viernes, 27 de noviembre de 2015

SER Y TENER.

¿Somos lo que tenemos? Si no, ¿por qué lo tenemos? ¿Por qué escoger lo que tenemos? ¿Qué tenemos? ¿Podemos tener a "alguien" en vez de "algo"? ¿En realidad "algo" nos pertenece? Y si nos pertenece, ¿es algo o solo es un ente etéreo? ¿Es la idea o el concepto? ¿Es sustancia y materia o es unicamente la idea?
Yo no tengo tiempo para "esto" pero si lo tuviera, no lo sabría. 
Mejor hablemos de "Muchachitas", melodrama juvenil de la década de los 90's, periodo en el que yo no era  ni niña ni mujer. Es más, fue una época sumamente confusa de la que parece, aún no logro superar... pipipi.
Corría 1991, era más fea que un guiñapo, tenía dientes de conejo, usaba un peinado infame, iba en sexto año, en el "Yo no discrimino pero no aceptamos a cualquiera, gracias. Colegio Inglés Elízabeth Brock", el cual pagaba con mis calificaciones (y el dinero de las contribuciones de sus papás, queridos menos cinco lectores de siempre, porque estaba becada por la SEP) y a donde acudían compañeritos con mucha lana y cero pena para presumirla.
Mi mamá era estricta, mi papá medio ausente, mi casa era un depa sobre Avenida Insurgentes Centro y el edificio no era precisamente una belleza.
No teníamos carro, no había necesidad para ello puesto que vivíamos en el centro y el transporte público cubría todas las necesidades básicas de movilidad: se iba a la escuela, al super, a los scouts, al ballet y al mercado caminando; a Chapultepec, museos varios y al Liverpool del Zócalo en Metro y si necesitaba mi madre ir a CU, el camión pasaba exactamente frente a nuestra casa, lo mismo de ida que de vuelta. El trabajo de papá estaba en la Ciudadela y el de mamá, en el Metro Juanacatlán.
Así que pobre y fea me encontró el estreno nacional de la ya mencionada telenovela que cambiaría cánones en la manera de adoctrinar juventudes y que dejaría autoestimas y vidas destrozadas por no encajar con el modelo que proponía... nada que no conozcamos en nuestros días.
La trama (ahora que me doy el tiempo para analizarla) en realidad no era algo fuera de este mundo, pero supongo que para mi generación aquello supuso una ruptura entre las comedias pesadas de señoras encopetadas y sufridas y la necesidad de ver actrices jóvenes viviendo cosas de jóvenes. En teoría...
No tardó mucho mi salón en infestarse con el virus  "Muchachitesco": de repente toooooodas las niñas (porque aún eramos niñas...¡estúpidas!) se sentían "Mónica" (La ricachona pero de buen corazón. Oye, no es su culpa haber nacido en cuna de oro, ¿ves?), "Isabel" (La amiga no tan rica pero lo suficientemente pudiente pa' poder ser amiga de "Mónica"),  o "Leticia" (La buenona ambiciosa) pero nunca "Elena" (La pobre. Hasta en el intro de la novela la pone comiendo tacos al pastor y tepache ¡parada!, mientras las otras disfrutan manjares o una comida en una fonda aún más decente), que eran los personajes de dicho culebrón. Toooodas comenzaron a vestirse como ellas (vestidos de lycra en colores neón, bikers de colores con blusas en corte "peplum", jeans con blusas de manga gitana, bolsitas tipo "sachet" de cadena larga) y tooooodas se sentían en el cielo al repasar los capítulos y sacar conclusiones sobre quién era quién.
Sobra decir que a mi tales cuestiones ni me iban ni me venían: me aburrían las telenovelas, yo prefería ver caricaturas o jugar (todavía) a la Barbies con mi amiga Katia pero, no podía estar fuera de la realidad por mucho tiempo, tarde o temprano me alcanzaba y pues ni modo, paría chayotes para poder encajar.
En una de esas, las amigas con las que me juntaba también comenzaron a replicar el fenómeno juvenil y pronto nos vimos inmersas en el dilema kantiano de "¿quién es quien?" en la trama.
Y al parecer, encontraron una manera salomónica (y de la cual Adam Smith estaría orgullosísimo) para decidir los personajes: ¿quién de nosotras tiene mucho dinero y quién es la más pobre?
Adivinen qué personaje me tocó...
Con un cuestionamiento que empezó con un "¿Quién tiene carro?" y que terminó con un "¿Cuánto ganan tus papás?" mi autoestima quedó impactada y maltrecha sin siquiera ser conciente de ello.
Yo, que jamás le había dado un valor al dinero (solo sabía que servía para hacerme de dulces y para escuchar a mis papás discutir por la ausencia de él), de repente me encontraba doblemente relegada, primero por mi falta de interés en la moda juvenil y segundo, por mi estatus económico.
Y aunque me gustaría escribir que esa situación (la de la novela, porque la de vida...uhhhhhhh) duró bien poco, lo cierto es que esa marginación me acompañó por el resto de mis días en dicho Colegio.
Para todo, estuviéramos jugando o no a la novela, era considerada como "Elena", mis "amigas" realmente comenzaron a cuestionarse si era siquiera necesario el dirigirme la palabra y peor aún, llegó un momento en el que consideraron divertido dejarme de hablar. Fue...triste.
A los once años (o a cualquier edad) el rechazo está cabrón. Es triste que nada de lo que tú consideras valioso lo sea para los demás.
Y me dolía ver que mis papás en realidad se esforzaran por darme lo mejor de ellos y que nada de eso tuviera una réplica en el mundo escolar en el que me movía. 
Mucho ballet, muchos scouts, muchos museos, mucha Feria del Libro, muchos conciertos de Tania Libertad... nada. Aquello no era tan impresionante como tener un carro, casa grande, viajes a Disneylandia y Nintendo.
No se qué me salvó de tirarme a un pozo, pero supongo que es algo que aún vive en mi ser y que no ha dejado que el mundo me haga añicos...
Escribo esto en un momento en el que el zapping de ayer hizo que me topara con el canal por donde pasan telenovelas viejas y casualmente transmitían "Muchachitas".
Me quedé viéndola un rato, lo suficiente para cuestionarme el cómo estoy educando a mis hijos, cómo los estoy preparando para la vida, qué les estoy dando económicamente hablando, qué aprendí de esa experiencia, y ¿saben de qué me di cuenta? jajaja, hasta me da risa: el mayor va a los scouts, a los dos los arrullé con Tania Libertad, la pasada Feria del Libro les compré muchos libros (¡y en francés!), Papita  tal vez preferirá el fut al ballet...
Se que triunfé en la vida porque a pesar de conocer la diferencia entre tener y no tener, yo elegí el camino del Ser..
Por lo pronto, seguiré echándome mis tacos al pastor con tepache por siempre jamás.




viernes, 20 de noviembre de 2015

CHILDREN OF THE REVOLUTION

De entrada, a mi la Revolución no me ha hecho justicia.
Yo recuerdo que lo único para lo que servía "celebrar" la Revolución Mexicana era para faltar a clases, cuando el día caía entre semana, o para asistir a Paseo de la Reforma a ver el desfile deportivo que año con año nos regalaba joyas como el ver a los trabajadores del Estado desfilando en pants horribles. Oso mil ver pasar a varios papás de amigos haciendo monadas con listones o globos, mientras la banda de guerra tocaba éxitos del ayer y hoy... militar. Punto extra en la vergüenza ajena cuando tu papá era el que desfilaba; bonus doble si lo veías y te saludaba, rompiendo la solemnidad de la formación...
Un día de mil novecientos ochenta y tantos, llegó mi papá, que en aquel entonces venía manejando lo que llamamos "el luk jipi", con una extraña sonrisa y una credencial que en primer plano mostraba su foto (con aquel look incomprensible) y unos colores: "ay miiiiira, son los colores de la bandera", y en vez del escudo, las letras en negro formando la sílaba "PRI"... órales, partido de la revolución industrial...¡qué diga, institucional!... chale, ¿mi papá era priísta?
Ese día, cuchicheando con mi mamá soltó frases como "...era necesario" y "empiezo el lunes..."; posteriormente me entretuvo mientras declamaba equis poesía, de la cual se me quedaron las siguientes frases: "...a donde vamos, todo es tan turbio. Es el mundo, es el mundo". Sucedía que para continuar en su chamaba (trabajaba en CONACyT), había que afiliarse a las juventudes priístas o alguna madre por el estilo, so pena de darle su trabajo "a alguien más capacitado". Pus el puro vacilón, la verdad, pero lo cierto es que a mi no me cuadraba que aquello tuviera el nombre de "revolución" en sus entrañas. ¿Acaso los señores bigotones que venían en las monografías y que según la excelsa información al reverso, eran bragados y hombres de verdad, también tenían cabida en dicho partido? Años después aprendí que no, que nada tenía que ver con nada y sin embargo, parecía que le debía más mi futuro al mentado PRI que a un Pancho Villa o a un Zapata. Una pena, lo se.
Aún sigo cuestionándome el por qué un partido político tiene agarrado de la cola a un país entero.
No me explico cómo es posible que mis hijos estén viviendo igual o peor que yo. Peor, porque al menos yo recuerdo haber pisado una clínica del ISSSTE o del IMSS en mi vida; mis hijitos no. Y aunque muero por decir "gracias a Dios", lo cierto es que si no lo han hecho es porque  no tenemos derecho a la salud, como todos los que gozan de un trabajo amparado por el Estado (que de repente ahí mismo se petatee el mero mero director de dicha institución, bueeeeno, ese es otra onda), asi que debemos pagar muchos pesitos para que les receten un mejoralito *Justo en la División del Norte.
Entonces, la Revolución Mexicana, ¿verdad?... pues sí, creo que vivimos fuera de todo contexto histórico, social, político. La historia que nos hacían repetir como loros en la escuela se ha ido diluyendo hasta perderse en el marasmo de la indiferencia y la desinformación (¡con decirles que hasta feisbuk nos conminaba a celebrar el día de la revolución el lunes 17 de noviembre!) y el espíritu que alguna vez inflamó los corazones en "la bola" parece que huyó hacia regiones más aciagas.
Y nada, aquí seguro seguiremos peleando por ver quien adoctrina mejor en redes sociales o quién puso la mejor rola, la mejor foto, la mejor frase chistosa de algún simio que poco tendrá que ver con nuestra idiosincracia, pero que amablemente nos distraerá de ella.
Las luchas que libramos son las de mostrar nuestro escarnio por aquellos que se conmueven por tragedias ocurridas a mil kilómetros de aquí, o por repudiar los sentimientos de otros, que sencillamente sufren por el sufrimiento en si. Aplausos para todos, tenemos lo que nos merecemos, ¿o no?
Y si alguien se considera totalmente exitoso en la vida, felicidades; a esa persona sí que le hizo justicia la Revolución. Namás no se olviden de los pobres, no hay que ser...
Seguirá la vida como hasta ahora, con muchas desigualdades y peleas de cantina. Seguiremos defendiendo lo que queda de identidad nacional en alguno que otro blog de pacotilla y en cuanta red social se nos atraviese. Seguiremos mostrando la indiferencia ante la razón pura, porque sencillamente eso era lo que querían nuestros padres revolucionarios: "que mis hijos no padezcan lo que yo padecí".
Estense tranquilos, villistas, zapatistas, huertistas, carrancistas: hoy todos somos uno y no sufrimos. Tenemos internet y una estación del metro para conmemorarlos.
Feliz viernes, queridos revolucionarios menos cinco lectores de siempre.


viernes, 13 de noviembre de 2015

FRANCIA Y LO QUE NO ES JUSTO.

A Francia me ligan menos cosas de las que yo en realidad quisiera.
Nunca me enamoré bajo la luz rosada de sus atardeceres parisinos ni me propusieron matrimonio a las orillas del Sena. Mis perfumes favoritos no vienen de 31 rue Cambon y obviamente mis hijos no vinieron vía cigüeña desde París... pero mi historia y la de media humanidad (y eso es un cálculo muuuuy somero) tiene una deuda grande con Francia: libertad de expresión.
El día de hoy éste Blog estaba dedicado a la Feria del Libro (que irónicamente está dedicada a Francia) pero como señal de respeto hacia los acontecimientos que viven en estos precisos momentos, dejaré esta imagen aquí.
Encierra todo aquello que no está bien, no solo en Francia sino en el mundo. Donde creo que somos más las personas que queremos un mejor lugar para vivir...

viernes, 6 de noviembre de 2015

PRONÓSTICO: NUBOSIDAD A LA BAJA...

Dicen que bloggear no es literatura, ¡ni siquiera es escribir! ¿Ah si?, pues "¡poesía no eres tú!"
*Justo en tus ocho años de fósil en Filos, ¿eh?
Anyway, despues de esta bravata al estilo "qué te importa, come torta con tu hermana la gordota", procedo a sorber café, quemarme la lengua, maldecir y finalmente teclear que:
...je, no encuentro mis notas con los temas que pensaba analizar... *cara de mensa.
Pues es que ¡oigan!, aquí en mi escritorio me vienen a botar desde calcetines sucios hasta la maleta de natación ¡y eso me revienta! Mi escritorio es un lugar sagrado, es el templo donde viven los numina que me inspiran para escribir cada semana (CADA SEMANA, dije) y que lo traten con tan poca consideración es como si a mi me estuvieran diciendo: "no eres importante, ¡sírvenos más sopa!" (ay, solo por escribirlo me dieron ganas de chillar).
En fin, ya crecerán estos cab...ezones y entenderán muchas cosas (¡síiiiii, Evita, me arrepieeeento de haber sido mala hijaaaa!)
¿En qué ando?, se estarán preguntando... bueno, es de todos conocido que estas semanas no he andado  muy animada; hasta las Catrinas que salieron el día 1 y 2 de Noviembre andaban con más "vida" que yo y no ayuda mucho el que mi consorte esté tomando los cursos (¡MIS AMADOS CURSOS!) de Escuela para Padres y ahora se sienta como una mezcla de Chris Gardner y Bryan Mills, mientras yo me quedo viendo Telecinco y practicando el acento andaluz en una clara (¡clarísima) actitud de rebeldía, con todo y portazo e ida a la cama sin cenar.
Es tan triste decirlo pero tengo envidia de la postura privilegiada que vive ahorita Marmota...pipipi.
Para empezar, se está poniéndo buenísimo en el gimnasio; cada día entrena tres horas y su disciplina es verdaderamente admirable. Llega a casa y en lugar de jambarse unos huevitos con jamón o unos sopes o un plato de birria (bueno, tampoco es que se desayune así en mi casa; tampoco es que yo sea de mucho cocinar), se come sus pescados, su arroz salvaje, sus lechugas (con caracol), sus ejotes y pepinos y pian pianito, toma DOS litros de agua sin gestos. Es un héroe, me cae.
Por si eso fuera poco, está orientando sus baterías hacia el desarrollo humano y entonces todos andamos ya muy oshsos, muy dalailamescos y así. No fuma, no bebe, lleva al crío a la escuela, al fútbol, a los Scouts, a los partidos y por si eso fuera poco, se ha tatuado MI BELLO ROSTRO en el área donde se encuentra el flexor cubital del carpo...¡O sea, es un amor!
Pero... una que es envidiosa... una que siempre quiere más... una que sufre de distimia, pues.
Así que, generoso como es mi viejo, habló conmigo seriamente y dijo: "Gato, te ves del nabo, tu cabello se cae a pedazos, tu rostro ha perdido juventud y tus neuronas están muriendo de inanición. Es momento que hagas lo que en verdad deseas, yo te apoyo. Sírve sopa.". Claro, no con esas palabras ni de golpe pero esa era la idea: primero me animó a cortarme y pintarme el pelo; luego me dejó "al descuido" un flyer de un Spa con masajes holísticos y cavitación (cualquieeeeeer mamada que eso signifique y perdonen de antemano mi francés), más tarde me comenzó a enumerar mis cualidades y mis habilidades con la gente ("sabes escuchar, tienes intuición, tienes empatía con los demás...siempre te ven la cara de buena gente pero bueno, eso es otra onda") y cuando ya vio que bajaba la guardia, que dejé de mostrar los dientes y mi pelo dejó de erizarse, me dijo cariñosamente: "¿te apetece desbloquearte, cambiar de carrera y tener un nuevo futuro?"... *Aquí se escuchan los ángeles (y no precisamente azules) cantando celestialmente: ...aaaaleluuuuyaaaaamo su inocencia -¡17 años!- amos sus errores -¡17 años!-... jajaja, me acordé de ti, Bere *carita feliz)
Pos bueno, ya con la posibilidad de salir de casa, manque sea para tomar un curso de filatelia nepalí moderna, me había hecho el día, pero con una propuesta de ese calibre... simplemente no se que decir.
Vale decir que probablemente necesite un coach que me motive a tomar mi certificación como Coach (ironías de la vida) y me quite todo este miedo, todas las dudas, todos los obstáculos mentales y todas mis artimañas saboteadoras que me conozco.
Pero a pesar de ello y quizás lo más valioso de toda esta historia es el contexto en el que esto está sucediendo y precisamente tiene que ver con el hecho de vivir en pareja: es el saber que en casa hay alguien que me ha observado y ha decidido dar el primer paso para motivarme a salir de mi encierro...(¡Bueno, algunos maridos "animan" a sus esposas con diamantes y cruceros; el mío me manda a estudiar!)
 La historia de Gato y Marmota da para muchos volúmenes y no todos son amorosos, ni adorables, ni felices. Nuestra historia personal está llena de muchos desencuentros y sinsabores, pleitos y también de dolor... no hay pareja perfecta y el matrimonio no siempre es eso que tan bien actúa Sarah Jessica Simpson (¿o cómo chingados se llama?) en sus películas. Pero lo chido es saber recomponer el camino, valorar a tu partner y seguir adelante... Gracias, Marmota (aunque gruña porque te vas a tus -mis- cursitos y ahora tú seas the Teacher's pet u.u).
Pos bueno, esto apenas empieza... estoy en la etapa en la que ya pasó la emoción y me enfrento a la procrastinación PERO con los métodos que acá empleamos para motivarnos, se que pronto les estaré comentando otras cosas igual de agradables y hasta esté experimentando con ustedes, mis queridos menos cinco coacheables lectores de siempre...
Por lo pronto, gocemos con el simple hecho de sentir el jugo de la mandarina inundando nuestros labios...
¡Feliz Viernes!
"....¡¡Aargh!!, ¿de quién es y qué chingaos hace éste maldíto chupón en mi escritorio!"
El paraíso... *suspiro.