martes, 14 de febrero de 2012

EL AMOR QUE EMPIEZA COMO AMISTAD Y TERMINA EN AMISTAD.

AMOR.
Qué palabra más manoseada y a la vez más enigmática.
Lo que cada quien hace con su concepto de amor nos da como resultado una sociedad caóticamente estancada en sus lamentos.
La amistad, en cambio, es una sinfonía inconclusa que pocos saben tocar. Y los que logran dominar sus difíciles acordes, son los seres más felices del planeta y sus alrededores. Conozco personas que dicen: "yo soy pobre en dinero pero rica en amig@s". Otros han dicho que la amistad es una moneda de cambio en desuso y que únicamente sirve como pasaje para un acostón. Yo personalmente, no me imagino acostándome con mis amigos (ehmmm, tal vez con alguno... tal vez no... who knows?)
Miren, no me hagan mucho caso y no se tomen tan literal lo que escribo el día de hoy. Sólo soy una mujer parada enfrente de una pantalla, pidiéndole a un chico que la ame. Sin tanto trámite, sin tanto chit chat.
Tal vez el dejo amargo que destilo es porque mi corazón y mi cabeza aún no se ponen de acuerdo quién es "el jefe" y de quienes son los chicharrones que van tronar. Claro, la única que pagará los platos rotos se encuentra stalkeando facebuks ajenos y soñando cosas que definitivamente no sucederán. ¿Que cómo lo sabe? Ah, por su maldíta forma de pensar y sentir. Por la manera en que quien esto escribe se enamora. Por el simple hecho de tener el tino de echar todo a perder.
Fíjense que hoy que paseé románticamente por Coyoacán con mi santa madre y el Matius me percaté, sin querer hacerlo, de lo mucho que esta fecha dice para la chaviza y momiza, respectivamente. Por un lado, el lado jóven de la sociedad se dedicó a deambular de la mano, comerse a besos franceses en las bancas y exhibir sus creaciones en látex y helio (no, no eran condones voladores, aunque casi.)
Recordé mi época teen, sintiéndome eufórica a más no poder por la fecha, haciendo cartitas, comprando peluches, recibiéndo rosas, dedicando canciones, abrazando amigos... ¡Ah, cómo extrañé esos momentos en los que uno confunde pasión, amor, amistad y no exclusividad!
Pero esas cosas ya no pasan cuando el censo del INEGI te marca como "población en edad madura". Al menos la euforia y el optimismo ya se encuentran en un estado paranoico y el corazón va adquiriéndo textura rocosa.
Aún así, me dió nostalgia ver parejas de "adultos en plenitud" (no me vayan a acusar los del INSEN) dando sus paseítos con su cafecito en mano. Fue una imagen tierna y será lo único bonito que adorne el post del día de hoy.
Lejos de decirles que el amor apesta, que la vida es mejor cuando te vas como veniste, que para amar: sólo las mascotas; que el amor de los hijos es el único que cuenta, que encontrarás al amor de tu vida si..., que el amor de los padres es incondicional y tantas cositas más, diré, a modo de despedida, que el amor existe siempre y cuando te des al otro sin esperar nada a cambio. Sin querer cambiar al otro, sin sentir que te pertenece o le perteneces eternamente; si en tu cabecita está primero el otro antes que tú, definitivamente no es amor. Si no te amas a ti mismo, cómo vas a amar a otro. Si no sabes lo que quieres, difícilmente podrás saber lo que buscas en una relación. Si te has caído y piensas que otro te levantará mejor, no sabes lo que es amar.
Para mi, amar es darme al otro por el simple placer de dar. Con la confianza y certeza de que recibiré lo mismo que yo doy. ¿Saben por qué? Porque se lo que valgo. Y la persona que descubra ese valor, sabrá que no necesita amarrarme con trampas para evitar mi huida. La persona que se sabe valioso y digno de amor, comprenderá lo mismo que yo: que para amar y corresponder, primero se empieza por uno mismo.
Feliz 14.
Con amor para mis menos cinco lectores de siempre...



1 comentario:

Anónimo dijo...

MUY BIEN DICHO!
DANNY FDEZ.