¡NO, BUENO!
ESTE PROYECTO TENÍA DOS AÑOS ESTANCADO... YA NI ME ACUERDO DE QUÉ ERA EL LIBRO... NI SIQUIERA LO QUE ME REGALARON ESE AÑO (SEGURO ERA UN CUADRO HECHO DE SOPA.)
Todo sucede muy animadamente en mi cabeza, se los juro. Hasta había cambiado el tono de mis pensamientos gracias a la lectura de "Tokio Blues" de Haruki Murakami, con paisajes callados y limpios y la vista del monte Fuji tras ellos. En serio, de veras manitos...
Pero sigue sin haber un momento de absoluta calma para sentarme a escribir. Justo en este instante en el que trato de atrapar mis ideas con una red caza luciérnagas, el grito de Papita se deja sentir por toda la habitación. La maternidad es renunciar, ya lo sabemos y como en toda renuncia también existe la parte de compensación. Aunque no la pueda palpar en este preciso momento en el que quiero -necesito- escribir...
Pues qué les cuento, manitos. Resulta que ya viene, ya está aquí el 10 de mayo, el día en el que celebramos precisamente la maternidat y sus vericuetos; honestamente es lo mismo de cada año: bailecitos por aquí (con niños petrificados por el shock de saberse expuestos usando un trajecito de leoncito), discursitos ramplones por allá (como las primeras líneas de este panfleto) y muuuchos sentimientos encontrados.
Y como cada año, el mismo dilema de siempre: ¿qué voy a escoger de regalo?
La semana pasada, aprovechando que la vena sucio/capitalista a veces late bajo mi sien (y que los malditos y adictivos puntos amarillos valían el doble, debo añadir) nos fuimos muy campantes a "escoger mi regalo".
Si desde que me puse un poco de lipstick para no parecer "Drácula La Resurrección" hubiera sospechado que aquello no iba a terminar bien, seguramente hubiera sugerido que diéramos vuelta en U y terminar felices de la vida comiéndo sopes en la Bondojo... o en cualquier otra colonia popular que se respete...
Pero no, ahí me tienen muy abnegada yo, cual Sarita García en la película "El dia de las madres"...
ESTE PROYECTO TENÍA DOS AÑOS ESTANCADO... YA NI ME ACUERDO DE QUÉ ERA EL LIBRO... NI SIQUIERA LO QUE ME REGALARON ESE AÑO (SEGURO ERA UN CUADRO HECHO DE SOPA.)
Todo sucede muy animadamente en mi cabeza, se los juro. Hasta había cambiado el tono de mis pensamientos gracias a la lectura de "Tokio Blues" de Haruki Murakami, con paisajes callados y limpios y la vista del monte Fuji tras ellos. En serio, de veras manitos...
Pero sigue sin haber un momento de absoluta calma para sentarme a escribir. Justo en este instante en el que trato de atrapar mis ideas con una red caza luciérnagas, el grito de Papita se deja sentir por toda la habitación. La maternidad es renunciar, ya lo sabemos y como en toda renuncia también existe la parte de compensación. Aunque no la pueda palpar en este preciso momento en el que quiero -necesito- escribir...
Pues qué les cuento, manitos. Resulta que ya viene, ya está aquí el 10 de mayo, el día en el que celebramos precisamente la maternidat y sus vericuetos; honestamente es lo mismo de cada año: bailecitos por aquí (con niños petrificados por el shock de saberse expuestos usando un trajecito de leoncito), discursitos ramplones por allá (como las primeras líneas de este panfleto) y muuuchos sentimientos encontrados.
Y como cada año, el mismo dilema de siempre: ¿qué voy a escoger de regalo?
La semana pasada, aprovechando que la vena sucio/capitalista a veces late bajo mi sien (y que los malditos y adictivos puntos amarillos valían el doble, debo añadir) nos fuimos muy campantes a "escoger mi regalo".
Si desde que me puse un poco de lipstick para no parecer "Drácula La Resurrección" hubiera sospechado que aquello no iba a terminar bien, seguramente hubiera sugerido que diéramos vuelta en U y terminar felices de la vida comiéndo sopes en la Bondojo... o en cualquier otra colonia popular que se respete...
Pero no, ahí me tienen muy abnegada yo, cual Sarita García en la película "El dia de las madres"...