viernes, 2 de noviembre de 2012

TODOS TUS MUERTOS

Hola queridos...
¿Qué? ¿Acaso están leyendo La Gatería en éste viernes de puente?
¡Claro que no! Como si no los conociera cómo son de interesadotes e inconstantes, ¡me cae!
Ok, ok, no es cierto. Disfruten su muy merecido descanso (eterno) y nos leemos la siguiente semana...
... ¿Qué dijeron, que los iba a dejar ir así como así sin recetarles su dosis semanal de sarcasmo y quejumbrez? ¡Nunca en esta vida, muchachitos!

El día de hoy celebramos a los santos difuntos, que acá entre nos, muchos ni fueron tan santos y no están así que digamos "difuntos". Y no me refiero a la gente que se nos ha adelantado en la travesía de éste y otros mundos metacuamplusperfectos, nooooo. Me refiero a aquellos seres que alguna vez fueron parte de nuestro ser y que tuvieron la maldíta osadía de dejarnos ir. Aquellos a los que enterramos en vida, porque "muertos" hacían menos daño que vivos. Son los queridísimos ex novios... aplausos y ¡que paaaaaaase el desgraciado!
Hay tanta tela de donde cortar que no alcanzaría la vida para desmenuzar poco a poco todos los laberínticos caminos que te llevan a ser un ex.
Porque sí, somos bien chuchos cuereros y nos encanta agitar la greña y mandar al diablo a quien consideramos persona no grata a nuestra vida pero, ¿qué pasa si fuimos nosotros los eliminados de la vida del interfect@?
Ja!, en principio de cuentas se acaba el mundo. O sea, neta.

Recuerdo la primera vez que oficialmente me "tronaron".
Se siente como si tu estómago huyera con tu corazón y dejara los pulmones llenos de plomo, sin poder respirar y ante la falta de oxígeno, tu cerebro conmociona y se llena literalmente de gas. Un gas que no te hace reir y ¡ah, cómo te hace llorar!
El bendito hombre que se atrevió a despedir mis servicios como novia en turno llamábase ... obviemos el nombre y digámosle "Iriberto".
"Iriberto" decidió que, después de semanas de heladitos, cartitas, florecitas y detalles del Cookiemonster, la relación necesitaba ir "más allá". Yo, un poco sonrojada, pues creí que insinuaba el muy postergable "acostón", le pregunté que a qué se refería. Y bueno, mi candidez le causó tal gracia que dijo: "quiero que tú me cortes"..... What!!!
Y pues yo, entre enojada, confundida y estúpida, le dije: "entonces como amigos"
Obvio, Iri y yo fuimos todo menos amigos. No puedes ser amigo de alguien que te alborotó la hormona. ¡Nunca!
Tú sabes que ahí quedaron restos de pasión, odio, amor y rencor y que mezclarlos bajo la etiqueta de "amigos" te lleva a todos lados, menos a la senda de la amistad desinteresada y duradera. (Comprobado, años de experimentación avalan mis estudios científicos)
Y bueno, yo por supuesto, me instalé en la lloradera.
Días....
Semanas...
Meses....
Y sí... años también.
Difícil fue hacerme a la idea de que Iriberto y yo no teníamos más futuro que el de existir en órbitas diferentes (mejor para mi, a él lo emocionaba bailar "Jeans")
Fue tan devastador el truene para mi que de plano mejor lo enterré, le puse flores y me cercioré de que no resucitara al tercer día.
Neta, me preguntaban por Iri y yo les decía que había muerto en un aparatosísimo accidente, mientras manejaba su moto y bla bla bla.
Por supuesto, nadie me creía pues a la semana no faltaba quien lo veía pasar en su coche o quien se lo encontrara en la cafetería, pero yo juraba que había muerto.
Y entonces ¿qué es la muerte en vida?
Cuando pierdes a un ser muy querido, el dolor te cega. Te aturde y no vuelves a mirar el mundo de la misma forma. Entras al club de los "tristes por siempre".
Si esa persona fue tan amada por ti, rezarás o pedirás a la máxima deidad existente que te de fuerza para soportar el dolor de su partida.  Tal vez te enojes por la pérdida y tal vez reniegues de la vida.
Sabrás que ese dolor algún día encontrara su cauce y podrás continuar con tu camino. Conocerás nuevas cosas que te llenarán de gozo día a día y poco a poco te reconciliarás contigo mismo.
Sanarás.
Lo mismo pasa cuando una relación se termina y el dolor es inaguantable.
Para mi, matar en vida a los señoritos que me hicieron daño no sólo fue un desahogo, fue la única manera de entender que ellos ya no estarían en mi vida y que yo tendría que salir adelante con todo ese amor o ilusión muriéndo poco a poco en mi corazón.
Y no fue fácil pero el tiempo y unos ricos besos por aquí y por allá lo curaron todo.
Y "ahoy" puedo tranquílamente dedicar unas ofrendas muy simpáticas a los "difuntitos" que tuvieron el tino de mandárme a la lona, para que con los putazos del amor me hiciera más fuerte.
Pero más que nada, me han dado el pretexto perrrrrfecto de disfrazarme de gatita negra y pedir descaradamente "mi calaverita"...
¡Feliz día de muertos en vida!

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