viernes, 29 de agosto de 2014

Nostalgia Tramposa

Anoche me encontraba viendo "La Hija del Caníbal", entre la duermevela y las tardías actualizaciones a mi perfil de Facebook; entre la nostalgia de 1988 con el descubrimiento de un blog dedicado a los libros de texto gratuitos de la SEP de los Ochenta y la nostalgia del año 2003, antes de la transformación definitiva de la Ciudad de México y de mis circunstancias.
He hablado hasta marearlos de la añoranza, le he dedicado muchas entradas a todo tipo de nostalgia: la que me da por recordar momentos de mi infancia, la que me alcanza cuando me acuerdo de mis ene mil novios, la que se esconde de mi porque ya sabe cómo me pongo cuando me da por acordarme del Matius cuando bebé, etc.
 Que es una batalla sin cuartel y sin final, pues.
Lo curioso es que el sentimiento que ayer tuve al ver la peli (y que les juro, no eran sensaciones lúbricas por Kuno -my love- Becker) era muy extraño; era la nostalgia por una vida que tuve pero que en realidad no tengo por no llegar a la edad específica. Fue sentir la nostalgia de los cuarenta, en MIS plenos treinta. Quien ha leído el libro -o bueeeeno, visto la peli con Cecilia Roth- sabrá que la historia va de una mujer a la que el marido se le pierde en pleno baño del aeropuerto y lo que sigue es la "búsqueda implacable" del mismo, solo que en vez de contar con equipo S.W.A.T. y pistas dadas por informantes de la CIA, sus compañeros son un jóven idealista y un adulto en plenitud bastante aguerrido. Durante el viaje -en el que tal vez encuentre o no a su marido- se reencontrará con ella misma, la vida que solía gustarle y la manera de ser tan suya que fue mutando con el tiempo y las condiciones azarosas... ¡en verdad que no se por qué me siento tan nostálgica...!
Sentí eso y luego me acosté a dormir, soñé que se me caían los dientes -completitos- y luego sonó la alarma para llevar al Matius al colegio...
***
Cuando no me camina la ardilla, ps no me camina y por más que quiera "introspectar" lo que me pasa, sucede que caigo en la trampa de la nostalgia. ¡Es una lata!
So, haciendo un recuento de anoche y de lo que me movió "La hija del caníbal" es que he decidido hacer una lista de las cosas que extraño en mi vida y que no están más. Todo ello para exorcizar a esa vieja conocida que a veces no me deja estar en paz.
*El depa de Insurgentes Centro: con su fachada decadente e interiores acogedores; con sus techos altos y pisos de madera. Con su cocina pequeña y los azulejos a la española :(
*La colonia Tabacalera: con su aire a porfiriato venido a menos, con alguna que otra fachada art decó y tantísima historia cultural que sin darse uno cuenta, se le queda pegada a las escamas de la memoria :(
*La ciudad de México sin los segundos pisos, sin tanto puente, desvío, cambio de sentido; cuando la vialidad era igual de imposible pero con respeto a la arquitectura de paisaje. O algo parecido :(
*Taxco en 2002 y Lupe de Bronco en el video de Kinky, con su traje luminosito: Whithout explanation. (Por cierto, fecha en la que léi el libro y luego vi la película por primera vez)
*Rosario Castellanos me da nostalgia y no se a bien cómo explicarlo :(
*La biblioteca de la ESANS: por tantos libros que se me quedaron por leer :(
*El disco "Euforia", de Fito Páez: todos y cada uno de sus tracks. En especial, Tus regalos deberían de llegar
...
Es curioso... queriendo exorcizar todas las cosas que me dan nostalgia, llevo cuarenta minutos sin acordarme de otras... lo que reforza mi teoría que la Nostalgia ¡es tramposa! Aparece cuando menos la esperas para engañarte y hacerte caer en sus garras, juzga deleznable tu vida presente y envenena con sus vapores de que tiempos pasados fueron mejores. Bah!

Pasaré de largo este viernes (que a veces me provoca acordarme de los tacos al pastor de la esquina de Edison), esperando que este impasse transcurra rápidamente.
With a little help of my friends...



viernes, 22 de agosto de 2014

DREAM ON, DREAM ON...

Soñando espero al hombre que quiero...
Los sueños que se sueñan mientras se duerme (no tan) tranquilamente, acostados en la cama, con un gato encima (o algún otro animal) son estrictos impulsos cerebrales que develan nuestro inconsciente.
Es una verdad científica incuestionable y ni siquiera me tomaré la molestia de investigar en la güikipedia para -al menos- cerciorarme de no estar metiendo la pata con mi afirmación.
Así, mientras me encontraba leyendo ávidamente los libros de Camilla Läckberg mi inconsciente se proyectaba en sueños, dándome pistas para hallar al asesino, hablándoles de "tú" a los personajes, ninguneándo al comandante de la policía y hasta paseando por los lugares del crímen, previamente descritos. Todo ello aderezado por mis potentes ronquidos que me han costado varias veces ser removida de mi lecho nupcial para ser injustamente desterrada al couch de la sala...Bah!
O como hoy, que al ser las 07:25 a.m. y después de depositar correctamente al Matius en su escuela, tuve a bien retomar ese asunto interrumpido a las 05:45 a.m. De tal forma que soñé y soñé con un mercado sobre ruedas donde me esperaban las Marmotas comiendo sendos coctéles de abulón y camarones, con chile habanero picado y una salsa bruja de rechupete y que luchaba contra una silla que no me dejaba acercarme a ellos. No podía llegar hasta ellos, la gente, las mesas, los puestos me lo impedían hasta que desperté y supe que: 1) en efecto, moría de hambre pues me pasé de tueste con la siesta, y 2) el "estorbo" que me impedía pasar era ni más ni menos que la Peluss que dormía encima de mi (con lo que comprobamos la existencia del sueño físico)
Pero tanto mambo jambo previo no es para platicarles que ronco ni que tomo siestas después de dejar a mi hijito hermoso, pues ambas cosas las saben de sobra.
El asunto aquí es que los sueños al ser proyecciones nos invitan a detenernos en ellos y revisarlos como si fueran documental de secundaria. Es decir, que quien sueña con grandes logros, deberá analizar sus expectativas, quien sueña con pantanos y parajes sinuosos deberá cuestionarse sus acciones y quien sueña con un mar en calma debería prestarme dinero.
Es muy agradable soñar con lugares donde no hemos estado, con personas que hemos dejado de ver y también con situaciones que del diario no son afortunadas. Pero debemos recordar que sólo son chispazos de nuestro ser, que no necesariamente los tomaremos al pie de la letra pues su función es hacer que nuestra alma repose, aprenda, genere, se ilumine o le baje de intensidad.
En los sueños también se viven las situaciones idílicas que ya no están en nuestras manos resolver; es donde se juntan todos los "hubieras" de nuestra vida y donde el festín de remordimientos, culpas y jubileos se dan cita para atormentar a quienes los sueñan. Pensemos que eso no es la vida, que nuestro despertar tal vez no sea tan dorado ni tan idílico como en los sueños pero que justamente por eso es que pasamos más tiempo despiertos que dormidos.
Habrá dolores que querramos adormecer, desaparecer y tal vez enterrar en el inconsciente, habrá situaciones que nos desalienten y nos hagan pensar en sueños de opio... finalmente la realidad se impone con su luz y nosotros, topos asustados, ¿qué vamos a hacer?
Simplemente despertar y seguir adelante, con nuestros sueños -y enseñanzas- a cuestas, tratando de ser felices día a día.
Tal como lo somos en sueños.
Feliz viernes, chaparrit@s.




viernes, 15 de agosto de 2014

I will survive...or not!

Hace miles de años  -específicamente en la prehistoria de mi historia- viví una desilusión amorosa que me tiró todos los dientes. Cañón,  la verdad.
Resulta que por las épocas huelguistas de la UNAM y en la incertidumbre de "¿estudiaré o no estudiaré? ", entré al negocio del pollo, pa' que me entiendan: al KFC.
Mi vida transcurrió entre cajas de receta secreta, tardes de bisquets y quemadas con el aceite hirviendo, amén de atener a la gente que siempre pedían "chiles en vinagre" cuando ordenaban sus paquetes. Una cosa bien bonita, muy cultural, muy intelectual,  muy de onda.
¿Y en qué se entretenía la muchachada que trabajámos ahí?  Pues ni más ni menos que buscarse un novio que hiciera más llevaderas las mañanas,  las tardes y las noches. Alguien que nos alegrara el ojo mientras contábamos piezas de pollo o dinero, alguien que nos sacara a pasear en nuestro día de asueto (de lunes a jueves, porque no había descansos los fines de semana)
De tal suerte que el destino me presentó a ....hummm... ¿diré su nombre real?....ha pasado mucho tiempo...
¡Pues que conocí a Israel y que nos emparejamos de inmediato,  tíos!
Supuestamente duramos "5 meses", en términos prácticos yo creo que fuimos novios como 15 dias pues el tiempo que estuvimos juntos era escaso y de pésima calidad. Yo lo idolatraba y él aparentaba mostrar afecto por mi; sepa la bola cuáles hayan sido sus sentimientos. Si los tuvo, se ocupó de esconderlos muy bien. Aun así yo disfruté de mi infatuation laboral y fui feliz.
Pasó el tiempo y la UNAM se aventó la puntad de impartir clases extramuros; miles de universitarios regresamos a clases en colegios y tabernas que nos dieron posada, el ambiente estaba enrarecido por la duda de si aquellos estudios serían válidos.  Yo me debatía entre estudiar para ser "alguien en la vida" o seguir vendiendo pollo para ser "alguien en la vida de otra persona". Como soy bien indecisa,  elegí las dos opciones y ahí me tienen,  trabajando en Villa Coapa por las mañanas y saliendo como thor-pedo hacia la hermana República de Ecatepunk para tomar apuntes incomprensibles de Derechos Romano (¡Es que el ius abutendi  no es lo mío,  chicos!)
Ante tamaños malabares cotidianos y falta de maña y/o experiencia en la vida, resulta que mi vida se volvió caos -as usual-, de tal suerte que a fines de semestre terminé con 2 materias reprobadas y un corazón MUY roto.
No se cómo sucedió pero el tal Israel me cortó... ¡me tronó!... ¡a mi, la mujercita más hermosa, más graciosa, más simpática y modesta del mundo!
¡Cielos! En la escuela no te enseñan a superar esto (ni nada)
El mundo se detuvo, mi corazón se detuvo; aquello era increíble: algo impedía que respirara de manera normal, que pensara de manera adecuada. Cuando dicen que te rompen el corazón en realidad es cierto, físicamente puedes sentir ese dolor entre tus costillas.
Lloré como nunca lo hice y nunca lo volví a hacer. Se me secaron los ojos, se me perdió el color y el rumbo de mi vida.
A la distancia y con los años que me quedan por vivir puedo asegurar que en realidad yo no tenia una meta clara en la vida, que no quería asumir el control de la misma y que por ello me aboqué a una relación como si ello fuera a darme y llenarme de lo que yo misma debía darme y llenarme. La trampa del corazón roto, queridos menos cinco rompecorazones lectores de siempre.
Y bueno, debo agregar que por aquellos años la canción que usé como himno de batalla es la que hasta la fecha se sigue usando cuando alguien decide irse de tu lado: Gloria Gaynor, Cake y yo nos curamos la resaca amorosa jurando que "I've got all my life to live, I've got all my love to give and I'll survive...I will surviveeee!"
Y asi, fin! (como dice Kry)
El resto ya lo saben: años de terapia, la escuela, los amigos, el amor de nuevo, el desamor,  el amor -again-, el trabajo, el ius abutendi y el Matius...
De esa esa época me queda de recuerdo mi gusto por la música disco, mi amor propio y una enorme aversión a la receta secreta.... ok, ok, QUISIERA tenerle aversión al KFC pero me sigue encantando,  inexplicablemente...
Se que el mundo vive un periodo de desencanto y falta de esperanza, se que a veces parece que la espiral del desaliento no tiene fin y que uno quisiera encontrar la receta para aliviar el desazón de su vida de manera rápida y eficaz, que no duela, que no se sienta el hueco.
No hay en si un remedio mágico; no hay palabras, libro o secta que resane lo que indudablemente se encuentra roto.
Simplemente hay un atisbo de conciencia, un haz de luz que nos empuja a pedir ayuda y una ligera esperanza de saber aceptarla.
Yo sentí que no había mas allá de mi dolor y en el camino del desaliento me perdí a mi misma. No supe pedir ayuda y me metí en muchos problemas gratis.
De todos los despojos y retazos de mi ser quedó un poquito de sentido común y ello me salvó.
Ese trocito mío es lo que día a día me hace cantar "Yeah, I will survive"...
Feliz viernes (o lo que queda de él), queriditos.




viernes, 1 de agosto de 2014

I am Sam...antha.

Mientras el Matius se encuentra mareando a sus abuelos en el auto, camino al Acuario del Hombre Más Rico Del Mundo Mundial y la Peluss se encuentra enterrada en los escombros debajo de mi cama, durmiendo la siesta, yo no se dónde carambas poner mi cabeza que está a punto de estallar... ¡es mi cruz por estar siempre de protestona y berrinchuda!
Pero bueno, al mal tiempo buena cara y como dice mi comadrita: "No se es menos por quejarse, pero sí por no actuar en consecuencia", será mejor que disponga todo mi ánimo para escribirles a gusto.
Resulta que vino mi prima Lluvia de vacaciones a mi casa y reímos y lloramos, como hasta hacía mucho no lo hacíamos, recordando momentos como el hecho que, cuando eramos niñas, al jugar nos cambiábamos el nombre y yo siempre escogía el de "Samantha Fox"...
Ok, escrito suena peor de lo que es.
Well... 
¿Qué busca un niñ@ al momento del juego? Según teorías montessorianas y jungianas (éstas últimas, harto cuestionables pues según yo, lo que menos le importaba a Jung eran l@s niñ@s) el juego es un espacio donde el niño descansa de sus inquietudes diarias y las resuelve mediante diferentes actividades que le proporcionan placer; también en el juego el niño explora el mundo de los grandes sin que éstos estén presentes. A resumidas cuentas, el juego es algo chido que ayuda al niño a crecer y desarrollar su personalidad.
Por ello, cuando mi prima me recordó que al jugar a la casita, a la escuelita, a las mamás o a las secretarias, mi nombre "artístico" era el de Samantha Fox (con todo y apellido, caray), "ahoy" me pregunto, ¿de dónde %&#$ saqué dicho nombre? ¿Cómo es que una pibeta de siete-ocho años fue capaz de inventarse tal nombre? Seguramente lo escuché en la tele, o lo leí en alguna revista "Cosmo" que mi mamá me escondía para que no las leyera (¿mi mamá era una "Chica Cosmo"? Ok, too much information for today!)
Gugleando ávidamente (actividad que siempre realizo cuando mi memoria me traiciona) me topo con imágenes de la tal "Samantha Fox" y cuál va siendo mi sorpresa cuando lo que leo (¡y veo, oh cielos, mis ojos me sangran!) son fotos de una pechugoncita ochentera, que lo mismo le daba cantar "Touch me" que retratarse sobre una moto en topless, mientras el viento sacudía su melena rubia platinada...
O sea que, si la teoría del juego es cierta, lo que yo aspiraba en ese momento de mi niñez era a convertirme en una pechugoncita rubia, con aires rebeldes y mucho encaje negro.
A riesgo de ponerme impertinente  (y estando sobria, ¡horror!) me defiendo de tal argumento como gato panza arriba: suponiendo que la teoría del juego sea cien por ciento verídica, el nombrarme de tal manera fue para asegurar en el futuro que siempre iría por el camino del bien, que haría mi tarea y estudiaría una carrera universitaria como mi mamá, que jamás se me ocurriría posar desnuda en cuanto calendario de taller mecánico hubiera y sobre todo, que no cantaría una canción tan horrenda (y con tan poco estilo vocal) como la de "Do ya do ya (wanna please me)". Sip, seguramente eso fue lo que pasó.
Pues de lo contrario y si lo hubiera hecho a propósito para ser toda una fichera, lo menos que hubiera escogido como nombre artístico sería el de Sabrina Salerno.
Al menos iba más con mi tipo morocho. 
¡Morocho, dije!