viernes, 5 de febrero de 2016

MEDIDAS URGENTES

Sí, escribí mi panfleto maternalista y enseguida desaparecí una semana... no fue así.
Justo cuando comenzaba una semana igual a las anteriores, en mi apacible vida aparecieron muchas incógnitas y problemas reales.
Lo que parecía el eco lejano de una multitud clamando justicia, paz, igualdad, ecología, reformas eficaces, consuelo, ingresos, soluciones, se convirtió en una alarma que sonó inclemente en mis oídos: "Tenemos problemas de dinero."
Siempre los ha habido, ¿cierto?, bueno, quizás esta vez es peor.
Así que me bajé de la nube en la que andaba y comencé a preocuparme seriamente del panorama tan desolador que ahora se abría ante mis ojos: dudas, deudas y decisiones.
Las más inmediatas eran las más dolorosas: pedir prestado, sacar al niño del colegio, vivir en una cueva, vender un riñón... en serio, nada es más incierto que el no saber en dónde has estado parada tanto tiempo, creyendo que vivías en la burbuja del "a mi no me pasa".
Lo que siguió fue aún más extremo, después de ocho años dedicada a mi kínder particular ahora debía enfrentarme a la actualización de mi currículum vitae... ¿en qué parte de "Habilidades" cabe "se diferenciar perfectamente un moco transparente de catarro de uno verde infeccioso", o "escribo muy bonito"?
Fuck!
Después de aplicar todos mis conocimientos (gulp) como la reclutadora que alguna vez fui, me quedaba claro que mis posibilidades de encontrar trabajo eran bastante bajitas; en arranques de desesperación juraba que si fuera yo quien leyera ese ridículum vitae jamás lo consideraría, era atroz, era...viejo. Cielos, vaya que escuchaba la voz de mis padres en cinco idiomas diciendo "We told youuuu/Nous vous avertis/Wir haben dich gewarnt/Te lo dijimos"... (ok, solo fueron cuatro porque el italiano está vetado de mi vida).
En este punto la desesperación iba ganando terreno pero no contaba con las (otras) sabias palabras de mi papá que rezan así: "cuida tus relaciones que ellas cuidaránn de ti". Gracias, Miguel, por ponerme en la órbita (y en la mira) de los reclutadores: estoy dentro de un proceso de selección.
Esta parte la llamo: "Lo que dices puede volverse realidad". No, no me han dado (aún) el trabajo, es solo que justo la semana pasada (la misma que no hubo post) me encontraba tranquilamente preparándome para asistir a una junta escolar y preparando al Matius para su examen semestral de matemáticas cuando un correo llegó de repente: tenía que presentarme al día siguiente -exáctamente a la hora de la junta escolar, por cierto- a la primer entrevista con el outsourcing... say what? Ni siquiera tengo un traje sastre por si las "por sis".
Jueves, día de la cita.
Por la mañana Mateo despierta diciendo que se siente mal de la panza (¡noooo, maldíto sea mi control obsesivo para sus estudios!), necesita presentar su exámen, necesito ir a esa entrevista, necesito que alguien cuide a Alondra, necesito un café bien cargado... y un traje sastre decente.
¿Nombre? Dana J...S... ¿Edad? Treintaytantos...¿Sexo? ¿Es en serio?
Mi primera entrevista en años...wow. Tuve los nervios crispados la mayor parte de ella y cuando quise hacer un chiste para aligerar el momento solo recibí un "ajá"...
Pensé: "Esto lo voy a publicar mañana viernes en el blog; las personas (mis menos cinco reclutados lectores de siempre) deben saber que es difícil hacerse un hueco en el mundo laboral, hay que tener actualizado SIEMPRE el currículum vitae, hay que perseguir los sueños hay que....¿ir a urgencias de Pediatría?"
Sip, justo en el momento en el que pensaba que ya nada iba a pasar, mi pequeña Papita y yo corríamos a urgencias con el alma en un hilo... ¿y aún así estoy pensando en regresar a trabajar?

EN RESUMEN:
Por si se lo estaban preguntando: no, no era mi ideal regresar a trabajar de manera "formal"
Razones: mis hijos son en verdad mi prioridad, mi verdadero trabajo, a lo único que para mi vale la pena dedicarse.
¿La necesidad económica es alta?: En el futuro inmediato, sí (y más como va fluctuando el dolar...¡es en serio, Andrea Legarreta!)
¿Ya me contrataron?: ...

***

Estoy esperando el veredicto final.
Y muero de miedo, en verdad.

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