viernes, 26 de abril de 2013

LA FELICIDAD (a veces) VIAJA EN TRANVÌA...

Cierta mañana me dispuse a acompañar a un muy atarantado Marmota al Hospital de la Ceguera.
Luego de dicha diligencia y bajo el acuerdo pre nupcial de que él estaría facultado para usar mi coche en cuanto se le diera la gana, me dejó amablemente en la estación de trolebús de División del Norte y Churubusco, para que me fuera directito a ... Tribunales.
Tomé con filosofía mi destino y aún con buen ánimo (debido mayormente a un cafecito de olla bien caliente) me trepé al trole.
Recorrió mi mirada impasible el panorama que se presentó al momento de subir los tres escalones que separan a los transeúntes de los peatones y al ver ningún asiento disponible, bufé sin sentido aparente y por primera vez en el día, maldije a mi suerte.
No pasó mucho tiempo de ese estado cuando finalmente hubo de desocuparse un lugar justo al lado del pasillo donde me encontraba.
Me senté no sin antes experimentar una ligera sorpresa al ver abalanzarse a mi compañera de viaje, que no era otra persona mas que una señora tipo bien (cualquier cosa que ello signifique), la cual justificó tamaña conducta bajo el efecto de un nerviosismo patente, originado en el  miedo a pasarse de bajada.
Sonreí un tanto sardónica; las vicisitudes del itinerario de mi compañera me tenían sin cuidado a esa hora de la mañana (y si los acontecimientos ulteriores no se hubieran desarrollado, puedo decir perfectamente que aún seguirían sin gozar de mi atención), pero al momento recordé lo que había sufrido en el lapso en el que me quedé sin automóvil, así que traté de mejorar mi humor y me dispuse a escuchar lo que mi compañera de viaje tenía que decir.
El hielo se rompió al punto que saqué de mi bolso un ejemplar de "La Piel de Zapa", de H. de Balzac.
Ejemplar que me fué obsequiado por Mr. M... en 20... y cuya lectura había sido interrumpida por hechos que aquí se han documentado previamente.
Mi compañera mostró emoción al descubrir que alguien estuviera leyendo a Balzac y su curiosidad se aventuró un poco más al preguntarme si acaso realizaba su lectura en francés.
Hasta aquí la frialdad dejó de pronto mi corazón, pues me hinché de orgullo al sentir que alguien pudiera considerarme capaz de tamaña proeza, sin embargo hube de sacar del error a mi nueva amiga (a ese punto, mi vanidad ya la consideraba como tal) y con unas no pocas risitas nerviosas le indiquè que mi modesta lectura se concretaba en el más simple y llano español, pero dejando un poco de espacio para aclarar que sì, que el idioma francés no me era del todo desconocido y al vuelo regresé la cortesía, indagando si mi interlocutora era conocedora del idioma de Flaubert, Dumas o el mismo Balzac. Dijo que sí.
La plática prosiguió así como el paseo (a este punto, mi travesía ya la consideraba como tal) y diversos temas fueron tratados.
Desde el estudio profundo de la gramática, (de la cual vergonzosamente me confesé una ignorante) hasta del conocimiento del latín, cuyo estudio es fundamental para lograr la conquista de muchos idiomas universales.
Habló de viajes a Alemania, de amistades procuradas al sazón de un piano en pleno Centro Histórico y finalmente, de las prioridades en la vida mientras se matizan los sueños primigéneos, unicamente truncados por la feliz casualidad de la maternidad.
Supongo que fue una hora de charla agradable, mientras el mundo se detuvo un poco al paso de un pintoresco trolebús.
La ciudad adquirió otra vista, más mísera, más gris...
Un poco viciada de ambientes que no proponen armonía. Ni de gente ocupada o siquiera interesada en procurarla.
¿Qué importa?
Por un instante delicioso mi mañana cambió de repente y las vulgares ocupaciones habituales se vieron enriquecidas por el espíritu del arte de la conversación y tal vez, por la influencia -malísima para el tono habitual de La Gatería- de Balzac.

Queridísimos menos cinco lectores de siempre, tengan hoy muy buenas festividades y mejores intenciones.
Nos leeremos el próximo viernes, cuando me recupere del impacto de Balzac y mi ánimo chabacano se encuentre donde siempre: en mis no tan ágiles pero sinceros dedos al escribir.

viernes, 19 de abril de 2013

Betty VS Verónica.

De lentes y que use gorra.
Así de exigentes eran mis gustos cuando frisaba los catorce años. ¿Qué iba yo a saber de moda masculina o siquiera de buen gusto en cuestión de chicos, mas que lo que me dictara la siempre útil y "en onda" revista "15 a 20"?
Y lo peor del caso es que no era la única con tal gusto. No era la única a la que "ese chico" hacía revolotear juveniles mariposas en un estomago que no conocía de gastritis -pero que ya se inclinaba por ese camino- y que provocaba un rayoneo considerable de corazones en sus cuadernos de "Ciencias Naturales".
Estaba la chica dulce y de buen corazón que debía defender a su chico de las garras de "la intrusa", o sea, yo mera. La eterna disputa de dos mujeres, un camino...
En la banal historia de la cultura pop del siglo XX destaca una historieta que, si bien es medio insulsa y boba, no por ello deja de tener todo el encanto de la verdad.
Me refiero a "Archie", el cómic que para algunos no merece la menor atención, pero cuyo triángulo amoroso puso en el pulso del respetable, un poco de lo que a veces la amistad femenina puede representar. Betty y Verónica, dos lindas jóvenes con sus particulares encantos; una rubia, la otra morena. Una dulce, la otra malcriada. Una siempre dispuesta para Archie, la otra un tanto mañosa para parecer inaccesible...
Y ambas peleándose por el pecoso "Archie Gómez" y aquel felizazo de la vida, recibiéndo las atenciones de las dos, provocando que la amistad entre ellas fuera puesta a prueba y la lealtad femenina en entredicho.
¿Por qué si a ratos parecían llevarse y quererse tan bien, en cuanto aparecía el objeto de su afecto las cosas llegaban a niveles insospechados de violencia y mala leche? 
Ser mujer y tener amistades (sinceras) femeninas es algo que para much@s es imposible, pero según la sabiduría de mi amiga Kry, es porque jamás se ha contado con el privilegio de una verdadera amiga.
Y sépanlo de una buena maldita vez, queridos menos cinco maltratados lectores de siempre, yo tengo la fortuna de contar con muy buenas amistades femeninas, aunque en un principio -como en todo- me di varios costalazos, provoqué varios derrames de bilis e infundí varias cuchilladas traperas.
Todas bajo el influjo de una canallezca enfermedad llamada "rivalidad femenina", que no es otra cosa que el no poder soportar que tu amiga tenga muñeca nueva y tú no.

*Los caballeros que han llegado hasta este punto sin bostezar, les agradezco su atención y les advierto que ésto no se pone mejor. Así que si gustan pueden cambiar de blog, puesto que  por un rato, trapearé el piso con ustedes. ¡Gracias!

Mi momento "Archie-Betty-Verónica" llegó cuando la adolescencia y sus tentáculos se apoderaban de mi. Esa edad en la que la inteligencia emocional brilla por su ausencia y la inteligencia hormonal -si es que cabe la comparación- hacía estragos en las vidas de la mayoría de pubertos, quienes como yo, estábamos a merced de nuestros impulsos. De tal suerte que la vida tuvo a bien ponerme unos cuantos obstáculos para que yo pudiera -en 18 años- venir a contárles esto sin remordimientos ni enojos y sí con una gran sonrisa de oreja a oreja por el relajo de antaño...
Resulta que mi ADORADA prima LLuvia y yo somos de la misma rodada, ¿saben?
Y tuvimos la fortuna/desgracia de vivir un poco lejos la una de la otra en esa edad crítica que ya les comenté. Menciono "fortuna/desgracia" porque han de saber que ella y yo somos muy parecidas en cuanto a aficiones, gustos musicales y ¡ay! ... hombres. Ella ha vivido en Querétaro y -para mis lectores del extranjero que no lo sepan- yo soy chilanga de hueso colorado, de ahí que desgraciadamente vivimos un poco alejadas...
Con estos antecedentes, un buen día llega Dana y se apersona en casa de su prima Lluvs, ¿no?
Acto seguido, se pasan a contar todas aquellos secretos que edifican la solidaridad femenina y que relegan al hombre al lugar de un mero espectador.
De dichas confidencias, un nombre -¡y qué nombre!, mi padre aún no deja de hacer bromas al respecto de aquel nombre- sale a relucir de los labios de mi primis y -se los juro por ésta (+)- a mi me da igual.
Por señas se que es un chico que le late a mi prima y pues hasta ahí.
Quiso la providencia ponérnoslo en el camino un buen día; se hicieron las presentaciones de rigor y ... empezó el calvario más divertido que se puedan imaginar.
El sujeto, al que nombraremos simplemente "O" se percata de los sentimientos que provoca en una y en otra y en vez de decidir salomónicamente, piensa que es más chido hacerle la corte a ambas...
¡Y se arma la gorda!
Porque ya no solo fue el típico "a ver quién puede más", sino que aquello se elevó a niveles insospechados de sadismo y tortura psicológica. La eterna lucha de la güera y la morena, porque déjenme decirles que para colmo de males, mi prima es güera y yo ps soy más morocha que la que más.
Las cosas que hicimos y nos dijimos -o pensamos- ya son historia, pero de que hubo volado de pelos y rasguños, lo hubo.
Ahora ambas estamos casadas, con familia y aún lejos la una de la otra, pero por si fuera poco, hará cosa de un año que tuvimos una especie de "revival" cuando el sujeto -¡Síiiii!, el mismo sujeto que tanto nos dividió- nos volvió a contactar.
Yo -y lo digo sin tapujos- sentí bonito PERO, al ver que la historia tendía a repetirse, me zafé de una buena maldíta vez.

Hoy se que firme fui y que afronté ser como era y así logré vivir a mi manera...ah caray, no, perdón.

Hoy me queda muy claro que aquello fue de las experiencias más hermosas del mundo. Se que en su momento me costaron mis buenos años de terapia (sí, años) y que a ratos renegué de la amistad femenina.
Odié a Betty por muchos años. Verónica era la Chucha Cuerera de ésta y varias historias más.
Pero una no puede estar toda la vida dándose de topes con la misma piedra por más cariño que se le tenga.
Así que un día me solté el cabello, perdoné, olvidé y seguí adelante, con la ventaja de saber que aquella experiencia fortaleció el amor a mi prima Lluvia y con el conocimiento de que las mujeres juntas SIEMPRE serán la mejor elección que se puede hacer en la vida.
¡Vivan las mujeres, vivan mis amigas, vivan mi madre, mis hermanas, mis primas, mis abuelas, mis tías...!
También vivan los hombres que aman a las mujeres.
Y sí, aún me siguen gustando de lentes y que usen gorra.
Pero que sólo quiera ser mío y de nadie más.
¡Feliz viernes¡



lunes, 15 de abril de 2013

PAJAREANDO.

¡Uf!
Luego de un fin de semana de revolcones emocionales, en este momento se me ocurre agarrar la compu y ponerme a escribir, ya lo saben: "No dejes para mañana lo que puedas bloggear hoy"
Y como mi cuerpo aún no logra acostumbrarse al horario de verano, piensa que está muy bien permanecer despierto a esta hora; total, apenas son las 11:30 p.m. y ésta muchacha aún tiene mucho kilometraje que recorrer.
Lo que me lleva al momento número 1 de éste post:
1.- SOY UNA LECHUZA: En algún punto de los 32 años que llevo de vida, leí cierto artículo donde describían a las personas como "alondras" o "lechuzas" según el momento del día en las que se sentían con mayor energía para realizar sus actividades normales. En el grupo Alondra se encuentran las personas a las que sin necesitar un shot de cafeína, pueden funcionar normalmente y no le ladran al mundo desde su status de Facebook. O sea, son aquellas personas que desde las 06:45 a.m. del lunes están actualizando sus redes sociales con mensajes positivos para animar a los miles de grinchs mañaneros que clamámos por cinco minutitos más, por favor.
Y por ende, la pandilla Lechuza somos aquellas personas que gustosamente podemos pasar la noche hablando por teléfono, horneando pasteles y limpiando concienzudamente el botiquín del baño, todo al mismo tiempo, mientras buscamos videos "chistosos" para saturar las páginas de nuestros contactos.
Ser una lechuza para mi ha traído momentos muy intimos -Uuuuuuh!- conmigo misma, pues es la hora en la que la mayoría en mi casa duerme (digo "la mayoría", pues aunque el Matius y la Marmota caen en coma apenas rozan su cabeza con la almohada, la maldita Peluss tiene la costumbre de entrar y salir sin parar durante toda la noche.) y yo puedo tranquilamente desanudar el pañuelo de mis pensamientos, observarlos y colocarlos en el lugar que les corresponde. Es un momento en el que puedo beber la taza de café más deliciosa, pues es la taza "de premio", la de la satisfacción por otro día vivido a plenitud. (Ah si, a mi el café ya no me hace ni madres... mi cuerpo ya es inmune a la cafeína.)
De noche, cuando todo está en calma y sólo se escuchan las respiraciones acompasadas, las lecturas son más intensas. De tal suerte que Ms. Elizabeth Bennet puede reflexionar con mayor profundidad sobre sus sentimientos hacia Darcy o simplemente José Arcadio Buendía toma fuerzas para pasar otros cien años de soledad.
También de noche, puedo extrañar mejor el sonido del mar...
Cuando el Matius nació se acentúo con creces mi condición lechucera, pues el terror de pensar en que dejaría de respirar en cualquier momento impedía que pudiera conciliar el sueño.
Para "matar el tiempo" me ponía a leer todo lo que me cayera en las manos, desde los flyers del supermercado hasta las etiquetas traseras de las latas de leche.
Y quiero pensar en que por ser lechuza y no por los tres litros de cafeína (en sus diferentes modalidades) es que me encuentro escribiéndoles en éste momento, je je je.
Lo cual me lleva al momento número 2 de éste post: (aquí imaginé que sonaba una campanilla o algo)
2.-NO VOY A PERMITIR QUE NADIE PASE SOBRE MI: discúlpen, disculpen en verdad el tomar la tribuna de este blog unilateral para ventilar chismes de lavadero, pero háganse a la idea de que alguien ya abusó de su confianza y ustedes dicen "¡Hasta aquí!".
Puede ser su familia, pueden ser sus mascotas o hasta el tendero de la esquina, pero hay ocasiones en las que un@ baja la guardia tranquilamente y los demás aprovechan para sacar su cinta métrica y tomarnos la medida.
Podremos o no darnos cuenta y podremos o no impedirlo, pero a todos nos llega el momento en el que un momento de reflexión nos aterriza y nos revalora  y ponemos a la gente en su justo lugar.
Así que, palabras más/palabras menos, a mi ya me colmaron el platito cuatro situaciones y a partir de este momento se me largan de mi conciencia. Bastante tengo yo con ser yo, como para andarme gastando la pólvora en infiernitos. Ya dije.

Y bueno queridisímos menos cinco alondros y lechuzos lectores de siempre, es todo por el momento.
Que tengan un inicio de semana de acuerdo a sus previsiones y nunca está demás agradecerles su fina atención a estas -sin pies ni cabeza- líneas.

Lindos sueños.


viernes, 12 de abril de 2013

BÁILAMELA SUAVECITO...

Sobre mis experiencias contratando empleadas para las Boutiques destaco la vez que una chica en su solicitud de empleo, en el apartado de "Habilidades", escribió: "Saber bailar".
De entrada me sorprendió su inocencia al anotar una habilidad que seguramente la enorgullecía pero que estamos de acuerdo, no venía al caso pues yo buscaba cosas como "especialista en moda" o "sumar y restar"  (Bueno, hubo una chica que anotó en ese mismo rubro "Se usar la cortadora de jamón", c'mon!)
Y el hecho que ella se considerara hábil pa' la bailada habla de:
a) UNA MUJER CON INTELIGENCIA QUINESTÉSICA ó
b) UNA PARRANDERA
Y pues, no la contraté por el simple hecho de que no le gustaba el trato con la gente y en ventas, eso es básico. 
Fin de la historia.
Pero la cosa no acaba aquí, queridos menos cinco lectores de siempre; la cosa es que la mujercita antes mencionada SÍ -repito- SÍ tiene razón.
Saber bailar es una habilidad que requiere tener dos pies en opuesto, un sentido del ritmo superior al promedio de la población (porque todos juran que la cumbia es lo suyo) y un alto grado de desvergüenza total para atreverse a menear el bote en bautizos, fiestas de oficina (donde a todos sorprende el ritmazo que Lupita de Contabilidad se carga para bailar "Procura coquetearme más") y demás jolgorios que los mexicanos tendemos a protagonizar.
Aplausos.
Yo, yo, yo...confieso que me encanta bailar PERO que a últimas fechas, ya no se me da mucho.
Por qué será que si en mis años mozos partía pista e iniciaba el "eh!, eh!, eh!" mientras todos girábamos en una rueda mientras la concurrencia coreaba el "háganle una rueda a Juana", ahora parece que mis pies se niegan a seguir las indicaciones salserosas que mi cerebro intenta mandar. Y que no es cosa fácil, pues sin meternos en ambigúes acerca de géneros y estilos, la salsa es de los bailes que requieren un Diplomado en ingeniería espacial.
¡Mínimo!
Y es que saber bailar es sinónimo de una autoestima saludable, pues todo ejercicio aeróbico genera endorfinas, además de que ayuda a la gente a no ser tan torpe físicamente. Sí, dije que me encanta bailar, pero no dije que SEPA bailar.
Digamos que gusto de menearme al ritmo de la música de manera entusiasta.
Y si, me gustaba mucho salir a bailar. Sólo bailar.
Lo que me lleva a otro punto: La pareja de baile.
¡Ay dios, cómo se los explico sin pasar a rayar el corazón de alguien!
En mi repertorio amoroso ha aplicado la máxima de "Saber bailar no es sinónimo de saber amar y a la inversa", pues he de decirles que la mayoría de mis novios eran cero aptos para la bailada. La marmota incluída.
Y bueno, como hoy es viernes y quincena, seguramente habrá muchas oportunidades de salir a sacudirse el polvo y menear el esqueleto.
Les deseo un súper fin de semana movidito, con harto baile y fiesta.
¡Nos leemos la próxima semana!


viernes, 5 de abril de 2013

LOS DESAPARECIDOS

"¿Dónde está escondido ese recuerdo tan temido?"
A estas alturas del partido, es bastante obvio que he dejado gente en el camino, así como también he sido dejada en el camino de otros más.
Y cuando pienso en las personas que románticamente ya no comparten mi aire, no se crean, las suelo extrañar.
Si me pongo estúpida y sentimental (un cocktail que no recomiendo a menos que se encuentren amarrad@s e imposibilitad@s de tomar un teléfono y/o computador para stalkear vilmente) suelo recordar a la lista considerable de novios y frees que se quedaron para esperar a otro tren.
Y en la incomodísima posición de "mujer casada tipo bien", una simplemente no puede permitirse semejantes debilidades, lo se. Pero como yo soy inconsciente y políticamente incorrecta, no obedezco a reglas tan antinaturales y aquí me están teniendo: deshojando la margarita para solaz y esparcimiento de ustedes, mes "au moins cinq lecteurs réguliers" y confesándoles que a veces suelo pensar en el sujeto que salió a comprar cigarros y nunca más volvió (y que me preocupa enormemente, pues nomás no da señales de vida y ya todos pensamos que su fianceé lo secuestró para quitarle su fama -bien ganada- de picaflor.
Querido Tou: ¡ya aparécete, porfas! Mira que tuve que armarme de valor para escribirte estas -ajá, ajá- encriptadas frases...) En fin.
Dentro de mis líneas de pensamiento (u "objetivos stalkeables") también se encuentran el que le huye a la tecnología y al que el gugleo de su nombre da como resultado unas equivocaciones terribles.
O al que de plano me bloqueó (Bah!)
Ya se que en éste punto he dado la impresión de que solo me dedico a stalkear a mis ex novios y no, manitos, la verdad es que no se equivocan.

Un rápido vistazo al pasado le hace muy bien a cualquiera (OJO: solo es UN rápido VISTAZO. No sugiero que acampen ahí de por vida.) ¿Por qué? Bueno, porque son como piquetes en la panza en caso de que nuestro panorama presente sea bastante pinchón o al contrario, un respiro de alivio en caso de que comprobar lo que se sospechaba 13 años atrás, cuando el sexto sentido me decía que nada bueno saldría de aquello.
Habrá una legión que piense en lo absurdo, ocioso y dañino que es el stalkeo (o ingeniería social, como me gusta llamarle) y ¿saben qué? También tienen razón.
Pero piensen un momento en esto:
Si es que ustedes son como yo, que se han pasado más de la mitad de la vida "emparejados" con alguien -y también cuenta "Israelito" de Kínder 2- sabrán que no solo compartieron saliva y bacterias con sus ex.
En mi caso, la experiencia (o fenomeno, ya ni se) del noviazgo me ayudó a crecer y a entender quién soy.
Y así como de variada fue la muestra, los resultados también fueron muy diversos.
Ya sabemos que de todas las relaciones algo se aprende; muchas veces este aprendizaje es sobre la teoría de la Relatividad o sobre trivias del Club América (sí chicos, he tenido en mi haber a -por lo menos- 3 novios que le han ido al América) y tu ser se nutre de dichas experiencias, las cuales atesorarás -o vomitarás- años después cuando la relación termine (por causas naturales o por orden de restricción, asegún)
De eso estoy hablando cuando hablo de stalkear. Muchas veces no es que me interese mucho si Juancho o Pancho se pusieron gordos o bien papacitos (ehm...) sino de recordar la persona que fuí a su lado. La hermosa, maravillosa, creativosa y sonsa persona que nació en cada día de convivencia que la vida nos dió oportunidad de compartir.
Y sí, todos fuimos maravillosos en algún punto de la relación. Por algo estuvimos juntos en ese preciso instante y de esa chispa algó se fusionó en tu ADN.
Así, de repente en días de lluvia cuando el ánimo y mi autoestima sufren una sensible baja, me gusta recordar a Juancho y a Pancho por que ello me lleva al punto de encontrar esa chispa y traerla a mi vida presente. Vuelvo a recordar que alguien conoció mi parte chistosa y de esta forma, puedo hacer contacto con ella en esos precisos momentos en los que requiero urgentemente un lift.
O cuando se que voy a meter la pata con la Marmota, también recurro a mi "diccionario" y entiendo que tal o cual situación ya la viví y que si no quiero amanecer con los ojos hinchados como sapo de tanto llorar (entre otras cosas igual de peores), será mejor recordar las consecuencias de mis infames berrinches y parar...
Y bueno, ustedes podrán compartir o no mi filosofía exnoviera; lo único que quiero es que sean felices hoy y siempre.
Sí, ustedes también, queridos ex novios...
Feliz viernes.





miércoles, 3 de abril de 2013

No me gusta la Semana Santa :(

Heeeeeeey! Wazzzup, minus five usual readers?
Ok, si bien mi saludo es poco convencional, ello lleva implícita la característica de "cortina de humo" para evitar preguntas o comentarios peliagudos sobre la ausencia de los escritos chabacanos que engalanan éste blog. Las razones han sido varias: invitados del Matius a jugar, visitas no previstas a Tribunales o compromisos con los patrocinadores.  Pero, ¿saben? en el pecado siempre llevo la penitencia y es el hecho de que las veces que no escribo, como que me da un dolor de panza similar al que me daba cuando no entregaba un trabajo o no estudiaba para un exámen.
Así de intenso es mi amor por ustedes, chaparritos.... snif...

Pero bueno, el día de hoy ustedes y yo estamos de suerte. El Matius tuvo a bien irse por un día con su papá y todos sabemos lo que ello significa: que tengo un par de horas para ponerme al día y contarles lo más novedoso en la vida de su segura servidora. O sea, yo mera.

En estos días pasados de Semana Santa, harto pensamiento útil acudió a mi cabecita. A mi el "Semana Santa break" no me late pa´ni madres. Apenas estás reponiendote del desengaño que trajo consigo la víspera del Año Nuevo, con todas esas uvas y listas de buenas intenciones que nomás se quedaron en eso y ¡zas! ya estás de nuevo instalado en la hueva, tirad@ en el sillón con el mando a distancia de la TV discerniendo cuál versión del "ajusticiamiento" de Nuestro Señor combina mejor con el cartón de chelas que ya se están enfriando en la tina donde remojas la ropa.
Aunque haya salido de vacaciones a conocidolugar y  haya adquirido el "Malibu sunset tan", a mi no me laten las vacaciones de Semana Santa (de ahora en adelante, SS para mayor comodidad) porque pura cosa maldosa me ha pasado en dichas fechas, ¡carajo!
SS fue la fecha en la que me quitaron la vesícula y no saben cómo la extraño.
En SS me ha tocado que mi -en ese entonces- amor de mi vida de los catorce años me tronara impúdicamente, sin importar que haya hecho lo imposible para ir a verlo hasta Querétaro, Querétaro.
Recuerdo que se avecinaban las vacaciones de SS y a mi ya se me quemaban las habas por ir a darle sus besitos. Pero antes de arribar a tierras queretanas, mi santa madre ya tenía planeada una visita express a su Rancho. E ir "al Rancho" era (es) una de las cosas que mas ODIO en ésta vida (en las pasadas quizás haya odiado, no sé, tal vez ir a Connecticut o Moravia, ¡qué se yo!) y no iba a permitir que a mis catorce años mi madre me anduviera mangoneando. Así que con un poco de ayuda de mi papá urdimos la treta para hacer como que él me llevaba a Querétaro, mientras mi mamá y mi hermano -al que sí podía mangonear porque tenía como cinco años- partían rumbo a destino conocido.
Lo que nadie supo (hasta cuatro días después de que mi mamá se encontró conmigo en la ciudad colonial ya mencionada y me hizo confesarlo mediante sus poco ortodoxos métodos de comunicación efectiva) era que el viajecito me lo aventé solita. Desde la Terminal Norte hasta la casa de mi prima Lluvs. Todo con tal de ver al objeto de mi afecto, mismo que inexplicablemente troné. O me tronó. Ya ni me acuerdo, sólo recuerdo que fue en SS, la misma SS en la que esperaban que Ernesto Zedillo dimitiera como presidente de éste país.
Pues bueno, en otro orden de ideas y de momentos, también fue en un descanso de SS que me enteré que me convertiría en hermana y no precisamente de la caridad.
Recuerdo que pasábamos las vacaciones en casa de mi abuela Luisa (la primer mujer de la  que yo escuché decir una groseria, cuando se dirigía al cabrón de mi abuelito) y aquello no podía ir peor.
Tengo una prima a la que ... bueno, tema para otro post, pero dicha prima acababa de recibir la alegría de convertirse en hermana y estaba de lo más insoportable. Claro, yo le llevo 5 años y en ese momento ella tenía 3, así que su berrinchudez estaba plenamente justificada:  se sentía celosilla de la nueva hermanita y todos la trataban como al perro, ignorándola y regañándola por todo. También recuerdo haber contribuido a su desgracia cuando le pegué sin querer en la cabeza. Peccata minuta. 
Pues en esas andábamos con la nueva y la vieja primita cuando por azares del destino, me lanzo con ellas al mercadito. ¿Y qué tiene de trascendente esto? Que al llegar al mercadito y con sólo 8 añitos, conocí una de las MÁS bonitas tradiciones de SS en Cuajimalpa: La purificación a chicotazo limpio por parte de los "judas" y no, amigos, no estoy hablando de los que andan en escorts blancos sin placas y gruesa cadena de oro al pecho, sino de una especie de mamarrachos disfrazados de diablos que se la pasan corriendo y llenando el aire de latigazos, hasta que se les atraviesa uno que otro masoquista de clóset que les pide de favor si pueden azotarlo tantito.
Un verdadero horror.
Y no conforme mi madre con el horror que experimenté en esa memorable ida al mercadito, cuando de regreso a casa me suelta la noticia de que iba a tener un hermanito. Don´t fuck meee!! 
Así se las gastaban mis padres en esa época, demonios.

Y bueno, ya para no hacerles el cuento tan largo, también en una SS ocurrió otro hecho milagroso, pero ESE sí que no se los puedo describir, sólo échenle tantita imaginación y matemátiicas...

Y ya me voy porque me habla mi mamá...