martes, 31 de diciembre de 2024

Hola, 2025

Levanté mucha ámpula con el escrito pasado y aunque mi amigo Angel Ocampo me enseñó desde muy joven a no dar explicaciones, es una lección que he tardado décadas en asimilar. Nunca es tarde para empezarla a aplicar.
So, el día de hoy quiero despedir el año como hacía mucho tiempo no lo hacía:  en paz y con ilusión.
Sí, la lógica nos obliga a decir que es un día más, que el tiempo es relativo y que nada indica que las cosas vayan a cambiar de un día para otro. Sin embargo, a veces queremos sentir que no es tan plano el asunto, sobre todo si tenemos varios cadaveres en el maletero y hartas ganas de deshacernos de ellos.

Personalmente fue un año de pinche llorar, de momentos donde llegué a sentirme la patita más desdichada del estanque, de estar paralizada por el miedo, por la avalancha de sentimientos y emociones que llegaban sin poder meter las manos siquiera y sobre todo, de un sobrepensamiento que sí me hacía querer renegar de mi condición de animal racional y desear convertirme en gato (o al menos, actuar como uno). Sí me sentí muy inadecuada, con pensamientos intrusivos atacando mi frágil psique uno tras otro. Año de no atinar a levantar la cara en muchas ocasiones y enterrarla en tierra, cual avestruz. 

Pero -y por lo cuál siento una hermosa paz- quienes me acompañaron en el camino, que me levantaron la carita de la tierra, quienes me la lavaron, me la besaron, me ofrecieron su casa, su hombro, su energía, sus intenciones, su amor, su amistad, su compañía y las ganas de compartirme lo más bonito de ellos mismo... wow! Por ellos, por toda la hermosa vibra con la cuál me rodearon y me rodean y por las ganas de en verdad aplicar las lecciones aprendidas (esas que adquirí a base de madrazos) es que yo me siento con una energía, un sentimiento de ser imparable. 

Qué diferente me siento a todos los demás años donde, a pesar de tener las manos tendidas hacia mí, mi sentimiento de insuficiencia, de no saber recibir ayuda, me condicionaban a sentirme sola y en oscuridad. Hoy, la oscuridad sigue estando presente, es super necesaria pero ya no la padezco. Y espero en verdad saber pedir ayuda y saber recibirla en su momento.

Se que las sanjuaneadas estarán de a peso, que mis pensamientos cuentan con que yo sepa ponerlos en orden y en su justa dimensión. El trabajo personal estará en su máxima demanda porque, ps ya no hay tiempos extras en éste partido de la vida. Será ahora o nunca, será en éste momento o ya no será nunca... bueno, bueno, sí, pero el efecto ya no se sentirá de la misma manera que la que el vector de mi voluntad quiere apuntar.

Así que sin más preámbulos, aquí voy de nuevo con una maleta roja, mi bolso de mano y ¡chingos! de miedo. Pero, es así o no sucede la magia.

Y sinceramente, sí quiero que suceda...



No hay comentarios: