lunes, 31 de diciembre de 2012

ADIÓS 2012

(Dana: por favor no comiences esta entrada con el sobadísimo "En este año...". Atentamente: Tu voz interna)
Queridos menos noventa mil lectores de siempre, en éste año (damn it!) aprendí muchísimo. Sí, la verdad es que no me puedo quejar -más- de la vida. Si la máxima deidad existente pusiera calificaciones o sellitos, yo bien podría sacar un 8 o un "Sí Trabaja" por mi cuarto año consecutivo como progenitora del Matius o como la histérica protectora de La Peluss.
De los demás roles que la sociedad y las buenas conciencias me quieran endilgar y/o endosar no respondo. Ya lo sabemos, soy de lo peor. Ni buscarle excusas, explicaciones o remedios (tal vez mezcal, por aquello de "pa remedio: litro y medio", pero ni así), si algo corroboré este año es que soy un modelo perfecto de imperfección y que nadie sufre con mis trastabilleos (que en ocasiones llegan a ser auténticos azotones, con pantalón de casimir roto por ambas rodillas, en pleno camino a tribunales y toda la cosa) más que yo misma (y en ocasiones La Peluss, pues he llegado a caerme encima de ella o pisarla)
Se que dije que no haría revisión estricta de mi año en el post anterior y aún lo pienso así: por qué regodearse con las desgracias propias y autoinfligidas si es mucho más bonito echarse flores -que en ocasiones serán francos macetones- ¿que no?
Hubo muchísimos "highlights" en mi año: conciertos inolvidables como el Vive Latino con Café Tacvba cantando en mis meras barbas y con mi bandita de la Uni brincando como chapulines; viajes maravillosos a Oaxaca, Acapulpo, Puebla, Queretarrock, Guadalajara y anexas; celebrar mi cumpleaños número 32 en Cancuuuún con mi brother del alma (y de sangre también, je je) Davide; reencuentros mucho más explosivos que el del grupillo Mercurio; desayunitos de "goodie wife" con mis amigas del Reims; sesiones terapéuticas maratónicas con desintoxicación incluída, el conocer nuevas amistades y saber que "son la hostia" y que, además de todo, admiran mi manera -por demás fatídica y espantosa- de manejar (¿verdad Dianita?), las salidas culturales con Kry (que luego se enoja porque no se cuando salía de vacaciones u.u); momentos en los que aún está bien chido decir chido y bailar "Rastamandita" como si todavía tuviera 23 (y con un Matius mirándome bien sacado de onda); convivencias varias con la familia de aquí y de allá; los siempre acertados comentarios de Danny, mi fan number one de éste, su (de ella) blog de (des)confianza y lo mejor: los 365 días en los que el Matius tuvo a bien recetarme dos que tres enseñanzas de vida pa' ver si de una vez por todas ya me despabilo, carambas...
Por otro lado, yo se que en el panorama nacional el horno no está (¿alguna vez lo ha estado?) para bollos, pero se que ustedes, criaturitas del señor, harán su trabajo lo mejor que puedan. Por lo pronto, “dejemos que sean otras plumas las que se complazcan en el pecado y la miseria. Yo me alejo de temas tan
odiosos  tan  pronto  como  puedo”.
***                                                    
¡Oh, cielos! llevo dos horas tratando de terminar decentemente éste panfleto pero mi déficit de atención vino de visita justo cuando trato de ganarme el premio Púlister con mis dislates habituales.
En serio, mejor el Matius vino a cerciorarse si aún sigo despierta  y ya se fue a su calientita cama a seguir soñando con conejitos brincolines y pastel de pitufresa, con una expresión de "chale, a ver a que horas", lo cual me indica que debo soltar éste año (y el post) tal como está. Sin adornos ni exageraciones de más. Simplemente el testimonio de una (no tan) chica común y corriente, sonriéndole a la pantalla a las cuatro de la mañana del último día del año, quien se encuentra emocionadísima por el inicio de un nuevo ciclo, cual chamaquita de secundaria a la que la han besado por primera vez.
¡Sí! Estoy MUY emocionada por lo que viene y los invito a que se unan a mi optimismo ramplón de último minuto. 

Se que habrá piedras con las que me encariñaré, pero se también que mi talento para patearlas hasta el infinito será la diferencia entre el ayer y el resto de mi vida.

Con fe y total entrega a Dios, así te estaré esperando 2013.

¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!

viernes, 14 de diciembre de 2012

LOS ÁRBOLES NAVIDEÑOS ME HACEN LLORAR.

Y cuando desperté, el árbol de Navidad se encontraba en mi sala, mirándome con cara de "Así es, chulita. Ya llegué y sabes lo que ello significa: estás a dos minutos de que se acabe el año y sigues en las mismas" ¡Pta madre, quién carámbas te dejó entrar!
Cuando uno decide entrar a rehab para tratarse una adicción (algo muy popular en nuestros días) piensa que al salir se encontrará el mundo tal y como lo dejó. Y pus no. La vida siguió, tu ex se casó, tus hijos se fueron de la casa sin darte alguna explicación, tus amigos te sustituyeron con un ciber amigo de Malaysia y tus padres están de retiro en Retiro, Argentina.
En mi caso, todo eso sucedió excepto el tema de los hijos, pues el mío no terminaba de empacar sus juguetes cuando llegué a casa y ya ni cómo hacerle.
¿Y como por qué tuve que entrar a rehab y decir "no, no, no"? Ah pues porque el Vextor tiene sus garritas bien poderosas, manitos. 
El antidepresivo más vendido en cierta clínica psiquiátrica es también el más imbatible y entre sus muchas "bondades" se cuenta el hecho de que, neta, jures por tu madrecita santa que lo necesitas más que el sol y el agua al mismo tiempo.
Bueno, no pateemos el pesebre (y mucho menos en éstas fechas tan suceptibles), el Vextor tuvo lo suyo, fuimos felices, le entregué mi cuerpo y mi alma y por la analogía con la mayoría de mis relaciones sentimentales, le perdono todo el daño que me hizo y le agradezco todos los momentos felices que vivimos.
Así de generosa (y dependiente) soy ¡cómo no, con mucho gusto!
Pues sí, después de un periódo de desintoxicación decidí asomarme por aquí, con la cola entre las patas y con cierto temor a encontrar las paredes mugrosas, restos de comida mohosa en el refri y el tocadiscos atascándose en un acorde monótono y fúnebre. Tal vez -pensé- si cerraba tantito los ojos y aguantaba el aire, las cosas no se verían tan desagradables y mi complejo de culpa no brincaría cual perrito pulgoso. Y bueee, aquí me tienen:  de a pechito para responder cualquier pregunta que se les ocurra y rogándo que porfis-porfis, sus juicios de valor se me resbalen como mantequilla pues tiendo a ser la más culpígena de las mujeres habidas y por haber sobre la faz de la tierra.
Pero entonces, el árbol de navidad...
El sólo hecho de saber que ya se acercaba la época del año más temida por los guajolotes del mundo me hizo reflexionar sobre el estado de las cosas. 
De repente me sorprendí haciéndo listas de "to do" y comprando con singular alegría listones y pompones y silicón y diamantina y cuanta madre me enjaretó la señito de Fantasías Miguel. 
Para sorpresa mía, ya estaba metidísima en la máquina de coser haciéndo mis jueguitos de baño y cortinas y guardapolvos navideños, pero del árbol ¡nada!
Por alguna extraña manera, el hecho de ir a comprar al árbol (guárdense sus análisis ecológicos) y pensar en "el tema de éste año" y sus ene mil lecturas, es un asunto que me pone mal. Se que toda esa parafernalia navideñosa es el preludio de un drama que ya me tiene aburrida pero que no se cómo convertirlo en virtud.
El famoso "análisis de conciencia" es un tema harto sobado y que por más que quiera enterrarlo en lo más profundo de mi inconsciente, tarde o temprano -pero no antes- saltará como resorte y se plantará frente a mi para que le eche un ojito y una revisadita.
Y la verdad, no se me da la gana considerar nada de lo hecho y vivido por ésta servidora, ¿cómo la ven?
Por éste año daré por "buenas" todas y cada una de las decisiones que tomé y no me haré hara kiris mentales. Total, lo hecho, hecho está y si está mal hecho, pus qué mal pex porque ya está hecho (¡quihúbole!)
Y si este año se me antoja adornar el arbolito con croquetas de la Peluss... ¡que así sea!

*Corre rápidamente a Fantasías Miguel por otra tanda de diamantina...*



sábado, 24 de noviembre de 2012

SÁAAAABADO!!

Cuando tenía como trece años y mi vida social se reducía a las tardeadas mega ufff que organizaba la ESANS, la llegada del sábado en lugar de emocionarme...me deprimía (síiii, siempre he sido una maldita depresiiiiivaaaa...¿apenas se están dando cuentaaaaaa? ... perdón, a últimas fechas a lo depresiva agreguémosle: bipolar)
Y es que, o sea, así como me leen: toda linda, chula, pechocha, atrevida, sensual y mujer de mundo... la neta a los trece años (y unos cuantos lustrillos más) era la más luser del mundo mundiaaaaal.
Razón por la cual pues no sabía cómo convivir en sociedad, léase: la temida sesesesecuuuun... ¡Ándale!
Miren, no me voy a poner a desmenuzar los tres infernales años que viví en la secun porque ps no, dónde quedaría mi objetividad periodística (y los millones que he invertido en terapia). Simplemente les paso al costo que los sábados por la tarde, lo único que había por hacer era mirar la vida pasar bajo la ventana de mi cuarto en el último piso del edificio MÁS bonito de la Avenida Insurgentes, acá en la Ciudad de México. (TAN bonito que hubo una época en la que fingí vivir en otra parte, so temor de que notaran la cortinilla a 
punto de caer sobre el transeúnte más afortunado, piuj!)

Así que mientras sentía que mi vida no valía ni un viejo peso, había chicas que vivían en una unidad habitacional y que eran afortunadas por el hecho de que la convivencia entre seres de su misma especie (o sea, adolescentes hormonosos y por lo tanto, interesantes) se debía a la falta de espacio por metro cuadrado multiplicado por el número de veces que se topaban de frente en las escaleras de su edificio, más la suma de sus respectivos catetos.
Y yo, viviéndo en un edificio viejísimo donde el único "adolescente" era el hijo cuarentón de la portera, que se comportaba como si aún fueran los 80's, tsss, o sea, jeloooou!!
Pero bueeeeeeeeeno, muy dentro de mi amargura adolescente, sabía que no siempre sería así. Que llegaría el momento en el que el mundo -y especialmente el género masculino, sector "sabrosón": motociclistas de mata larga y barba de candado- conocerían de mi existencia y, arrepintiéndose de todos sus mundanos pecados dirían: "¿Dónde estuviste todo este tiempo?... Ay weeeeey!!
Sí, sabía que ese patito feo que se exprimía espinillas frente a su espejo y que se malviajaba porque no la dejaban salir los sábados, algún día daría el salto y se plantaría en las mejores pistas de baile, en las mejores discotecqs (esteeem, si, aunque ya no eran los 80's, el término "antro" aún no terminaba de cuajar)
Así que sólo era cuestión de tiempo para que llegaran esos sabados emocionantísimos, repletos de diversión y buena onda. En el culmen de mi malviajadez me veía a mi misma como en una película de corte adolescente, donde la cámara enfocaba a mi grupo de amigas riéndo y maquillándonos frente al espejo, mientras los galanes nos esperaban afuera de mi casa, listos para llevarnos a "la disco" y bailar "What is love" o "The rhythm of the night". ¡Mega Bien!
Sí, sólo era cuestión de tiempo...

Pues bien, ese tiempo YA pasó y ¿qué creen? 
Que naaaaaaada de eso se hizo realidad.
Descubrí que vivir en una "unidad" no era TAN padre ni TAN conveniente, pues al final -y si encajabas en el grupito- terminabas por probar las babas de cuanto sujeto INTRASCENDEEEENTE se atravesaba en el camino (¿me estás leyendo "Freddy"?) y que de todas maneras, mi mamá ni me dejaba salir tampoco. O sea que mi destino como "party animal"... niet, cancelado. También descubrí que no era tan padre eso de que las amigas se arreglaran juntas, pues había algunas francamente peor de lusers que yo y era de hueeeeeva escuchar sus "¿a pocos si?, ¡no manches!" a la menor provocación. Amén de que usaban mis cosméticos REVLON que en esa época eran muy importantes para mi. Pfff!
Nop, no era cuestión de tiempo, ni de permisos, ni de castigos o de tener al galán más picudo para salir a bailar. 
Porque cuando tuve oportunidad para reventarme así, bien machín, ya tenía 25 años (uy, qué vieja!); trabajaba, me mantenía, viajaba y mis "noches de reventón" las viví en un antro queretáno llamado "Margarita Blue" donde -literalmente- terminaba hasta las manitas (e irónicamente, también bailaba "What is love? baby don't hurt me, don't hurt me... no more!) pero con una sensación de vacío TAN inmensa, que decidí cortar por lo sano... Eso y una intervención que sufrí por parte de mi familia que estaba hasta el gorro de que, por las madrugadas, llamara para decirles que los quería mushooooo...¡hic!
Y ahí fue donde por fin caí en la cuenta de que el reventón sabatino que yo ansiaba con ansias jarochas (sepa la madre cuales sean esas pero  ¿a poco no suena bien chido?) era solo un espejismo bieeeeen sobrevaluado, pues lo mío -lo supe después- siempre ha sido el rollo tranquilón, culturalón, medio boho pero rélax, ¿captan?

Y si a estas alturas de la lectura se siguen preguntándo por qué CARAMBAS La Gatería ha salido en sábado, les comunico que ... cof, cof, cof, ... sigo siendo la misma adolescente espinillosa que prefiere quedarse en casa a leer, ver películas viejas y cenar con sus papás a andar arriesgando el físico (y éste cuerpecito chulo, pa qué más que la verdá, ¿verdá?) en lugarejos de mala muerte.
Sí, no "desniego" que no me agrade el baile, el "eh, eh, eh", el cantar "procura coquetearme máaaaasyasísabrásloqueteperderaaa-aaás" y echarle el ojo a uno que otro guapito que pase por mi mesa PERO, pero, pero, pero... la neta no es lo mío. A mi dénme un sillón cómodo, mi almohada que tengo desde los 13 años, unos pastelitos y unas papas con chile, mi cocota y un libro o una película francesa.
Con eso (y una niñera de confianza), ya me tienen el sábado por la noche en su casa.
Tal y como es en éste caso.

YA SE QUE NO LEERÁN ESTO HASTA EL LUNES O CUANDO SE LES PEGUE SU REGALADA GANA, PUES ES SABIDO QUE SE ENCUENTRAN DISFRUTANDO COMO LA GENTE NORMAL SU FIN DE SEMANA.

PERO SÉPANSE QUE, AUNQUE ME ABANDONEN EN SÁBADO, MI CORAZÓN (Y MI SALUD EMOCIONAL) ES DE USTEDES NADA MÁS, PAPACIT@S CHULOS.

Feliz Sábado.

P.D. Dedicado a mi hermano Davide A.K.A "Dr. Mitocondria", quien en éstos precisos momentos se debe encontrar sacudiendo el bote en el Coco Bongo de Cancún o, en su defecto, cachando bebés en el hospital. Equis, es chavo y  HOY  es su cumpleaños.
¡Felicidades!



viernes, 23 de noviembre de 2012

Tentenmpié.

Volví al café y a todas las formas posibles de cafeína.
Los expresso con un twist de limón ahora son lo mío.
Hasta he masticado chicles sabor café, chinos, de dudoso control de calidad.
También me zampé una caja completa de triki-trakes cada medianoche desde que éste apestoso blog decidió volverme loca con sus quejas y reproches. Ya saben, aquellos como: "antes me escribías cada viernes"...
¿En qué he andado? ... Hum, déjenme pensar... ah sí: en estiradas y aflojadas de mis múltiples profesiones, pintando piedras para venderlas como artesanía y en una que otra charla con la loca del espejo.
En estos momentos me encuentro con la cartera medio vacía (sí, otra vez; no, no por culpa de los gustos gourmet de Pelussa) y ello me recuerda que acaba de pasar la Feria del Libro Infantil y que compré libros con singular alegría, como si se tratara de chacharitas en mis muy gustadas tiendas "de a 3 pesos" (en realidad ya son "de a 5", por aquello de los sube y baja de la bolsa y la fluctuación del peso frente al dolar, pero ¿qué se yo de ello?, no me preguntes, sólo soy una chica...)
Fuera de ello, nada interesante me ha sucedido.
Ni épicos romances con hombres mayores que yo, ni persecuciones locas por periferico, en las que yo intento mantener el control del vehículo mientras suena "Americano" en el playlist.
Nada, he estado viviendo el nihilismo a todo tren. Porque es más cómodo y barato y porque así no duelen las recaidas.


Pensé que ocuparme de otras cosas que no fueran las usuales estaba bien, que me daban otro panorama para tratar a la gente sin juzgarla. Pero algo pasa, hay una falta de sensibilidad en el ambiente, una carencia de espiritualidad en los ámbitos que me rodean que a veces pienso si en verdad yo soy la que debe estar tomando ese maldíto antidepresivo que me tiene literalmente enganchada y no la sociedad en conjunto.
Y ya, les juro que por enésima vez ya me cansé de reinventarme para no caer en la apatía.

Musicalmente hablando, pienso que soy una papa. Envidio a la gente que sabe apreciar la música y que necesita de ella orgánicamente pues pienso que, así como en la literatura, las posibilidades son infinitas y la sorpresa es permanente.
No quisiera que supieran que sigo con el mismo playlist desde hace mil años, pues es triste y vergonzoso que de repente en el stereo suenen cosas como "La calle de las sirenas" o algo por el estilo, mientras manejo camino a una audiencia o ¡peor! a recoger a mi hijito de casi cinco años (el cual tuvo que esperar una hora extra en la dirección mientras yo arriesgaba mi reputación de "mamita bien", pues la mentada audiencia duró lo que quiso)
¡Argh!


Qué amargas suenas las cosas cuando la ironía juega contigo a no salir a escena.

He tenido semanas de los mil diablos y cada que terminan me digo a mi misma "nunca más".
Pero las muy jijas se las arreglan para que yo tropiece y vuelva una y otra vez sobre las lecciones no aprendidas.
Esta escuela de la vida no es lo que yo creía, pues los "extras" no cuestan veinte centavos, sino veinte días para pasar las asignaturas que me darán el título de "La persona más satisfecha consigo misma del mundo".

Que alguien me baje de éste tren porque va muy rápidoooooooooooooooo y voy a vomit..........


Ok, muy tarde ya.


Les escribo estas líneas a temprana hora del viernes, pues no se si se me pegue la gana despertar temprano, preparar el desayuno del Matius, ir a dejarlo a la escuela, cepillar mi cabello y sentarme a carcajear de mis pensamientos pesimistas de dos semanas en el ácido.
Mné, me conozco; se que por aquí me tendrán de nuevo el día de hoy...
Así soy, mientras se me pasa el berrinche...
¡Buenos días!

lunes, 5 de noviembre de 2012

VIÑETAS PARA PONER ORDEN EN LA VIDA


  • ¿Cómo no bebo mezcal como Frida? Tan bebedora, tan macha. Frida tiene su lugar bien ganado en la admiración popular, pero ¿será de a deveras? ¿Será que en tiempos del feisbuk nadie podría igualar su jale con las masas? Yo, al menos me he cuestionado varias veces el por qué Diosito no me dotó de unas manitas industriosas y con hartísimo talento. Probáblemente en el punto más álgido de mi envidia me decida a pintar "manque" sea las piedras de mi jardín. Y luego de ahí me sigo con el uso ad náuseam de mis blusas oaxaqueñas, mi joyería multicolor hecha de sopa y si ya mucho es mi apuro, hasta le voy haciendo al comunismo. De dejarme la ceja larga y el bigotín no hay problema, ya estoy en ello. Punto y aparte: Una cosa tengo en común con Comunista de a mentis Frida (sí, no le hace que se enojen. Le digo "sobrevalorada" ¿y qué? Le digo "berrinchudita" ¿y qué? ¿A poco no es verdad que si nos pican la cola o el ombligo, sacamos lo mejor de nosotros mismos? No tiene mayor ciencia) y es el hecho de haber besado no a uno, sino a cientos de sapos. Y con ninguno me quedé. Épale, ese que están pensando es una Marmota y mío, mío, mío, lo que se dice mío pus...
  • Número Dos (apúntenle): Me encantan las telenovelas coreanas... bueno, sólo una y es "Mi adorable Sam Soon". Pienso que Corea del Sur es un lugar fascinante aunque sólo sea para extraviarse entre las dos corrientes que nutren su cultura y que obviamente son la antigua y la época actual. Y sin menospreciar nuestro acervo histórico y cultural (porque luego hay cada radical que me espeta un "¿Y ya fuiste a Anenecuilco antes siquiera de soñar con ir a Seúl?") pienso que debe ser muy interesante participar de una ceremonia de té Yujacha mientras se escuchan los acordes de Clazziquai.  Sin importar que allá no consuman tacos al pastor ni que haya vestigios de alguna torta de tamal, su gastronomía ha hecho lo imposible para mi: hacer atractivas (hasta sexies) las verduras. Y bueno -y juro que esto no fue a propósito- en la época donde se juntan los impulsos "maduros" con la ineficiencia en la toma de decisiones (o sea, la Universidad) conocí a un sujeto que no se a santo de quién no ha sido balconeado en éste espacio. Pero ya le llegó su momento y tal sujeto es... 
  • "Mi novio de la Universidad". Aplausos. Dicho muchacho era una mezcla de guarura tepiteño, yakuza japonés y licenciado cantinas (y no por emular a Bumbury, ¡por favor!) Su estilo para ligar, para enamorar, para vivir y para salir en la vida era harto complicado. A estas alturas mis mejores amigos no dejan de dar gracias a la virgencita de Guadalumpen por haberme abierto los ojos y salir corriendo por patas de esa relación (ya no tuvieron suerte con las otras, les informo. Digo, por aquello de las comparaciones odiosas, vous savez!) Y entonces, resulta que mi papá lo apodaba "El Amarillo" (en otra ocasión les platicaré del gusto de mi santo padre por nombrar y apodar a la pandilla Noviera) porque éste cuatito tenía rasgos orientales. En otros lados le decían "Coreano" y después de andar juntos casi toda la carrera, que se me ocurre tronarlo en el último semestra... Tsssss. A partir de ese momento, supe lo que la "mafia coreana" era capaz de hacer cuando alguien altera su equilibrio. Su proeza más grande, con lo que se coronó en el gusto del escarnio popular fue haber INVENTADO una serie de patrañas y triquiñuelas entre los amigos con tal de hacerme quedar super mal, al grado tal que durante el viaje de generación varios de sus amig@s se me echaron al cuello por permitir que anduviera en semejante estado de perdición etílica, poquímadrísmos a cuenta de haber rechazado una propuesta matrimonial en la playa con velas, cenita y un cuarteto de cuerdas amenizando el desfogue de sentimientos (¿quién carajos pide matrimonio así cuando ya llevas un semestre de haber valido keik en la vida de la prendante? ... ¡¡O sea, que fui de lo peor!! A estas alturas, tal respetable ente se encuentra casado (y bien casado, ¿eh? no como "otras") con su segunda novia de la Universidad y les deseo que sean tal para cual y la vida los premie con mucho dinero, trajes Armani y una Hummer para pasear su amor por Metepec y anexas. Lo cual nos lleva al siguiente punto:
  • Qué gacho es pelear con el padre de los hijos de una, me cae. Es bien desgastante, ya le había perdido práctica y gusto a tan extremo deporte. Fíjense, mujercitas, que no les recomiendo el matrimonio a menos que antes hayan pasado un curso de "Cómo amaestrar bestias sin morir en el intento". Y no porque el papá de Matius sea una bestia, es simplemente que el esfuerzo que se requiere para que la otra persona se baje de su macho y ponga atención al hecho de que con sus lindas pezuñitas está haciendo AÑICOS tu tolerancia y paciencia, requiere mucha fuerza física (para contenerse y no azotarle en la cabeza el tomo número 2 del "Ingeniosos Hidalgo...") y una fortaleza espiritual para que los sapos y culebras que salen de su boquita no entren al precioso jardín que tienes por corazón. Es muy cansado, se los juro. Pelear con alguien que es la mitad de lo que más amas en este mundo es un asunto delicado que, sin el entrenamiento adecuado -o ante la falta de pericia-, puedes literalmente acabar hecha polvo. Y no, no importa que una se dedique a arreglar los pleitos ajenos, el sentimiento de impotencia es tal que puede llevarte a querer quemar llanta (misma que ponchas) y a meter a todo lo que da el acelerador (con lo que ahogas tu bomba de gasolina) mientras vas cantando a todo volúmen "Acábame de matar" (y gracias a ello, terminas sin bateria en pleno periférico sur en hora pico) Y todo para que al final del día te des cuenta que: en una pelea se necesitan dos: Yo ya sé donde estaban sus defectos, sus fallas, sus malos manejos y sus pinches manías pero, yo no sabía en dónde estaban los míos. Y a estas alturas ya no puedo darme el lujo de andar perdiéndo la cabeza persiguiendo quimeras, ensueños e ilusiones si una rata chiquita me está jalando del brazo para ir a jugar con su papá. 
  • Sip, hay que poner orden en la vida. Todo con amor, nada por la fuerza, siempre lo mejor, siempre lo mejor... 

viernes, 2 de noviembre de 2012

TODOS TUS MUERTOS

Hola queridos...
¿Qué? ¿Acaso están leyendo La Gatería en éste viernes de puente?
¡Claro que no! Como si no los conociera cómo son de interesadotes e inconstantes, ¡me cae!
Ok, ok, no es cierto. Disfruten su muy merecido descanso (eterno) y nos leemos la siguiente semana...
... ¿Qué dijeron, que los iba a dejar ir así como así sin recetarles su dosis semanal de sarcasmo y quejumbrez? ¡Nunca en esta vida, muchachitos!

El día de hoy celebramos a los santos difuntos, que acá entre nos, muchos ni fueron tan santos y no están así que digamos "difuntos". Y no me refiero a la gente que se nos ha adelantado en la travesía de éste y otros mundos metacuamplusperfectos, nooooo. Me refiero a aquellos seres que alguna vez fueron parte de nuestro ser y que tuvieron la maldíta osadía de dejarnos ir. Aquellos a los que enterramos en vida, porque "muertos" hacían menos daño que vivos. Son los queridísimos ex novios... aplausos y ¡que paaaaaaase el desgraciado!
Hay tanta tela de donde cortar que no alcanzaría la vida para desmenuzar poco a poco todos los laberínticos caminos que te llevan a ser un ex.
Porque sí, somos bien chuchos cuereros y nos encanta agitar la greña y mandar al diablo a quien consideramos persona no grata a nuestra vida pero, ¿qué pasa si fuimos nosotros los eliminados de la vida del interfect@?
Ja!, en principio de cuentas se acaba el mundo. O sea, neta.

Recuerdo la primera vez que oficialmente me "tronaron".
Se siente como si tu estómago huyera con tu corazón y dejara los pulmones llenos de plomo, sin poder respirar y ante la falta de oxígeno, tu cerebro conmociona y se llena literalmente de gas. Un gas que no te hace reir y ¡ah, cómo te hace llorar!
El bendito hombre que se atrevió a despedir mis servicios como novia en turno llamábase ... obviemos el nombre y digámosle "Iriberto".
"Iriberto" decidió que, después de semanas de heladitos, cartitas, florecitas y detalles del Cookiemonster, la relación necesitaba ir "más allá". Yo, un poco sonrojada, pues creí que insinuaba el muy postergable "acostón", le pregunté que a qué se refería. Y bueno, mi candidez le causó tal gracia que dijo: "quiero que tú me cortes"..... What!!!
Y pues yo, entre enojada, confundida y estúpida, le dije: "entonces como amigos"
Obvio, Iri y yo fuimos todo menos amigos. No puedes ser amigo de alguien que te alborotó la hormona. ¡Nunca!
Tú sabes que ahí quedaron restos de pasión, odio, amor y rencor y que mezclarlos bajo la etiqueta de "amigos" te lleva a todos lados, menos a la senda de la amistad desinteresada y duradera. (Comprobado, años de experimentación avalan mis estudios científicos)
Y bueno, yo por supuesto, me instalé en la lloradera.
Días....
Semanas...
Meses....
Y sí... años también.
Difícil fue hacerme a la idea de que Iriberto y yo no teníamos más futuro que el de existir en órbitas diferentes (mejor para mi, a él lo emocionaba bailar "Jeans")
Fue tan devastador el truene para mi que de plano mejor lo enterré, le puse flores y me cercioré de que no resucitara al tercer día.
Neta, me preguntaban por Iri y yo les decía que había muerto en un aparatosísimo accidente, mientras manejaba su moto y bla bla bla.
Por supuesto, nadie me creía pues a la semana no faltaba quien lo veía pasar en su coche o quien se lo encontrara en la cafetería, pero yo juraba que había muerto.
Y entonces ¿qué es la muerte en vida?
Cuando pierdes a un ser muy querido, el dolor te cega. Te aturde y no vuelves a mirar el mundo de la misma forma. Entras al club de los "tristes por siempre".
Si esa persona fue tan amada por ti, rezarás o pedirás a la máxima deidad existente que te de fuerza para soportar el dolor de su partida.  Tal vez te enojes por la pérdida y tal vez reniegues de la vida.
Sabrás que ese dolor algún día encontrara su cauce y podrás continuar con tu camino. Conocerás nuevas cosas que te llenarán de gozo día a día y poco a poco te reconciliarás contigo mismo.
Sanarás.
Lo mismo pasa cuando una relación se termina y el dolor es inaguantable.
Para mi, matar en vida a los señoritos que me hicieron daño no sólo fue un desahogo, fue la única manera de entender que ellos ya no estarían en mi vida y que yo tendría que salir adelante con todo ese amor o ilusión muriéndo poco a poco en mi corazón.
Y no fue fácil pero el tiempo y unos ricos besos por aquí y por allá lo curaron todo.
Y "ahoy" puedo tranquílamente dedicar unas ofrendas muy simpáticas a los "difuntitos" que tuvieron el tino de mandárme a la lona, para que con los putazos del amor me hiciera más fuerte.
Pero más que nada, me han dado el pretexto perrrrrfecto de disfrazarme de gatita negra y pedir descaradamente "mi calaverita"...
¡Feliz día de muertos en vida!

jueves, 25 de octubre de 2012

COFFEE AFAIRS

Llevo una semana sin tomar café.
La sola frase hace que más de un amigo que me conozca se plantee si me encuentro bien. Lo se.
Para mi, el café es sinónimo de bienestar, de "todo va a estar bien", de apapachos en solito y un largo y aromático etcétera.
Y sí, llevo una semana sin café...
Mi casa se cae de mugre; no tengo suficiente dinero en la cartera que me permitiera evadir mis confusiones y ataques de ansiedad con una compra inútil en OfficeMax (ah sí, yo descargo frustraciones mientras compro crayolas y post-its, así como algun@s lo hacen en Zara o Channel. O el súper!)
Mis "asuntos" (¿por qué los abogados tendemos a usar un léxico que en nada favorece a nuestra imágen?) están más estancados que el progreso de éste país en el primer mundo y todo es gracias a La Burocracia (¡sí señor!) y por ello no he podido cobrar mis honorarios. Ya,para colmo, mi gata se tragó una canica de Mateo, lo que me ha dejado con la cuenta en -5 pesitos (tal como el número de ustedes, queridos menos cinco lectores de siempre) ¡Y todo va mal!
Tooooodo.
Tengo las persianas cerradas. Malísima señal.
Afortunadamente el niño que vive conmigo está en la escuela, pues con sólo 20 minutos de interacción matutina ya tiene para dos o tres años de terapia y con cargo a mis erarios.
Y no puedo encontrar "mi contento". Por más que diga y me mantreé y me terapeé de que el café no me define, que el café no sustituye carencias emocionales ni me hace más inteligente o simpática, es por demás ocioso convencer a mi sistema límbico de que tome por buenas las tacitas de agua caliente y las convierta en bienestar generalizado.
¡Pffff, apesta!
Maldíta la hora en que dejé que el café se instalara en mi, haciéndome su princesa y esclava. Ahora ya ni me siento mujer, soy solo una especie de gelatinita (muy rosita, muy gordita) que necesita impulso natural para funcionar medianamente.
El café es para mi una especie de fetiche, como un cinturon invisible de seguridad que me resguarda de mis impulsos suicidas y locos. Es un objeto que me define, tristemente. ¿Pláticamos algo "grueso"? Con un café.
¿Estamos tristes y desesperados? Echémonos un capuchimoka del Jarochux para levantarnos el ánimo (Y si es en Coyo, ¡qué mejor!)
¿Vamos a fresear y a impactar a nuestra llegada a la maestría? Deja aviento lámina mientras sostengo mi caramel macchiato deslactosado del "Starbruts".
¿Nos amamos apasionadamente y seremos eternamente felices? Permíteme  tantito en lo que se calienta mi pocillito con canela y piloncillo.
El café es mi combustible mágico y sensual, el que aporta ideas en mi cerebro cuando este ya se niega a contribuir con éste, su blog de pacotilla.
Dénle las gracias a mi tacita de la FILIJ por tantas y tantas horas de solaz y esparcimiento que nos ha regalado al ser la detentora de la materia prima de éstos y otros dislates.
El café, queridos, es ese amante que no te deja, que no te cambia por otra por las mañanas cuando amaneces legañosa y apestando a gato (porque el bichejo tiene a bien dormir encima de tu cabeza), ni te voltea bandera cuando estás de neuras porque no te salen los proyectos.
El café es tu cómplice, te permite hablar, hablar y hablar sin reprocharte nada, te dedica miradas ansiosas de "tómame y llévame a tus labios" y jamás te juzga. Se queda hasta el final sin pedirte nada a cambio. Se fusiona con tus sentimientos y saca lo más brillante de ti... en el mejor de los casos.
En otros, pues simplemente te pone peor que maraquero de la Santanera y te hace pegar cada brinco cuando alguien estornuda. Pero aún ahí, está sensibilizándote al máximo, haciendo que todo tu ser se vuelva un receptor de cada mínima vibración.
Decirle adiós al café es como despedir a mi mejor chef; como ir a tirar a mi cochina gata a la basura porque ya me aburrió (¡jamás!), es decirle al amor de mi vida que lo amo, pero que no puede quedarse en mi vida.
Dolorosa despedida de una relación de más de 25 años, (o sea, empecé chica ¿eh?, no crean que ya me cargo mis 40's) que me ha traído mil y un sinsabores (pues el café del Tok's es bastante malito) y también me ha dado muchísimos momentos de inspiración y lucidez.
De momento nos decimos adiós con todo el dolor de nuestro corazón, deseando encontrarnos pronto, cuando mi tolerancia al ansiolítico se establezca o cuando de plano pueda funcionar sin antidepresivos.
Mientras tanto, mi cafetera sabe que tiene su lugar muy bien ganado en mi corazón.
Y en mi bodega también.
Gracias, café, por ser mi compañero... Hasta la rehabilitación siempre!


P.D. Ahora aquí pasará mi tacita sus días...

viernes, 19 de octubre de 2012

Domíname!

Lo vi con mis propios ojos.
Nadie me lo va a platicar, pues "la infantería" me demostró que la lucha entre hombres y mujeres comienza desde que Vanessa de "Cuneros 1" le avienta el pañal a Dorito y se arma la gorda.
Comienza lo que viene siendo la "batalla de los sexos".
¡Chín!
Miren, quisiera ser imparcial ahora que me encuentro viviendo en el tercer piso; justo cuando se me han acabado las dudas de la adolescencia y que los experimentos veinteañeros ya surtieron sus efectos a que dieron lugar.
Más aún cuando en casa estoy educando a un caballerito que, desde ahorita ya se le nota que lo van a traer bien atarantado. ¿Y saben por qué? No, no lo quieren saber. Esto a continuación pareciera que es una franca traición a mi bello sexo, pero para nada. Tomémoslo como una herramienta para hacer más llevadera (y más sabrosa) la vida entre hombres y mujeres.
Explico:
Las mujeres somos canijas con los hombres que percibimos "débiles" -y que no son otros que los eternos enamorados incondicionales-, para correr a los brazos de los "rufianes". Aquellos cuya cabellera larga ondea al viento mientras el rugido de la moto se lleva nuestros suspiros. Y no lo neguemos, chicas. ¿Quién no ha tenido un pretendiente que se les declara abiertamente su esclavo y al cual lo han despreciado por, precisamente, arrastrado?
Y aquel noble espécimen, con el corazón enlodado y destrozado se irá con el rabo entre las patas, aullando su desazón contra TODAS las mujeres y jurando venganza. Y la cumple, pues automáticamente se vuelve uno más de los rufianes, que hará suspirar a otra mujercita con sus desprecios. Bah! el cuento de nunca acabar.
¿Y que por qué "la infantería" me lo demostró tan bien?
Pues resulta que un muy hábil Matius me sableó una comidita del McDonalds después de la escuela. Llegamos muy cucos al área de juegos y devoramos papitas y nuggets. Acto seguido, pasó a jugar al globo con una nena. La nena, por cierto, era un poco mayorcita que él. De un sano juego infantil pasaron a otros más complicaditos, llegando a una especie de juego del matrimonio donde mi Matius y la nena salían de una casita y daban vueltas y volvían a entrar y así. Al ratito nada más el Matius salía a "trabajar" y la nena se quedaba en la casita... ¿Pues creerán que cuando el Matius se daba la vuelta, la nenita andaba metiendo a otro niñito a la casa?
¡¡Háganme el usual y típico rechingado favor!!
El niñito que rondaba tan feliz escena sólo esperó a que el Señor Matius saliera a trabajar para que la dulce damita le abriera las puertas de su casita y jugaran con el globo que ERA de mi hijo. ¡Imaginen mi indignación como mamá del pedacito de cornudo que estaba siendo mi niño!
Ahí no acabó la cosa pues Matius regresó ipso facto del trabajo y cuando abrió la puerta de su casita...
Ni peló. Él estaba feliz de jugar con la nena a la casita, salir a "trabajar" y darse de vueltas en la resbaladilla.
Pero la nenita sí que sabía lo que hacía, pues al llegar Matius sacó al otro niñito y se puso a jugar solita.
¿Qué le costaba jugar solamente con el noble (y despistado) Matius?
Es lo mismo a los 15, 25, 35, 45 ¡y hasta los 85!
Digamos que no, pero a muchas mujeres nos encanta el peligro que supone un buen canalla.
Y miren, hombrecitos: si a la primera de cambio, la amada en cuestión sólo los hace trabajar para ganar "puntos", mejor váyanse consiguiendo una moto y unas extensiones si es que quieren declararse conquistadores de su corazón. No trabajen en balde para que venga otro y, tronándole los dedos, llame a la dama y partan juntos, dejándolos a ustedes con un palmo de narices.
Sí, amamos que nos reten y saquen lo mejor que hay en nuestra escencia femenina: ese brillito diablezco en nuestros ojos que los hace a ustedes cuestionarse si en verdad es que tienen tanta suerte de compartir con nosotras nuestra atención.
Del corazón, hablaremos en otra ocasión...


martes, 16 de octubre de 2012

SOLIDARIDAD

Ey, el título no es una apología a aquel programa social que tanto significó para el Salinismo (y sólo para él) ni hablaré de nuestro eminente satélite (¿alquien sabe si aún sigue en órbita?) que conmocionó nuestros ánimos científicos en la época de oro del prísimo (porque, amigos, ESTA es su época de diamante, si me permiten la expresión)
Se trata, pues, de darles una embarrada de filosofía social aplicada a mi muy particular manera de ver -y vivir- la vida, vita, vie... whatever.
Así que... corría el año de 1988 o algo por el estilo. Por esas fechas cursaba el tercer grado de primaria con la miss que permitía el suministro de café a sus alumnos (en serio: podíamos llevar nuestro vasito; cada tanto alguien llevaba el azúcar, el café, el coffee mate y durante el recreo, nos hacíamos nuestro cafecito. ¡Es verdad! ¡Pregúntenselo a Laura!)
Y por aquellos días aconteció que "unos señores" llegaron a la primaria a buscar niños y niñas para modelar.
¡Guaaaaaaaau!
La revista Barbie tenía a mi autoestima en el suelo pues sus modelos eran niñas de evidente ascendencia europea o ya de perdis, del colegio Vista Hermosa. Yo por supuestísimo que nunca he renegado -y aunque quisiera, no podría- de mis orígenes indígenas de la zona Mixteca de Oaxaca. Es muy evidente el color de mi tez, mis rasgos faciales y, el carácter serio y solemne (ésto último, menos que otra cosa), así que de la nada aparecían estas personas que buscaban niños modelos, para ponerlos a pasarelear en Liverpool o algo por el estilo. Yo debía estar ahí, a como diera lugar. No podía dejar pasar mi oportunidad de volarme el resto de las clases -por mucho cafecito que me dieran- ni de ser la envidia de las compañeritas menos "agraciadas".
Así que acudí al mini casting que se llevó a cabo en la oficina de la Directora, la profesora Conchita -a la que, creánlo o no, se le festejaba el 8 de Diciembre "su Santo"- y obvio, llevába mi porra consistente en un par de gemelas cuya buena madre me cuidaba en lo que llegaba mi mamá por mi (apenas se empezaba a poner de moda que las mamás fueran profesionistas o que trabajaran) y bueeeno, héme ahí con toda mi muppetosa muppetez, tratando de caminar lo más derechita posible ante la mirada aprobatoria de los señores. También había una mujer, claro. No hay que pensar tan mal.
Total que sí me escogieron, pero debía marcar a mi casa para pedirle permiso a mi mamá. ¡Fuck!, mi madre no estaba en esa casa detrás del teléfono esperando mi llamada. Estaba resolviendo amparos en la Coordinación General Jurídica del D.D.F. y no tenía sus teléfonos ¡doble Fuck!
Así que, con la mirada reprobatoria de la secretaria, comencé a marcarle a mis abuelas, a la vecina, a mis tías... yo no se que pretendía pero el caso es que de ningún lado obtuve una respuesta favorecedora. O no contestaban o no entendían mi balbuceo incoherente...
Mejor así... tal vez...
Escogieron a otras niñas cuyas madres SI estaban a la mano para dar su manita a torcer. Yo regresé a mi saloncito, dispuesta a sufrir las burlas de los compañeritos que me vieron entrar (¡y "modelar"! Dios, que vergüernza) a la dirección sabiendo mis verdaderos intereses.
Al momento en el que me derrumbé en la banca y comencé a llorar, mis amigos se fueron acercando poco a poco... me consolaron... me dieron palabras de "no te preocupes", "todo estará bien", "a mi se me murió mi perro"... Uno más me preparó mi cafecito y una niña me regaló unas botitas para la "Barbie" que acababa de comprar en el recreo...
Solidaridad, amigos. No fue otra cosa que el tratar de hacer común mi dolor y entre toda esa pequeña sociedad que formaba el salón de clases del Tercero "B", tratar de sacar adelante el ánimo -y orgullo- maltrecho de la compañerita Dana...
La solidaridad se perfecciona a través de los actos que hacemos en favor o beneficio de los demás. La aprendemos o mejor dicho, aprendemos a desarrollar nuestra empatía, generosidad, buen corazón o como gusten llamarle. Y tales muestras de comprensión hacia mi deben ser remuneradas al universo, a quien me lo pida y bajo cualquier circunstancia...
Esta vez, me cuesta hacerlo porque... no es fácil la tarea.
No se si sea real o qué, no se si está bromeando o qué...
Mi abuela me ha instruído acerca de cómo quiere que lleve a cabo sus funerales. Sin errores, sin fallas. Con aplomo y optimismo.
"No es para que llores, Danita. Aún falta mucho tiempo para eso..."
Ojalá...

viernes, 12 de octubre de 2012

Euphoria.

¿Qué? ¿Regresé de un gran viaje, les hablé del amor de mi vida y luego me largué sin dar explicaciones? ¡¡¡¿Y?!!!
No crean que no se que es lo que están haciendo, ¿eh? Con todos esos correos en mi buzón y esos sms amenazantes y a la vez suplicantes de "Danos más, dános más", "tu miseria es nuestro placer" y "queremos más Gatería"
¿Acaso creen que me debo a ustedes? ¿Que elijo equivocarme en la vida para luego venir a lloriquearles aquí y recibir gratificación instantánea de ustedes?
Pues bien... tienen razón.
Todo eso y más.
Amo nuestra relación co dependiente "autor/lector". Amo ver que, de alguna retorcida manera, el compartir
con ustedes mis aventuras los hace a ustedes felices. Y prestos para experimentar en cabeza ajena, si me permiten la expresión.
En fin, este dicharacheo sin sentido debe ser más a causa de varias tazas de café en mi cuerpo y un Danonino como único alimento en mi panza que por el hecho de estarle dando vueltas al asunto que me trae por aquí y que aún no decido si soltarlo o no.
Hace unos días mientras me duchaba, pensaba en que ya llevo un año en casa de mis padres -bueno, en el penthouse que amablemente me ¿alquilan?- y mi situación personal ha cambiado tanto desde entonces que biológicamente mi cuerpo ha dejado de tolerar el antidepresivo. Esto no quiere decir que esté curada para siempre, que mañana sábado puedo embriagarme hasta las cachas sin temor a "cruzarme" y que tronándole los dedos a la vida, bien puedo mandar al carajo a mi "Red Angel" de personas, lugares y momentos que me han sostenido en tiempos difíciles.
Es más, creo que hacerlo evidenciaría el hecho de que mi cabecita sigue estando en cloroformo y una esponja ha pasado a borrar todas las enseñanzas aprendidas.
Pero quiero platicarles de la euforia de saberse propietario del mundo y que lo demás sea lo de menos.
Es peligroso, ¿saben? La euforia mal encausada puede trastornar a cualquiera. Más siendo unos seres que vivimos a base de emociones, conocimiento y decisiones estúpidas.
Por algo la Evolución no nos dió alas a los seres humanos, porque sabía la muy cochina que de hacerlo, la primer especie en extinción hubiéramos sido nosotros... o bueno, los primeros homo erectus.
Yo pienso que es muy bonito sentir bonito. Que está muy bien estar en un estado de ánimo tan alto que te permita soportarlo todo, desde lo hermoso y feliz, hasta lo trágico y doloroso. Y que si no existiera el otro lado de la moneda, la vida sería perfecta.
Todos sabemos que eso es imposible, pues definitivamente la humanidad teje sus tramas y nos cobija todos en una telenovela. Vean a su alrededor y díganme que no, que sus solas decisiones los tienen donde están.
Evidentemente no.
Si a mi no me hubiera roto el corazón Israelito de Kínder 1 en 1984, jamás estaría escribiendo estas líneas tan llenas de amargura. Al contrario, mi vida hubiera sido perfecta pues mi primer "crush" hubiera sido "el bueno" para toda la vida y ustedes no tendrían lectura para el baño el día de hoy.
La Euforia es esa fuerza que te empuja a decir "¡íngue su madre, me lo chingo!" y te precipita escaleras abajo para hacer cosas que en tu sana apatía no hubieras conseguido ni siquiera imaginar.
Y miren que ya les he platicado de varias, ¿eh? No olviden mis excursión suicida a la Marquesa o el aventurarme a buscar a un hombre hasta el corazón de su montaña, sin mapa y sin conciencia.
O que tal el brincar de balcón en balcón en Ixtapa, ¡no manchen, devuélvanme mis medicinas!
Y, debo confesarlo, he escrito varias veces bajo el efecto embrutecedor de la euforia.
Lo pueden notar cuando la redacción es azarosa y al final siempre dejo moraleja.
En términos generales, la euforia no es mas que un extra boost mental que hace que te pases de la raya éticamente hablando, y cuyos resultados son tan impredecibles como los sentimientos que experimentas cuando tus niveles de oxitocina y serotonina vuelven a su estado normal (que en mi caso son bajísimos).
Es lindo, en este mundo, en este país donde cada vez es más duro lograr la felicidad completa (cualquier cosa que eso signifique) es hermoso sentir esos cosquilleos en la panza, esos ojitos brillantes y que de tus labios brote esa estúpida sonrisa delatora cuando la euforia llega a tu puerta.
Lo fue ayer, lo es hoy y seguramente lo seguirá siendo mañana.
Más cuando después de un día literalmente negro, aparece un ícono rojo en mi página de Feisbuk que indica que sí, que tú también estás pensando en mi...

"...Baby, I´m ready to go..."



viernes, 28 de septiembre de 2012

FREEDOM....FREEEEEDOM...FREEEEEDOM!!!

Chequen, manitos, les voy a contar algo bien acá, bien netas. Haré de cuenta como si ustedes no estuvieran aquí, con sus ojos curiosos que nomás están atisbando frases y letras guapachosas y jaraneras de ésta su servidora.
Figúrense que ésta era yo a cierta edad adolescente, ¿no?, y que de repente, se hace latente un sentimiento bien cafre, un sentimiento que despierta de repente como de un ensueño de azúcar y algodón.
Pues bueno, ahora imagínense que el sueño guajiro de amors de su tierna infancia se convierte en realidad en una edad en la que aún andan averiguando si es mejor Gloria Trevi o Lucerdito. En el preciso instante en el que quieres salirte de tu casa porque no respetan tus grandioelocuentes ideas de ser punk o fresa, según el grado de retorcimiento mental que impera en tu cabechita.
¿Qué resulta? Que vas arrastrando esa tara durante el resto de tu juventud y que ya de más mayorcita, francamente quieres tirarte del acantilado más próximo porque esto que llevas en tu corazón no es vida, no es amor correspondido y se ha convertido en LA frustración más grande de tu vida.
Me explico: Tienes 5 años y amas con fascinación a "X", lo idolatras, lo sigues, lo persigues, lo espías, lo esperas, suspiras y sólo quieres que "X" te mire para hacer más tiernos y juguetones tus días.
Pasa el tiempo, vuelves a reencontrarte con "X" a los 13 años y ¡definitivamente tienes reacciones!
Si no lograste superar las etapas infantiles con los sueños que poblaron dicho tiempo, tu adolescencia -y tus hormonas- están ahí para hacerse presentes y contrapuntear tus pensamientos sensatos con los pensamientos infantiles que no han sido superados. Y caes.
Caes en el encanto de "X", en sus brazos, en sus labios y en las promesas que tú solita te estás haciendo, las de amarlo toda la vida, las de aguardarlo y cuidarlo por siempre, la de serle fiel hasta que tu paso por este mundo sea un mero recuerdo.
Para esto, "X" crece, se reproduce, se reproduce, se reproduce... ha llevado su vida como mejor le ha parecido y tú ni figuraste en los créditos ni en los agradecimientos.
Por otro lado, tú continuaste con tu camino, llevando un corazón alterno -el de los experimentos- pero conservando intacto el que "según tú, es el verdadero. El que guarda el recuerdo de amor de "X"..."
Hasta este punto, ¿de qué carambas sirve conservar una momia? Guardar un recuerdo con la esperanza de "algo más en el futuro" es como almacenar bellotas para un invierno tropical.
Pero explíquenle eso a una niña-mujer que no ha renunciado a sus fantasias infantiles y que pretende llevarlas a cabo con la tecnología avanzada de su cuerpo de mujer.
En el caso de que en el posible reencuentro se concrete la transacción, quedan siempre dos posibilidades:
La bonita: que es aquella donde "X" corresponde a tus sentimientos archivados por orden alfabético, asegurándote que él también siente lo mismo, que no piensa volver a dejarte ir y que siempre has sido la mujer de su vida, muacks muacks, acostón, cigarrito post coito y matrimonio ó...
La feíta: que es aquella en donde te pones en la posición vulnerable de "aquí está mi corazón que guardé desde siempre para ti, te lo entrego para que tú sepas que hacer con él" y ¡obvio!... él SÍ sabe que hacer con él. Lo mirará, sonreirá, te encamará y luego te dirá que ya eres un ciclo concluído para él (como si fueras la ropa sucia en la lavadora)
¡Uta, que te trague la tierra, mana!
Sí, caray. Una puede pensar en este punto que se topó con el patán de patanes, que loS hombreS en general no valen la pena (ahí está la prueba de que todos son iguales) y que mejor te dedicas a tejer carpetitas con las Damas de la Vela Perpetua a perpetuidad...
Ó...
AGRADECERLE sinceramente al sujeto en cuestión con todo tu orgullo lastimado, todo tus sueños infantiles curados (porque en serio, no eran otra cosa que deseos no satisfechos de la infancia), toda tu triste realidad (porque fue un escape bonito, al fin y al cabo, de tu rutina diaria) y todo tu maltrecho ser (que ha perdido práctica en esto de las batallas amorosas) por la valiosísima enseñanza que la experiencia te ha dejado.
De que duele, duele. Ni modos que no. Ni modos que los engañe y les diga "ay no, fíjense que fue BIEN bonito despertar y tener que enfrentar la dolorosa verdad".
Pero finalmente -y como siempre pasa en este blog después de contar los infortunios de mi día a día- hay una lección que, de no haberla tomado como venía y con todos los peligros adyacentes, no hubiera tenido material para platicarles el día de hoy...
ah caray, no, así no era...
De no haber vivido esto, les juro que estaría todavía con mis cuadernos de la secundaria, escribiéndo el nombre del fulano y el mío, encerrados en un corazón que, a estas alturas ya ni es de chocolate, ni de cristal ni de dulce.
Se parece más bien al "corazón delator" que Poe describió tan bien...
Un corazón que se ha hecho más fuerte y que por fin, ha sido liberado...
Feliz Viernes.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Pre copeo para un cumpleaños feliz...

Lean, manitos, estoy de vacaciones en los Cancuns, pero como ustedes ya lo hubieron de notar -porque ¡¿cómo no hacerlo!?- el lunes cumplo la fabulosa cantidad de 32 años.
Treinta y dos...
Según mis cuentas, los treinta y dos ya es un edad considerable. Es haber doblado los dulces 16 y con la obligación de haber aprendido todo lo que no se debe hacer, sentir, decir, comer y hasta pensar.
Si a los Treinta no aprendiste a dejar de inventarte pijamadas para vivir la vida loca, fácilmente podremos deducir que a los Treinta y Dos no has superado el rompimiento con el QB de la prepa y que el amor sigue pateándote el trasero.
Los Dieciseis realmente fueron mala, mala edad para mi. Quisiera haberme ahorrado todo el drama e ir directo al punto de saber que: si arruinaba ese año de la prepa, lo arrastraría para toda la vida y lo traería como una cicatriz de una cirugía de gabinete mal practicada. Que de hecho, sí pude vivir sin "ese hombre" que se esfumó de mi vida sin decir ni siquiera "adiós". Que esa artista del momento en realidad quería sacar lana de mis ingenuos bolsillos y no precisamente acompañar mi atormentada adolescencia con sus letras "realistas y serias".
Que toda esa confusión sin sentido que nubló mi mente bien se podía disipar con unas cuantas gotas de ritalín, de fluoxetina y una hora de terapia a la semana. Y entonces, con suerte podría olvidar que el único consuelo a mi falta de popularidad era llegar a casa del carajo (porque han de recordar que vivía muy lejos) a acariciar a mi gato Toris.
 No se rían, no entiendo a esa gente que dice "si me volviera a suceder, lo repetiría mil veces" porque yo regalo cachos de mi pasado sin miramientos.
Ahora, cuando estoy a punto de doblar tan truculenta edad puedo notar los reflejos condicionados que me dejaron las enseñanzas de dicha época. Y en serio, sigo sin verle la gracia al hecho de haber formado parte de algo llamado "Spice VILLAS girls"... Y yo era Posh Spice, ok?!!
¿Cómo pude pensar que la búsqueda de la popularidad era algo en lo que valía la pena desperdiciar tiempo y lo poco que me quedaba de autoestima? ¿Es que la vida tiene que ser tan cuel como para negárle a una chica de dieciseis años siquiera un trocito de sentido común?
Pero bueno, la gracia de doblar la edad es que ahora puedo reconciliarme con mi adolescente interior  regalarle mimos de vez en vez y jugar un poco con su historia para descubrir lo maravilloso que es tener el doble y cerrar la puerta del cuarto de los trebejos, con una sonrisa en los labios y el aroma a recuerdos aliviados.
Con suerte, a los 64 sonreiré igual al descubrir que: se puede vivir con el remordimiento de haber echado a perder a tu hijo a punta de malcriadez, el amor no era realmente lo que se pensaba a los 16... ni a los 32 y que todavía no ha nacido quien pueda hacerte enteramente feliz más que tú mismo.

Sip, feliz cumpleaños a mi.
¡Yeiii!

lunes, 17 de septiembre de 2012

DEBILIDAD

Y cuando desperté del coma, recordé todo lo que no hube de escribir en ...mshmshmsh... no se cuántos días. Ya saben como son estas cosas cuando el el bulbo raquítico se encuentra en huelga. O mejor dicho, cuando quieres enfrentar las situaciones peliagudas dándoles la vuelta.
En estos días me encuentro dándome de topes porque estoy a dos días de llevarme al Matius de vacaciones a Cancún, en contra de los deseos de su padre, al que no le hace gracia haber pagado la colegiatura de septiembre para que su querube falte una semana. Y tal estira y afloja entre él y yo (yo con los boletos pagados y toda la cosa) ha derivado en una inevitable y estúpída infección en la garganta que me tiene en cama, maldiciéndo a mi mente por ser tan cruel conmigo, por ponerme siempre en estos bretes y provocándo que mi cuerpo sucumba al estrés mediante la enfermedad.
No se si a ustedes les pasa que cuando tienen un evento muy importante (llámese exámen profesional o visita conyugal al reclusorio) su cuerpo les juega una mala pasada mediante dolencias de último minuto, desde el clásico dolor de panza hasta el ataque de pánico con su consabido desmayo.
A mi me pasa desde la prehistoria de mi historia. Siempre, siempre que tengo algo muy importante que hacer, me enfermo.
Le caigo gorda a mi mamá, no puede evitar sentirse decepcionada de mi debilidad corporal y espiritual. No la culpo: imagínensela corriendo a URGENCIAS una noche antes de que su chaparrita se largara de campamento con los Scouts. Eran las cinco de la madrugada y Danita con torniquetes en la nariz, suero e inyecciones de penicilina para que reaccionara. Y a la mañana siguiente, apurándose a empacar el sleeping bag y la mochila -ya les platicaré de ese campamento- para que no sufriera otro trauma por no ir al mentado campamento.
Mi papá tiene otra teoría: dice que me pongo tan nerviosa por los acontecimientos desconocidos y estresantes que me bloqueo y mis defensas bajan. Pues es prácticamente lo mismo, ¿no? También argumenta que cada vez que me deprimo hasta el nivel del subsuelo me enfermo.
Pero ¿quién podría deprimirse ante un prometedor viaje a la playa? Supongo que son los nervios por hacer cosas en contra de la sensatez o por que no es lo mismo andar de arriba para abajo con el Matius en la ciudad a hacerlo en otro lugar que se encuentra a un día de mi casita.
O bueno, quizás no sea el nervio del viaje.
La verdad es que en estas últimas semanas me han pasado cosas bien gachas.
Me han intentado llevar al corralón dos veces. Una por circular en el carril de contraflujo y a lo cual yo argumenté que sólo iba siguiendo a la patrulla porque desconocía el rumbo y la otra por estacionarme en la rampa para personas minusválidas (o con capacidades diferentes, no vaya a ser que la CONAPRED me quiera multar) y eso no fue verdad. La dichosa rampa no tenía señal y estaba re fea, toda cucha y mal hechota.
Por ambos sucesos, me bajaron 350 pesos y sólo los pagué porque ya no llegaba por el Matius. En otras circunstancias, feliz de la vida pago mi multa.
Y bueno, como esas anécdotas tengo miles que han mermado mi ánimo ultimamente, pero como se trata de animarlos a que comiencen con enjundia su semana, obviaré y haré mutis, pa que no digan que los deprimo y luego me largo de vacaciones...
Como finalmente sucederá... je je.

viernes, 17 de agosto de 2012

¡¡¡VUELVE A LA "PUPUSITA", MOSCA!!!

Hace rato por poco y pierdo un intestino, manitos. Què gacho.
Y todo porque no encontraba material de lectura para ir al baño. Creánme, eso es deporte extremo y no otra cosa. ¿Que por qué tengo que mencionar algo tan desagradable? ¡Achis! pues, ¿qué ustedes no ocupan ir a donde el Rey va solo? Ya lo dijo alguna vez Elena Poniatowska en aquel olvidable libro suyo "Paseo de la Reforma": "...lo hace el raspa, lo hace el Papa y hasta la mujer más guapa también deja su montón de cac... ¡éeepale!"
COMO SEA, el chiste es que en mi desesperación por encontrar algo digno de leerse en tan concurrida sala de lectura, topéme con un ejemplar de la hoy fenecida revista pseudo "rockera" y harto pretenciosa llamada "La Mosca" (denominación completa: "La Mosca en la Pared", pero ya saben, estamos entre cuates ¿eh?, ¿eeeh? *guiño*)
Como ya se los he comentado y re mentado, mi pasión es la lectura. Y por mis manitas non sanctas pasan desde textos clásicos y joyas de la literatura universal (en ediciones del Reader's Digest) hasta "Las andanzas de Aniceto" y "Sensacional de Mecánicos. O sea que a mi no se me da eso de discriminar (ya lo hemos visto con los novios, pa que más que la verdad)
Tonces, hubo una época -bastante larga- en mi vida en la que me dio por leer la referida revista y obvio, comprarla apenas llegaba el repartidor al puesto de periódicos de mi confianza -el de afueritas del metro General Anaya, en la línea 2 del Sistema de Transporte Colectivo "Metro" de la Ciudad de México- ... ¡Hice esta NECESARIA aclaración por que sí nos leen en el exranjero, ¿ehhhh?!
En fin, el caso es que dicha revista salía publicada de manera bastante irregular, tan así que hasta ellos mismos comparaban su perioricidad con el del ciclo menstrual de la mujer (sí amigas, no se hagan. En al menos UN punto de nuestra vida, el ciclo ha sido un tanto cuanto "irregular". Y las que no han pasado por ello, les recomiendo abandonar este satánico y sangriento blog inmediátamente o correrán el riesgo de que les salgan perrillas en los ojos)
O sea que, un mes podía ver la luz, pero al siguiente no; pasaban cuatro meses de publicación regular, al siguiente desaparecía del mapa... un pachangón.
Su contenido era, digámoslo en términos amistosos, algo "ecléctico" pues si bien en su pensamiento y fuero interno se consideraban una pasquín musical, en La Mosca había cabida para todo. Y digo todo porque se habló de política, literatura, cine y artes varios. Eso sí, de repente sus diseñadores gráficos desquitaban su sueldo miserable mediante el destrozamiento masivo de retinas, pues tenían unas ilustraciones del carajo y ni qué decir de sus tintas blancas totalmente ilegibles en el más picudo artículo de la revista. Chale.

Escencialmente, la reva tuvo ondita en los primeros años de su cochino existir, pues prácticamente sus enfoques eran hacia el arte no comercial, lo poco difundido y una clara apología de la música virtuosa frente a otras publicaciones con claras referencias comerciales y cuyas promociones eran hacia los artistas plásticos del momento. De la época que les estoy hablando, sus entonces colaboradores eran: Jairo Calixto Albarrán, Verónica M. Bustamante, el maestro José Agustín, Armando Vega Gil, El Mastuerzo, ay cómo se llama éste wey de "Monocordio"... bueno, ese, Patricia Peñaloza -antes de meterse a licuar canciones en "Las licuadoras de Morquecho"-, Fedro Carlos Guillén, el genial Eusebio Ruvalcaba, entre varios más, amén de su Dictad...perdón, director, Hugo García Michel. No, y ellos lo aclaraban puntualmente, ahí nuncamente colaboró Monsiváis, para qué les voy a mentir.
En éstos días, difícilmente se congrega tal cantidad de verdaderos intelectuales, por el puro amor al arte (No, Letras Libres no cuenta y háganle como quieran).
Para mi leerla era un verdadero placer porque además de instruirme en materia musical -los reportajes que iban desde Charly Montana hasta la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México eran épicos- también me proporcionaban "solaz y esparcimiento" (Jairo Calixto Albarran dixit) con sus finos toques de ironía que sólo una libertad de pensamiento crítico puede proporcionar. O al menos eso era lo que yo pensaba.
De repente La Mosca perdió su encanto sobre mi y en verdad lo lamenté. Como cuando te descubren que los reyes magos no existen, o algo parecido. Se que debí abandonar el barco cuando en cada número se hacía promoción al libro "Matar por Ángela", el cual fue escrito por el ya mencionado director Hugo García Michel y cuya trama (¡porque lo leí! ya saben, para "informarse antes de criticar") va nadando de muertito pues es autobiográfica pero escrito de tal manera para que nadie lo note, pero no muy ambiguo para que las pedradas le lleguen a su destinatario, pero con la mano escondida para que no se vea de dónde proviene el piedrazo... o sea, hueva total. Digo, ya se sabe que los escritores siempre son los protagonistas de sus propias historias pero de eso a que lleven hasta su nombre -conservado pretenciosamente en las iniciales de Humberto Gazca- es francamente vomitivo.
Pero no, pese a ello, gustosamente le seguía regalando mis veinte varos mensuales y a cambio, La mosca me iba mostrando una cara desconocida y ella era peor que la de la Llorona, manitos. Era su faz harrrrto comercial y complaciente. No hacia la industria musical, pues hasta eso siguieron promoviendo grupos que la revista "Eres" no dudaría en rechazar, sino hacia ellos mismos. Unos homenajes y pleitesías que se rendían, empezando por la cabeza y terminando con los de la cola.
El colmo fue cuando la revista les empezó a valer madres y privilegiaron sus chambas como columnistas de "Milenio".
Sí amiguitos, se vendieron al más puro estilo HermanHessiano en "Bajo la Rueda" y creánme, estaban orgullosísimos de ello.
Nuestra ruptura no fue nada pacífica. O sea, como en las malas relaciones: yo estaba dispuesta a llegar hasta el final, en el punto donde los trancazos ya no dejan moretones, sino que te arrancan el alma de un tirón; pero La Moscosa no estaba dispuesta a dejarme ir así como así. El tiro de gracia me lo dieron cuando en portada apareció Café Tacvba y... no les tengo que decir más. Inmediátamente compré el número, sin pensarlo/sin dudarlo y cuando me fuí diréctamente al artículo de portada, mi corazón se rompió sin anestesia al percatarme que esa misma entrevista ya la había leído hacía cosa de semanas en la revista "Milenio Semanal". ¿Equivocación?, ¿Coincidencia?
Yo lo llamo cinismo vil.
Me decepcioné de Verónica Maza Bustamante, de La Mosca, del director.
Y cuando mandé un mail pidiéndo una explicación, ésta fue la de siempre: no tenía importancia, cada reportero era libre de vender su artículo a quien quisiera.
Pero ¿y entonces dónde quedaba el respeto al lector, al consumidor? Mínimo que me devolvieran los veinte varos, ¿no?
Nada, silencio absoluto.
Así fue como dolorosamente le dije adiós a oooootra étapa de mi vida.
Eso sí, aún no me decido a deshacerme de mi colección de revistas pues, como en ésta ocasión, quien quita y en una de esas hasta me salva la vida.
(ay no, preferible que se me pudran las entrañas a tener que deberles la vida a esa panda milenaria)


(Se veeeeeeeeeendeeeen números atrasaaaaaaaaaaaaados de La Mooooscaaaaa... llevela, llévelaaaaa...)


lunes, 13 de agosto de 2012

TRES VECES...

Cuando yo se que he metido la pata, tiendo a esconderme. Me enconcho y cierro persianas y me tiro al drama y en mi refri tal vez haya dos o tres paquetes de pollo congelado, pero yo me alimento a base de puras coca colas.
Cuando me porto bien también me enconcho, me nutro con Coca colas y por supuesto, me tiro al drama. Pero no cierro las persianas, porque me gusta imaginar que alguien me espía y me dedica aquello de "..hasta dónde llegaré..."
Por lo tanto, sépanse que estas semanas que La Gatería ha brillado por su ausencia, ni me tiraré al drama contándoles el drama de tener un Matius enfermito y vomitón, ni cerraré ésta persiana. Lo que sí haré será ofrecerles una sincera disculpa a ustedes, mis menos cinco lectores de siempre por tenerlos abandonados, sin material para acompañar sus actividades escatológicas y demás suspirancias por el estilo.
Pero han de saber...
...que en estas semanas ausentes del ciber espacio tuve oportunidad de convivir con 3 de las mujeres más queridas e importantes en mi vida: Mi amiga de la prepa Kry, mi amiga de la Universidad Carmen y mi prima ¡qué digo mi prima, mi hermana! Lluvia. Con cada una de ellas he vivido diferentes aventuras y haber convivido con ellas tres (las mismas veces que me ausenté de aquí) me ayudaron a darme cuenta de muchas cosas en mi vida, a veces tristes y a veces afortunadas. Así que, en parte para repartir culpas y en parte para darles un panorama de cómo he estado últimamente (digo, por si tenían ese pendiente ¿verdad? Yo se, yo se) les platicaré las 3 aventuras, digo, ya encarrerado el peine...

  1. Con Kary he tenido chance de reafirmar mi gusto por el arte, por lo puro y etéreo de la vida. Ella comparte mi gusto por las pláticas largas, filosofando acerca de la vida y al amor de un buen café (que ella lo prefiera del Starbruts y yo del muy democrático Jarocho es otro cantar) Con ella retomo esa parte muy mía en la que me dejo querer por los museos, por las librerías, por los rincones de Coyoacán y el Centro Histérico. También compartimos a cierto hombre y cierto lugar en el que encontramos la senda que debemos seguir (por el bien nuestro y de la humanidad) y ello nos une aún más. Amén de los conciertos y el eterno Festival de Cine Francés al que somos clientas -juntas o por separado-. Obvio, comparto más cosas pero digamos que a grandes rasgos, esto es lo que yo pondero en estos momentos y eso es lo que me hace muy feliz. La parte en la que lloro es cuando quisiera tener más tiempo para compartir con ella éstas y otras actividades, pero por múltiples retruécanos, no es posible. Así que con K fuí al MUNAL a ver la expo del Surrealismo y la peli "Un método peligroso".
  2. Con Carmen ... ¡ju ju juuuuu!... señores, yo no se por qué carajos no se ha lanzado para ocupar un cargo de elección popular. La verdad es que la Licenciada Pimentel tiene muchos cojones -perdónenme la expresión- y no lo digo porque sea mi amiga y la quiera mucho, sino porque es la pura verdad. Adversidad que le presenta la vida, la misma que se la pela y le entra al quite. Cuidadito con que les toque de enemiga porque no sólo los hará llorar, sino que se dará el lujo de compadecerlos, medio zarandeárlos para que se les quite lo tarugo y hasta terminarán agradeciéndoselo con lágrimas en los ojos. Es la alegría andando, es la persona que quieres que te consuele cuando ya te están contando las 10 en la lona y tú apenas estás reaccionando, es la amiga que te aterriza suaveciiiito, suaveciiiito pero que bajita la tenaza, te da tus buenas dosis de ubicatex. Con ella me lancé a la aventura de analizar mi situación económica y sentimental, para ver en dónde se me están fugando los pesos y los amores. (Y me di cuenta de que le invierto y le pierdo, ¡literal!)
  3. Y por último, mi viajecito a Querétaro para visitar a mi prima Lluvs, la cual ha sido mi compañera desde que debuté en éste mundo, pues somos de la misma edad (yo un poco más jóven, ejem, ejem.) Con ella he pasado de todo. O sea, DE TODO. Y algo que nos ha marcado la vida en igual intensidad es el haber compartido novios de chavitas (y de más mayorcitas también) siendo (...) el que más más más... bueno, pa qué balconearlo en éstos momentos, si al rato también le dedicaremos su post, ¡faltaba más! Aunque de niñas me tuviera amenzada con aquello de acusarme por comer más "Popeye" que ella -cosa ABSOLUTAMENTE falsa, he de aclarar-, ya de adolescentes forjamos una dupla difícil de igualar. Yo la he admirado por muchas cosas, algunas materiales -como su hermoso cabello completamente lacio- y por supuesto, su personalidad. Esta vez, el compartir el tiempo de vacaciones estando las dos completamente hasta el zóquet de nuestros respectivos hijos -hay que ser sinceros- fue bastante rico. Me encanta ir a visitarla, me encanta estar con ella y pasar hoooras recordando nuestras andanzas y aventuras, chachareando en el pasillo de los hippies, comiéndo golosinas y por supuesto, "conociendo" el centro de Querétaro. Lo que descubrí de mi y que me gustó es el poder observar a la distancia mis logros como madrecita del chamaquito testarudo llamado Matius. Y lo que no, son cuestiones estríctamente de orden doméstico, que se, debo poner más atención (pero pus ¡¡¿¿a qué horas??!!)
En fin, queridos menos cinco lectores de siempre, si pudieron llegar hasta aquí, los felicito. No siempre les puedo abrir a capa mi corazón ni mis afectos porque yo misma los tengo un poco contenidos, ya saben, me pongo ruda y no dejo que la alcachofa que tengo por corazón florezca.
Les agradezco la paciencia que me han tenido para venir a asomarse a ver a qué horas se prende la luz en éste changarro y también agradezco sus recordatorios en el chuírer y en el feisbu.
Los quiero mil ocho mil.
Que tengan una muuuuuy linda semana.
Con cariño: Dana.


viernes, 20 de julio de 2012

VERANEÁNDO...

Díganme, ¿hoy es viernes?
Porque cuando las vacaciones ya se encuentran en un punto álgido, un punto en el que los días suelen escurrirse como espaguetis aguados, es difícil precisar el día en el que una existe.
"Vacaciones de verano" raramente significan "tortura y tedio", pero -como siempre- en mi caso ha habido excepciones...
Antes de retrotraer el pasado, chapotearé brevemente en la agridulzura del presente y lo primero que haré será preguntar muy ingenuamente si de puuura casualidad conocerán ustedes un curso de verano para ¡gatos!
De verdad y a riesgo de que me tachen de mentirosa, ¡ya no se que hacer con el Matius y el gato! Se la pasan peleando todo el santísimo día, el gato le hace maldades, Mateo lo muerde, el gato lo rasguña, Mateo lo saca de la casa, el gato se avienta con toda su gatunez a la puerta, haciéndo un ruiderajo tal, que pareciera que a diario judiciales intentan notificarnos alguna orden de aprensión... Es terrible.
El Matius es un niño muy dulce y obediente, pero pues -al fin, hijo mío- también tiene su maldíto genio y el gatito saca lo peor de él. Así que por ello, he decidido meter al gato en un curso de verano, para que rasguñe, rasque, duerma, coma y se aparee como se le de su regalada gana.
Y se preguntarán, con toda la obviedad de la que son capaces que por qué no inscribo mejor al Matius al mentado cursito.
Bueno, la cosa no es tan fácil. En primera... (jajaja, iba a repetir "la cosa no es tan fácil") mi pésima planeación del tiempo libre nos tiene literalmente agarrados de las garras. Con trabajos, tal vez podamos ir un fin de semana a Querétaro y eso aún está en veremos... (Acabo de recordar algún link vía Qro.-verano-etc, pero ese tema se coce aparte)
Y segundo, los cursos de verano tienen muy pobre recomendación para mi.
Siendo hija única durante un reinado de nueve años, las opciones que mi santa madre tenía para entretenerme/cuidarme en verano eran muy escasas. Tenía la opción de dejarme en casa de mi Abuela Ofelia y tal cosa me hacía feliz. Me acuerdo perfecto de su desván poblado de los libros, pinturas, música y revistas de sus hijos solteros -que eran la mayoría, mi padre era su único hijo casado- y las hooooras que yo pasaba en ese cuarto atestado de cachivaches y polvo achú.
Pero no aguantaba tanto tiempo lejos de mi casa, de mis juguetes, de mi particular forma de alimentarme (la abuela no creía en cosas como: Cheez-wiz, danoninos, mermelada, chococrispix, mayonesa, etc.)
Así que la segunda opción número dos para entretener a la bestiezuela eran los mentados cursos de verano. Seguramente nadar y "convivir sanamente al aire libre" eran opciones muy recomendables que a mi madre convencieron, no creo que se fuera por el lado "dónde pueda estarse en paz, es bueno"
Así que a partir del verano del '88, mis veranos estuvieron comprometidos con las "Jornadas Infantiles de Verano del Departamento del Distrito Federal"... aplausos.
Tales "Jornadas..." eran (o son, no lo se) el ejemplo más explícito del maltrato infantil.
Para empezar, las instalaciones donde se llevaban a cabo dichos cursos, eran los balnearios más apestosos, ruines y temibles del inframundo burocrático. Nombres como "Deportivo 18 de Marzo", "Balneario Las Termas" y "Deportivo Olímpico 1° de Octubre" sonaban más como a casas embrujadas que a remansos de paz.
Y bueno, las "hostess" de dichos lugares no eran las damitas llenas de vitalidad y nociones de pedagogía, psicología y un ligero toque de sentido común de varios cursos que se respetan. Parecían sacadas de la película "Alcatraz, fuga imposible" en su versión femenina de lo "cariñosas" y proactivas que eran.
De verdad que era muy deprimente ir a esos cursos, donde nadabas en agua semi clorada (la otra mitad era una sustancia de dudosa calidad), donde convivías con niños de tu misma edad pero con diferentes aspiraciones en la vida y no me refiero a que yo quisiera ser astronauta y ellos papeleritos, sino que a mis siete años, difícilmente quería ser novia de alguno de los caballeritos precocitos que por ahí pululaban y donde lo más emocionante que recuerdo, era haber jugado a "las novelas" con las niñas, siéndo nuestra favorita "Dulce Desafío".
Argh.
Todos los días rogaba a mi mamá para poder quedarme en casa a ver caricaturas y atiborrarme de azúcar -lo normal en aquella época- y todos los días me llevaba arrastrando con mis shorcitos y mi cantimplora plástica de tapa roja (a la que inexplicáblemente siempre se le salía el agua de limón y que cuando el agua era simple, la chunche esa quedaba herméticamente sellada)
Pues bueno, la verdad es que mis días infantiles de verano transcurrieron tristemente en esos cursos, con sus honrosas excepciones como los viajes a Cancún, al rancho de la abuela Luisa y una que otra visita a mamá en su oficina.
Así que, con todo y mis gruñidos con respecto a que ya no se a dónde más llevar al Matius, con qué entretenerlo y a quién endilgárselo por unos minutos, sigo firme en no inscribirlo a ningún curso. 
Aunque, ¡vamos!, apenas llevámos quince días de vacaciones...
No se sorprendan si la próxima semana les cuento que el Matius (y el gato) se encuentran chapoteando de lo lindo en algún lugar de la mancha (urbana), de cuyo nombre no quiero acordarme...
¡Feliz Viernes!




martes, 17 de julio de 2012

Reggaetonéame el futuro.

El domingo pasado asistí a la exposición "Surrealismo, vasos comunicantes" en el MUNAL.
Posteriormente -y previa ingesta de hamburguequesota en el Café Kobáh- presencié la película "Un método Peligroso", donde Jung, Freud Y UNA TAL SABINA SPIELREIN, tuvieron a bien sacudir mis neuroncillas al compás del ya famoso "Dime Vaquero". En fin.
Y todo transcurrió en santa calma, en completa armonía y con la perfecta compañía de Kry y Diana.
Nosotras muy british, con impermeables, botas para la lluvia, paraguas y gorros estilo "New Radicals" (lo siento, K, tenía que decirlo) caminando sobre Av. Reforma, sin imaginarnos ni percatarnos que a escasos metros se desarrollaba todo un zafarrancho protagonizado por los villanos favoritos del momento: los jóvenes _________ (ponga aquí el nombre de su tribu preferida: emos, skatos, reggaetoneros, estudiantes, etc.) y los polis del D.F.
Yo me enteré de todo esto gracias a mi time line del Chuírer, que si no, bien pudieron confundirme con una jovencita reggaetonera (y no precisamente por la vestidura, ejem, ejem.) y treparme a "La Julia", sin destino conocido.
Me sorprende la postura que varios medios y personas generadoras de contenidos han tomado al respecto. Unos afirman que Marcello es bastante rígido y cuadrado en su manera de impartir justicia, al grado de compararlo con el mismísmo "Regente de Hierro", el temible General Uruchurtu; otros dicen que la culpa de todo la tiene el "sistema" (cualquier cosa que esto signifique) y mientras, la sociedad común y corriente nos preguntamos "¿y que tenemos que ver en ello?"
Al principio, mi simpatía se puso del lado de los jóvenes, cuando en las imágenes se notaban los excesos del aparato policial. No me hubiera hecho gracia ver al Matius protagonizándo las noticias de las 6, mientras lo acusaban de vandalismo, ¡mi pobre criatura!
Pero cuando las imágenes del Metro mostraron "las travesuras" de dichos jóvenes, la verdad comencé a dudar de mi parcialidad.
Varias preguntas quedan sin respuesta satisfactoria en su totalidad:
¿Quiénes demonios se creen y qué carajas razones tienen para destrozar lo que sus manitas no han hecho?
¿Qué cuentas pendientes tenemos con la juventud en general, para que ellos se hagan "justicia" a como de lugar?
¿Hasta dónde ha crecido la intolerancia entre ciudadanos, no ciudadanos y población en general?
Me queda claro que vivimos en un polvorín y que por más demagogia que nos aviénten en forma de promesas de campaña y cifras indecifrables, la cuestión queda sin respuesta y mientras tanto, el fenómeno social de la intolerancia crece y crece...
Y por más que queramos pasar por ciudadanos de primer mundo, a mi la neta es que me choca ver que los jovencitos, en lugar de estar haciéndo algo de provecho, se congreguen en bola -porque sólo así se sienten muy "salsas"- y comiencen a exigir lo que individualmente no son capaces ni siquiera de deducir: un mejor futuro, una mejor calidad de vida... ¡una vida!
No, no, no... discúlpenme, pero yo a su edad no era tan desmadrosa. Y poco tenía que ver que fuera ñoña o roquera o intelectual jr.
Todo tenía que ver con el hecho de tener metas personales y sí, valor y coraje para salir adelante.
¿Que mis papás me ayudaron porque tenían profesión y por ende trabajos estables? No siempre. Hubo un tiempo en el que me tuve que mantener sola.
¿Que nací en cuna de oro y por ello tuve mejores oportunidades? Para nada, la cuna ni el origen poco tienen que ver con el crecimiento individual de los seres humanos.
Yo, como todos ustedes, nací, crecí, aprendí a leer y elegí un camino.
No creo que eso sea tan difícil.
No me vengan con que "ellos no tienen elección". ¡Claro que la tienen!
Al menos pueden elegir escuchar música menos horrorosa...

viernes, 13 de julio de 2012

La que soy en éstos momentos.

Seguramente se está preguntado, querid@ menos un lector, dónde carámbas me encontraba, ¿cierto?
Bueno, no tengo empacho en comentarles que tuve una recaída -muy larga, molesta y estúpida- de la enfermedad silenciosa llamada DEPRESION.
¿Que qué gano con contárselos y deprimirlos aún más? Bueno, seguramente el morbo y la preocupación justificarán mis próximas líneas, así que esa pregunta se quedará sin respuesta.
Así es, queriditos míos, poco antes de las elecciones, durante las mismas y al término de ellas entré en estado automático. Mi formación profesional e intelectual me llevó al colapso endorfinal al no permitirme dejar pasar lo que a las claras, parece ser un episodio más de la tragicomedia mexicana "Vivir en México".
Sip, voté por la izquierda y me sentí muy decepcionada de que no llegara ni a semifinales.
Ahorrémonos comentarios a favor o en contra, digamos que a mis Treinta años, mi mayor preocupación es que mi esfuerzo no sea suficiente para sacar adelante al Matius. Si viviéramos en departamentos japoneses (literal y metafóricamente) tal vez mi preocupación no fuera tanta, sabiéndo que sólo de mi depende un éxito o un fracaso... pero bueno, ya habrá ocasión para hablar de ello, ¡si lo bueno apenas comienza!
Como les decía, ésta "crisis" coincidió con los tiempos electorales, pero también con el término del ciclo escolar del Matius, premiaciones, festejos y despedidas, las cuales -lo saben- me hacen MUY mal.
Si he de serles sincera -y poniéndo chonguitos para que no dejen de leer éste, su blog pacotillero de confianza,- entonces tendrán que saber lo poco tolerante que soy para muchas cosas, entre ellas, los cambios al status quo de mi día a día.
Están a punto de saber que mis pequeñas manías u obsesiones han hecho de mi un guiñapo, pero que gracias a esta "semi estructura" es que no he terminado con una dotación de alcaloides en el torrente sanguíneo.
Así que era de esperarse que llegando las vacaciones, mi Quadrada (¿a quién les recordé?) visión de las cosas encontrara un obstáculo insalvable y por ello, cayera lentamente en la madriguera del Conejo Blanco (Memorándum para mi: Hacer esos autorretratos ¡YA!).
Eso y que el Vextor ya no me hace, caray.
Y por si eso no fuera todo, que el Matius se me larga de vacaciones a MichoacánQuéBelloLugar.
¡Pffff!
Cinco días sin chamaquito... parecía una llamada demasiado placentera que no podía dejar de atender. ¡Mini vacaciones soñadas! ¡Tendría el mundo a mis pies! El tiempo suficiente para hacer todo aquello incluído en mi lista de "Aplazables hasta Octubre" (y que incluye tópicos como: Hacerme una manicure, estar en dos lugares al mismo tiempo, sembrar un libro, escribir un hijo y tener un árbol, etc.)
Pero la delicia en manos de un animalito de la creación como yo no es igual que para los demás.
Y ¿por qué no? viviéndo en la CiudadQueLoTieneTodo (menos al hombre de mi vida) me tuve que encerrar en mi penthouse a ... dormir.
Sí, me la pasé durmiendo a todas horas y en todas las posiciones posibles. Con gato, sin gato, con almohada, en el sillón, en la cama, en el cuarto de las visitas, en el estudio... me la pasé jetona y el mundo bien pudo haberse ido al carajo. Yo ya me había bajado de él.
Inclusive, el sábado Kry tuvo a bien rescatarme de mi autoexilio mundial, pero nop..., la neta mi choya andaba en otra parte. Muy lejos de mis hombros, demasiado cerca de la locura.
Gracias a la máxima deidad existente que no me da por beber ni por tener sexo con extraños, pues definitivamente era candidata a terminar o en el Torito o en un basurero.
En vez de ello, mi casa fue el lugar donde el drama tuvo su escenario y el tiempo parecía haberse detenido.
Seguro era el Síndrome de Abstinencia de Matius... o nop.
Finalmente, queridos menos cinco lectores de siempre, hoy pude tener ese encuentro con la terapia y mi mundo parece tener un poco de orden. O al menos me hago la ilusión de que así será, pues... ¿qué somos los seres humanos sin esas licencias poéticas?
No se si me tomará más tiempo que el habitual para hacerme a la idea que ésto es el "aquí y ahora" y no habrá otro momento para trascender. Que la vida no espera por nadie (ni por mi) y que será mejor que le vaya agarrando el gusto de nuevo a la misma.
Y bueno, no hay mal que por bien no venga: quiero hacerles de su conocimiento que van a tener un hermanito... ah caray, no. Esa noticia no es para ustedes.
Jajaja, no, no es cierto.
La Gatería está a punto de tener a su hermanito, un blog donde correrá sangre, saliva y demás sustancias con "S"...
Ahí ustedes búsquenle...púchenle... *Se aleja riéndo descaradamente...




jueves, 5 de julio de 2012

AlteregodeEdd

Lo que encierra el capullo, ese es el EGO.
La mariposa que sale de él, ese es el verdadero yo.
No se cuándo empecé a amar a EDGARBAGE y sus estúpidos chinos.
Supongo que todo empezó de la misma manera en la que he planeado el resto de mi vida: como un juego.
Y que ahora me ponga en sus manos (¡rayos! quisiera que fuera literal) para que moldee mis ideas en su trágico programa radial... no se, me pone muy mal.
¿Cuántos años le llevo a éste escuincle? ¿7? ¿Es suficiente edad para empezar a cougarearlo?
¿Cómo será amar a Edgarbage? ¿Cómo empiezas a amara a cualquier ídolo adolescente?
Nos tomaremos de las manos mientras yo revoloteo frente a él. Me mirará con esa mirada seria, tan seria que da miedo. Con la mandíbula tensa girará el cuello para indicarte que le pares a tu carro, que es suficiente melcocha para un solo día. Que los atardeceres no se hicieron para comparar las marcas de la vida ni para demostrar simpatías. 
Suspiraré enfadada. Estoy lista para sus besos, para sus maltratos. Estoy lista para que me ame y serle fiel hasta que duela... 
Pero preferirá pasar de mi y darse la vuelta.
Querrá saber de qué va la vida sin ir a ninguna parte...


viernes, 29 de junio de 2012

LA (no tan) CHICA COSMO.

El sexo y las mujeres encueradas siempre han sido tema tabú.
A muy pocas féminas se les ha permitido que expresen abiertamente lo diestras que son en el Arte de Amar (*suspiro) y esa reflexión es suficiente para no ahondar (y ahogarnos, además) en ese tema que nos hará desgreñar a uno que otro puritano.
Pero ps como éste es mi blog y nadie me da un centavo para escribir a favor o en contra en tal o cual cosa, les platico brevemente un capítulo más de mi vidurria.
Muchas personas han conocido en primera persona mi obsesión con las revistas, periódicos y libros (entre otras cositas, pero que no vienen al caso) y los millones que la industria editorial ha ganado al tenerme como clienta frecuente.
Ni hablar de quién diablos fomentó, alentó y ha patrocinado mi vicio, pues un añito en terapia me ha enseñado a que debo dejar de culpar a mi santa madre por TODO lo que me ha pasado en la vida (¡ay, exageran de veras!) pero efectivamente, cuando de niña te compran libros "infantiles" tan ¿surrealistas? como el sombrio "La fiesta de Juan Calabaza", no se puede esperar mucho de una, mas que se le siga rindiéndo culto a lecturas tan diversas que van desde el suplemento de comics del Excélsior los domingos hasta si, la revista de mujeres liberales, liberadas y harrrto glamourousas, "la biblia" de toda chica que se respeta, la infalible revista "Cosmopólitan"... aplausos.
Hubo una época en la que prefería comer lechuga todos los días antes que dejar de adquirir "mi revista".
Cosmo fue, desde que aprendí a leer, una especie de lectura prohibida pues en aquellos lejanos años Ochenta, sus gráficos y contenidos se destacaban por presentar a las mujeres en una especie de revolución femenina en paños menores y a través del ejercicio sano de la vida sexual. Obvio, mi santa má no me dejaba a solas con semejantes lecturas que pudieran corromper a su querube, pero una se da sus mañas.
Así, desde temprana edad sentí curiosidad por todo lo que tenía que ver con ese específico universo femenino: chicas hermosas, de cierto nivel intelectual (en una época en la que mi máximo era ser secretaria -sin denostar a nadie, aclaro-.) con ropajes que sólo veía en Liverpool -porque mi mami era aún muy jóven para tales trapos- y una actitud de: "por un besito ni dos, a nadie castiga Dios. Un besito para John, Paul, George y quien se deje."
Cuando me tocó el turno de "crecer", ya mi mente se encontraba bastante perturbada y confundida, pues eran incompatibles todos mis intereses. Por un lado, quería ser una hippie desgraciada de vocho descapotable y huaraches marca Gucci (los famosos "guaraguchis"), pero por otro, quería ser esa poderosa afrodita que con lipstick rojo controlaba el universo.
En un evidente volado, ganó la chica cosmo por encima de la intelectual soñadora. Después de sellar un pacto con el diablo, me dediqué a llevar paso a paso todas las bonitas enseñanzas que emanaban de aquel libelo, que lo mismo hablaba de "Cómo llevártelo a la cama sin perder tu dulce cara" hasta "Cómo LOGRAR que te proponga matrimonio" (No bueno, recuerdo un titular buenísimo que rezaba: "Conviértete en su gatita sexual favorita"... ¡háganme el olvidado rechingado favor de siempre!)
Eran mis veintes, c'mon!
Después de unos cuantos años de serle fiel al estándar de la chica cosmo, comencé a darme cuenta que después de 24 números, las ideas se reciclaban y se publicaban sin vergüenza alguna. Nada cambiaba, los contenidos seguían siendo exáctamente los mismos: el "empoderamiento" de la mujer a través de la compra de accesorios tan caros, que francamente mis quincenas no alcanzaban ni para la mitad de lo que ahí se ofertaba. Sí, te enseñaban a coger, a modelar, a brillar y figurar en momentos clave, pero pues no era tan padre  (ni tan rentable) dedicar palabras a lo que "sucedía después" y si las había, eran tan superficiales que hasta te avergonzaba que te cacharan en el Sanborns leyéndola de a grapa (una bonita costumbre, ¿qué les digo?)
Caí en el desencanto de que "La chica cosmo" sólo quería hacer de ti una mujer consumista que le valía una pura y dos con sal lo que te pasaba después de comprar los trapos que te recomendaba, de acostarte con "el bombón" que te ligabas casualmente en un bar, en "jueves de martinis".
Y bueno, la verdad es que después de tanta fiesta, una termina extrañando el sabor de la soledad y la paz mental.
Muy tarde comprendí que no debía apostar por nada ni nadie mas que por la que quien esto escribe. Ya para ese entonces, otras lecturas ocuparon mi tiempo y relegué a la chica cosmo que hubo en mi.
Lo cual no quiere decir que me convertí en la más mojigata de las mujeres a la que la palabras "hombre", "pene" y "satisfacción" la asustan y es impensable repetirlas o escribirlas o...; juntas o por separado.
Me puedo considerar una treintona adorable, femenina y sepsi a la que una chispa de humor siempre la sacará del apuro más terrible, una mujer que decidió convertirse en madre y que por ende, su vida social se redujo a -3 en la escala de la diversión, o bien, una mujer que sabe que tantas facetas pueden coexistir en armonía, con o sin su permiso. Y sin necesidad de ser etiquetada ni como "chica" -ejem- ni como cosmo.

Es como todo en el acontecer humano:"... una vez que lo aprendiste nunca se te olvida. Así son las cosas en la pista de la vida" "Bicicleta" Café Tacvba, "Revés/Yosoy", 1999.