domingo, 7 de mayo de 2017

SPINSTERMANIFESTUM (ESCRITOS ATRASADOS...EN FIN...)

A la generación "Bridget Jones":

Recientemente vi -y juro que fue puritita casualidad- "El diario de Bridget Jones" cuando lo transmitían por cierto canal en donde las películas despiden un tufo a naftalina y no son consideradas ni clásicos, ni grandes obras. Tal como cuando me desilusioné al escuchar a Lady Gaga en VH1 clásico (¿clásico?, ¡por dios, si apenas es del año pasado!) mi ánimo no encontró un camino hacia lo agradable mientras miraba a  la anti heroína rechoncha que catapultó a la fama a una escritora de mala muerte, que lo único sensato que hizo en su vida fue el leer a Jane Austen (perdónala, señora) y medio arremedar su esencia, como si tal cosa fuera posible.
No conforme con tamaño sacrilegio, la avaricia hollywoodense se empeñó en masificar tal dislate ofreciéndonos no una, sino dos películas con alto contenido calórico y cero contenido per se.
Así, vimos desfilar en unos calzones abuelezcamente espantosos, a una actricilla texana (y el chiste del british accent se cuenta solo), que pretendía ser la nueva señorita Bennet (tuvieron el tino de ningunear al personaje bajo el nada poético apellido "Jones") y que al tiempo, sería disputada, como en un juego de suertes, por dos galanes evidentemente austinianos (¿qué digo austinianos?, ¡completamente sacados de la trama de la obra maestra de la literatura universal por exelencia llamada "Orgullo y Prejuicio"!).
Y aún así, todos caímos bajo su encanto... yo incluída.
Para la época en la que se estrenó la primera parte y mientras a Renné Zellweger era nominada al Oscar por tamaña actuación (de verdad que su solo presencia llenaba la pantalla), yo disfrutaba las mieles de tener 22 años y para nada cabía en mi universo ni Jane Austen, ni Bridget Jones ni el temor a ser una solterona treintona. La vida era agradablemente dulce, lujuriosamente bien dirigida y la posibilidad de casarme se encontraba asegurada, pues amaba y me amaban con esa certeza jurídica que da el tener 22, un cuerpo de prima ballerina (en mi imaginación, por supuesto) y un abrigo negro largo de Zara, de los primeros en ser comercializados y el cual iba pagando en cómodos abonos a mi santa madre.
Es decir, que nada de lo que aquella Miss Jones planteaba me preocupaba, a excepción, quizás, de la premisa de la película: ella escribía un diario. 
Pasó el tiempo y pasó el amor; llegaron nuevos aires, nuevos intereses y ¡de nuevo llegó el amor!
Esta vez era un amor aún más dulce por cuanto más incierto pues yo al muñecón, le llevaba 4 años.
Con esta diferencia de edad y otros honores más, tal como dictan los convencionalismos acudimos al cine a deleitar nuestro intelecto con la segunda parte del insufrible diario de la tal Jones.
Sobra decir que me pasé la película en el ácido pues el querubín recibió cierta cantidad de mensajes de texto a su celular que bastó para borrarme del mapa y prender las alertas... como que esta vez si estaba camino a convertirme en una rechoncha treintona y solterona, ¿eh?
Nada de eso pasó. La historia ya la conocen: llegó el MySpace, llegó la Marmota con su inexplicable amor, llegó el Matius y fuimos felices comiendo perdices...
Pero me he desviado del curso de la historia... conque "El diario de esa  tal Jones", ¿eh?...

*PAUSA DRAMÁTICA*
A riesgo de sonar pesada, que mis amigas solteras se enojen, que mi mamá me deje de hablar (por enésima vez en la vida) y que la misma vida me cobre la factura de mi descaro y me condene a una soltería perpetua (oh la lá, je vais etre une divorceé!) pienso que la película es una bazofia.


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