viernes, 30 de agosto de 2013

REPROBANDO/APROBANDO EN LA VIDA

Señores y Señoras... están a punto de presenciar el desplome de un alma que muere de sueño, de desesperación por acumular ideas que no llegan al papel (¡Y menos a La Gatería!); un alma a la que el café ya no le sabe como antes, ni las flores le colman el olfato, ni... si. Ha sido una semana cansada: el regreso a la escuela del Matius, horarios de oficina del marido bastante "cuestionables", hormonas vueltas serial killers... ¡nada que cualquier mujercita no pueda soportar/solucionar! (Pero yo no soy cualquiera... tu sais!)

...
Bueno, ya. Basta de quejicosis y vamos a entrarle a la materia.
¿Cómo están, queridos menos cinco olvidados lectores de siempre? ¿Cuántas horas los han tenido secuestrados en el auto los maistros protestantes? Ayyyy, qué cosas...
El día de hoy les voy a platicar algo muy feo, manitos, porque ustedes son bien a todo dar y se chutan toda las dosis de sinsentido que me da por escribir (¿Ya ven? Les dije que se mocharan con su cooperación para mi curso de "lectura y redacción" del Instituto Patrulla.)
Whatever. Lo que les quiero platicar tiene que ver con la escuela; es más, es tan importante en mi carrera que, sin dicha experiencia, hagan de cuenta que ni siquiera tendría una foto panorámica donde visto toga y birrete, en el estudio de la casa de mis papás. ¡Así de fuerte es esto, chihuahuas!
Resulta que cuando cursé el 1° año de prepa, en vez de entrar a la clase de Física, mi amiga Alejandra y yo preferíamos asistir a la cata de tortas, gorditas, tamales y cuánta mugre vendían afuera de la escuela. Es que ¿quién puede pensar en Copérnico y sus "tarugadas" cuando se tiene el estómago -sospechosamente- vacío? (Aparte el maestro parecía zombie viviente, era medio misógino y su método de enseñanza no le pedía nada al del régimen comunista en Rumania)
Total que tronamos impunemente Física (entre otras materias, la neta) y por tal cosa mis padres mandáronme a "regularizar" a un supuesto "Colegio de Matemáticas", cercano al Metro Viaducto y a los tacos del mismo nombre.
Pues nada, que pasé la semana de "regularización" en la inopia total y cuando presento mi extra... obvio, no lo pasé.
Hubieron de pasar 3 años (porque han de saber que repetí 5° de prepa) y cuatro novios para que lo aprobara, y no obstante que la 1° vez no lo pasé, me seguían mandando al mentado colegio "a ver si por obra del Maligno se le pegaba algo, Netza*, es que la niña, más que nada..." y yo, ps sí asistía, pero la verdad es que nada se me pegaba porque no tenía ni idea de qué carambas era la suma de vectores. Es que hasta en ese curso tenía mi pandilla y echábamos mucho relajo. Me declaro culpable de que el profesor me alucinara y no quisiera verme de nuevo en su salón. 
Pues bueno, como no hay mal que dure cien años, al fin la máxima deidad existente se apiadó de mi y puso en mi camino a dos ángeles (igual de burros que yo) que parecían discutir sobre quién cargaba en su "mocla" unas hojas bastante sospechosas.
Dichas hojas resultaron ser ... ¡el extra de Física!
Comprometiendo mi honra y mi buen nombre les lloré, les rogué que para que por fis-por fis me dejaran sacarle copias.
Al principio dijeron que nel, pero yo creo que ya me estaba poniendo muy intensa que seguro pensaron "Mejor se lo prestamos, no vaya a ir de bocona a delatarnos". Yo les aseguré que no los delataría, que lo necesitaba únicamente para aprender a hacer los ejercicios, no fueran ingenuos, las respuestas ni venían.
Que al fin y al quepo a mi todavía me quedaba una clase en el mentado Colegio de Mate y yo ya iba en camino.
Cuando llegué al salón el profe estuvo a punto de sacarme de ahí, pero igual apliqué la aturdidora "porfis-porfis" (y a los 17 años supe que con eso haría lo que quisiera con los hombres...) y no tuvo más opción que la de ceder.
A regañadientes me enseñó a hacer los ejercicios del exámen y ahí nos dimos cuenta que los PUTOS (perdón, de veras perdón por el bold) exámenes extraordinarios de la Prepa #4 de la UNAM estaban MAL, pues al comprobar la respuesta con las opciones que venían, NINGUNA era la correcta. Y de varias, ¿eh?
El complot quedaba descubierto: la segunda causa de Fosilización en la UNAM eran los extras amañados (la primera, ya lo dije, es tirar la hueva), pero como en ese momento no interesaba descubrir misterios ni hacerme la activista (lo importante era pasar esa maldíta materia para poder largarme a la Universidad) no hice más que presentar mi extra. 
El cual pasé con 7. ¡Aplausos!
Lo primero que hice fue marcarle a mi papá, para decirle (y agradecerle) que ya había pasado el f*ck'n extra, lo demás... ya no me acuerdo.
Al recogerme en la escuela, su escolta me felicitó timidamente "Ay señorita, qué bueno que ya pasó su exámen, su papá estaba muy contento..." y ello me dió mucha pena. O sea, qué oso ser felicitada por lo que debió ser mi obligación desde un principio, ¿verdad?
En fin, la vida aún tenía muchas lecciones que darme y yo por mientras, agradecí mentalmente al par de bribones que me proporcionaron el exámen. No se si lo hayan pasado, ojalá que si. Y por si las dudas, en mi discurso de agradecimiento, los tuve muy presentes pues sin ellos, doña Blasita no estaría viniendo de su pueblo cada quince días a preguntarme si "¿ya salió mi asunto, abogada?".
Yo le digo que me llame, pero ella insiste en traerme tortillas hechas a mano...
Y yo lo agradezco.
Feliz Viernes, mis amores.






*Apócope del nombre de mi papá.

miércoles, 14 de agosto de 2013

FOCUS, DAMMIT!

'Pongan ustedes que yo estoy a su disposición y no me quejo; 'pongan ustedes que cumplo antojos y enderezo jorobados; 'pongan ustedes que hoy es viernes y que La Gatería sale hoy, para beneplácito de todos (aunque en el fondo ustedes y yo, mis queridos menos cinco lectores de siempre, sabemos que nos estamos contando unas mentirotas re sabrosas) y 'pongan ustedes que no traigo una sobredosis de cafeína que me hace estar haciendo tacatacatacataca en medio de la noche, mientras marido, niño y gato duermen, lo que viene siendo, el sueño de los justos.
Y ya que nos acomodamos re bonito en nuestros respectivos sillones y estamos en éste trueque de vacilón, déjense envolver por los inciensos de la noche y disfruten brevemente mis dislates de "miércoles" (literal)
Resulta ser que desde hace casi un mes me los ando trayendo en ascuas (a ustedes, queriditos, ¿a quién más si no? ¿Ya se van a empezar a hacer los desentendidos?) con el asunto de "grandes cambios, grandes decisiones" y la verdad es que ya chole y qué hueva que nada más los ande calentando y no los meta a bañar. 
La cosa está así; un día llegó la Marmota a casa y me dijo que ya era MI hora de retomar mis sueños before Matius y que "órales, llégale a tu mero antojo". 'Tonces yo, previa chilladera de agradecimiento, enfilé mis pasitos hacia Casa Lamm, porque a mis CASI 33 años ya iba siendo hora de que alguien se apiadara de ustedes, queridos -5, y me diera unas buenas (necesarias, impostergables) clases de escritura. Digo, se que nos queremos mucho pero, estoy consciente que aquí parece más la Nota Roja, (por aquello de que destrozo la sintáxis sin pudor) que la columna de "Pregúntale a Chuchi". Un verdadero horror.
Pero...los caminos de la vida no son como yo pensaba, como dice la canción.
La practicidad (y el varo) me llevan por otros lados y... *pausa para contener un sollozo* ... es difícil darse cuenta que la vida a veces sí es "Enchílame otra gorda" y todo es felicidad y "en veces", también es un sendero plagado de "demoradores", ente imaginario al que comparo con los topes de Ciudad Universitaria: infranqueables.
Por eso mejor me tomé un respiro; agradecí la oportunidad que se me presentaba y preferí dejarla pasar.
No me arrepiento de volver a pausar el leitmotiv de mi vida, la mía-mía. Yo se que sólo es una estación de paso, un momento de calma y aprendizaje, una prueba de paciencia, resistencia y madurez.
Si a los 33 años tengo la certeza de lo que quiero hacer de cierto punto en adelante, creo que la llevo de gane.
Preocúpense cuando llegue un día a sus pantallas y les espete un "HASTA SIEMPRE"...
¡Preocúpense, les digo!
...
*pos'estos...
AVISOS PARROQUIALES:
Por motivos conocidos no felicité a mi amiga Laura P. en su cumpleaños. Manazo para mi por tan imperdonable crimen y un abrazo y felicitación llena de cariño para ella, fiel menos una lectora de siempre.

¡Ya, pues!

miércoles, 7 de agosto de 2013

I'm a chilanga in Queretarou...

¿Qué onda, guapos? ¿Cómo me los trata la Ciudad de México?
En estos momentos me encuentro tomando unas merecidas vacaciones; no más "apúrate, niño que no llegamos" ni "¡¿otro gasolinazo!?, pero si la Magna cuesta igual que la Premium"...
Ando en Querétaro, ciudad colonial que siempre me recibe por estas fechas con cierto temor, cierta cautela pues, en el lapso de casi 20 años, me ha visto ir y venir rompiéndo corazones, esquemas, reglas del buen decir, del bien portarse y hasta una que otra regla de tránsito (¿por qué los chilangos seguimos manejando como si estuviéramos en Periférico en hora pico, aunque estemos circulando por el tranquilo Boulevard Bernardo Quintana?)
En fin, que aquí me tienen y estoy feliz de sentirme consentida, apapachada y chuleada en cuanta plaza me paro... ok, ok, no, la verdad es que mi toque ligador se ha ido perdiendo, pero... se vale soñar, ¿no?

Y bueno, les prometo que en cuanto regrese a casa, volveré a tocar los temas que nos gustan a tod@s, sólo será cuestión de irse haciendo a la idea de que en casa me están esperando una Marmota algo enojada, una gata Peluss medio abandonada y una fila INTERMINABLE de pendientes que aguardan pronta solución.
La vida, pues, que no entiende que todo, absolutamente todo debería ser una contínua vacación...
¡Nos leemos pronto, mis queridos menos cinco vacacioneros lectores de siempre!

jueves, 1 de agosto de 2013

REGAÑO SEMANAL.

Cuando uno se encuentra mal -de la cabeza y del cuerpecito en general-, difícilmente la vida pasa por aburrida.
Se vive en una emocionante especie de montaña rusa y ¡cielos! los que viven a nuestro lado también se trepan en ella.
Eso no está padre, no cuando las subidas y las bajadas parecen ser sopita diaria en el menú emocional.
Generalmente mis menos cinco lectores de siempre andamos en un rango de edad en el que se SUPONE, ya nos conocemos al derecho y al revés.
Esto es, que ya sabemos de antemano que si nos aprietan tal o cual botón, reaccionaremos de cierta manera y por ello, sabemos todo el trámite que sigue a dichas reacciones.
Pues bueno, nosotros lo sabemos ¿y qué pasa cuando ya nos han tomado la medida? Pues que entonces nada nos parece. Porque si ya le quitan la emoción al asunto, si ya saben de qué va el truquito de "me tiro para que me levantes", el de "no tengo nada (pregúntamelo diez veces y a la onceava, TAL VEZ te diga lo que me pasa)" o mi favorito, el "¿que de qué?", entonces la montaña rusa se convierte en un paseo en pony.
Y así ya no sale, jóven.
¿Por qué los seres humanos hemos desarrollado tales mecanismos de existencia?, ¿acaso vinieron con la evolución?, ¿todos seremos iguales?
Podemos pensar que estos mecanismos existenciales son una manera de suplir la falta de habilidades que nos brinden calidad de vida.
Así, la fallida habilidad de comunicación se camuflajea mediante una pelea colosal en el carro, cuando tu acompañante te pregunta inocentemente un: "Cuchi, ¿tienes calor?" y tu, instalada en pantera, le respondes con un "¿y tú qué crees, engendro de satán, que éstas chapitas son producto de mi rubor? ¡Pon el clima, no seas tarado!" ... ¡O sea, cálmate!
O que tal que ante tu falta evidente de habilidad para  procurarte un gusto, un capricho, empiezas a mutar en un ser callado, que sólo responde con "mmmj's" cada vez que se te cuestiona, pensando que cómo es posible que nadie pueda leerte la mente y darte eso que justamente estás anhelando. Así no se puede.
Y claro, estas situaciones desatan verdaderas hecatombes y resultado: todos están trepados en tu carrito emocional, sin siquiera haber comprado boleto.
Que feo, ya bájense todos ¿no?.
Si ya sabemos que somos como somos, más vale irle midiendo el agua a los elotes, irse conociendo a profundidad y hacer el esfuerzo sobrehumano de cambiar, porque a ningún lado conducen estas montañas rusas emocionales... bueno, si: ¡al mismísimo infierno!
Y si ustedes quieren dejar de sufrir, antes de que se peguen un tiro, mejor péguense esto en la cabeza: cada uno con sus humores, cada uno con sus consecuencias.
¡Y se me callan!