domingo, 19 de febrero de 2012

Despedida.


Se siente como un lento empuje hacia atrás.
Como si un alud de arena  cayera de repente, enterrándo pensamientos; desacreditando todo lo que hasta ese momento perduraba en la duda.
Es irresponsable guardar esperanzas de un castillo de arena.
Tan frágil, tan absúrdamente frágil.
Y sin embargo, la arena podrá ver pasar al mar una y otra vez hasta quedar reducido a talco o, favorecida por la brisa, convertida en perla.
Cualquier cosa sería valiosa pero a ti ya no te queda tiempo; ni ganas. Ni un sólo gramo de voluntad para levantarte e irte. Se fue el fuego, quedaron las cenizas. Llegó el viento... y sopló.
Ahora danzará una eterna música melancólica que la maltratará hasta volverla nada.
Corta las cadenas y luego tíra al agua la evidencia.
De tu pecho se abre frondoso el árbol de la libertad.
La opresión es un enojo mal comprendido. En el enojo habita el remordimiento. De haberse abandonado al perfume de lo absurdo y recogerse rápidamente arrepentido. Al cabo todos eramos uno en inocentes palabras.
Nacerá otra ola, otro viento, otro fuego y otro tiempo.
Sucederán cosas que no necesitarán explicación.
Y a la distancia, se observará una huída cubierta de un dulce adiós.
De la dulzura, también nacerá una flor...

1 comentario:

Anónimo dijo...

QUÉ PASA?
DANNY FDEZ.