martes, 5 de noviembre de 2024

¡Sáaaaacaremos a ese wey de la barranca!

 El encuentro de dos personas es como el choque de dos trenes que colisionan sin ningún rasguño. En el caso de los humanos, solo si se se abre el corazón hay peligro de vulnerarse. ¿Se puede vivir sin rasguños en la carrocería? Quizás. Es válido, a mí no me gusta ver películas de perros que se pierden y de niños que mueren de enfermedades, así que no veo por qué a la gente le guste abrirse para que otro ser humano lo conozca en su parte más blandita. Punto para los invulnerables.

Los que vamos con la coraza de adorno corremos siempre el peligro de caernos al barranco y tardar 3 horas en ser rescatados por la patrulla espiritual y/o, las buenas intenciones de los amigos. O la terapeuta que te paga la empresa, porque nomás no ven claro el por qué su elemento más brillante y sagaz no da muestras de querer alinearse. Perdón, jefito, tengo problemas de autoridad. La mayor ironía de mi vida es perseguir el cumplimiento de la ley, desafiándola al mismo tiempo.

El periodo de la recuperación de la desbarrancada depende de cada quién; habremos quienes tardemos 472 meses en entender que lo que gusta, lo jugoso, lo peligroso y nocivo para nuestro bienestar es precisamente el veneno a evitar ingerir. Entendiblemente no ayuda a que al veneno lo guarden en la alacena de comida, dentro de una botella de refresco porque invariablemente le vamos a dar un sorbo sin querer y ¡puaj!, intoxicación segura (ok, ese concepto es muy 60´s pero ustedes agarran la onda, ¿no?). Y tampoco ayuda la percepción bien alterada de la realidad que varios nos cargamos, creyendo que "no va a pasar nada" si "nada más es la puntita", pues las oportunidades de volver a abrir heridas o simplemente de ponernos en peligro, nos vuelve una especie de bebés aprendiendo a caminar, queriendo tocar todo lo que parece brillante, de avanzar sobre lugares que no son seguros (como el filo del corazón de un invulnerable) y así vamos nuevamente, como en navaja de Ockham emocional, hasta que volvemos a caernos al barranco. Vuelta a cuidados intensivos.

Pero resulta que un rescatado de desbarrancamiento emocional es como un alcohólico, el mismo que a la sociedad le vale madres cuidar. La sociedad, la vida, el entorno en el que insistimos movernos nos pide que seamos "resilientes", fuertes,pero que tampoco nos de culo regresar a torear al ¿toro? y que le entremos con güevos a la vida, total, somos todos bien machos y muchos y la vida hay que vivirla al extremo. Y sí, habrá quienes caigan en el garlito de regresar sobre sus pasos y ponerse las de dios es padre, acabar más sanjuaneados que el santocristo y más arrepentidos que Judas.... (wait, ¿no aman mis metáforas bíblicas?), regresando al ruedo a insistir en que aquello que más lo daña (y que más disfruta) ha sido dominado y no hay nada que temer.

¿Por qué insistir en actitudes sucidas? Ni idea.

Sin embargo y de acuerdo con las estadísticas, sí hay uno que otro sujeto que se llega a recuperar de su adicción a la barranca y ante el peligro inminenete, incluso ante el simple olor a tierra del piso más rocoso y doloroso dice "¡ni madres, este tango yo ya lo bailé y no me gustó la zangoloteada que me pusieron." El camino a la sobriedad es lento, es super doloroso e incómodo. Mientras ves cómo se divierten los demás y sin rasparse, uno va contándo los días que faltan para llegar al sábado y quedarse en casa, cortinas cerradas, gatos encima, ruido contenido. Como un capullo de donde nunca sale la mariposa porque la oruga no atina a terminar de aprender lecciones de tejido y de vida.

¿Esa oruga querrá bailar? Sin duda. ¿A quién no le gusta el desmadre? Pero quizás -y sólo quizás- este sujeto en rehab está asimilando la lección finalmente. 

Apiádense de él, ayúdenlo en su sobriedad y sobre todo, respeten el proceso que ha vivido (y los pinches raspones que se ha llevado, rodando sobre la tierra). Creo que si todos tuviéramos consciencia de lo doloroso que es la recuperación emocional, no nos trataríamos con tanta rudeza innecesaria. 

En fin, eso último se lee como pedirle al lobo que no se coma a las ovejas pero no sería yo si no externo lo que pienso.

Sin otro particular, quedo de ustedes, mis menos cinco lectores de siempre.





jueves, 26 de septiembre de 2024

Cumpleaños feliz.

 Hoy estoy enferma

Ayer estuve enferma y el 24 cumplí 44 años y me sentí por primera vez “de mi edad”.

Hace un año le pedía al novio en turno que me advirtiera cuando me empezara a brotar el ridículo por usar faldas cortas con botas altas, solo que para el amussement de la vida, el novio se fue antes de que llegaran sus advertencias y ahora mi único termómetro son las miradas liosas de las mamitas de la escuela de Alo y las lúbricas de los papitos, también de la escuela de Alo.

Cumplí 44 años. No es nada. Es todo.

Anoche soñé con la mujer que me contrató como su criada jurídica y a la que temí y le aprendí durante 6 años, hasta que vino lo inevitable y yo tomé el lugar que la historia me tenía reservado para mí. Soñé que estaba en el mismo espacio que yo, con dos niños pequeños y larga y delgada como siempre había sido. Yo, avergonzada de tener las manos manchadas de éxito laboral y la mirada cansada de gente que no hace nada, evitaba hablar con ella, pero -como hace la gente idiota que sabe que me ha lastimado- acudió con mi madre y ésta insistía en que hablara y le pidiera disculpas.

¿Disculpas de qué? ¿De haber tomado “su lugar”? O por el hecho de haber aprendido un oficio y ganarme la voluntad de mi protector. Mi protector… necesito bajar de peso.

En otro sueño (el que tuve antes de que mi mamá me despertara para preguntarme si necesitaba que me llevaran al hospital porque estaba delirando) soñé que asistía a una reunión en una casa blanca y que al día siguiente, toda la gente se había ido. Yo quería irme también y urgía a mi hijos a que prepararan su equipaje para largarnos pero ellos tardaban demasiado en encontrar su ropa, entre tantos cajones, puertas, alacenas que había en esa casa. Todos blancos, todos vacíos. Y la angustia se apoderaba de mí y yo decía “dejemos todo, vayámonos a casa ya”, pero no podíamos encontrar la fuerza para retirarnos, se sentía toda la situación forzada y exagerada. Me convencí a mí misma de que aquello no estaba bien cuando tomé un papel de la impresora y comencé a ver que todo en él cambiaba: de color, de diseño, de frases, de dibujos. El papel mágico.

Dije “quedémonos, porque mañana comienza otra fiesta” y así lo hicimos. Al día siguiente, la decoración y temáticas eran completamente diferente y nuestra ropa y cosas estaban nuevamente instaladas en los cajones y clósets, como si pudiéramos salir de ahí una vez terminado todo el barullo. No sé si estuve escuchando “Hotel California” mientras alucinaba o sencillamente la amoxicilina me pega cañón durante mi enfermedad.

Qué lástima que sea tan mala para escribir, ese hubiera sido la idea para un buen guión.

Estamos hechos de frustraciones y secretos y cuando convergen ambos en una sola situación, algo se altera en la Mátrix. Tal vez por eso me enfermé en mi cumpleaños, tal vez por eso no pueda presumirles ni resumirles mi festejo pero, sí alcanzo a decir que volé, yo sé que volé.

No hay deseos ni resoluciones para éste nuevo año personal, lo he hecho fatal en los años anteriores y solo quedo en ridículo conmigo misma. Solo quiero que se sepa que inicié de una forma y me encantaría vivir cada día con algo de esa esencia. Con esa imagen en mi retina diariamente: un ángel vestido de negro y con tatuajes en sus alas.

Suena tan a bad boy que usted no se imaginaría que ya tengo 44 y dicho ángel unos pocos más. Y aún más: parece cliché y hasta historia dentro de una canción ochentera de pop en español ("¿será el ángel de mis sueños?)

Todo parece ser producto de la efedrina, de la depresión post cumpleañera, de mi soledad en la enfermedad, de mi febril imaginación. No me imagino soplando las velas y pidiendo deseos lúbricos frente a las caras de mis seres queridos y amigos, pero ya soy ésto y no puedo evitarlo, contenerlo ni calmarlo. No deseo. Ni siquiera puedo.

Sí, feliz cumpleaños a mí.

viernes, 6 de septiembre de 2024

Rómpete ésta.

 Anoche, en ejercicio de mi soltería y de la custodia “compartida” (ja ja… compartida), me metí al cine a ver la muy mentada y sobada “Romper el círculo”.

Quiero aclarar y contextualizar que en la oficina, en las redes sociales, en todo lo que alcanzó a abarcar mi mirada en las últimas semanas, el tema era la película: que si muy buena, que si muy buenísima, que si me iba a salir llorando, que si la Bleik Layvely esposa del Detpul, que si el guapo, que si las pinches arañas.

Total que llegué a la sala y empezó la peli y todo iba lento, todo era tonos cálidos de otoño, era Maine, era Boston, era la Bleik actuando sus mismos pinches rangos emocionales, era el director de la película actuando en el papel del interés romántico de la protagonista, era el noviecito de la preparatoria, eran los recuerdos y sin deberla ni temerla, a las primeras de cambio, ¡madres!, que le sueltan un trompazo a la Bleik que la dejó viendo estrellitas y de ahí todo fue en picada. La película inexplicablemente se convirtió en un muy mal show que intentó abordar el tema de la violencia en las relaciones románticas, pero sin el análisis, sin la sustancia y sin dar correctamente el mensaje. PARA MI.

Y hoy que llegué a la oficina, lo primero que quise hacer fue reclamarle a la chica que me la había recomendado, PERO, vi su carita esperanzada de "¿le gustó, licenciada?" y no tuve corazón para decirle que era un bodrio. Tampoco le dije que qué pinche chulada, qué barbaridad, ni Godard, pero traté de dar mi opinión sin romperle la ilusión que le había provocado a ella (y a toda su generación), sobre todo, la buena leche con la que me la recomendó. 

No se las voy a spoilear, gasten su lana y pierdan su tiempo como yo y nos vemos al siguiente post.

 

Chop, chop.

lunes, 5 de agosto de 2024

Corazón elástico.

 He leído tantas veces que el corazón es un puño, que es un recipiente, que es una olla de mar... y en realidad -de acuerdo con la ciencia-, el corazón es una banda enrollada, la cual al estar acumulando vueltas sobre sí misma, forma una especie de bola, toda contenida.

No quiero volver a sentir a mi corazón contenido, ni hecho pasa, ni como un puño cerrado. Quiero que en la primavera sea amarillo y vibre cuando llegue el otoño. 

En verdad quiero imaginar la lasitud y la libertad de fluir a través de una tira larga, como el camino de Santiago, como la pista de los 100 metros planos, como un sendero atravesando un jardín inglés lleno de setos secretos y nardos.

Mi corazón se desdoblaría y encontraría gozo en la amplitud, en el espacio para poder ensancharse a gusto e ir del pecho hasta mis pies y así, correr hacia donde quiero llegar (o hacia quien yo quiero alcanzar).

Iiría al cerebro, completamente libre y elástico y le enseñaría a éste a desdoblarse también, a ser flexible, a adoptar formas diferentes de pensamiento, que las ideas dejaran de correr dentro de un cuadrado.

Qué hermosa la alegoría de estirar el corazón para que todo quepa abrazado por él. 


jueves, 1 de agosto de 2024

EN EL MAR DE LA TRANQUILIDAD.

 Bebo café, acaricio gatos que no son míos, ultimamente me visto con ropa que no se tenga que planchar -combine o no- y me encanta comprar libros. Y leerlos, con una taza de café y pan dulce al lado. Llevo comprados 40 libros en menos de 2 meses. Y qué fueron esos meses sino un renacer, un renovarse, un recordar que no hay nada escrito en piedra y que hasta las hormigas viven grandes aventuras entre la entrada de mi casa y el platito de la Michi.

¿Yo viví aventuras?, no lo sabría explicar con exactitud, sin embargo, se que compré 40 libros, bebí más pink drinks que nunca, lloré menos en terapia, abrí un nuevo blog y me sentí una con la lluvia que visitó la ciudad.

Soy... inexplicablemente, inconfesablemente, inesperadamente feliz.

Dando un vistazo a la profundidad de mi alma, debo ser justa y mesurada conmigo misma a la vez que sincera: sí me he sentido culpable, enojada, triste, harrrrrta, con ganas de tirarme de un puente, de dar en adopción al par de ratitas que viven en mi casa, de mandar a la gatita a una pensión para gatitas malas, de correr a los brazos de la mamá que tengo en mi imaginación, de sentir que nunca llego a donde quiero llegar ni de estar al cien por ciento en donde estoy actualmente. He sentido que la vida se me va entre correos, llamadas, mensajes y mi procrastinación crónica, reflejo de mi autoindulgencia y sabotaje. Es como si no me creyera merecedora de lo bueno que he conseguido, como sentirme suspendida permanentemente por miedo a moverme y llamar la atención de la bestia, quien feliz se aproximaría a comerme.

Pero irónicamente, mientras escribo esto siento paz...

Mi alma es receptiva a la belleza, a la ternura, a la amistad, a las atenciones sinceras, a la delicadeza. Siento hermosas flores llenar el hueco que tenía mi cuerpo y que me hizo desear la oscuridad permanente. No es el tiempo el que cura, es lo que los demás te van regalando de sí mismos: palabras, miradas, caricias, risas, milanesas, café... ¡y lloro de felicidad, caray! porque es un estallido de agradecimiento por el color, la música, las letras, los reflejos de mí y mis capacidades, mi gracia en estado puro, las promesas de mis pensamientos y mis resultados. 

Mientras, la vida sigue y el tiempo corre y no puede ser de otra manera. Aprendí que nada es permanente ni estático, que somos parte de un mismo oceano, formando olas en conjunto. Que hay acuerdos que se firman con el meñique y que tienen más voluntad y seriedad que aquellos que ocupan sellos y membretes. 

Estoy aprendiendo a disfrutar el aquí y ahora, la vida sin el peso de la culpa, los círculos virtuosos. A abrazar tanto el lado luminoso como el oscuro, a entender la dualidad de nuestras acciones y estar en perfecta armonía con lo que es. Nada más, nada menos. A aprender a aceptar lo que es: un presente que se construye con las decisiones diarias de 6 mil millones de personas, de las que no tengo control ni necesidad de tenerlo. 

Suelto y confío.

La vida es poesía y tragedia y yo no tengo ni la menor idea de cómo salir con éxito de ella pero, me trepo a la ola una vez y otra más, todo el tiempo; no tengo opción y aún con el miedo a caer al fondo del mar, continúo, pues un bosque marino hay en él y la música es hermosa en la profundidad. 

Soy aire y sin embargo, el agua parece ser mi elemento. 

Ha de ser por todas las lágrimas que he llorado hasta la fecha... ¡qué ironía!


martes, 11 de junio de 2024

Echar de menos.

Hacia muchísimo tiempo que no pensaba en ti. Al menos, no de forma consciente...
Qué curioso es que ciertos momentos recientes en mi vida me estén trayendo tu recuerdo. La canción dice que te estaría llamando cada 20 de abril y me dirían que no hay nadie, que estás lejos de ahí y yo me pondría muy triste... sí, sí estuve triste el 20 de abril y no, no era por ti. 
Cuando decidiste irte, sin dar más explicaciones ni oportunidad de dártelas, me encontré con un abismo negro que se tragó cada posible alegría, cada oportunidad de brillar y volver a salir a la luz. Y luego, nada. Más oscuridad y silencio y siento que envejecí mil años y la situación alrededor no ayudaba nada. Dos veces nos cruzamos en el camino y las dos me miraste y hablaste como si aún estuviera en tu corazón. ¿Lo estaba?
¡Y qué importa!, la vida siguió y yo también. 
No sé si a pesar de ti, no sé si por ti, no sé si por mí. Yo tuve que seguir moviéndome y seguir existiendo a pesar de ti.
Caminé por un desierto pensando en que nadie me elegiría de nuevo, que nadie pensaría en lo valiosa, inteligente, hermosa que soy... ni yo misma llenaba mis requisitos. 
Y sorprendentemente me eligieron. Fui considerada y elegida por aquel que yo menos hubiera esperado, el que siempre sentí como un obstáculo en mi camino y crecimiento. Ser escogida y reconocida por él, escuchar de sus labios que me necesitaba fue too much! Casi pude ver tu cara de sorpresa y luego de sorna al enterarte de quién había elegido tenerme en su vida, puesto que siempre tuviste la sospecha de lo que sentía por mí. No lo sé, aún no lo sé. Lo que sí sé es que ahora me ves trepar montañas, navegar ríos caudalosos y sortear situaciones críticas junto a alguien que me elige todos los días y al que yo no había sabido valorar ni aquilatar lo suficiente sobre lo increíble que es ser apreciada y lo afortunada que soy por contar con su confianza por no sentirme merecedora, por sentirme una impostora y sentir que en cualquier momento ésto se puede terminar. 

No, no..., ¡qué necesidad! Si alguien me enseñó que a nadie se debe esperar en el camino, ese fuiste tú.  Y que no me debe importar acerca de quién se incomode con el sonido de mi vuelo,  ese también fuiste tú... sin quererlo.
Hoy te me veniste a la mente y pude sonreirle a tu recuerdo. 
Finalmente, para ti siempre fui "una cabrona" que era "muy astuta", "que siempre estaba tratando de buscar ventaja y pasarse de lista"... pues no, no lo era en ese tiempo ni bajo aquellas circunstancias, pero, hoy te voy a tomar la palabra, hoy voy a honrar tus insultos y los voy a tomar de combustible para seguir elevándome. De cualquier forma, tú vives tu vida.

...o a lo mejor ya no.

viernes, 7 de junio de 2024

Lección en proceso.

Ayer mi pal me envió una foto: era el Matius acostado en la cama del hospital, con el collarín y todo intravenoclisado. Me dijo: hace un año...

Me impactó. 

Un año ha pasado desde aquel día en el que me hablaron de la escuela del Matius diciéndome que se había golpeado la cabeza y que había estado "un poquito" inconsciente, la carrera que pegué desde Polanco hasta Coapa con el corazón hecho pasa, tratando de entender qué estaba sucediendo, cómo lo iba a encontrar y cómo iba a ser la vida a partir de ese accidente.

La historia es conocida: fractura parietal, pleitos legales con la escuela, con el jóven que lo empujó, una resiliencia poderosísima en el cuerpo y alma del Matius, final feliz donde entra a la prepa y falalalalá. Es un chico hermosamente sano, amoroso, con sus issues pero mío y de mí.

¿Y yo?

Sé que ya no volví a ser la misma desde ese día.

Ahora sé que mucho de mí murió entre el hospital, la escuela, la agencia del MP, el médico legista, la fiscalía, las audiencias, las mil explicaciones del incidente con quien me preguntaba, peleas y ruptura con mis padres, dificultades en la oficina por mis ausencias, los sentimientos encontrados de Alo, la preocupación permanente por la salud y capacidad del Matius, su pase a la prepa... Todo lo demás pasó a segundo plano: amigos, pasatiempos, hábitos bonitos que tenía, el amor a mi trabajo... nada se me hacía relevante porque lo más importante era el estar hiper vigilante a cualquier cambio que tuviera Mats en su salud física y emocional pues era el cerebro, su hermoso cerebro el que estaba comprometido. Nada fue más importante que cuidar a mi ratita mayor... y ¡dios, qué cansado ha sido todo eso! 

Luego, no poderlo procesar, no poderlo sacar de mi alma ni de mi sistema porque no tenía las herramientas para hacerlo, ya que lo más obvio para mi fue hacerme cargo de mi y mis sentimientos sin tener que compartirlos, sin querer que alguien llegara a tocar la herida porque nadie entendería lo que yo estaba pasando. ¿Cómo compartes eso? A nadie le importaría -aparentemente- porque nadie había traído al Matius en su panza mas que yo y nadie, ni su papá, parecía que detendría su vida para adaptarla a los tiempos en los que él vivió su recuperación.

Y lo intenté, sé que intenté tener una vida normal, por mi y por Alo. Pero nunca entendí (y al parecer, esto es una constante) que una vez que algo se rompe, nada puede hacer que vuelva a su forma original y uno debe fluir a partir de esas nuevas circunstancias.

Los japoneses han explorado esto, lo han tratado de explicar ampliamente. Ellos no se rasgan las vestiduras ni viven duelos eternos, ni se desgañitan en dolor. Ellos toman las piezas de aquellas vasijas valiosas -y rotas- y las unen nuevamente mediante una aleación de metal y oro: kintsukuroi.

Entonces, yo empeñada en volver a funcionar, a ser, a existir "como antes", no me di (ni medí) cuenta que ya no era esa Dana de la que aún quedaban resquicios en éste blog o en mis posteos diarios en mis rrss. ¡Porque ese era mi anhelo, ese era mi deseo, volver a ser esa mujer a la que no le han pasado las desgracias encima, en lugar de haber entendido y aceptado que shit hapens, y que los madrazos son tan fuertes que te cambian por dentro! Y pensando en que aún podía manejar la vida con la idea de que aún era la Dana de antes, me lancé en muchas empresas sin analizar que no, ya no era la cándida Dana. No honré mi oscuridad, no viví el duelo por la muerte de mi ser, no terminé de conocerme nuevamente y lo más importante: aceptarme carente, rota, con necesidades específicas que ameritaban ser cubiertas, antes de volcarme a cubrir las de los demás, porque ese periodo de cuidar y resolver me ha dejado agotada, abandonada y lastimada... y la gente herida hiere a los demás. Eso no está bien, yo no quiero seguir relacionándome y perdiendo a las personas que amo en el camino.

Ahora me toca volver a mi, recoger todos los pedazos de mi ser, reparar nuevamente mi vasija-corazón escogiendo los materiales más preciosos para hacerlo y abrazar a la Dana que soy, que saldrá de todo ese proceso.

Qué falta me hace mirarme, abrazarme, perdonarme; hablarme bonito, cuidarme  y quererme como he querido y cuidado a la gente que amo. Está cabrón hacerlo porque siempre he operado dejándome hasta el final. Pero coincido con las Karys: Dana necesita a Dana y la necesita al 100 % 

Ya no hay tiempo para seguirlo perdiendo ni para envidiar la relación perfecta: Necesito crear la relación perfecta conmigo, ser consciente de que necesito mimos, necesito cuidados, necesito descansar de la hiper responsabilidad de una casa, de una familia, de una pareja, de un área legal y de la necesidad de controlar todo, necesito soltar la perfección, la necesidad de complacer, de agradar y de intentar ser perfecta para los demás. Ya se probó que no lo soy y no lo seré. Ya no quiero castigarme más por eso.

Tomo oro de mis cualidades, tomo resina de mi fortaleza y mi grandeza, tomo mi ternura, tomo mi amorosa forma de ver la vida, tomo agua clara y comienzo a pegar los pedacitos azules que están dispersos. 

Se que a su tiempo, podré volver a contener.


 


domingo, 2 de junio de 2024

Brisas.

 Un viento sopla ligeramente y trae unas semillas nuevas, busconas de tierra fértil, agua clara y la luz matinal de los amaneceres por venir.

Calma, respiración pausada, puedo ver la ventana de frente y el paisaje es prometedor.

Siempre gracias.


viernes, 17 de mayo de 2024

Mi banda tuíter.

 Pertenezco a una selecta comunidad donde cada persona nos sentimos únicos, originales e irrepetibles.

A quien le cuento de esta comunidad no parece hallarle mucho sentido y no se explican la emoción que me da platicarles de los progresos de cierto @, los triunfos, tristezas, pero sobre todo, de los memes, frases, ocurrencias, posturas políticas, musicales, etc. de varios de nosotros. Y sí, parece que nos conocemos en persona y en realidad estamos conectados solo en el nodo y todos estamos físicamente en polos opuestos... ¡ciertamente en polos opuestos!

¿Qué nos hace estar juntos? Probablemente lo difícil que es encontrar la validación o la contención que se supone nos deberían dar los seres con los que convivimos del diario y en vivo. Personalmente me he llenado de mucho de lo que mi comunidad me ha dado desinteresadamente (sobre todo, fantas... chiste local, no lo entenderían) y en éstas semanas del terror no ha habido día en el que alguien me comparta una intención de abrazo, de un beso cariñoso, otros no tanto, palabras de ánimo, palabras de consuelo y amistad, confianza y mucha empatía. No me alcanza la vida digital para agradecerles a todos lo que me han dado y lo que he aprendido de todos y cada uno de los arrobas con los que convivo diariamente.

Gracias por ser abiertos, por dejarme estar junto a ustedes en sus vidas, en sus cuitas, en sus decisiones... gracias por cada cosa bonita que han compartido y por todo lo que les he aprendido y reído.

Si algún día me vuelve a ahogar la tristeza como lo hizo hace casi un mes, se que no moriré sola y comida por gatos virtuales. Sabré que encontré mi familia, mi casa, mi banda y sabré que es de ida y vuelta.

Gracias, Tuíter y Tuiteros. Me salvaron la vida.

viernes, 10 de mayo de 2024

A ti, madrecita.

 Todos los años pasa lo mismo: digo que odio el 10 de mayo y que no soporto los festejos ni nada por el estilo… sinceramente lo que odio es la hipocresía de la focalización en UN día, cuando es una labor que 24/7, para toda la vida y súper ambivalente.

O sea… imaginen lo absurdo que sería un “Día del Sexo” y que ese día forzosamente hubieran de tener sexo sin cuestionárselo ni desearlo (o sin tener con quién). Weeeeeey… no está tan chido como se oye.

Y por no caer en lo obvio de éste día, me he ido al opuesto, el de despreciar, denostar, minimizar lo que yo soy como madre. He sentido la vara tan alta, la presión por ser perfecta, el señalamiento de no ser suficiente, que -como en otros aspectos- he sentido que no doy el ancho y me bajo del tren. Qué estupidez.

Ya no estoy dispuesta a eso, a nadie ha beneficiado que piense eso de mi maternidad, sobre todo porque los hechos dicen cosas totalmente diferentes: soy una madre a toda ídem. Mi sentido de maternidad se siente colmado de alegría cuando veo entrar a las ratitas que viven conmigo, dispuestos a pagar gustosamente el tributo a la madre que tienen en sus vidas. Y no son los chocolates, ni las tarjetas, ni los peluchitos de Miniso… es eso, justamente, sus intenciones, su agradecimiento, las lágrimas de emoción de Alondra poniéndome una canción en su Switch donde se le dice a la mami que es su mejor amiga, en la mirada tan amorosa de mi adolescente que no esconde reproches por mis errores de primeriza cometidos en su perjuicio. Es su querer compartir conmigo y no con alguien más sus sueños, sus miedos, sus dolores, su música, sus gustos y el que sientan (y yo sentirlo de vuelta) esa complicidad, ese sentimiento de libertad de juicio que sí, amigos, sí cuesta un chingo lograr y ese es mi mérito y de nadie más.

Y es momento de cambiar para siempre mi visión de éste día: en vez de esperar ese agradecimiento o reconocimiento de vuelta, yo soy la que les reconoce a estos hijos míos lo feliz que me hacen sentir al ayudarme a juntar las piezas de mi alma sin juzgar, sin enojo ni reclamos. Les reconozco su paciencia, su amor, solidaridad, entrega como hijos y eso es más que suficiente. Estoy en paz con mi maternidad, estoy agradecida por ella, me siento una gran mamá y no admito nada que quiera quitarme este sentimiento de triunfo y satisfacción.

Gracias a mis hijos es que me siento una mujer suficiente.

Y sí, tuvieron que pasar 17 años para sentir esto que pienso y siento. Nunca es tarde, ningún dolor es para siempre.

Menos cuando tienes a dos seres amorosos que han cerrado filas alrededor de mi corazón. Soy su mami, si me hieren a mi, los hieren a ellos y ellos no se tientan el corazón, son implacables en sus sentimientos y yo me siento muy orgullosa de haberlos hecho a mi imagen y semejanza. 

Mis ratitas... siempre mías, siempre amorosas, siempre juntas.


martes, 7 de mayo de 2024

Adelante, corazón...

 ¿Dónde está esa chica?

Todos se están preguntando “¿en dónde está esa chica?” y la chica les responde:

Estoy viviendo mi duelo. Atravieso una crisis y mi forma de afrontar las crisis es esconderme en mi madriguera de gatita salvaje, lamiendo mis heridas, curando mi corazón roto y fortaleciendo nuevamente mis patitas cansadas de brincar de sobresalto en sobresalto.

Había demasiado ruido en mi cabeza.

Dice Andrea Echeverri: quiero desintoxicarme, cortar esta dependencia antes que sea tarde.

Aclarado lo anterior… ya viene el 10 de mayo, gente. Aquella fecha donde los hijos rinden tributo a las mamás (las suyas, las ajenas) y yo estoy aterrada. Me purga celebrar y que me celebren el día de las madrecitas… argh, no lo aguanto.

Pero acá las cosas las están facilitando bastante. Matius ya no me va a bailar el ratón vaquero porque la UNAM está falta de recursos y porque en su primer año de prepa… ¡exentó todas sus materias! Y la escuela de Papita se está volviendo woke y en vez de celebrar el día de las mamacitas, va a celebrar “el día de la familia”… perfeeeecto, así le puedo endilgar la monserga a su papá y ¡vámonos! A chiflar a la loma.

Qué importante es dejar los convencionalismos, aunque mis tías piolín alcen la vista al cielo y digan que se están perdiendo los valores. Mi maternidad está hecha sí, de cuadros hechos de sopa, pero también de canciones de Kanye West, de dibujos incomprensibles (para el público) con técnicas mixtas, de pelos de gata en mis abrigos y de mucho amor por mis dos bellakos inocentes que me han aguantado en ésta y otras crisis donde el mundo prácticamente se me estaba desbarajando.

Tener compasión de las madres que maternan  con el corazón roto es la nueva resistencia porque no está fácil, chavos… la neta tener la cabeza bien puesta para hablar de condones rotos, niños que gustan y que ya piden besitos en la mejilla, un jefazo que pide lo imposible en temporada de elecciones ¡y luego tener el chingado corazón roto!... ´ta cabrón, gente.

Y aquí va la parte dos: mi mamá mía de mi… ha sido el refugio que nunca imaginé encontrar. Voallorar, pérenme tantito…

Cuando le dije que ps que todo había valido chetos, me miró con compasión, se llevó la mano al corazón y me dijo que lo sentía mucho. Me dijo textual: lo siento mucho, se cuánto querías que funcionara. Y yo lloré y ella me dijo lo que siempre me decía desde que estaba en la secundaria y los vatos no me hacían caso por fea: Tú estás muy bonita, ya llegará el indicado. Besitos.

Todos dicen eso, “ya llegará el indicado”. Mi corazón no se consuela con eso pero entiendo que lo que menos desean es dejarme en desolación y agradezco su intención.

Por el momento solo quiero seguir en mi madriguera, algún día mi lengüita rasposa se cansará de lamer la cicatriz y entonces saldré de ahí, como una marmota cuando termina el invierno.

(La de a devis, no La Marmota, jajaja).

domingo, 28 de abril de 2024

Adiós...

No escribo en domingo a menos que una emoción bonita y positiva esté rondándome.

Y es que en domingo, eso es prácticamente imposible.

Para mí, el principio de ansiedad en mi vida comenzó un domingo, cuando mi papá no apareció en casa desde el sábado y tuve un mal presentimiento; luego, ese inquieto se instaló en mi estómago y pervivió las horas que tardó mi papá en aparecer. No había pasado nada “malo”, simplemente huyó de sus obligaciones paternales y conyugales durante dos días. Pero puedo identificar perfectamente dónde y cuando comencé a padecer el abandono, el ansia de pensar en cuándo sucedería de nuevo, en estar hiper vigilante a todos sus movimientos y entender las señales de cuando se comenzaba a hartar de la vida tranquila de ser padre y esposo.

Sé y estoy consciente que desarrollé un mecanismo de defensa que me ha hecho estar haciendo double check en cada momento de todas las relaciones que he tenido… perdón, quise decir: en las relaciones de las que no he estado 100% segura de ser amada.

Ya sé que no estuvo bien abrir la puerta a relacionarme sin haber sanado, sin estar segura de mí, de la persona. Sé que no estuvo padre confiar mi corazón a personas que no me dieron “buena espina” o que por el contrario, me dieron mil motivos para no involucrarme con ellos. Sé que mi ingenuidad me ha llevado a vivir historias de terror y que, a pesar de tales experiencias, yo he querido tocar el fuego con mis propias manos, sentir que me quemo y disfrutar ver mi piel convirtiéndose en ampolla por la destrucción de su equilibrio.

Es un recordatorio de que no merezco.

Es una señal de que soy poco menos que nada, que soy la persona más imperfecta y que me empeñé en volar con alas de cera, cerca -no del sol- sino del mismo calor del infierno. Un infierno hecho de sonrisas falsas, de caricias falsas, de comprensión falsa, de entendimiento y empatía falsas. Todo falso, porque lo verdadero encuentra la forma de sobresalir entre un montón de trapos y oxigenarse. Porque lo cierto, lo sincero, lo real siempre encuentra la manera de permanecer con aquello que es cierto, sincero, real y leal. Pero no importa, no pasa nada (solo un tren sobre mi corazón), sé que es el camino que elegí y que no debí.

Posiblemente el vacío se irá haciendo soportable, el aire dejará de pesar como plomo en mis pulmones y ese sentimiento de asco en mi estómago algún día deje de estar.

No me mentí a propósito, sé que quise creer. Sé que quise ser feliz y hacer feliz con mis pocas virtudes y mis quince mil kilos corporales y de errores.

Se que si hubiera sido otra persona que no soy, esto probablemente no estaría escrito y todo en el TL fueran recetas de kiwilimón y tímidos intentos de poner uñas. Porque contrario a todo lo que me has mentido, una mujer inteligente sí soy y no me ajusto a ti.

O quizás doy pena, doy problemas, doy hueva, doy miedo, doy dolor, doy incertidumbre, doy pesadez, doy todas las pestes de Egipto y todas las guerras de Europa. Quizás el remolcar mis miedos e imperfecciones no es tan atractivo como cogerme de las muñecas y empujar tu humanidad dentro de mí, mientras silente y obediente dejo que tus defectos se resbalen sobre mi piel. No sé qué más decir. Soy todo lo peor y soy más.

Mañana recogeré el cadáver de mi espíritu nuevamente, lo pondré a secar sobre matorrales incendiados y le echaré sal para que se curta de una puta vez.

Haré el ritual de mis ancestros indígenas (aquellos que probablemente te avergonzaría conocer) y pediré que me quiten tu sombra, tu tona, tu presencia en mi carne, en mi alma, en mi cuerpo, en mi cerebro, en mi mente, en mis deseos nocturnos de escapar corriendo desnuda y gritando que quiero morir.

 Me iré sobre las piedras y me inmolaré una y otra vez, hasta teñirlas de rojo. El rojo… el color con el que yo soy todo lo imperfecto, todo lo obeso, todo lo impúdico y estúpido del mundo. El rojo, el que sin querer ha destapado la distancia que existía entre tú y yo desde el día en que no sentí tu mano tomando la mía.

Piedras, recíbanme en su cálido y pétreo seno. Cobíjen estas ganas de morir y escúpanme con violencia, hecha fuego nuevamente. Que mis cenizas vuelen, que mis dedos no tomen nada que me revele la tristeza que me coce la garganta. Que éste corazón se ponga verde de lo pútrido que está y que mi grasa sirva para quemar lo que ha quedado con vida.

Una vez más, me sorprende lo lejos que he llegado de mí. Desde donde me dejaste, no alcanzo a ver lo que comúnmente me acompaña y no es por otra cosa que por el alejamiento que yo puse entre mi mundo y tú. ¿Lo puse a salvo? ¿Intuí que necesitaría mi mundo estéril de ti?

En realidad, no; solo dejé que la distancia entre mi esencia real y la mujer que fui contigo se acrecentara porque sabía que no podrías amarme de todas formas, con toda mi humanidad y mis defectos.

No supe ser lo que esperabas, no supe ser lo que querías, no supe encontrar el recurso dentro de mi para ser eso que tú has estado buscando durante toda tu vida. Solo sé ser yo, solo sé ser la persona que confía en alguien que dice amarla y creer que eso significa que la amará por todo, todo lo que ella es… y todo lo que no es.

Fui más lo que no soy y ni así fue suficiente.

Pero, cariño, para bailar se necesitan dos.

 


jueves, 4 de abril de 2024

Lacrimosa.

 Tormentas que envuelven un planeta y lo devoran.

Truenos que terminan en agua.

Me arrojo con fuerza sobre la corriente eléctrica del viento.

Me elevo.

Siento que hay un dolor en mi garganta que me quema, ahí donde te perforaron.

Es difícil entender por qué ya no querías vivir.

Es difícil entender que no pudimos detener tu muerte, ni el tiempo, ni la escarcha que se acumulaba en tu interior.

Partes con la única playera decente que tenías, la que usabas cuando aparecías sobre el mundo y todos al verte dijimos “¡Su playera!

Traías barba… ¿por qué nunca me hice el tiempo para ir a rasurarte?

Mi decisión de no beber nunca no sirvió para salvarte.

De pronto ya no es gracioso decir “borrachazo, inconsciencia, borrachito, teporocho”, porque parece llevarnos a ti. Y yo no te veo ahí, yo no puedo ser sangre de banqueta, de fuente de parque público, de La Roma, de Boston.

Yo me estoy quedando quieta, ahí donde Kary me dijo que me quedara, sintiendo la tristeza, sintiendo el dolor para poder hacer cicatriz. Yo no sé si quiero hacer cicatriz. Porque lamer la herida es la forma de mantenerte todavía aquí.

Que me perdonen los vivos por mi infelicidad. Que me recojan en 3 días, me preparen un baño y me abracen y me hablen bonito porque extraño, porque anhelo y requiero esa ternura espontánea, esas formas cariñosas que no necesitaban introducción, ni explicación ni reciprocidad. Tan solo que me vieras y me hicieras tus voces graciosas… Era como saber que en cualquier parte del mundo donde tú estuvieras y yo llegara, ahí me iba a sentir querida por el simple hecho de existir. Por el simple hecho de haber nacido el 24 de septiembre de 1980 dentro de la Familia Juárez.

Kary tiene razón: cuando comienzo a razonar, paro la emoción.

Estoy razonando, mi mente está trabajando con cifras y hechos lógicos. He perdido la emoción, he dejado de llorar.

Estoy razonando, estoy consciente de que no estás porque has muerto. Estoy razonando que estás comenzando a deshacerte físicamente, estoy razonando que tu voz solo se va a escuchar en mi mente y a nadie podré describirle exactamente cómo es. Como “era”.

Estoy razonando.

Me estoy evadiendo por medio de la razón.

lunes, 18 de marzo de 2024

Mamá: cada vez que te bajas a la camioneta sabemos que algo pasa.
Que tienes llamadas importantes y tristes.
Que has tomado terapia ahí para que no escuchemos tu llanto desencajado.
Que no quieres hacernos partícipes de tus frustraciones, ni que dejemos de querer a la gente que te las provoca.
Cuando te bajas a la camioneta con tu celular, sabemos que algo no está bien. Tanto que nos compartes y tanto que charlas que, apartarnos de tu voz cuando se quiebra y se casca nos causa duda. Nos ponemos nerviosos. 
Mamá: cuando bajas a la camioneta a llorar, a mensajear y a tratar de arreglar el mundo, sabemos que mamá no es súper mujer.
Pero que es humana.

miércoles, 28 de febrero de 2024

Rompieron un cristal, pero no mi voluntad.

Estoy cansada de perder.
De perder y de que me arrebaten. 
De que me arrebaten y de que yo no quiera conservar. Estoy harta de fingir que no pasa nada cuando me pasa todo un río de problemas,  sentimientos y dolores bajo mi puente. Estoy cansada de querer gritar lo mucho que me duele perder, ser robada, ser víctima y que la voz de la consciencia mundial (esa estúpida, estúpida voz) me diga que "cuando dios te cierra una puerta, el diablo te abre una ventana para que te vayas de cuernos y sigas batallando en el infierno".
Estoy asqueada de tener que encontrar un "para qué" de todas las putas pérdidas que experimento.
Estaba en negación, ahora estoy en franco enojo.
Estoy harta de tener que minimizar mis pérdidas o mis sufrimientos porque alguien más ha perdido más o la pasa peor que yo o la chingada. ¿Qué puuutas cosas nos enseñaron en lugares como el catecismo, la clase de ética nicomáquea y los retiros espirituales en la Mariápolis? 
Estoy enojada conmigo misma porque con las pérdidas, me pierdo a mí misma... ¡a mi, chingadamadre, a la única persona que jamás debería soltar de la mano! Y me enfurece saberme tan herida, tan vulnerable, tan perdida y sin encontrar. Tan llena de dolor y no poder bajar la guardia porque hay que seguir operando y nadie va a venir a rescatarme, excepto yo. Y cómo hacerlo si estoy más alejada de mi misma que de la talla que tenía a los 23 años.

Con la penúltima pérdida se fueron ocho años de trabajo, sin embargo, sé muy en el fondo (y por eso me hierve más la sangre) que esto sí tiene un "para qué ", aunque me tenga que morder la cola para aceptarlo...

Sucedió para entender de una buena vez que ya no soy ni volveré a ser esa Dana-Bambi de 35 años, la cual regresaba a casa con culpa, directo a amamantar y revisar tareas de fracciones. La que acumulaba información en lo que aprendía a aplicarla, la que no sabia mucho de la industria y que por ende si fracasaba, tenía todas las disculpas a su favor pues era una aprendiz, una auxiliar.

Lo que he estado lamentando es esa pérdida de aquella etapa y tengo miedo a tomar consciencia y darme cuenta que SOY una mujer de 43 años con la experiencia y madurez suficientes para rehacerse, para aceptar que da miedo crecer y aprender a putazos pero, que a veces es la manera en la que sí o sí se terminan por asimilar las verdades.

Ok, respiro... ya me siento mejor.
No hay computadora, USB ni Drivers que se comparen con la Pentium (¿Lentium?)que tengo en la cabeza... 
Se que la tendré que resetear varias veces cada que no quiera jalar y que en el último de los casos, le ponemos el motor de la licuadora y ¡agárrense mis plebes! porque de que volamos en infinitum, volamos en infinitum.

Y bueno, no fue en el 2000 sino 24 años después pero, finalmente se cumplió lo que la pitonisa Natalia Lafourcade predijo: "...ya no soy, ya no soy la infantil criatura, la inocencia se acabó".

Sí, se acabó.
Porque a Bambi le temblaban las patitas y a mi... a mí no me tiembla nada.



lunes, 12 de febrero de 2024

MI TÍO ISRAEL.

 El primer recuerdo que tengo de él es el de un chico que llegaba a cargarme, a jugar conmigo, a hacerme voces graciosas y a mimarme muchísimo. 

Yo era muy feliz en su compañía, nunca me hizo sentir que sobraba, que no podía, que molestaba. De ninguno de ellos (Gustavo, Benjamín e Israel) tuve la sensación de que era una niña insignificante. Si alguien quiere hurgar en mi autoconfianza, se va a topar con que gran parte de ella lleva cimientos que mis tres tíos paternos pusieron ahí. Y estoy orgullosa de eso.

Israel era (es...será) mi favorito por muchas cosas... nunca se ajustó a lo que su entorno le marcaba y se buscó la vida de una forma que no iba con los cánones de toda mi familia paterna: Somos de Oaxaca, solo saldremos adelante con el estudio y perfeccionamiento de nuestra profesión. Todo lo demás, está fuera de cuestión.

Y fue así que comenzó a acompañar a mi abuela Ofelia al aseo en "La Casa de los Amigos", que es una especie de hostal para la comunidad internacional quaker. Ahí aprendió inglés, conoció de primera mano la cultura americana, se enamoró de Amy -una jóven neoyorkina que estaba de paso en México y que con los años llegaría a ser asesora de Hillary Clinton-, se volvió actor (salió de "extra" en varios programas de Televisa en los Ochenta), puso una escuela de inglés en el edificio rojo de Reforma 164, se casó con Amy en Estados Unidos y vivió en Boston mientras ella estudiaba su posgrado en ciencias políticas en Harvard (siendo compañerita de aula de aquel Fausto Alzati que se ostentó como Doctor por Harvard sin tener el grado). Me enviaban cartas en inglés llenas de calcomanías para que yo pudiera practicar el idioma y cuando estaban en México, me sacaban a pasear o por un helado al Helen´s de Reforma y La Fragua. 

Siempre me dijo que tenía que salir de México, que podía hacerlo y que no dejara de estudiar inglés.

Con el tiempo fue más difícil seguirle la pista o estar en contacto con él. Su vida comenzó a ser misteriosa, peligrosa, a salto de mata.

De repente nos llegaban noticias de que estaba por montar una empresa de tequila, de repente no sabíamos nada y de repente un día llegó con cajas de "Mexitlalli Tequila Cristalino", un contrato para venderlo en exclusiva para Le Cirque del Camino Real Polanco y una amistad con Salma Hayek.

Para los hombres jóvenes de mi familia (mi hermano y mis primos), mi tío Israel ha sido un referente, un parteaguas y el ejemplo de salir de la zona de confort en pos de algo más grande que uno mismo; no por nada, para ellos salir del país en busca de otros horizontes y oportunidades es algo casi obligatorio. Qué bien que así ha sido, aunque el precio sea alto.

...

Lamentablemente todo tiene su lado B y en el caso de mi tío Israel, esto no ha sido la excepción.

Cuando uno no está en paz consigo mismo, los demonios llegan a danzar sobre tu pecho y a reírse de ti, de tus logros, de tus pasos dados y te retan a saltar al vacío.

Yo no se cuando comenzó la espiral de declive en su vida, solo se que esta es su última batalla y con todo el dolor de mi corazón, se que va a ser la última. 

Y me duele como no creí que me fuera a doler. Miento. Me duele exactamente como sabía que me iba a doler cuando esto estuviera sucediendo. Es cierto que no puedes salvar a nadie de sí mismo, lo se. Pero el saberlo no lo hace menos triste, menos doloroso.

Cuando caiga el telón, todos callaremos conteniendo la respiración.

Porque no solo se borra una vida.

Se borra lo que fuimos en los ojos de esa persona que ya no los abrirá nunca más.

Buen viaje al Valhalla, tío Israel... una niñita de 4 años te está sosteniendo la mano para que puedas partir en paz.  




lunes, 22 de enero de 2024

Como agua para shocoleit.

 Cuando tenía 13 años leí "Como agua para chocolate" y ni por error se me ocurrió aprender a cocinar, más bien mi febril imaginación se decantó por el romance entre Tita y Pedro y los obstáculos que Mamá Elena les ponía en su camino. Me sentía muy inspirada por esa novela y tenía mucha curiosidad de ver la película de la misma, pues Marco Leonardi se antojaba bastante prometedor con su aire italiano y la relación que en la vida real sostenía con Lumi Cavazos.

Huelga decir que hasta los 23 años pude ver completa la película y la vi al lado de mi santo padre, lo cual dice bastante. Qué pinche oso, la neta.

Pero volviendo al chisme de Tita y Pedro, en realidad sufrí durante mucho tiempo con la imposibilidad de ver materializado su romance y tener que sofocar toda esa pasión en la comida o en un matrimonio sin amor o en ordeñar vacas y bajar manzanas de sepa dios dónde, porque la trama se desarrollaba en Piedras Negras, Coahuila. Me volví un poco loca, a decir verdad; la posibilidad de no poder amar a plenitud al objeto de mi afecto se volvió una constante durante muchísimos años y cuando entendí bien a bien de qué se trataba todo el asuntacho, me pareció que no había aprendido nada sobre el amor. Ridícula idea era amar, hasta donde yo lo viví.

¿Qué es amar?

¿Por qué siempre vuelvo una y otra vez sobre el tema?, ¿qué me enseñaron las demás lecturas sobre caminar al lado de una persona y sentir que crece dentro de ti un bellísimo árbol de jade?, ¿qué es eso de querer adelantar los días y las horas para que la constante sea acomodar su cabeza sobre mi pecho, morir profundamente durante 5 segundos y salir a la superficie a revivir?, ¿qué es eso de confiar a ciegas en el otro, sin prisas, sin sobresaltos ni dolor?, ¿Is this "la idea inconcebible del amor romántico"?

¿Es mirar con ternura infinita a un pequeño caracol persistir en la carrera de la vida?, ¿es coincidir en todas y cada una de las risas, bromas, manías que el otro posee?

¿Es querer atrapar a la bola del tiempo que oscila entre un día sí y otro no?, ¿es sentir que vibras con las chispas que sueltan los ojos del hombre que estoy amando?

No sé qué hubiera pasado si Tita y el Doctor se hubieran casado, quizás Tita sería aún más feliz de lo que fue en los 5 minutos que estuvo bajo Pedro (le dijo "engarróteseme ai'" ¡y se le cumplióoo!), lo cierto es que ni la cocina, ni bajar manzanas de donde dió vuelta el aire pueden explicar que todo parece estar en calma, en orden y en paz bajo la mirada diáfana de quien encuentra gozo en mis sonrojos.

Probablemente no nací para ser una Tita, porque lo mío es ser tan salvaje y libre como Gertrudis.

¡Y que viva la revolución! 

viernes, 19 de enero de 2024

ENVEJECER ES RELATIVO

Me miré al espejo cierta mañana y me encontré a primera vista con 10 canas.

Diez. 

No "un parcito", no una aquí y otra acá...

Diez.

La primaria (el único grado académico con el que aparentemente cuento) no me preparó para esto.

Y bueno, viene lo inevitable: cuestionarse mil conceptos previamente adquiridos e interiorizados y de los cuales más vale que deseche pronto o corro el riesgo de que tanta dulzura e ingenuidad pronto se conviertan en amargor... Just stop your crying It's a sign of the times Welcome to the final show Hope you're wearing your best clothes.

Envejecer es un issue que me había preocupado lo suficiente como para ahora sí preocuparme en estos momentos por no haber usado el debido protector solar, bebido (y acumulado en la recién adquirida joroba) la cantidad recomendada de agua y la más importante: haber presionado bastante a David Garay Maldonado, a fin de haberme metido a la nómina del Departamento del Distrito Federal a la tierna edad de 6 años, cuando ya acompañaba a mi mamá a sus audiencias en los tribunales de circuito, con lo cual yo podría estar en estos momentos gozando de una jugosa jubilación, en lugar de estar defendiendo al imperio porcino del cual me jacto de mantener en la -hasta donde es posible- honrosa legalidad. O sea, cero.

Y bueno, ustedes dirán que con lo de las canas una se va haciendo a la idea de que el paso del tiempo de forma progresiva es inevitable y comienza a conscientizarse sobre lo que ello representa: contratar un seguro de vida, beber menos, coger más y tomar caltrate. Noup, mis queridos menos cinco lectores de siempre, quite opposite (excepto en... el caltrate), en realidad me estoy haciendo bolita y dejando que la vejez me encuentre donde quiera: que si usando mini falditas con botas altas, que si haciendo tiktoks, que si asoleándome impúnemente en Cuernavaca, que si tuiteando irresponsablemente fotos de mis bubis, que si bebiendo como cosaca (jajaja, obvio no; es una licencia poética que siempre me doy) y más que todo, escandalizando a las mamitas de los compas de Alondrita, pues comparada con ellas, yo ya estoy empadronada en el instituto de la senectud y nada, NADA tengo que ver con ellas y sus cuerpazos fabulosos de treintañeras, a los cuales les caben cuatro caramel macciato sin celulitis.

Meh, no pasa nada.

Tal vez de cuando en cuando me quede dormida a media plática, o me salgan pelos donde antes no salían, o se agudicen mis manías, o la nieve cubra mi cabello... en todo caso el secreto está en no notarlo, pues el foco está en aquello que más placer me causa, en eso que me roba toda la concentración y me llena de felicidad: la vida que estoy viviendo y la cual se está poniendo muy (¡pero MUY!) emocionante.

No subestimo el poder del colágeno, pero a mi edad es el "ensure" el que me pone, sinceramente.

Jajaja, ¿no les digo?