lunes, 5 de agosto de 2024

Corazón elástico.

 He leído tantas veces que el corazón es un puño, que es un recipiente, que es una olla de mar... y en realidad -de acuerdo con la ciencia-, el corazón es una banda enrollada, la cual al estar acumulando vueltas sobre sí misma, forma una especie de bola, toda contenida.

No quiero volver a sentir a mi corazón contenido, ni hecho pasa, ni como un puño cerrado. Quiero que en la primavera sea amarillo y vibre cuando llegue el otoño. 

En verdad quiero imaginar la lasitud y la libertad de fluir a través de una tira larga, como el camino de Santiago, como la pista de los 100 metros planos, como un sendero atravesando un jardín inglés lleno de setos secretos y nardos.

Mi corazón se desdoblaría y encontraría gozo en la amplitud, en el espacio para poder ensancharse a gusto e ir del pecho hasta mis pies y así, correr hacia donde quiero llegar (o hacia quien yo quiero alcanzar).

Iiría al cerebro, completamente libre y elástico y le enseñaría a éste a desdoblarse también, a ser flexible, a adoptar formas diferentes de pensamiento, que las ideas dejaran de correr dentro de un cuadrado.

Qué hermosa la alegoría de estirar el corazón para que todo quepa abrazado por él. 


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