lunes, 25 de febrero de 2013

Sí, así es.

Antes de que siga perdiendo el tiempo revisando chismerajos y cotilleos acerca de la entrega de premios Oscar, mejor entro en materia. Un poco para desperezarme y un poco para ejercitarme.
¡Qué les cuento, manitos!
Que contrario a mis predicciones y creencias, el sábado me encontraba yo muy bien dispuesta a abuchear a los Tigres de la Universidad de Nuevo León en un partido cara a cara, cuerpo a cuerpo, contra ... el Cruz Azul.
¡QUE QUEEEEEEEÉ!
Sip, tal como lo leen: el sábado estaba sentada en el mismísimo Estadio Azul, con mi cara de "what the fuck?" y observando como iban y venían los vendedores de cueritos con chile, sopas Maruchan, tortas de queso de puerco y otras gourmandises propias del evento, ante las miradas francamente extasiadas del Matius y su sacrosanto padre. 
Para mi, ese fue el fin del mundo.
Al menos del mío, porque para algunos padres (incluyo a los míos) los hijos representan una extensión de sí mismo. Así que a mi me rompió el corazón que el Matius transfiriera sus ardores futbolísticos a los "buenosparanada" cementeros en vez de los "siemprealegres,galanesyuniversitarios" Pumas.
¿Que cómo fue que caí tan bajo en mi escala de valores? Bueno, la verdad es que no es para tanto.
Así como han caído varios ídolos frente a mis ojos, también han caido de mi cabeza varias ideas estúpidas que solo me han tenido un poco más obtusa que de costumbre, pero que con el paso del tiempo y de los madrazos he aprendido a reevaluar y reconsiderar. 
Sí, lo saben: el planeta se está desmoronando, al país se lo está cargando el carajo, mi colonia está empezando a ser "demasiado popular" (cualquier cosa que eso signifique), pero yo siempre le iré a los Pumas de la UNAM y ESO es lo importante, pero no por ello se me irá de las manos la oportunidad de estar cerca del Matius y su padre. Aunque ello implique el gritar porras y "¡vivas!" a un equipo de futbol que es acérrimo enemigo del de mis amores. ¡Ay!
Y miren, a lo mejor solo es acompañarlos a un partido de fut y no es algo taaaaan trascendente, pero sí estoy convencida de que la cuestión es apoyar a la familia en las decisiones que cada miembro toma. 
Es el sencillito "me caga, pero te amo y por eso lo apoyo" sin martirologios, sin doble intención y sin chantaje oculto.
De veras que uno puede ser lo más radical en cuanto a sus ideas y creencias, pero cuando van de por medio tus afectos, lo menos que podemos hacer es ceder un poco, en un acto puro de amor.
Sí, se escucha difícil, sobre todo cuando somos padres y las elecciones de nuestros hijos las percibimos como si fueran las nuestras.
Es difícil plantar buena cara ante las consecuencias visibles de tales decisiones, pero más difícil será el no respetarlas y combatirlas y después darnos cuenta lo solos que nos quedamos a mil kilómetros a la redonda.
Es acompañar a nuestros hijos o seres queridos en un doloroso autoconocimiento que seguramente traerá uno que otro trago amargo, pero que sin duda nos acercará como nunca con los verdaderos protagonistas de nuestra historia.
Ahorita es el equipo de futbol; se que en unos años serán las amistades, el gusto musical, la pareja, la moda, la ideología política... A mi generación ya le toca el cerrar poco a poco la brecha con sus hijos que aún se percibe insalvable en estos días.
Tal vez el papel más importante en estos momentos no está en luchar por los derechos de mis congéneres, patrocinados o vecinos, sino en defender las creencias de mi hijo.
Y así, poco a poco, ir moldeando a una -¡UNA!- persona libre, que acepta sin rechistar los derechos de las demás personas.
Con uno, menos cinco lectores de siempre, ya la llevamos de gane en este mundo.

(¡Aaaaaazul! ... ¡Aaaaaazul!)

Chale...

viernes, 22 de febrero de 2013

Yo, más que nada.

El día de hoy mi sempiterna taza de café que sempiternamente me acompaña a la hora de escribir los viernes ha sido sustituida por un tazón de sopa de champignón, en un arranque desesperado por quitarme algunas etiquetas y milagritos.
Diríanse de mi muchas cosas: que soy inconstante, que en la persecución de mis sueños a veces tiendo a tomar un descanso, que probablemente cometa errores tantas veces como es posible esperando las mismas veces resultados diferentes.
Y también se dicen cosas que no necesariamente son ciertas, como que soy una persona generosa (cuando en la realidad me cuesta compartir desde mis chicles sabor violeta hasta mi exiguo tiempo), o que soy súper extrovertida y las destrezas sociales llevan mi trade mark (lo cual es ABSOLUTAMENTE falso, pues soy la timidez andando. Que me "crezca al castigo" tratando lo opuesto es diferente)
Pero lo que me caga -literal- es que hablen de mi sin conocerme previamente.
Es muy triste llegar a una reunión y cuando pensabas que lo más extremoso con lo que tendrías que lidiar sería alcanzar los mejores bocaditos, te ves de repente envuelta (¡ o bueeeeeeno...envuelto, pues!) en un sangriento debate donde la tesis a defender se llama "tu verdadera forma de ser".
Clásico en las pijamadas de la secundaria (sí amigos, porque en la Universidad las "pijamadas" eran todo, menos eso), era que de repente las opuestas del salón, digamos la "fresa" y la "reventada", se pusieran a criticarse durísimo una a la otra con cosas como: "eres la fresa más fresa" y "tú eres la reventada más reventada"... hasta que se van desmadejando las emociones y quitándose las etiquetas y sin decir "agua va", terminen chillando, abrazadas, convencidas de lo contrario.
En una reunión social tal vez sea poco probable que puedas defenderte con tanta sinceridad. Siempre existirá la persona mal intencionada que quiera no sólo sostener la etiqueta que ostentas, sino que hasta haga lo imposible por hacerte caer en la comprobación.
Aguas, eso puede evitarse siempre que uno se quite las poses, las falsas pretensiones y se sea tan auténtico como se pueda.
¡Qué importa que al gustarte el reggaetón la gente ya no pueda volver a verte como el brillante licenciado en filología que eres!
Nada tiene de malo echarle una manita al ego cacareando un poco más el huevo, eso siempre será el mecanismo de defensa favorito de muchos de nosotros; lo que no nos podemos permitir es el encariñarnos con los milagritos que la maldicencia o nuestra pereza han colgado en nosotros. Más en estos tiempos en los que el culto a uno mismo nos hace escribir sandeces en cualquier muro de facebook o blog de pacotilla.
Como ya dije, de nada me ha servido sacar a la gente de su error al decirles que no soy tan buena como me perciben, que miento regularmente, que a veces mi tendencia al narcisimo me hace aceptar compromisos que ni en mil años podría cumplir a cabalidad, que desprecio muchas buenas cualidades humanas por considerarlas "debilidad", que el mayor porcentaje que tengo de buena mamá se pierde cuando la narcolepsia se apodera de mi en jueves por la tarde y el Matius queda expuesto a una serie de peligros que van  desde los rasguños de la Peluss hasta a una escalera bastante cuestionable.
Sí, si, somo perfectibles, pero también etiquetables y no de una manera correcta.
Podremos pasar la vida tratándo de demostrar lo contrario, pero también dejando pasar lo mejor.
Calcularemos con precisión nuestros movimientos, procurando una elegancia que llene cada defecto que nos aqueja, pero que también tapará nuestra verdadera escencia.

Y para que lo anoten de una vez:
Me encanta la música disco, atascarme de tortas de milaneza con queso Oaxaca, ver chick flicks, leer en el baño, ver Glee sin remordimientos y tomar poderosas siestas de 5 minutos. Así como escuchar la misma canción de Sinatra una y otra vez porque, sí, definitivamente así es para mi:

"...FOR WHAT IS A MAN, WHAT HAS HE GOT?
IF NOT HIMSELF, THEN HE HAS NAUGHT.
TO SAY THE THINGS HE TRULY FEELS
AND NOT THE WORDS OF ONE WHO KNEELS.
THE RECORD SHOWS I TOOK THE BLOWS
AND DID IT MY WAY."


Feliz viernes!

martes, 19 de febrero de 2013

Milf a la danagato.

Todo empezó inocentemente cuando perdí la llave de la camioncita que me llevó y me trajo hasta el 14 de Enero de 2013.
Condenada al ostrascismo, mi bella camioncita aguardaba pacientemente el momento en el que me decidiera a pedir otra llave para echarla a andar.
Y pues como no me urgía porque bendito sea Dios, la recaudaría me queda a dos pasos de mi casa y el transporte escolar es un maravilla, yo dejé el tiempo pasar y no ocuparme de asuntos tan odiosos (acuérdense que hasta le volví a tomar cariño al metro)
Pues bien, que llega el día en el que ocupo mi nave y no tengo con qué echarla a andar. Lo obvio es ir a buscar a un cerrajero y que este personaje sea todo menos guapo y jóven... ¿O no?
¿Cómo decirlo? Hace tiempo que no pensaba en mi en términos de ligue. O sea, una mujercita como yo anda siempre en la luna, procurando que su hijito la alcance hasta allá con su juegos y monadas; con un maridito que si bien no es un adonis, no es de malos bigotes, pero al cual ya sorprenden cada vez menos mis trucazos (que no rucazos) para mantener viva ¡ya no la chispa, sino la mínima atención al frente!
Y de repente, todas esas historias que una lee como no queriendo en el súper en donde la actriz fulana, de treinta y tantos años, se empareja con el aspirante a actorcillo de veintitantos... y una piensa en que eso no le puede pasar en su pequeño mundito, hasta que conoce a su cerrajero que es todo menos feo y que ha decidido, nomás al verla, que será la protagonista de su drama porno con etiqueta "milf" (que en cristiano quiere decir: mom I'd like to F**k) y que ella -¡oh, destino, soy tu juguete!- no podrá decir que no...
Hasta que:
"Señito, voy a tener que regresar al ratito, si quiere vaya por su chamaquito porque voy a tardar un resto; está bien difícil de quitar su cilindro, pero de que queda ¡queda! Tssss, a güi güi, se lo garantizo-o"
O sea! Guapo si, cero clase, cero intenciones de nada y hasta me mandó por "mi chamaquito" cuando ni siquiera le mencioné que tenía uno.
Ay dios, que desengaño. Yo tirándome al drama moral (porque al cerrajero, definitivamente no) y todo para descubrir que para ser una mamacita porno queen no tengo la pinta, ni la cara, ni el cuerpecito y mucho menos la actitud.
Vaya consuelo!

viernes, 8 de febrero de 2013

En serio, no te tomes tan en serio.

Yo recuerdo que de niña el adjetivo con el que calificaban mi personalidad era el de "seria". "Es muy seria tu hija", les decían a los abogados sinior. "Ay, pero qué seria y bien portada es Danita".
Y no es que me gustara ser percibida como una terrorista de las sonrisas o como alguien a quien la falta de compostura era algo imposible de pensar, mucho menos a los cinco o seis años, pero la cosa es que yo en realidad era tímida. Muy.
El que mi mamá me trajera muy bien aliñada no ayudaba para nada a mi espíritu, pues sentía un compromiso muy fuerte hacia el atuendo que portara (que casi siempre consistía en vestidos con mallitas y zapatos ortopédicos a juego) y sabía que mis actividades estaban condicionadas al outfit que mi mamá hubiera elegido para la ocasión.
Así que mientras mis primos u otros niños de mi edad se empeñaban por el primer puesto en ver quién hacía primero girones su ropa, yo sentía el deber de quedarme tiesa en mi lugar, sin ni siquiera poder sonreir, no fuera a ser que una arruga marcara mi faldita.
Bueno, mi acartonamiento llegaba a tal extremo que no concebía la idea de usar huaraches sin calcetas por considerar inapropiado mostrar los pies en público, al grado de llorar por sentir que el aire le daba a mis tamalitos de 18 centímetros si es que mi mamá había osado descubrir mis piecitos.
O sea, que a los cinco seis años ya era una snob hecha y derecha y sin visos de redimirme, perdiéndome para siempre en la senda de lo políticamente correcto a nivel preescolar.

Hasta que me rebelé...

Sí amiguitos, lejos de procurar ensuciar mi ropa y correr como mico por todos lados, destrozando mis zapatos o mis vestidos de gasa, lo que hice fue desgarrar mi timidez y hacerla pedazos siendo todo lo extrovertida que el decoro me permitiera.
Así me fui abriendo paso en la vida en sociedad, riéndome bien fuerte de todo y de todos y celebrando con "Crystal" cada metida de pata que protagonicé.
Hasta que alguien me tocó el hombro y entre susurros me dijo que estaba haciendo el ridículo espantosamente y que antes que apareciera el hombre del ganchito y me sacara del cuello de la escena, mejor le llegara. No fuera siendo que tal frescura se malinterpretara y pa qué iba a querer yo.

Osh, diablos, con nada tengo contenta a la gente, pensaba yo.

Un buen día, pensé en que seria o desmadrosa, de todas formas la gente iba a opinar de mi. Para bien y para mal. ¿Cómo lograr que sus juicios se me resbalaran y su opinión fuera apreciada o bien relegada al rincón? Eso fue algo que me trastornó por completo, pues sinceramente crecí bajo una lupa y darle la espalda al público era algo con lo que no estaba familiarizada.

Pasaron los años.

Y aún sigo debatiéndome en la dualidad de ser reservada o altamente comunicativa, pero algo he aprendido: no se puede ser un libro abierto con todo el mundo y tampoco puedes tener secretos con la gente que te ama. Porque si te ama, te aceptará como eres y si no lo hacen, tampoco pasa nada.
A ver mis queridos escolapios, ¿qué hemos aprendido en estos últimos años?
Respuesta: que la úuuunica persona que debe hacernos feliz, soportarnos, amarnos y aceptarnos con todo y gases a medianoche somos nosotros mismos.

Entonces, muchachitas y muchachitos, láncense a la aventura de ser quienes son, repitiéndose a ustedes mismos que por ello, no se parecen a naiden.

Y si se debaten entre dos cuestiones, resuélvanlas de esta manera:

"Si me va a llevar el diablo, mínimo que sea en un buen coche".
Tan tán.


sábado, 2 de febrero de 2013

DOÑA CENSURA

Como que les quedé a deber ayer, ¿no?
Es feo andar regando bilis por la vida, pero es más feo querer regar la bilis cuando ya ni vesícula se tiene.
Por eso me entró una especie de remordimento: yo, una treintona incorregible, haciendo berrinches de quinceañera por culpa de... en fin.
Por eso ahorita que se que no me estarán leyendo, pues tienen una vida mucho más excitante, escribiré unas cuantas líneas que tal vez no sean consumidas con singular alegría, pero que tal vez descarguen un poco mi cabecha antes de ir a dormir... sí, dije "a dormir", aunque sea sábado a las 10:00 p.m y parezca que en la Ciudad de México la fiesta nunca termina. ¡Pfff!

Ayer justo antes de irme al Tribunal me encontraba escogiendo los libros que leería en el Metro (otra de las ventajas de haber perdido la puta llave es que ya retomé mi ritmo de lectura habitual) y cayó en mis manos (que no en mi cabeza) un libro de Julieta Lujambio titulado "Mamá Sola, Un nuevo significado para la maternidad sin pareja". ¡Cámara!
Tal libro se lo pedí prestado a cierta tía que adoro y que por algún motivo lo tenía en su casa y la razón por la cual tenía cierta reserva para leerlo era porque sentía controlaba la situación, ¿no? Y bueno, la cosa es que ya iba siendo tiempo de que lo leyera y que de una vez por todas supiera qué carámbas hacer con el Matius cada vez que su papacito chulo tiene que salir de viaje una semana sí y otra también, dejándome el paquete de educar a un ser de luz con todo mi combo de debilidades y defectos que, por supuesto, ustedes conocen tan bien.
O sea, que sucumbí.
Pero ese no es el punto.
La cosa es que me daba un poco de oso el andarlo trayendo por los andenes y que toda la ciudad (sí, TODA) se estuviera enterando de que a Chucha Cuerera de repente le dió TERROR educar "sola" a su hijo (como si no fuera del dominio público que justamente ha sido así porque de repente Marmota y yo somos medio open mind)
Pues nada, que se me ocurre tapar la portada, lo que me obligó a buscar con qué diablos podía hacerlo de manera fácil y rápida.
¡Y que me acuerdo del "club de los fólders"!
¿Que qué es el "club de los fólders"? Jajaaaaay! mis papás me van a colgar en cuanto lean esto pero, han de saber que cuando yo era niña, mis apás tenían la costumbre de forrar los libros -¡con fólders!- cuyas portadas podían "perturbar" a la nena de sus ojos.
Y claro, a esa edad qué diablos iba a estar fijándome en lo que mis papás leían, si yo lo que quería era encerrarme en mi cuarto con mis libros de "La Pandilla Científica" o con "Mafalda" y no andarme perturbando con los libros de Harold Robbins o de Oscar de la Borbolla o sepa cual otro trajera una portada medio "acá" y con urgente necesidad de censurar.
Ya cuando me hice mayorcita y mis libros me quedaban cortos, comencé a husmear entre los libros de mis papás y entendí sus buenas intenciones: claro que era menester ocultar tamañas piernotas con liguero de "Nada es para tanto" de los ojos curiosones de Danita, pero tanto como para que yo aplicara el mismo criterio con mi libraco de mamá solita, había una generación de diferencia.
Así que me largué a trabajar con mi libro y ps ya, esperé a que se me pasara un poco la paranoia de que todo mundo se interesa por lo que leo/digo/hago y tan tán.
Pero ESE tampoco era el punto.
El punto de éste post es para contarles que muchas cosas no cambian (aunque uno jure, perjure y se rasgue las vestiduras por ello) y han de saber que justo hoy me volví a sentir en 1987.
Andábamos de metiches el Matius y yo en casa de mis papás, cuando mi Santa Madre tuvo a bien salir a tramitar su IFE.
Como líbrenos Dios de que mi madre maneje, se lleva también su librito para andarlo leyendo en el pesero ¿y qué librito cargaba la ilustre abogada sinioooooor? Nada más y nada menos que "Diablo guardián" de Xavier Velasco, con todo y su "impúdica" portada.
Mi mamá es súper pudorosa y bien educada en cuestiones de moral, lo cual no quiere decir que sea de mente cerrada, simplemente no le gusta andar aireando su intimidad a diestra y siniestra (y por lo mismo, se asombra de que su retoña ande despepitando la suya en éste blog de medio pelo), pero a pesar de su librepensamiento, hay cosas que le causan repelús, como es el hecho de traer ESTO a la vista de sus compañeros de transporte público


Así que el pobre libro estaba a punto de ser makeupeado, mejorado y censurado por las hábiles e industriosas manitas maternas y hoy recibió su shaineada con sendo fólder color crema, "pa que no cause erróneas impresiones"...

¡Ay dios! Hay cosas que no cambian, ¿verdad?





viernes, 1 de febrero de 2013

CASUAL FRIDAY

¿Saben qué?
 Hoy venía con toda la actitud que mi condición de librana con ascendente Leo podía aportar.
Es decir, venía de muy buen humor porque quería compensarlos de que la semana pasada no hubo Gatería por culpa de los "últimos viernes de cada mes" que la SEP nos receta, si, cada mes.
Por eso apenas salí de la estación Bellas Artes (ah, porque déjenme platicarles que mi llave nomás no apareció y decidí olvidarme del asunto, condenando a mi camioneta al olvido más profundo), decidí correr a la sala de internet más cercana para comunicarme con todos ustedes, mis menos cinco lectores de siempre, hasta que hube de toparme con la persona mas ESTÚPIDA del momjento y su mal trato hizo que mi buen humor cayera unos cuantos niveles por debajo del normal.
O sea, ¿cómo crees que si eres una empleaducha tomes actitudes de diva?
... ok, ok, es mi manera de sacar el veneno, porque se que no me voy a sentir capaz de espetarle un insulto en su cara, ya  que yo soy muy políticamente correcta y dejaré que la policía del Karma se encargue de mi asunto, deseándo que se la madreé con toda la saña del mundo mundial y que hasta le aplique tehuacanazo cósmico, pa que se le quite lo maldita.
...ok, ok, es mi forma de desear el mal sin que me salpique su lodito y tampoco está bien.
Dejémos que la vida transcurra y olvidaré mi ofensa.
Total, ya de sólo escribirlo me siento mucho mejor.
¿En qué han andado, criaturitas del señor?
Yo estoy muy feliz y sorprendida de que el primer mes del año se haya ido ya, porque estuvo medio pinchón, pero no lo suficiente como para delantar la hibernación o tirarnos del acantilado más próximo (que en mi caso sería de La Quebrada, en Acapulco)
Además, sigo comprobando que de amor nadie se muere, que los hijos crecen con o sin tu permiso y que si dejas de tomar las vitaminas de la buena onda, tu edad puede no coincidir con la que dices tener.
Que los gatos son imposibles de educar y que por más que te pares de cabeza, hay cosas a las que ni el hacha le entra (no se muy bien qué signifique esta última frase, mi maestro de Sociología de la prepa me la decía a cada rato, cuando sus argumentos no me convencían en lo más mínimo)
Es natural.
Si así pasó este primer mes, esperemos con ansias locas lo que nos depara Febrero, ¡huy! yo creo que viene muy bueno, por aquello del amor y la amistad... cómo será la cosa que mucha gente se emociona porque el 14 de febrero puede hacer todas aquellas cosas que no nos vendría mal que las hiciera antes.
Digo, si tu plan es pedirle a ciert@ sujet@ que clinch, pues qué más da hacerlo antes que después. De esta forma, dejarás de enchinchar a la gente que somos biológicamente indispuetas para celebrar tal bazofía, thank you very much!
...


Pero bueno, chaparritos y chaparritas, sigamos con ese ánimo que al fin y al cabo es viernes.
¿A dónde  me van a invitar?