no pensaba en que al nacer me quedaría en casa con él y sería  full time mom; pensé que lo dejaría en alguna guardería y listo... casi nunca hablo de este tema...creo que haré una pausa para llorar...}



SPINSTERMANIFESTUM (ESCRITOS ATRASADOS...EN FIN...)

A la generación "Bridget Jones":

Recientemente vi -y juro que fue puritita casualidad- "El diario de Bridget Jones" cuando lo transmitían por cierto canal en donde las películas despiden un tufo a naftalina y no son consideradas ni clásicos, ni grandes obras. Tal como cuando me desilusioné al escuchar a Lady Gaga en VH1 clásico (¿clásico?, ¡por dios, si apenas es del año pasado!) mi ánimo no encontró un camino hacia lo agradable mientras miraba a  la anti heroína rechoncha que catapultó a la fama a una escritora de mala muerte, que lo único sensato que hizo en su vida fue el leer a Jane Austen (perdónala, señora) y medio arremedar su esencia, como si tal cosa fuera posible.
No conforme con tamaño sacrilegio, la avaricia hollywoodense se empeñó en masificar tal dislate ofreciéndonos no una, sino dos películas con alto contenido calórico y cero contenido per se.
Así, vimos desfilar en unos calzones abuelezcamente espantosos, a una actricilla texana (y el chiste del british accent se cuenta solo), que pretendía ser la nueva señorita Bennet (tuvieron el tino de ningunear al personaje bajo el nada poético apellido "Jones") y que al tiempo, sería disputada, como en un juego de suertes, por dos galanes evidentemente austinianos (¿qué digo austinianos?, ¡completamente sacados de la trama de la obra maestra de la literatura universal por exelencia llamada "Orgullo y Prejuicio"!).
Y aún así, todos caímos bajo su encanto... yo incluída.
Para la época en la que se estrenó la primera parte y mientras a Renné Zellweger era nominada al Oscar por tamaña actuación (de verdad que su solo presencia llenaba la pantalla), yo disfrutaba las mieles de tener 22 años y para nada cabía en mi universo ni Jane Austen, ni Bridget Jones ni el temor a ser una solterona treintona. La vida era agradablemente dulce, lujuriosamente bien dirigida y la posibilidad de casarme se encontraba asegurada, pues amaba y me amaban con esa certeza jurídica que da el tener 22, un cuerpo de prima ballerina (en mi imaginación, por supuesto) y un abrigo negro largo de Zara, de los primeros en ser comercializados y el cual iba pagando en cómodos abonos a mi santa madre.
Es decir, que nada de lo que aquella Miss Jones planteaba me preocupaba, a excepción, quizás, de la premisa de la película: ella escribía un diario. 
Pasó el tiempo y pasó el amor; llegaron nuevos aires, nuevos intereses y ¡de nuevo llegó el amor!
Esta vez era un amor aún más dulce por cuanto más incierto pues yo al muñecón, le llevaba 4 años.
Con esta diferencia de edad y otros honores más, tal como dictan los convencionalismos acudimos al cine a deleitar nuestro intelecto con la segunda parte del insufrible diario de la tal Jones.
Sobra decir que me pasé la película en el ácido pues el querubín recibió cierta cantidad de mensajes de texto a su celular que bastó para borrarme del mapa y prender las alertas... como que esta vez si estaba camino a convertirme en una rechoncha treintona y solterona, ¿eh?
Nada de eso pasó. La historia ya la conocen: llegó el MySpace, llegó la Marmota con su inexplicable amor, llegó el Matius y fuimos felices comiendo perdices...
Pero me he desviado del curso de la historia... conque "El diario de esa  tal Jones", ¿eh?...

*PAUSA DRAMÁTICA*
A riesgo de sonar pesada, que mis amigas solteras se enojen, que mi mamá me deje de hablar (por enésima vez en la vida) y que la misma vida me cobre la factura de mi descaro y me condene a una soltería perpetua (oh la lá, je vais etre une divorceé!) pienso que la película es una bazofia.


CON ESTE POST COMENZÓ LA HISTORIA DE MI REGRESO LABORAL... (ESCRITOS ATRASADOS VOLÚMEN YAPERDÍLACUENTA)

La semana pasada hablé sobre la nulidad que a veces experimento como parte del gremio de las "mamás que no trabajan". Expuse de manera álgida lo que se siente no ser tomada en cuenta como ente que aporta valor y que es indispensable en el desarrollo de la sociedad. Puse el acento en el hecho de que somos casi invisibles... y como siempre me pasa, el destino tenía que venir a darme réplica y decirme "¡¿Ah si, chulita? ¡Pues vas!"...
Y que me citan para una entrevista de trabajo. La primera en no se cuántos años... ¡qué horror!
Cuando recibí el correo pidiendo mi confirmación a la cita eran las 02:20 p.m. Minutos más tarde me encontraba de regreso del cole con mis dos críos, pensando en qué se estaba tramando en la novela de mi vida. Muchas cosas pasaron por mi cabeza, menos las que en realidad me pasaron y que me pusieron entre la espada y la pared.
Resulta que al revisar el control de tareas del Mats me encontré con un recado de la subdirectora de su escuela, citándome al día siguiente a la misma hora que tenía mi entrevista. Y dos horas después, la maestra de Español también me citaba para discutir asuntos de matemáticas conmigo.
Ya comenzaban los conflictos; la Dana mamá que no trabaja se estaba echando un round rudísimo con la Dana promesa ejecutiva; un auténtico "quienvive" donde no se sabe en efecto quién vivirá.


Thirtysomething...(BORRADOR DE UNA ENTRADA QUE SÍ ALCANCÉ A TERMINAR DEL MISMO NOMBRE...)

Advertencia: El o la que vaya con el chisme a Marmota... zapeada segura, ¿eh? 

Sí, he superado la barrera emocional del "¡Noooo, diooooos, ¿por qué a miiiiii?!" en la que me vi envuelta durante mucho tiempo. Estoy encarrerada y enfocada. Estoy "fluyendo" bien bonito... sigo comiendo como cerdito pero ahora en mis tópers. Estoy... feliz.

Como bien lo saben, hace diez años, más o menos cuando comencé a escribir mi día a día en éste blog, trabajaba en un lugar llamado "Back to Business". El personal eramos en su mayoría mujeres, salvo nuestro entrañable "compañerito" Joaco, que venía siendo como el hermano menor de todas nosotras. La cuestión aquí es que yo era soltera y mis compañeras ya eran mamás, así que vivíamos en dimensiones totalmente opuestas: yo vivía "La vida loca" (literal) y ellas iban al cine con sus hijitos; yo planeaba fines de semana salvajes en Querétaro, ellas picnics en el Parque Lincon. Yo tenía veintitantos y ellas treinta y pico... ¡ah... juventud!
Y por ese tiempo no entendí mucho (o nada) de las cosas que ahora me llegan de p*tazo...

El lugar donde ahora trabajo es un interesante laboratorio dividido en tres reinos: el Reino Legal, el Reino Contable y el Reino de Recursos Humanos. Y como en todo reino, no faltan las conspiraciones, las alianzas y los acuerdos, pero sobre todo los ¡jóvenes!. ¡Woooow, me sorprende trabajar con gente tan jóven!
Un día normal en la oficina es ver con ternura cómo llegan las asistentes al comedor y entre risas y cucharadas de Splenda, dejan escuchar la maravillosa fiesta que armaron ¡en miércoles! y que para nada les dejó secuelas, o admirar su maravilloso cutis, o mirar con envidia sus atrevidísimos looks que les quedan fantásticos. Después, a la hora de la comida me comparten algunos de sus secretos, sus amores, sus ligues, sus pensamientos, sus anhelos... ¿así era yo a su edad? Wow de nuevo, jamás hubiera sospechado hace nueve años que algún día yo sería la treintona que lleva a pasear al parque a sus hijos mientras las veinteañeras gozan del divino tesoro de la juventud... ¿y eso me duele? ... ¡Para nada!
Claro que las admiro.

o simplemente, responder a su asombro cuando me preguntan ¡¿En serio está casada, Lic.?!, ¡¿En serio tiene dos hijos!? Lo amo. Me hacen sentir jóven; por cinco segundos soy "una de ellas"...


Punto de quiebre. (ESCRITOS ATRASADOS VOLÚMEN ... ¿EN CUÁL VAMOS?)

DUELE VER QUE SIEMPRE TENGO LA INTENCIÓN DE ESCRIBIRLES, PERO CERO ENCUENTRO EL TIEMPO PARA TERMINAR LO QUE EMPIEZO... 


Sí,  señor ratero, sí  puede llevarse mi celular pero déjeme escribo el post de hoy porque si no, mis menos cinco malvivientes lectores de siempre abandonarán la página...
No se cuantos se alegrarán de leer estas líneas que me están doliendo como clavos ardientes; si ya decía yo, debí poner más atención a ese repentino subidón de ánimo del que acusaba hoy por la tarde.
Claramente debí comparar mi inesperada energía de las dos de la tarde (cuando francamente a esa hora ya estoy subiendo y bajando a ver si ya está la comidita y gusgueándole al chef Don Armando una que otra frutita o escamoteándole unos totopitos, la neta) con aquella situación en la que me atasco de comida sin el menor empacho y al final término hiper dañada del estómago, con suero y mi hermano David regañandome al teléfono.


"HABLA CON LA PARED" (ESCRITOS ATRASADOS VOLÚMEN TRES)

RELEER ÉSTE POST REALMENTE ME HA HECHO LLORAR...
COMPLEMENTA EL VOLÚMEN UNO).



Es tan simple que me asombra el no haber pensado en ello antes...
Hola, soy Dana y debo aceptar que padezco de distimia desde hace mucho, muchísimo tiempo. Que en éste mismo blog he hablado -tal vez en serio, tal vez no- al respecto. Que me he reído de mi padecimiento (me niego a decirle enfermedad) y que de ella brotan a veces cosas buenas y a veces cosas malas, es cierto. Que en ocasiones la he podido tener a raya sin la necesidad de medicamentos, es verdad. Que a últimas fechas los acontecimientos de mi vida la han disparado a niveles que me hacen temer una recaída... lamentablemente sí.
Tener una condición mental como la distimia (una especie de "ligera" depresión... que en realidad no es tan ligera) a veces me hace sentir avergonzada de mi misma. ¿Cómo es que una mujer como yo, con mucha salud, amor, cariño, inteligencia y suerte puede tener algo como eso? En realidad no es cuestión del mundo exterior sino de la sinapsis de mi cerebro. Y entender de fisiología para dejar de sentirme abochornada debería ser suficiente, pero a veces no lo es. A veces sentir que no eres suficiente es suficiente para deslizarte por la pendiente de la desolación, con pocos vuelos de vuelta.
Y cuando estoy en ese brete, generalmente siento que nadie me comprende. Y me dejo ir poco a poco como el río; desaparezco del mapa. Me enconcho. Me blindo. Funciono pero no existo...

QUIERO SER UNA ORUGA PARA SIEMPRE U.U (ESCRITOS ATRASADOS VOLÚMEN II)

OTRO ESCRITO ATRASADO DE HACE UN AÑO...
ESTE TEMA NO DEJA DE TENER VIGENCIA EN MI CABEZA...
COMO EL ANTERIOR, NO ESTÁN EDITADOS.
ENJOY!


Me dan repelús; su sola presencia basta para ponerme mal y sin embargo, hay tanta vibra de cambio y fenómenos naturales trascendentales detrás de sus horribles aleteos que creo que las mariposas son los seres más sobrevalorados de la creación. Tan solo muy por debajo de los políticos priístas, incluído el copetón. (Ya, PGR, no me censures)
Pero ¡bueno!, en vista de que a Kafka no le ha hecho justicia la Revolución y hasta que no se pruebe lo contrario, aquel bichejo seguirá siendo el ejemplo perfecto del cambio y los cursis seguirán mentando las metáforas de la metamorfosis hasta que llegue el Diablo y los chupe y los escupa lejos, muy lejos de éste reino y yo tendré que acogerme a ese bendito ejemplo para poder escribir el post de hoy porque, aunque no es viernes, los clamores generales ya llegaron a oídos de mi mamá, quien me acaba de hablar para decirme que no joda, que qué me estoy creyendo, que si para esto me mandó a la primaria, que si ya nunca más pienso escribir ¿o qué?, ¿me mando sola?. Chale...
Queridos menos cinco olvidados como últimos niños de la guardería lectores de siempre: Digo adiós.
Sip, ésta es la última Gatería que escrib...¡pérense!, ¡dejen les explico!... ¡no avienten sus tomates todavía!.
Respiro... el impulso de ser honesta parece querer brotar espontáneamente, cual vómito de quinceañera borracha:
Cuando comencé a escribir éste blog iba de salida de la etapa de mi vida conocida como "La Soltería".
Estaba a dos minutos de convertirme en esposa de Marmota (que en realidad parecía una Marmota: era gordito y pachón. Hoy no llega a suricata de lo largo y flaco que está mi pobre marido) y a ocho de volverme una mamá.
Ciertamente en ese momento tomé una decisión que creí que sería la mejor: Botaba la chamba en la consultoría de RH que hasta entonces me vió dar mis pininos en el competitivo mundo corporativo y me encerraba en casita, para que Matius no sufriera, para que estuviera bajo mi exclusivo cuidado las 24 horas del día, los siete días de la semana...
En realidad me dió terror imaginarme el día a día de una madre trabajadora con su chilpayate envuelto en un cobertor Baby Mink de los Avengers, caminando bajo la lluvia mientras dejaba al crío en sepa dios dónde, dando el alma en el trabajo y perdiéndome los mejores años de su infancia. Y en realidad tomé muy en serio mi chamba: cada festival, curso, plática, fiesta infantil, tarde de playground, parquecito time, película sosa para niños, pijamada, halloween, piñata, scouts, fucho... todo, todo me lo chuté en nombre del amor de mi hijo. Lo traje pa' rriba, pa'bajo, en carro, en avión, barco, camión, etc, etc, etc. Me consagré al Mats y me sentía tranquila de no tener que abandonar mi casa para estar al pendiente de él. Hasta ahí creía que la vida era eso y que yo jamás regresaría a una oficina.
Por ese entonces mi depresión se iba agudizando lentamente. Y escribir se convirtió en la catarsis perfecta para explicarme a mi misma el por qué si estaba donde había elegido, lloraba sin darme cuenta mientras cambiaba pañales o mientras hacía el arroz. El encontrar la parte graciosa de situaciones que tal vez no lo eran me sirvió muchísimo (¡oigan, ocho años en la autoterapia..., no es cualquier cosa!) y éste blog se convirtió en un todo para mi. Era la prueba de que no me había ganado la depre y que mi cerebro furulaba alegremente.
Pero... todo tiene un final.
Ahora debo volar hacia nuevos retos literarios, una nueva narrativa, temas diferentes y sobre todo, dejar salir a la mujer que, sin ser soltera o sin dejar de ser madre, ha descubierto que es mucho más de lo que imaginó y esperó de sí misma y de la vida.
Ahora entiendo tanta autocensura y tanto silencio en éstas semanas que los dejé abandonados: es difícil aceptar que estuviste equivocada tanto tiempo, secuestrada por tus propios miedos. La vida es como es; probé quedarme en casa y luego la misma vida me recetó la prueba que siempre quise evadir.
Qué sabia es la vida.
Qué fuerte es hacerte pedacitos nomás por miedo a volar.



ESCRITOS ATRASADOS DE HACE UN AÑO VOLÚMEN I

QUERIDOS MENOS CINCO LECTORES DE SIEMPRE:
ESTOY DEPURANDO EL BLOG.
TENGO MUCHÍSIMOS "BORRADORES" Y ALGUNOS POR MIS ESTÚPIDOS BERRINCHES DE "NO TENGO TIEMPO PARA ESCRIBIR" NO FUERON PUBLICADOS.
AHORA POR FIN LES HAN HECHO JUSTICIA LA REVOLUCIÓN (Y LA BENDITA NATACIÓN QUE TIENE NOQUEADA A PAPITA, PA' QUÉ MAS QUE LA VERDAT)

ESPERO QUE DISFRUTEN. NO ESTÁN EDITADOS, ESTÁN AL NATURAL:


Hoy llegué al borde del llanto a casa de mis papás.
Habíamos tenido un día horrible (¿un día?, yo diría que ha sido una temporadita bastante extraña) y nada mejor que correr al refugio paterno para volverte la irresponsable que siempre has sido pero que disimulas cada vez que llegan las cuentas por pagar y las preguntas del tipo "mami, ¿de dónde vienen los niños?".
Así que nos encontrábamos el Clan Marmota en la sala, cada uno en su esquina, gruñéndonos a la menor provocación y en eso mi mamá baja por las escaleras y con su sonrisa y agradables manera nos pone en santa paz por un rato: toma a Alito en brazos, le da espacio al Matius para que escape del yugo materno y se aleje del "pero ahorita que lleguemos a casa, Mateíto" que se sabe de memoria, le ofrece un respiro a Marmota con una invitación a que se sirva algo fresco en la cocina y yo quedo en la posición de "nena de papá" en la que atropelladamente intento explicar a mi papá las últimas novedades en mi trabajo, le platico de nuestros mini dramas cotidianos, le paso la receta del mezcal a la naranja y me refugio en sus sabios y cálidos consejos que me están haciendo falta desde hace mucho tiempo...
Cuando me marca un alto para que deje de quejarme y gimotear, yo protesto y caprichosamente le argumento que sencillamente no tengo con quién platicar de "mis cosas". Así que tranquilamente me dice: "habla con la pared"...
Al principio me molesta su respuesta; lo he tomado como una especie de "ay ya, deja de intensear" que tantas personas me han recetado a lo largo de mi vida y callo al instante. Traviesamente se ríe y me dice "Danita, ¿es que no conoces a los judíos? ¡El muro de los lamentos!".
Se que básicamente luce horrible como lo escribí, pero en realidad ha sido la respuesta más brillante del mundo: siempre hay alguien que escuchará tus plegarias, lamentos, chillidos e histerias. El muro. Mi muro...
¡El bendito "muro" de Facebook!
Jajaja, claro que no.

domingo, 19 de marzo de 2017

CORTES DE PELO.

Todo comenzó con el cabello, ¿saben?
En "Divorcio a la francesa", el personaje de Kate Hudson llega a París para ayudar a su hermana mayor, quien se encuentra embarazada y superando la crisis de un divorcio y allí conoce a Hombre Maduro, quien es francés, casado... y que -cosas más, cosas menos- le enseña a descubrir su sensualidad, a pensar en ropa interior diminuta y proyectar su "sex appeal". Luego entonces va a la peluquería y voilá!... corte nuevo que simboliza cambio y libertad.
En "Sabrina", la ingenua hija del chofer de casa rica viaja a Paris (¿no estaré equivocando el enfoque? tal vez sea la geografía y no la estética la que da ese twist) a tratar de olvidar su persistente amor por el hijo menor de "La patrona" y a encontrarse a sí misma. Al terminar su estadía parisina, vuelve a casa -de la patrona- y se reencuentra con el hijo -de la patrona- y éste la mira con otros ojo, adivinen por qué...sip, trae un corte de pelo y está irreconocible...oh lalá!
Ya se que esto va en contra del feminismo y de la dignidad pero... a veces cuando una mujer dice "ES SUFICIENTE", corre a sentar un precedente en su propia historia cortándose -o arreglándose- el cabello.
Es un símbolo de liberación de aquello que nos hacía sentir contenidas, o avergonzadas o tal vez incómodas.
Y bueno, desde hace cosa de dos años comencé a cortarme el cabello...
La primera, por coraje.
La segunda, por capricho. 
La tercera, por placer.
Fue una especie de rebeldía contra todo lo que me ocurría en la vida. Todo lo pésimo, negro, podrido y nefasto que me estaba sucediendo en esos momentos.
No vi la luz, queridos menos cinco cegatones lectores de siempre. Estuve muy hundida en el pantano de la desolación y mi cabello era lo que me daba fuerza para seguir adelante.
El negarme a dejarlo crecer se volvió una obsesión: querer regresar al antiguo luk de pelito largo, niña buena, ama de casa perfecta, madre abnegada era como aceptar que las cosas "pasan por algo" y sí, sí pasan por algo...por pendeja, por ejemplo.
Así que entablé una larga batalla contra la abundancia capilar y me reí del mundo viéndolo arder desde arriba.

Hace diez meses me sucedió algo verdaderamente doloroso.
Algo que de verdad cimbró mi vida y le dio un giro de 180°. Algo que cambió para siempre mi interior, mi ingenuidad y mi vulnerabilidad:  se me cayó la uña del dedo gordo del pie derecho.
Obvio no, obvio si.
Fue un dolor... puta, no pueden imaginarlo.
Lloré tres días y después me pinté los labios de rojo, le puse agua oxigenada y me tomé cuatro antibióticos de un jalón porque soy muy macha y también muy estúpida para las cantidades: o es todo o es nada.
Fui a terapia de nuevo porque... ese dedo debía recuperar su movilidad, ¿no?
Perdoné. Me perdoné por haber sido tan pero TAN ingenua por pensar que yo JAMÁS me lastimaría de esa manera.
Me volví a cortar el pelo... 
Cuando un dolor tan fuerte sacude tu ser de tal manera, piensas que nada volverá a tener lugar en tu universo; lo sensato es respirar... tener calma. Aguantar esa punzada en el estómago que se va convirtiendo en un vacío, en un sinsentido... en un ¿por qué a mi?
Se trata de limpiar la herida todos los días para no infectarla con agentes externos; tener paciencia para soportar el dolor cuando alguien te pregunta "¿qué te pasó?" y revivir ese momento cuando la uña va cayendo lentamente de tu pie al suelo, dejando la carne expuesta y sangrante.
Es un dolor estúpido porque al final del día lo pudiste haber evitado si tus sentidos se encontraran siempre alerta (en balde fuíste scout, chingao!) y tus impulsos controlados, pero ni modos, algún día debía sucederme algo así para seguir creciendo y madurar. Sí, como las guayabas.
Y al final final... la uña volvió a crecer. Y ahora vive feliz de la vida, nueva, fresca, rozagante. Más sabia y más inteligente que antes, tal vez igual de idiota porque (aún) debe vivir sobre el dedo del pie derecho que es muy torpe y lerdo para golpear...
¿El último corte de pelo para celebrar? ¡Órale..pero esta vez, nos lo pintamos de güero...!

He encontrado paz con mi pelo.
Me siento -¡y me veo!- increíblemente mejor.
Algo creció en mi (y no sólo fue la uña del dedo)...
FiN