sábado, 31 de diciembre de 2016

Adiós 2016

No necesito que el año se acabe para ponerme dramática: lo soy desde 1980.
Y si, dejé de escribir desde hace medio año y ya no le veo sentido explicar por qué. Porque eso ya es agua pasada por el puente; dejemos que el agua nueva y pura llegue e inunde mi corazón. Que me nutra, que me llene y me purifique.
Que todos ustedes encuentren eso que los haga inmensamente felices... tal como yo he encontrado mi camino.
Y mi felicidad.
Feliz año nuevo, queridos menos 5 olvidados lectores de siempre; como las piedras rodando, así nos habremos de encontrar.

P.D. ¡Y ya!

domingo, 31 de julio de 2016

Sale, bye.

He estado fuera de mi por tanto tiempo que no me doy cuenta ya de los límites permitidos y los prohibidos.  Es como si mi conciencia estuviera durmiendo un mal sueño y ningún beso de ningún príncipe la pudiera despertar.
Ya no me reconozco.
Tan sólo quiero que éste auto vaya a toda velocidad y se pierda sobre la carretera y el polvo borre mi rastro.
Quién soy desde éste momento, qué seré cuando todo termine.
He estado tan fuera de mi todo éste tiempo que ya no importa responderme más preguntas...
Hey you, boy: drive this car and drive it fast!  

viernes, 24 de junio de 2016

Cuando la vida te "agarra de su puerquito", no queda más que hacer 'oink, oink' y espesar a que se le pase la fijación por uno. Pelear con todas tus fuerzas contra LOS HECHOS es la más estúpida de las necedades. Me choca...
Si, queridos menos cinco lectores de siempre, estoy -de nuevo- en el ojo del huracán, "en el ajo", en combate.
("...reconozco públicamente que mi vida se ha vuelto ingobernable").
Y así fin.
Tenía que decirlo,  no puedo andar por la vida haciéndome la loca y pensando "ay, todo es perfecto", cuando LOS HECHOS son tan diferentes. Pero entiendo a la gente que le gusta pretender que todo está ok cuando no lo está. Es su fiesta, diviértanse.
Yo mientras tanto voy sorteando obstáculos y -como la bolita imperfecta de Jodorowsky- me voy haciendo más y MÁS fuerte.
(...aún dudo si un poder superior podrá devolverme el sano juicio).
Estoy cansada...
Pero no vencida.
Por enésima vez, éste espíritu libre/alocado/alegre se encuentra en reconstrucción... disculpe las molestias que ésto le ocasiona.
Feliz viernes, caros míos.
Ah, éste saco es para ti:
No, no ganaste; para ganar se necesita ser yo. Y ahí sí está cabrón.
*Findelcomunicado

viernes, 27 de mayo de 2016

El interior...

Todo lo que importa es el interior.
Así es.
Todo lo que trasluce al mundo desde tu ser interno es lo más importante. Claro, hay y habrá miopes de la belleza interna que no notarán lo hermoso que eres pero no importa. Aquí lo que interesa es que tu interior sea lo más hermoso que hayas visto y sentido.
Por eso yo creo que soy una mala persona con los demás, porque mi interior es tan simple y pasado de moda como calzones de abuela y yo lo atribuyo a que en quinto de primaria, mi mamá no me dejó comprarme unos calzoncitos tipo bikini, de lo que sin ser tanga, tenían unos lacitos a los costados, ¿ya ubican, pervertidos?
Eran negros y eran de encaje. Yo creo que mi santa madre pensó que eran too soft porno para la inocencia de su querida bodoca, así que dijo que nel y me compró unos calzones horribles de gatita bombero, con ¡olanes de encaje de varios colores! ¿ya ubican, pervertidos?
Así que desde ese instante mi mentecita colapsó, quedando dividida en dos corrientes: las niñas malas usan calzones del diablo y les va mal y las niñas buenas usamos calzones de gatita bombero y nos vamos al cielo. Si quería tener contenta a mi mamá, debía usar calzones amarillos, rosas, azules y verdes, enormes y lisos. Porque si me atrevía a usar “los prohibidos”, sencillamente me deshijaría.
Y así crecí, peligrosamente para el mundo, llena de resentimiento por no poder usar encaje y satín y lacitos porque eso era de “perdidas”… lo peor del caso es que mi mamá ni siquiera sabía de toda esta lucha que sucedía en mi cabeza, pues lo único que en realidad hizo fue negarse a comprarme unos bikinis que no eran ni de la talla ni del material adecuado para mi edad. Creo que era la época en la que me escondía para leer sus “Cosmopólitan” y de ahí habré quedado erotizada para siempre con la lencería, con el consabido trauma de no poder exteriorizarlo y quedar con un hueco de por vida… bueno, no tanto.
Cuando crecí y literalmente “aprendí a lavar mis calzones” (frase que todas las madres usan para denotar tu falta de madurez, preparación, buen juicio para gobernarte y mandarte tú solo ó como chantaje para que no hagas cosas del tipo: tener novio, fumar, echar pasión, todas las anteriores), me aseguré de tener la ropa interior más perversa que mi presupuesto pudiera costear. Curiosamente los hombres piensan que una se viste para ellos, pero en realidad es totalmente falso. Una se viste para gustarse a sí misma y de ese encanto personal, una toma fuerza para enfrentarse al mundo y hacer sentir su presencia. Por ello es que aseguro que lo más importante de uno mismo es el interior… o se, la ropa interior. No es posible sacar esa inteligencia animal que necesitas para cerrar una negociación cuando tu interior es un calzón beige deshilado, que únicamente comunica lo triste que es tu vida cuando no tienes la curiosidad de adornar y consentir a la persona más importante del mundo: ¡TÚ!
Claro, se entiende que no siempre seré la candente mujer envuelta en encaje que espera sacar las garras para defender su esencia; a veces será suficiente con ser un calzón alto francés que se siente cómoda envuelta en un suéter, con una taza de café en la mano y 5 minutos de lectura (lo que dura Peppa Pig, maldita sea) y estará bien. También eso estará bien…
Al menos eso es lo que me digo diariamente, cuando mis viejos calzones me sonríen maldosamente a sabiendas que serán los que use durante un muy laaaaargo tiempo.
Jajajaja…


viernes, 20 de mayo de 2016

AU-REVOIR...

Di'un vez, mi reina, di'un vez...


Digo adiós.
Así es, he tratado de darle mil explicaciones y salidas elegantes a lo que sinceramente era ya un secreto a voces pero... ahora creo que es tiempo de darle vuelta a la página, oxigenar el cerebro y decir adiós.
¡PÉRENSE, TODAVÍA NO AVIENTEN LOS JITOMATAZOS!

Sí, digo adiós pero no a La Gatería; es un adiós a la persona que inició éste Blog y que sinceramente después de casi nueve años, dos hijos y un intento de divorcio ya no es la misma.
Le doy las gracias a la mujer que vino CASI cada semana a tratar de explicarse a sí misma cómo giraba el mundo y las situaciones que le tocó vivir, en el periodo en que se dio la oportunidad de apartarse un poco del mismo y explorar la maternidad. Para mi es casi esquizofrénico tratar de seguir actuando y sintiéndome igual que siempre cuando en realidad todo ha cambiado...
Cuando comencé a escribir aquí, tenía la palabra MIEDO tatuada entre las cejas. Estaba a dos minutos de convertirme en madre y ya llevaba quince jugando a la casita con Marmota, averiguando de qué se trataba la vida en pareja y chillando de desesperación por no saber quién debía ser en ese momento. Así que dediqué unos buenos años a la casa, jugando y educando a un precioso Matius y a escribir sobre ello. Puedo decir orgullosamente que en realidad hice mi chamba en el departamento de maternidad: leí libros al respecto, fui a cursos, me chuté todas las fiestas de cumpleaños, festivales, citas para quedar a jugar, tareas, berrinches y maratones de besos y me siento satisfecha. Pero en realidad el camino que una se traza desde el principio -conscientemente o no- y del que me encontraba medio desviada, tarde o temprano nos llama a regresar a él y en mi caso particular sentía que ya había renunciado al Derecho, pero parece que el Derecho no había renunciado a mi. Nunca, ni en mis momentos más oscuros pude imaginar que volvería a trabajar y volvería a consultar leyes y jurisprudencias, capacitaría gente, trataría con proveedores, me sentiría útil y redituarían esas horas en las que García Maynez me hacía llorar de pura pinche impotencia (y también de puro pinche burra).
Honestamente ya no quiero seguir masticando las razones por las que regresé a trabajar; ya no quiero analizar si fue bueno o malo, si duele o no. Hay que amar lo que es porque sencillamente lidiar contra la realidad es darse de topes en el cristal de la existencia y yo creo que me he dado demasiados golpes que ahora merezco ponerme atención y mimos.
...Y también se que no puedo quedarme callada, que hay todo un mundo en mi interior, nuevas ideas que quiero explorar y que también merecen ser contadas desde una perspectiva muy pero muy distinta: la de Dana, la mujer que no es esposa ni madre ni hija ni amiga ni socia de nadie. Para mi, ese es todo un reto, el conocer a ésta mujer que está recibiendo mil estímulos en cada segundo y que debe procesarlos rápidamente sin confundirse ni equivocarse... No quiero pensarme como "soltera" o "casada"... no quiero sentirme como una madre agotada que llega al trabajo a quejarse de los pañales y la sopa, pero tampoco quiero desvincularme al extremo. Quiero sentir sin culpa esas miradas curiosas que ahora cacho en la calle y pasar airosa, sabiendo que el amor y la confianza están depositados en un cofre valioso que me espera en casa.
O sea que, quiero todo de nuevo... pero con ésta nueva piel.
Lo que escriba de ahora en adelante podrá escandalizarlos o simplemente intrigarlos más; la decisión que tomen hónrenla en lo más profundo de su ser y no dejen que nadie les diga quiénes ser y cómo vivir.
Yo estoy encontrando mi lugar, aún lloro y aún me cuesta aceptar lo que es en muchos sentidos.
Pero se que estoy cada día más feliz conmigo misma, no con mis circunstancias ni mis posesiones...
Tan solo soy la chica con dientes de conejo que arruga la nariz cada que ríe ante las monerías de sus niños... o ante la mirada penetrante de alguien que la está descubriendo por primera vez...
Vivo, respiro... ¡esto es maravilloso!

sábado, 23 de abril de 2016

ALGO ENTRE MANOS...

Antes de escribir en ésta hoja nuevecita, pasé por el listado de entradas y me sacó de onda el ver que tengo 15 entradas en calidad de "borrador"; es decir, que 15 veces he querido decir algo pero por un estúpido prurito me lo he guardado. Y ya sabemos lo que sucede con las cosas vivas que se guardan y no se oxigenan: se pudren.
Luego me quise terapear pensando en que si no he terminado 15 intentos de escritura ha sido porque mi entorno luce interesante y porque he estado muy ocupada; pero si así fuera al cien por ciento, ¿por qué me eché a llorar camino a casa el día de ayer? (tal vez fue porque tuve un día de infarto pero creo que ese no es el punto).
Y finalmente me dije: "Es que ya no tengo tiempo para mi: eso está bien, es necesario, es inevitable pero está padre", pero aún así mi nivel de satisfacción es más bajo que mis calificaciones de quinto de primaria.
Así que...
Hoy que el Matius se fue de campamento con los satánicos y maldítos Scouts, -esa gente rara que quiere cambiar al mundo y que ríe y canta en momentos de dificultad; que los obligan a ser fuertes e independientes cuando en realidad son unos pobrecitos niñitos que no deberían hacer esas coshitash y que como es para puro rico, pues así que chiste (no entiendo por qué la gente es tan cuadrada, me cae.)-, nos tomamos el día y fuimos a vagar por la ciudad, recorriendo lugares que estaban un poco olvidados de nuestro usual itinerario. Comenzamos en Polanco y terminamos en Coyoacán, una chulada.
Visitamos el Rufino Tamayo (pintor que amo) y me sorprendí con la exposición de Mario García Torres, un artista del que no tenía ni un norte y neta, fue hermoso. Su instalación "Moonwalk" me hizo reflexionar sobre algo importante: sí, hay mil cosas bellas en el mundo pero, mamita, no las puedes abarcar todas con tu mirada y menos con tus manitas de licuadora. 
La revelación fue tan contundente que confieso que me quedé ligeramente dormida en la sala de un audiovisual.
Y aunque estoy escribiendo y compartiendo las andanzas del día de hoy (obviaré detalles, quienes quieran pueden consultarlo por FB), en realidad me siento un tanto sola y perdida en el pantano de mis pensamientos. ¿Qué es lo que estoy tratando de expresar que me da un poco de pánico y miedo?, ¿De quién o quiénes me estoy cuidando con tanta autocensura? ¿Qué quise decir con 15 fallidas llamadas de "autsilio"? ... jajaja, ok.
No me quedará más remedio que seguir indagando en mi ser, poniendo atención a lo que me rodea y lo que naturalmente me atrae para tener un veredicto concreto.
Ya estaré viniendo a explicarles para no dejarlos con el pendiente, por lo pronto, les comparto ciertos momentos gráficos que están en vías de convertirse en memoria plástica...
(Say what?)
Todos son Derechos Reservados... (me he vuelto muy cauta...)



Así la vida por aquí...
Feliz sábado, queridos.


viernes, 8 de abril de 2016

COSAS QUE DECIR.

El mundo a veces parece un lugar triste y hóstil.
Nos abruma la carga de responsabilidades y mala onda que parece destilar media humanidad y también nos molesta y nos enchila la buena onda que otras personas emiten, calificándola de "estúpida" y "esquizofrénica". O sea, que nada nos acomoda.
Para colmo de males, en la Ciudad de la Furia (o sease, la Ciudad de México) las cosas se ponen cada vez más raras; habemos muchos existiendo en el mismo espacio, en el mismo metro cuadrado, en la misma neura. Y claro, nos quejamos y exhalamos hastío. Exácto, el mundo parece un lugar triste y hóstil.
En las noticias todo es caos: algunos medios son muy ingenuos y nos dicen cosas muy bonitas: que el Presidente anda de gira para abrir más relaciones comerciales, que hay un puente en Tilatola que se va a inaugurar y con ello se ampliará la carretera de Tolatila y la economía nacional crecerá y todos seremos inmensamente ricos, o que hay un gatito que es la sensación en internete y ay, qué bonito.
Otros medios informan que Tepoztlán es oficialmente un puñado de cenizas, que el Metro colapsa porque no hay lana para invertirle o que ya le hicieron una estatua al prócer de la patria llamado Humberto Moreira, allá por su rancho, porque es "mui vueno" y es casi un santo.
Claro, todo esto nos comprueba que el mundo es un lugar triste y hóstil: si no puedo llegar a trabajar por falta de movilidad, si no puedo tener un salario que me alcance pa´mantener a mi prole, si me quitan y me quitan para que otros engorden su cartera y luego les hagan estatuas, seguiré pensando eso.
Pero hoy no...
Porque también está la parte en la que desperté al lado de la nena más hermosa del mundo y preparé el desayuno a los chicos Marmota para que llegaran a la escuela. Porque me vine sentada en el Metro y pude releer las andanzas de "Juanita la Larga" y pintar mis labios para llegar bonita a trabajar.
Porque a pesar de apachurrones, quemadas de café y torcidas de pata por culpa de los maldítos tacones, tengo un espíritu a prueba de balas y nada hará que baje los brazos.
Porque mientras exista un alma del otro lado de la pantalla que sonría con éstos sinsentidos medio arjonescos, la vida sí tiene sentido y el mundo ya no es tan triste ni tan hóstil.
Porque a veces hace falta que a la humanidad nos den un abrazo fuerte y nos digan que no todo está del nabo y si lo está, pues no será para siempre.
O bueno, eso es lo que HOY quiero pensar.
Buena vibra, queridos menos cinco holísticos lectores de siempre...

viernes, 1 de abril de 2016

THIRTYSOMETHING...

Advertencia: quien vaya con el chisme a Marmota, se las verá conmigo.

¿Qué, pues; qué carambas traemos ahora con la  "juvetú"?
Ayer cuando salía de la oficina me interceptaron dos de las asistentes: "Lic., ¿se va con nosotras?"; no se si era una pregunta retórica o una invitación, pero gustosa les acepté la oferta y alegremente salimos de ahí con destino a nuestro hogar... o al menos, eso era lo que yo pensaba de cada una.
En el punto donde el camino se dividía, pensé que seguiríamos adelante hasta que pintaron su raya y me soltaron un "Es que nosotras vamos a la Condesa.."; "ah", pensé, "pues entonces nos vemos mañana, se van con cuidado". Una de ellas medio pescó la onda y atinó a preguntar "¿No viene con nosotras?", pero la otra ya le estaba contestando por mi, recordando que tenía a mis dos hijitos esperando en casa. ¡Cielos, es verdad! Sonaba verdaderamente tentadora la oferta... *suspiro.
Hace nueve años yo trabajé en un lugar llamado B2B; en esa época yo era veinteañera, soltera y despreocupada mientras mis compañeras ya eran mamás y con una patita en los "tas". Mucho les sorprendían y divertían mis cuitas y andanzas de aquella época, donde organizaba unos fines de semana salvajes en Querétaro y sitios varios. Jamás creí verme en el lugar de ellas en ese entonces, pero ayer ¡vaya que sentí el aironazo de tener treintaytantos y cargar con una familia a cuestas!
Cabe decir, en defensa de mis dos niñas favoritas de la oficina, que al principio me consideraron "una de ellas": recién entré a trabajar, me preguntaron si ya vivía sola... ¡Wow!, la neta se me hizo insólita esa pregunta pues estaba acostumbrada a que la gente asumía y/o comprobaba que era una mamá de tiempo completo, al estar la mayoría de las veces (si no es que siempre) acompañada del Mats y de Papita.
Cuando les respondí que no, pensaron que vivía con mis papás... ¡y cuando les dije que era casada y con dos hijos en verdad no lo podían creer! Pensaron que tenía 28 y no mis muy respetables 35 años... ese día creo que hasta lloré de la emoción. ¡Ja!
Camino a casa venía reflexionando acerca de la juventud, tan relativa en realidad.
Es cierto, mis veinte primaveras pasaron hace mucho tiempo, pero creo que jamás me había sentido tan segura de mi misma como el día de ayer.
Sí, sentí cierta nostalgia por no poder acompañarlas en un rato de charla, chelas y chicos, pero también sentí alivio, una ligereza de equipaje al no tener que someter a mi  treintañera mente al maratón de emociones e inseguridades que se experimentan a esa edad. Fue lindo sentirse admirada, pretendida o asediada por los galanes, tener veinte años y más es la edad en la que la piel y los ojos brillan y el diablito se asoma a las pupilas. Pero de igual manera la incertidumbre por saber a dónde vas y con quién formarás una vida (sean amigos, familia o pareja) también viene en el combo y hoy, respiro por tener respuesta para ello.
Claro, sentirse admirada es lindo a cualquier edad, solo que cuando tienes ya a tu pareja, nada o nadie te mueve el piso... ¿o si?

*Pausa dramática...

En esas cavilaciones me encontraba el día de hoy cuando tuve que salir hacia la Delegación Cuauhtémoc a una diligencia. Pedí tranquilamente mi Uber, me polveé la nariz y en unos minutos ya estaba cómodamente instalada. Generalmente no hago plática con el taxista porque no quiero dar la impresión incorrecta, pero supongo que hoy me encontraba bastante distraída porque al final, ni cuenta me di de todo lo que pasó en cuarenta minutos de viaje... en un trayecto que no dura ni 15 minutos...
Ay dios, creo que entre más lo pienso, más escabroso lo encuentro... el conductor resultó un jóven sumamente educado, cortés y buen conversador. En el trayecto fue platicando la historia del inmueble donde están nuestras oficinas, la historia de los anteriores dueños, su relación con ellos y así, pian pianito pasamos al tema del Uber, que dizque muy buen negocio, que muy noble, que muy efectivo, que hasta para conocer chicas está padre porque pues él trabaja todo el día y ni tiempo de salir... todo iba muy bien hasta que la plática se centró en eso, en el ligue uberil. Y desde ese momento supe que debía bajarme, correr y contárselo a quien más confianza le tuviera, pero no contaba con que me había quedado atorada en Circuito Interior y ¡aquello no ayudaba!
Bueno, el cuate no paraba de halagar lo bien que me sentaban los lentes, la manera en la que le respondía le decía que yo era una chica (si, esa palabra usó) muy interesante, no como las otras que se suben y que aunque son guapas, tienen una papa por cabeza; que seguramente tenía muchos admiradores, que si me gustaba leer, que si alguna vez había salido con alguien de Uber... Y en ese punto, cuando los monosílabos ya no daban para más, contesté que seguramente a mi esposo no le agradaría que ningún conductor de Uber o de cualquier vehículo motorizado me invitara a salir. Silencio incómodo inmediato.
¡Ay, chirriones! Pensé que con eso se quedaría en paz hasta que no aguantó a preguntar, "¿Pues cuántos años tienes?
Me quedé pensando un momento... ¿En verdad el diablito veinteañero de mis pupilas sigue viviendo ahí?
A primera vista, parece que si...
Y si fuese así, ¿ello cambia el curso de mi historia?

Suena tentador sentirte admirada o deseada, pero el chiste de tener treintaytantos es mantener a raya los impulsos, es notar que no necesitas demostrar nada a nadie porque la única persona a la que debes impresionar es la que te devuelve la mirada en el espejo.
Ese diablito que ha entendido que el valor se lo da una y no un puñado de cumplidos sin sentido.
Sip, ligarme ya no es tan sencillo... gracias Treinta y cinco por demostrármelo.

Así es, queridos menos cinco veinteañeros lectores de siempre: liguen y sean felices. Gústense a sí mismos y el resto vendrá solo...







lunes, 28 de marzo de 2016

Morning!

Buenos días, queridos menos cinco lectores de siempre:
Anoche no podía pegar el ojo por estar super ansiosa por el acontecer del día de hoy; me encontraba en estado gelatinoso (bueno, siempre pero más anoche) y lo único que recuerdo antes de caer en coma somático fue la cantidad de cuentas por pagar. ¡Qué gran motivación!
Para todos los que están como yo, reacios a adecuarse a las condiciones actuales de su vida, les recomiendo gotas ¡qué digo gotas!, cubetadas de Ubicatex para que dejemos de chillar y "fluyamos", que esas colegiaturas y mensualidades no se pagan solas, ¡jajajaja!
Ya, ya, no me agradezcan estas palabras de ánimo.
Ok, el Metro está a punto de meterse al túnel de los topos y a pesar que vengo en el vagón de las "damitas", temo por mi vida ante la multitud que aguarda la llegada del gusano naranja.
Como escribía el gran José Agustín: "¡Ay Jonás, qué ballenota!"
Abur. 

lunes, 21 de marzo de 2016

MÚSICA PARA CASADOS.

El día que Marmota y yo estuvimos desocupando y pintando el depa en el que vivimos durante dos años, escuchamos música y fue raro.
Nos hemos pasado nueve años escuchando la música que el otro guarda en sus memorias pero sin prestar demasiada atención porque tenemos gustos súper diferentes. De hecho, tenemos pocas cosas en común. No, aguántenme violines, no voy a llorar. Lo digo en buena onda, él y yo somos muy diferentes y musicalmente lo somos más; a mi no me laten sus gustos y supongo que él preferiría quedarse encerrado en un elevador con La Peluss antes de chutarse un recorrido por mis carpetas de música.
Así que ese domingo, pintábamos y escuchábamos forzosamente lo que el otro programaba: desde Fey hasta Banda Machos pasando por Pantera e Interpol. En algunos momentos la música decía lo que nuestras cabezas pensaban y no nos atrevíamos a decir. En otras, el momento tenso se disolvía ante la ridiculez de la letra de mis rolas noventeras (“¡Peeeeeeepe, ¿no te has dado cuenta todavíiiiii-a que te aaaamo?!”). Pero ahí seguíamos, conteniéndonos y comunicándonos en un momento bastante triste y con punto final.
El día que entregamos las llaves, nos fuimos en silencio. Costaba animarse a fuerza de tamborazos o de grititos histéricos de algún grupillo juvenil y simplemente dejamos de luchar. ¿Han oído hablar del sonido de los pensamientos? Si eso existiese, seguramente los nuestros eran el ruido de una colmena laboriosa tratando de hallar sentido a lo que estábamos viviendo, a hacerle frente a lo que nos faltaba por vivir...

*Días de mudanza...

"¡Otra vez estoy en ésta maldita situación!", pensé al verme de nuevo frente a la labor de acomodar por quincuagésima novena vez mis libros. Estoy muy decepcionada de mi: no hay manera de que logre acomodar los libros como los tenía en la anterior casa: por género, autor y región geográfica. Hay una orgía entre Murakami, Austen y Bukowski. Se que Elízabeth Bennet es una gran chica, pero al lado del idiota de Chinaski, es capaz de apagar la llama del feminismo. No se.
Marmota se encuentra chiflando como arriero un corrido insoportable de un tal Antonio Aguilar; Mateo está cantando canciones de los Scouts y Papita baila al ritmo de Pepa Pig. Parece que todos encuentran rápidamente su lugar y su contento, parece que la única que refunfuña soy yo. Necesito una dosis de Café Tacvba y un bubulubu. Tal vez sean dos.
No parece que aún en esta situación, él y yo vayamos a compartir un día de música ligera; no da tregua con mis pretensiones de "culturizar" a los niños a fuerza de acordes balcánicos. Parece que lo vernáculo seguirá siendo el eje sobre el cual se cimente el nuevo hogar...
El humor parece mejorar.

*Conclusión:
Ha pasado un mes desde aquel día en entré a trabajar; ese día recuerdo perfectamente la necesidad de acompañar cada paso con la música más alegre y optimista del mundo, así que puse "Play" y dejé que cualquier cosa sonara... No pasaron ni cinco minutos cuando ya estaba mandando mensajes a Marmota pidiéndole que me recomendara unas cuantas canciones suyas... Nadie como él para sentirme acompañada, nadie como él para enfrentar -juntos- una crisis con sabor a oportunidad.


viernes, 26 de febrero de 2016

BACK TO BUSINESS, BABY...

Pues aquí me tienen de nuevo…

Después de las zarandeadas que me han puesto la vida, el zodiaco chino y las mañanas en el Metro, por fin puedo robarme dos minutos para ponerme al día y a la vanguardia en este espacio consagrado al zen, a la reflexión y al chisme cachetón.

¡Por fin me contrataron!

Y todo, todo, todo (tout, tout, tout!) ha sido una pachanga.

Para empezar, hacerme a la idea de que mis mañanas comienzan a las cinco de la ídem y con una pila de culpas repartidas en los diferentes departamentos del área de Maternidad: que si Mateo no lleva bien su exposición de Speaking; que si Alondrita está llorando porque no quiere que me vaya y la deje sin su titi; que si Marmota tiene jet lag por no ir a sus sesiones maratónicas del gym, que si esto 
y que si lo otro. Pura y absoluta culpa, digerida sin cafeína.

Pero bueno, ¿quién ha dicho que esto es fácil?

Dejar el estatus de stay at home mom y convertirme en toda una working girl tuvo su chiste, pues a pesar de mis constantes quejas al gremio, ser mamá es lo máximo para mí. Ver crecer día a día, minuto a minuto a mis pillos me da una sensación de seguridad y satisfacción que ni el mejor escritorio en la mejor oficina de la ciudad puede dar PERO, estoy contenta de experimentar una nueva etapa y de ver de qué madera estoy hecha (mientras no sea tzompantli).
Ya iré desmenuzando poco a poco mis cuitas, ya estarán leyendo mis menos cinco trabajosos lectores de siempre de mis aventuras con los codazos en el Metro, las tortas de tamal y la godineada.
Estoy segura que de aquí en adelante todo será mejor.
Es eso o vivir para siempre con la duda de “¿Qué hubiera pasado si…?”
Y tal cosa, queriditos, es un riesgo que no pretendo correr.
¡Arre!


  


viernes, 12 de febrero de 2016

MIENTRAS TANTO...

En estos días en los que he visitado algunas oficinas de reclutamiento me he regodeado con la manera en la que están "personalizadas" y lo que gritan algunas de ellas acerca de sus ocupantes.
Por ejemplo, en una oficina había una cantidad sofocante de plantas denominadas "Teléfono" y en verdad aquello parecía una jungla. Es más, había hasta un atomizador para -seguramente- regarlas y que desprendan de cuando en cuando un tufo verdoso que indudablemente hará adormecer a más de un candidato (como finalmente me sucedió... fue eso y no el hecho de encontrarme realizando un exámen psicométrico sin pies ni cabeza, una suerte de mezcla de Moss, eneagrama y el clásico chismógrafo ochentero).
En otra oficina había muchos souvenirs de viajes por el mundo. Una joya.
¿Qué dice esa decoración de sus ocupantes? ¿Soy un viajero? Nahhhh, más bien un pretencioso que no se distinguir que todos mis "recuerditos" están hechos ¡en China! Así que ¿para qué tomarse la molestia de viajar a tanto lugar cuando puedes hacer tus pedidos vía Amazon?
Y no lo digo por encontrarme ardida ante la falta de perspectiva de viajar (o de dinero), noooo, para nada. Más bien por experiencia, pues recuerdo que mi hermano me trajo mucha parafernalia de Nueva York y en realidad todo venía marcado con el famoso "Made in China". El horror.
Pero bueno, hubo otra oficina en la que el eclecticismo era lo suyo y quiero suponer que aquello era por ser una oficina compartida. Ante esa perspectiva, ni modo, convive el póster del "Místico" que algún RP despistado puso por allí, junto a los tópers de Goyita y el pisapapeles con el logo de la compañía.
Claro que recuerdo cómo lucía mi pequeña oficina cuando trabajaba... era una afrenta a la madurez y al buen gusto pero a mi me hacía muy feliz: Post-its de todos los colores, formas y tamaños habidos y por haber, un portalápices de Snoopy atiborrado de... ehm... ¿lápices?, unas letras de madera formando mi nombre, una sillita para mi celular en forma de gato, un sujetanotas en forma de gato, cajas de cartón estampadas, un bambú, clips de colores...ufff. ¡Quién sabe lo que opinaría de mi la gente que conoció ese lugar!... (¿Que era una ridícula?)

Mi favorita fue una oficina con muchísimos libros. Y gastaditos, nada de nuevos.
Una oficina con el suficiente contenido de Post-its, la suficiente cantidad de lápices, un moderado sentido de calidez y ¡esos libros! ...
Ojalá sea una señal... ojalá me quede allí.
Feliz Viernes, queridos menos cinco lectores de siempre; aprovechen este post para re considerar su oficina y quitar de una vez esa espantosa Torre Eiffel de metal que, neta, ni viene de París...


viernes, 5 de febrero de 2016

MEDIDAS URGENTES

Sí, escribí mi panfleto maternalista y enseguida desaparecí una semana... no fue así.
Justo cuando comenzaba una semana igual a las anteriores, en mi apacible vida aparecieron muchas incógnitas y problemas reales.
Lo que parecía el eco lejano de una multitud clamando justicia, paz, igualdad, ecología, reformas eficaces, consuelo, ingresos, soluciones, se convirtió en una alarma que sonó inclemente en mis oídos: "Tenemos problemas de dinero."
Siempre los ha habido, ¿cierto?, bueno, quizás esta vez es peor.
Así que me bajé de la nube en la que andaba y comencé a preocuparme seriamente del panorama tan desolador que ahora se abría ante mis ojos: dudas, deudas y decisiones.
Las más inmediatas eran las más dolorosas: pedir prestado, sacar al niño del colegio, vivir en una cueva, vender un riñón... en serio, nada es más incierto que el no saber en dónde has estado parada tanto tiempo, creyendo que vivías en la burbuja del "a mi no me pasa".
Lo que siguió fue aún más extremo, después de ocho años dedicada a mi kínder particular ahora debía enfrentarme a la actualización de mi currículum vitae... ¿en qué parte de "Habilidades" cabe "se diferenciar perfectamente un moco transparente de catarro de uno verde infeccioso", o "escribo muy bonito"?
Fuck!
Después de aplicar todos mis conocimientos (gulp) como la reclutadora que alguna vez fui, me quedaba claro que mis posibilidades de encontrar trabajo eran bastante bajitas; en arranques de desesperación juraba que si fuera yo quien leyera ese ridículum vitae jamás lo consideraría, era atroz, era...viejo. Cielos, vaya que escuchaba la voz de mis padres en cinco idiomas diciendo "We told youuuu/Nous vous avertis/Wir haben dich gewarnt/Te lo dijimos"... (ok, solo fueron cuatro porque el italiano está vetado de mi vida).
En este punto la desesperación iba ganando terreno pero no contaba con las (otras) sabias palabras de mi papá que rezan así: "cuida tus relaciones que ellas cuidaránn de ti". Gracias, Miguel, por ponerme en la órbita (y en la mira) de los reclutadores: estoy dentro de un proceso de selección.
Esta parte la llamo: "Lo que dices puede volverse realidad". No, no me han dado (aún) el trabajo, es solo que justo la semana pasada (la misma que no hubo post) me encontraba tranquilamente preparándome para asistir a una junta escolar y preparando al Matius para su examen semestral de matemáticas cuando un correo llegó de repente: tenía que presentarme al día siguiente -exáctamente a la hora de la junta escolar, por cierto- a la primer entrevista con el outsourcing... say what? Ni siquiera tengo un traje sastre por si las "por sis".
Jueves, día de la cita.
Por la mañana Mateo despierta diciendo que se siente mal de la panza (¡noooo, maldíto sea mi control obsesivo para sus estudios!), necesita presentar su exámen, necesito ir a esa entrevista, necesito que alguien cuide a Alondra, necesito un café bien cargado... y un traje sastre decente.
¿Nombre? Dana J...S... ¿Edad? Treintaytantos...¿Sexo? ¿Es en serio?
Mi primera entrevista en años...wow. Tuve los nervios crispados la mayor parte de ella y cuando quise hacer un chiste para aligerar el momento solo recibí un "ajá"...
Pensé: "Esto lo voy a publicar mañana viernes en el blog; las personas (mis menos cinco reclutados lectores de siempre) deben saber que es difícil hacerse un hueco en el mundo laboral, hay que tener actualizado SIEMPRE el currículum vitae, hay que perseguir los sueños hay que....¿ir a urgencias de Pediatría?"
Sip, justo en el momento en el que pensaba que ya nada iba a pasar, mi pequeña Papita y yo corríamos a urgencias con el alma en un hilo... ¿y aún así estoy pensando en regresar a trabajar?

EN RESUMEN:
Por si se lo estaban preguntando: no, no era mi ideal regresar a trabajar de manera "formal"
Razones: mis hijos son en verdad mi prioridad, mi verdadero trabajo, a lo único que para mi vale la pena dedicarse.
¿La necesidad económica es alta?: En el futuro inmediato, sí (y más como va fluctuando el dolar...¡es en serio, Andrea Legarreta!)
¿Ya me contrataron?: ...

***

Estoy esperando el veredicto final.
Y muero de miedo, en verdad.

viernes, 22 de enero de 2016

BREVE MANIFIESTO MATERNAL

Escribiré lo que sigue mientras me zampo un "Mamut" de alguna goodie bag olvidada del Matius porque YOLO.

PRIMERA PARTE:
Me encuentro cómodamente sentada frente al teclado (el cual inexplicablemente tiene la tecla "i" sumida), pensando en por qué estoy escribiendo a esta hora, cuando la mayoría de ustedes, mis queridos menos cinco lectores de siempre, no van a pelar ya que se encuentran frente a sus autos, camino a casa.
Y a pesar de tal posibilidad, he encontrado un momento de calma en donde las risas de Mateo se confunden con los "chup chup" de Alondra, totalmente sumergidos en un especie de juego fraternal muy lejos de mis alcances (bueno... es un decir; quien conoce mi minúsculo departamento sabrá de lo que hablo).
Entonces yo comienzo a divagar... pienso en lo que podría estar haciendo en una noche como ésta.
Sola.
O casi.
O bueno, sin Marmota y los chicos.
Y, el ejercicio es un poco temeroso. Describírselos supondrá un acto francamente terrorista para mi relación porque sinceramente... a veces hace falta soltar amarras y despedir a la conciencia. Aunque sea solo jugando a "¿Qué pasaría si...?"
Mejor no, como los nadadores cobardes que no se animan a lanzarse a la honda, dejo pasar esta oportunidad de aliviar la comezón del corazón.

SEGUNDA PARTE:
Esta semana festejamos a los dos chicos. Fue una semana llena de "ay, ¿te acuerdas?" y bueno, claro que nos acordamos y claro que lloramos y extrañamos un poco ese tiempo.
Mis redes sociales no dejaron pasar inadvertido el hecho de que hace ocho años me convertí en mamá y ello me proveyó de múltiples reflexiones. Todas funestas y explico:
Ser la mamá de ese par ha sido lindo y extenuante. La paciencia y los nervios se han puesto a prueba muchas veces. Me ha limitado como persona y me ha dejado lágrimas y alegrías. No hay nada romántico en la idea de pasar toda una mañana calmando el berrinche de un bebé, preparando desayunos, revisando uniformes y encima, actuar el papel de una especie de "Penélope" con pijamas viejas y cafeína tempranera.
Amamantar mientras revisas las conversaciones del whatsapp de padres y madres que también se encuentran en la misma situación que tú, al mismo tiempo que intentas, mediante la actualización de tu foto de perfil en ______ (ponga aquí la red social de su preferencia, seguramente también ahí tengo cuenta), decirle al mundo que existes más allá de la maternidad.
Y aún así, soportar las críticas veladas que te lanzan sin piedad acerca de tu estilo de crianza, la decisión que has tomado de "no trabajar" y quedarte en casa "seguramente sin hacer nada", por no estar en forma, por no lucir como las chicas fit pues nuestra ropa lleva manchas de comida y es "funcional", por no tener fuerza para retener a un esposo o para conservar el misterio del romance.
Claro que nos late un corazón debajo de esas gruesas capas de miedos, frustración y cansancio, porque ser "mamá que no trabaja" es la etiqueta más injusta que existe en este mundo y luchar contra eso, luchar por ganarte un poco de respeto y consideración es simplemente agotador.
No somos materia de estudio, la literatura pasará de largo sin vernos, somos las musas de nadie, no despertamos amores volcánicos ni pasionales (¡ouch!), y si nuestros hijos son los mejores de su clase, inmediatamente levantan la sospecha de que "claro, es que su mamá no trabaja". 
Nadie nos dará crédito de nuestras acciones pues simplemente el trabajo que desempeñamos es carente de valor comercial; a veces en nuestro mismo núcleo se cuestiona nuestra existencia y utilidad.
Vivir ocho años de ésto ha sido un verdadero acto de fe.
Fe en los enanos que en este momento ya están gritando y llorando... adiós a la tranquilidad.
Ok, respiremos... es tiempo de la merienda, es hora del cuento y es hora de los besos más sinceros que recibiré el día de hoy.
Nite, nite, queridos...

viernes, 15 de enero de 2016

Papita, it's (almost) your birthday!

Un viernes de hace 363 días, una muy embarazada Dana se encontró pensando en todas las cosas que, fiel a su costumbre, había dejado hasta el final: comprar artículos de higiene personal, comida para tres días, el regalo que el nuevo hermanito le daría al viejo hermanito, etc.
El dilema de "manejo o me voy en taxi" se planteó en su cabeza y terca como es, decidió que si iba a sufrir un percance, prefería por sobre todas las cosas llenar más su costal de culpas que compartir tan exclusivo privilegio con alguien más.
Así que manejó por última vez en su muy avanzado estado gestacional, se plantó con todo y su panza en la caja especial para personas de la tercera edad y embarazadas (última vez que gozaría de tal distinción) y pagó con los últimos pesos que le quedaban de su ahora extinta independencia económica, cualquier cosa que eso signifique.
Al día siguiente se encontraba despidiéndose de su Matius, con la dolorosa certeza que la vida después de unas horas no volvería a ser igual entre ellos dos y que la música sonaría diferente, tal vez un poco más melancólica; le pidió mentalmente perdón por haberle hecho tal cosa (quitarle su lugar de "único", volverlo "el insufrible, tozudo y gimoteoso hermano mayor") y se despidió con odio de Marmota, el único ser culpable de encontrarse en ese estado.
La sala pre operatoria era super cómoda, pasaban una película hermosa por cable y el baño se encontraba a poca distancia. La enfermera llegó, la preparó y le informó que el pediatra esperaba afuera.
El pediatra llegó (¡guapísimo, maldíta sea!) y preguntó muchos datos. A todo dijo que sí, el estado de obnubilación ya empezaba a invadir su cuerpo.
El único dato que aún desconocía (aparte del hecho de estar a punto de morir) era el género que cargaba en su panza... tal vez era la motivación de la que hablaban las abuelas cuando las mujeres debían pujar por su vida y la del hijo que venía a conocer el mundo. Se sintió traidora hacia su propio género; ella, una mujer como cualquiera, teniendo a su hijo con todas las comodidades posibles que el paquete obstétrico podía ofrecer. ¿No dicen los puristas que una cesárea no es igual a un parto natural? Ahora sería doblemente menos madre que las demás...
El tiempo pasaba lentamente en el PreOp, la película terminaba con final feliz y ahora se encontraba en la camilla, camino a la plancha.
Vagamente recordó la primera vez que se encontró ahí, tan jóven, tan inexperta, tan ingenua.
El anestesista se le acercó lentamente (o al menos la solución salínea que ya recorría su cuerpo así lo percibió) y con un tono suave, amable, casi cómplice le preguntó si podría ponerse de cucharita. De no ser porque Marmota se encontraba en el mismo lugar, enfundado en su bata especial que decía "Papá", estaba segura que aquello era un seguro coqueteo y ella no podría decir que no. 
La aguja entró, un líquido frío recorrió su espalda y la llenó de certezas; contó hasta 8, hasta 32, hasta 40... pensó en su coeficiente intelectual, pensó en la carne congelada en su refrigerador, pensó en sus libros, pensó en su mamá (ahí casi se le quiebra el ánimo); vagamente escuchó al pediatra decir que no se pasaran con la glucosa, escuchó a la doctora preguntar si estaba cómoda...
Sintió sacudidas en su panza, manos apresuradas, guantes moviéndose por todos lados y la cámara de Marmota haciendo "click click". El anestesista la tomaba de la cabeza, acariciándola y tranquilizándola, era una sensación deliciosa.
Y luego... un grito pequeño, como de gatito y la velocidad aumentó... el Pediatra corría, la Ginecóloga pedía suturas, gasas, pinzas, tijeras y ella sólo atinaba a preguntar "¡¿Qué es?!".
Marmota la señaló, "es una tú"... Una lágrima despistada rodó por su mejilla.
"Es una tú"... 
Ahora la escucho llamándome para que la cargue y la mime.
Y no me resisto. Es un privilegio poder estar en casa cuidándola, viéndola crecer cada minuto, ser cómplice de sus secretos...
Feliz casi primer cumpleaños, Alondra. Mi Papita, mi dulce -dulcísima- niña.

jueves, 7 de enero de 2016

DETOX 2016

Se suponía que el último día del año pasado se quedaría con todo lo malo, viejo, enfermo y desagradable. pero es generoso y extiende sus poderes hasta el año que comenzó, para que no se me olvide que tengo muchas, MUCHÍSIMAS cuentas pendientes y varios cadáveres en el armario.
¡Qué detalle!
Así, es imposible agarrarle sabor al comienzo y si ustedes son de los optimistas que sienten que éste año viene (o van) "con todo", no quisiera quitarles el impulso ni la intención: aquí les devuelvo sus dos pesos y pueden proceder a retirarse... (aquí junto hay un blog que da muy buenas citas para ponerlas en sus respectivos feisbuks).
No es cierto... la verdad es que me siento muy muy muy triste.
Es una tristeza vieja, que hasta tiene manchas de humedad y que ocupa mucho espacio. Demasiado...
Es tristeza que quiere incrustarse en un solo lugar, hacerse ovillo y dejar que la hojarasca la cubra por muchos inviernos más.
Se siente como cuando llegas tarde al cumpleaños de alguien que te esperó durante mucho y tú te entretuviste persiguiendo mariposas. Y cuando llegas finalmente, sus huellas aparecen finamente dibujadas en la tierra.
O no...
O tal vez son pretextos para llorar.
Llorar es bueno... dejaré que esto fluya y desemboque en donde tenga que parar.
Es cierto, tarde o temprano tengo que parar.