miércoles, 29 de febrero de 2012

Cuando los ìdolos se caen...

Hace unos días, mientras me encontraba degustando mis sagrados alimentos en una fonda de muy malos bigotes y de peor trato (cada que me quejo de las fondas y/o "Le Cirque", recuerdo el gag de "coma como en su casa"...ok, yap.) veía un reportaje digno del WordPress región 4 o más específicamente, transmitido en el canal 7. El tema a tratar versaba sobre el culto de cierto tipo de gente (gente con ¡graves! transtornos de personalidad) a los artistas juveniles del momento. Pasaron la historia de una chica que tenía no se qué enfermedad en el riñón pero que ni así dejaba de asistir a los bailes y coleccionar demás memorabilia de la Banda el Recodo (¡cáaamara!). Y palabras más, palabras menos, ella aseguró que los consideraba a todos como a sus hijos, que los que le dolía a alguno de ellos le dolía a ella -ahora entiendo lo del riñón- y cositas por el estilo.
El sociólogo que hacía el análisis de las personalidades entrevistadas daba un veredicto nada halagüeño: sufrían de baja autoestima, de una clara evasión de su realidad, etc.
O sea que, por nuestra salud mental, sería bueno que nos fueramos deshaciendo de nuestra colección de *Ponga aquí el artista de su preferencia*
Y por estas divagaciones es que recuerdo un episodio bien vergonzoso de mi vida (sí, otro más)
Pues ahí me tienen: Danita chiquita, flaquita, dientitos de conejo, pelito largo y una franca indispocisión para adaptarme al medio en general; corrían los meses del '89 y yo cursaba el 4° de primaria  -suficiente tiempo como para aclimatarme un poco en la nueva escuela de la que ya les he platicado- y en mi salón había una chica que me fascinaba.
Me tenía embobadísima con sus maneras de ser, con su creatividad, con su ingenio. Lo que Rosa Bertha hacía y decía, para mi era LEY.
No es que estuviera enamorada de ella,  pues en ese momento mi escolapio corazón latía por Raulito Cano Sandoval, era más bien una admiración que rayaba en la sujeción. Comprendo ahora lo que el sociólogo intentó explicar en la capsulita: yo no me consideraba ni creativa ni ingeniosa y si, quería evadirme un poco de mi realidad cada que estaba con Rosa Bertha, pues ella tenía tanta imaginación que bien podía alcanzar para las dos.
Sobra decir que yo estaba muy lejos de ser la mejor amiga de RousBert, es más, pue'que hasta le cayera bastante gorda. Ella a pesar de su ingenio distaba mucho de tener las calificaciones que su servilleta ostentaba en su boleta y, ¡peor aún! a ella también le gustaba Raulito Cano. Claro ejemplo de que los ídolos no corresponderán  a los sentimientos de sus adoradores.
Un día tuvo a bien decir a quien quisiera escucharla, que se había ganado una cena con Luis Miguel y que por ello lo iba a conocer. Cualquier persona con un poco de criterio -y más aún, conociéndo la vena soñadora de RousBert- lo hubiera dudado, pero en mi caso caí como la que más. Llegué muy emocionada a casa a platicarle a mis papás la gran aventura que RousBert estaba a punto de vivir.
Mis papás obviamente sonríeron complacientes, pero trataron de hacerme entrar en razón: "mira Danita -diminutivo que hasta la fecha y pese a mis treinta y tantos años, continúan endilgándome- eso no es posible, porque... bueno, ella es una niña, ¿cómo la va a dejar ir su mamá?" O algo por el estilo pero igual de sensato.
Por supuesto que yo no quise escuchar razones y me quedé con la verdad de RousBert. El viernes antes de la cita, llevó a la escuela una especie de vestido entallado negro, con florecitas rojas y bieses amarillos (creo que ha quedado claro mi tendencia a almacenar datos perfectamente inútiles) y según ella, con ese vestido se vería mayor y a Luis Miguel le gustaría mucho (?)
Pasó el fin de semana y yo ya quería que llegara el lunes para escuchar los pormenores. Cuando comenzó el relato de sus aventuras, salieron cosas como que la recogió el chofer, que Luis Miguel la tomó por la cintura en la alberca y demás detalles escabrosos por el estilo. Jamás dudé de su palabra, por más que las demás niñas arguyeron muchísimas incoherencias y razones de peso para demostrarle su falacia. Mis papás aún se burlan de que yo hubiera creído semejante cosa.
Sin afán de justificarme comentaré que dejé de ser incondicional de RousBert y su mundo fantástico, no por descubrir el engaño -proceso mental que nunca se llevó a cabo, debo añadir- sino por no querer ser mi amiga y reconocer en mi a una niña capaz de ser interesante. O sea que mi ego me salvó de una debacle segura. Yo no se en qué otros enredos me hubiera visto si mi ego dolido no hubiera entrado en acción.
Así debería de salvarnos a todos nuestros egos, sentidos comunes, voces de conciencia, etc., de posibles atropellos a nuestra persona en aras de consagrarnos a quien no debemos. A quien no corresponderá con las mismas ganas nuestros afanes. Y no sólo a los "artistas" o personajes famosos (¡te empezaré a odiar, Carmen Aristegui! jajaja, #Not) sino a las personas en quienes depositamos nuestras ansias de reconocimiento.
Ir por la vida con la conciencia sujeta a alguien que guarda su distancia, a alguien que abiertamente nos rechaza o que simplemente no le importamos lo suficiente para dedicarnos una mirada, es ir a ciegas hacia el precipicio.
Tal vez estén hartos de que les diga esto pero es menester que lo repita: Primero ustedes, luego ya veremos.
Los demás, seguramente están pensando en lo mismo y creanmeeeee: si no brincan por ustedes mismos, ¡NADIE lo va a hacer! (en este punto, los perros están disculpados)
Querrámonos como nadie más nos querrá, ¿a que sí?
Feliz Miércoles.


viernes, 24 de febrero de 2012

Viernes de "no sabe/no contesta"

Como bien se dieron cuenta mis menos cinco lectores de siempre (¿O ya son menos seis? ¡Quién sabe, a cada rato ando dejando gente en el camino!), en todo el largo día no he tenido la maldíta delicadeza de venir a escribir a éste, el blog favoríto de las damitas del hogar y demás damas de compañia.
¿Motivos? Pues... si el tener en casa a  un hijito de cuatro años que goza de un sistema escolar deficiente, el cual ve con beneplácito que los escolapios del país falten a clases "el último viernes del mes" en aras de procurar una junta de sepa qué madres, no se les hace un buen motivo... ¡entonces quiere decir que están leyendo el blog equivocado!
Ok, ya. Tenía que desahogarlo, escupirlo y endosarlo para que el veneno me deje a bien mover mis articulaciones y teclear a la máxima velocidad algunos parrafitos decentes, con tal que no huyan a espacios menos tóxicos.
Anyway.
Resulta que tomé a mi hijito de la mano y lo llevé a conocer el mundo, es decir: lo trepé al metro de nuestra amada metrópolis (y si no la aman, ¿tons por qué carambitas siguen viviendo en ella -los que lo hacen, claro está; los que no, ¡pues no!- eh?). Como les decía, que trepo al Matius al metro y que nos lanzamos a la Feria del Libro del Palacio de Minería. Para no variar, cada que salgo con él me hace pasar las verguenzas naturales y propias de su edad; nada raro. Esta vez se trató de gritar a los cuatro vientos que por qué él no conocía el metro y por qué no viajábamos más seguido en él, al fin y al cabo está bien bonito y la rú. Pues total, ya llegámos a nuestro destíno y fue el más feliz al hacerse de otro libro de "Ardilla Miedosa", que es su hit en éstos momentos. Entramos a conferencias varias donde recicló basura y durmió una pequeña siesta, respectivamente, y al final me alcanzó a sablear algunos rompecabezas y otra clase de chunchitos.
Muy bonita la feria, muy bonito mi hijo, viva yo, sip.
Bueno, creánme que éste post no era ni de Matius, ni del metro, ni de la Feria del libro.
La neta es que cuando me senté a escribir, me puse a leer primero los reclamitos en el feisbu y los tuits del tuiter -¿de dónde más si no?- y ya cuando quise entrar en materia noté que me faltaban como que ciertos cabitos que atar, pero la verdad es que ¡ya ni me acuerdo de qué les quería platicar!
¿Qué les parece si por hoy todos nos hacemos de la vista gorda, nos quitamos ropa estorbosa, preparámos una meriendita y nos entregamos a nuestros más bajos placeres? Total, hoy es viernes, estamos en febrero, se estrenaron dos tres peliculitas pedorras, el mundo no dejará de moverse por encontrarnos tirando estilo con ídem y sinceramente, estoy MEGA CANSADA para seguir escribiendo sandeces (¡Aunque no lo puedan creer! Yo se, yo se)
Prometo recompensarlos la próxima semana, de veras manitos.
(Uffff! Creí que gritarían: "¡¡Que devuelva las entradaaaaas...!!")
¡Siguienteeeeee!

domingo, 19 de febrero de 2012

Despedida.


Se siente como un lento empuje hacia atrás.
Como si un alud de arena  cayera de repente, enterrándo pensamientos; desacreditando todo lo que hasta ese momento perduraba en la duda.
Es irresponsable guardar esperanzas de un castillo de arena.
Tan frágil, tan absúrdamente frágil.
Y sin embargo, la arena podrá ver pasar al mar una y otra vez hasta quedar reducido a talco o, favorecida por la brisa, convertida en perla.
Cualquier cosa sería valiosa pero a ti ya no te queda tiempo; ni ganas. Ni un sólo gramo de voluntad para levantarte e irte. Se fue el fuego, quedaron las cenizas. Llegó el viento... y sopló.
Ahora danzará una eterna música melancólica que la maltratará hasta volverla nada.
Corta las cadenas y luego tíra al agua la evidencia.
De tu pecho se abre frondoso el árbol de la libertad.
La opresión es un enojo mal comprendido. En el enojo habita el remordimiento. De haberse abandonado al perfume de lo absurdo y recogerse rápidamente arrepentido. Al cabo todos eramos uno en inocentes palabras.
Nacerá otra ola, otro viento, otro fuego y otro tiempo.
Sucederán cosas que no necesitarán explicación.
Y a la distancia, se observará una huída cubierta de un dulce adiós.
De la dulzura, también nacerá una flor...

viernes, 17 de febrero de 2012

Mentalmente exháusta...

Apenas llevo 5 minutos sentada y ya me quiero parar. Quiero darle la espalda a esta pantalla en blanco que no se deja llenar de palabras, de versos ni de frases que, no es por nada, pero ya las quisiera Borgues para un domingo.
Estoy -como el título lo dice- mentalmente exháusta.
No es muy buena idea terminar la semana con una sesión en el diván, pues lejos de ser eróticamente estimulante, significa que tendré un fin de semana totalmente lleno de huequitos por llenar. Como que el extreme makeover sentimental no es lo mío, pero aún así estoy consciente de que es por el bien de la humanidad (en éste punto: imagínenme levantando en alto mi puño, mientras mi cabello ondea lentamente y una fanfarria se escucha como música de fondo... Ya, gracias.)
Digamos que tres puntos me cosquillean por comentar, pero en lo que decido a qué darle prioridad,  observo cómo es que Mateo ha abandonado la sala para encerrarse en su cuarto: "Ya vas a escribir, mami" suelta con un aire de infantil fastidio...
Pues bueno, en último lugar de importancia está el hecho de que hoy que pasé por CU camino al Psic. tuve a bien detenerme a maquillar mi carita en el baño de la Biblioteca Central. Mientras me encontraba ocupada en tan entretenida tarea, vi pasar un desfile de jovencitas, señoritas, damitas o cualesquiera que fuere su denominación que haga alusión a una persona del género femenino en sus veintes.
Entre una mezcla de maternal ternura y franca ironía las escuché a una por una dirigirse a sus respectivas interlocutoras con temas varios: desde el "...no mames, wey, va a estar de poca madre el reven en casa de Liliana", hasta "híjoles y no sabe que yo supe, pero me hice la que no sabía". Sí, totalmente me he convencido de que de ahora en adelante me acostumbraré a cantar a dúo con mi padre "Forever young" de Rod Stewart en las fiestas familiares, en el carro y hasta en el micro (si es que tengo la suerte de que vayan escuchando "Mits fm" con tal de no sentir que abandono el campo.
En segundo orden de importancia, cuanto más pienso en mi novio imaginario, más pienso en la fotografía. Tomar fotos al paisaje puede ser una manera de esconder lo que se padece. A veces es más fácil dejar que nuestra mirada recoja el modus vivendi ajeno que exponer el propio al ojo ajeno. Me gusta tomar fotos de instantes. No siempre se materializan pero trato de guardarlos en la mente (aunque estoy bastante lejos de tener una memoria fotográfica). Y también me gusta hacerme autorretratos, pero éstos no siempre salen como yo quisiera.
Se que podría salir mejor si otro me fotografiara pero, la sola idea de desanudar mis sentimietos , desenvolver una trama, inventar un personaje o darme por vencida y dejar que descubran mi alma, me causa náuseas. Qué acto tan intimista es dejar que otro te retrate.
Por eso a veces me arrepiento de no haberlo capturado en imágen. Seguramente hubiera descubierto más de lo que me mostró, mi querido novio imaginario.
Seguramente estaríamos a la misma distancia, física y mental que ahora, pero podría afirmar categóricamente que "tu retratito lo traigo en mi cartera" (o bueno, en éste caso, en la chompu). Y sí, después de escribir ésto, me doy cuenta que me parezco cada vez más a la gente que piensa que las fotos roban el alma...
Y tercera y última -last but not least-...
...Qué cansado es ir por la vida tratándo de justificar mi propia existencia, cuando en el fondo ya es bastante exháusto padecer (y procurar y defender y reconstruir día a día) mi propia existencia...
Así es, queridos mainus faiv usual ríders, ésta soy yo después de un buen revolcón emocional...
Pero como dije, tengo toooodo el fin de semana para reponerme.
Feliz viernes!

martes, 14 de febrero de 2012

EL AMOR QUE EMPIEZA COMO AMISTAD Y TERMINA EN AMISTAD.

AMOR.
Qué palabra más manoseada y a la vez más enigmática.
Lo que cada quien hace con su concepto de amor nos da como resultado una sociedad caóticamente estancada en sus lamentos.
La amistad, en cambio, es una sinfonía inconclusa que pocos saben tocar. Y los que logran dominar sus difíciles acordes, son los seres más felices del planeta y sus alrededores. Conozco personas que dicen: "yo soy pobre en dinero pero rica en amig@s". Otros han dicho que la amistad es una moneda de cambio en desuso y que únicamente sirve como pasaje para un acostón. Yo personalmente, no me imagino acostándome con mis amigos (ehmmm, tal vez con alguno... tal vez no... who knows?)
Miren, no me hagan mucho caso y no se tomen tan literal lo que escribo el día de hoy. Sólo soy una mujer parada enfrente de una pantalla, pidiéndole a un chico que la ame. Sin tanto trámite, sin tanto chit chat.
Tal vez el dejo amargo que destilo es porque mi corazón y mi cabeza aún no se ponen de acuerdo quién es "el jefe" y de quienes son los chicharrones que van tronar. Claro, la única que pagará los platos rotos se encuentra stalkeando facebuks ajenos y soñando cosas que definitivamente no sucederán. ¿Que cómo lo sabe? Ah, por su maldíta forma de pensar y sentir. Por la manera en que quien esto escribe se enamora. Por el simple hecho de tener el tino de echar todo a perder.
Fíjense que hoy que paseé románticamente por Coyoacán con mi santa madre y el Matius me percaté, sin querer hacerlo, de lo mucho que esta fecha dice para la chaviza y momiza, respectivamente. Por un lado, el lado jóven de la sociedad se dedicó a deambular de la mano, comerse a besos franceses en las bancas y exhibir sus creaciones en látex y helio (no, no eran condones voladores, aunque casi.)
Recordé mi época teen, sintiéndome eufórica a más no poder por la fecha, haciendo cartitas, comprando peluches, recibiéndo rosas, dedicando canciones, abrazando amigos... ¡Ah, cómo extrañé esos momentos en los que uno confunde pasión, amor, amistad y no exclusividad!
Pero esas cosas ya no pasan cuando el censo del INEGI te marca como "población en edad madura". Al menos la euforia y el optimismo ya se encuentran en un estado paranoico y el corazón va adquiriéndo textura rocosa.
Aún así, me dió nostalgia ver parejas de "adultos en plenitud" (no me vayan a acusar los del INSEN) dando sus paseítos con su cafecito en mano. Fue una imagen tierna y será lo único bonito que adorne el post del día de hoy.
Lejos de decirles que el amor apesta, que la vida es mejor cuando te vas como veniste, que para amar: sólo las mascotas; que el amor de los hijos es el único que cuenta, que encontrarás al amor de tu vida si..., que el amor de los padres es incondicional y tantas cositas más, diré, a modo de despedida, que el amor existe siempre y cuando te des al otro sin esperar nada a cambio. Sin querer cambiar al otro, sin sentir que te pertenece o le perteneces eternamente; si en tu cabecita está primero el otro antes que tú, definitivamente no es amor. Si no te amas a ti mismo, cómo vas a amar a otro. Si no sabes lo que quieres, difícilmente podrás saber lo que buscas en una relación. Si te has caído y piensas que otro te levantará mejor, no sabes lo que es amar.
Para mi, amar es darme al otro por el simple placer de dar. Con la confianza y certeza de que recibiré lo mismo que yo doy. ¿Saben por qué? Porque se lo que valgo. Y la persona que descubra ese valor, sabrá que no necesita amarrarme con trampas para evitar mi huida. La persona que se sabe valioso y digno de amor, comprenderá lo mismo que yo: que para amar y corresponder, primero se empieza por uno mismo.
Feliz 14.
Con amor para mis menos cinco lectores de siempre...



viernes, 10 de febrero de 2012

El clóset de Dana

Despejando un poco la bruma que cubre la ciudad -y mi mente, añado como siempre que encuentro brillante una acotación mía- me dispongo a escribir el post de éste día, mientras decido si pongo o no, un pie fuera de la camita.
En éstas semanas en las que me he visto en la gustada opción de "trabajar", he necesitado desenterrar del clóset sendas prendas "oficinosas". Desde el clásico traje sastre hasta la minifalda en su versión "gente decente/profesionista de lujo" con mallas opacas y pumps, tal como dictan los cánones de la moda en Mixcalco.
Pero todo esto me ha hecho darme cuenta de que siempre he tenido problemas con la ropa. Y cuando digo siempre, es SIEMPRE.
Recuerdo que cuando era pequeña, mis papás me llevaban a Liverpool del Zócalo a comprar ropa (hago hincapié en el lugar no por snobismo sino porque me encantaban los jochos con Chaparrita sabor piña que comía al finalizar el choppin) y era muy decepcionante que ambos pelearan por ver cual prenda me quedaba mejor. Mientras para mi mamá el estilo "principessa" era su hit, mi papá era feliz comprándome unos pantalones de mezclilla y ¡playeras tipo polo!. Lo peor del caso es que las etiquetas de la ropa que escogía mi papá decian "NiñosNiñosNiños..." ¡O sea!
Bueno, no hablemos de problemas ropales a la edad de 10 años; en esa época ya no eras ni niña ni mujer, pero tampoco había vestidos o pantalones con esa denominación. Recuerdo un "conjuntito" color lila que mi mamá me compró en Aurrerá de Buenavista (antes de que se convirtiera en Wal Mart y se incendiara) que era un completo espanto (lo siento, mami) porque el suetercito tenía la cara en punto de cruz del gato "Silvestre" y la falda no era ni chica ni larga, sino todo lo contrario. ¿Qué usar con semejante atuendo y unas piernas flaquitas y peludas? Unas mallas blancas ya no eran opción por ser reservadas para clases de ballet y unas tobilleras con olanes ¡menos! porque los zapatos que en aquel tiempo usaba eran los clásicos "de goma", pues tenían doble función: para ir a la escuela y para ir a los scouts (¡imagínenme vestida de scout y  con unos Loboutin, seguro que tendría más cicatrices que las actuales!)
Vaya ¡hasta con la cochina ropa de las cochinas Barbis tenía problemas! Cuando juntaba mis domingos y me lanzaba al tianguis para ajuarear a mis muñecas, siempre escogía los peores modelos y no precisamente por mi mal gusto (ejem, ejem) simplemente porque al llegar a casa, las muñequitas se negaban a cooperar (tal vez en protesta de sendos trapitos corrientes para chicas tan finas ellas, osh) y ya no les cabía una mano, la falda no les subía por sus sendos carniplasticosos muslos, o el vestido era halter y para que le cupiera, había que decapitar a la barbikiú. O sea, neta que mejor lloramos.
A la fecha, la ropa de la Barbi que más recuerdo es una especie de bata de camisón transparente que me encantaba y que juraba que cuando fuera grande tendría uno igual para mi, aunque la vida me llevó por otros rumbos y me hizo friolenta a más no poder; al grado de que lo más sexy en mi son mis neuronas... ¡carámbas!
Como les decía, crecí en una generación olvidada por la moda. A lo más que podías aspirar a los 12 años era a vestirte igual que "las garibaldis", con hot pants y botas altas mosqueteras, mientras bailábas en las tardeadas a "que te la pongo, que te la pongo" y ser tratada peor que bicho por las compañeritas que se vestían igual de ñoñas que tú.
Era un suplicio, la neta.
Hoy día enfrento una profunda disputa con mi clóset, pues como dije al principio, he tenido que desenterrar prendas abogadescamente terribles. Y cada vez que lo hago, mis jeans y sudaderas me miran con ojos asesinos por haberlos abandonado.
En fin, no es de todos los días y el mareo que me producen mis tacones lo combato con dramamine.
Eso sí, he jurado que nunca, por más que me lo prometan y me lo cumplan, me pondré un camisón transparente como el de mi Barbi.
(Pa qué? si así sin nada es mejor....awww!)
Ja!, #Not.




domingo, 5 de febrero de 2012

Intermedio de Superbowl...

Ja ja ja, se que es "Domingo de Superbowl" y que pocos o ninguno leen mi columna (a no ser que sea la vertebral... ahhh ¿verdad?, ya vi dos manitas levantadas...)
Pero bueno, a mi el futbol americano me importan una pura y dos con sal desde que descubrí que no era necesario ser la chica popular para salir con el quarterbaker de la prepa... o que ni siquiera era necesario que hubiera equipo en la escuela para ser novia de algún jugador de americano... (sigan provocándome y diré cosas muy feas de mi ex novio de la prepa, el cual -oh si- jugaba americano)
Anyway, hoy haré de cuenta que estoy frente al espejo, cepillándome el pelo hasta dejarlo estático y platicándo con la mujer que me mira fijamente y me hace señas de "¡wey, no mames! ¡¡Vámos a ver mejor una película en lugar de estar fregando al prójimo!".
Ayyy, quisiera hacerme caso de vez en cuando, pero pues ustedes saben que no nací más que para cabra loca y en ese tenor, me sostengo hasta el final.
Por lo tanto, ya que nadie me "escucha" ni nadie me "lee", podré dar rienda suelta a mis dedos, que son lo más sagrado que tengo del codo para abajo.
Resulta que estoy con el pecho agitado; mi mente se encuentra en febril delirio y creo que he estado a punto de enloquecer con tantos sobresaltos.
Mi doncella me ha tocado dos veces la puerta y me insiste en que baje a recibir a ... porque si no, tal hombre es capaz de tirar la puerta. Mientras decido si bajar o no, echo una cucharada de vino dulce en un vaso de agua, para templar los nervios que me dominan como el viento azota las ramas de los sauces...
Ok. He caído en cuenta que me hace mucho daño leer como una desquiciada durante las madrugadas, con mi gato Pelusa sobre mi cabeza (a falta de turbante, cualquier gato es bueno...) porque tarde que temprano, termino posesa de la historia. Me pasa con los libros, me pasa con las películas... ay dios, ¡ojalá también me pasara en la vida real!
Pero bueno, después un pequeño desvarío, es hora de continuar con lo propio: leer "Nación Prozac"...
Y de eso, creánme, conozco de sobra...
(aunque yo tomo Vextor.)

viernes, 3 de febrero de 2012

La chica nueva se inicia...

¿Dónde caben las ganas de trascender, los rayones en la pared, la ropa blanca pintada "por equivocación", los sueños más fumados -y a la vez, más deliciosos-, los dolores de cabeza, los olvidos, los traumas de siempre y mil trescientas ochenta y dos cosas más?
En ninguna parte, es verdad.
¿Qué pasa cuando una simple mortal como, digamos yo, se empeña en querer comerse al mundo en un solo bocadito, sin masticar (no es de niñas bien comer como un cerdito), sin eructar (¡imagínen el horror pintado en la cara de las Corcuera y Corcuera!) y sin rechistar (porque se ha dicho hasta el cansancio que una mujer no es tal si no trae malabareando ene mil causas, cosas y consecuencias sobre su cabecita. El "empoderamiento" dicen algunos; yo lo llamaría: "querer andar de chile frito", maybe.)
Sí, así es, La Gatería no había sido publicada el día de hoy hasta unos precisos renglones más abajo, pero como ya se que nadie me creerá si les salgo con el dichoso cuento de "es que no tuve tiempo porque tuve una junta directiva muy importante a las ocho de la mañana, luego volé a la ceremonia conmemorativa del 5 de Febrero en la escuela de mi Matius porque este mismo mentado muchacho iba en vías de ser el maestro de ceremonias que haría palidecer de coraje a mi Elbis Esther Gordillo a razón de cuatro pesos la hora/tícher; luegos me largué a desayunar con la misma panda de mamás que yo juré y perjuré JAMÁS de los JAMASES entablar relación interpersonal alguna, mas que los primitivos "buenos días/buenas tardes" con los que yo marcaba mi territorio intelectual vs camionetas de lujo/spas/uña postiza/cafecito para echar el chisme,para luego rematar con un ¿por qué no nos tomamos otro cafecito pero en mi casa? y ahí tienen a esta pobre mujer trepada en uno de esos armatostes que sólo me causaron mareos y náuseas, yendo a parar a una casa que -¡oh dios!- parecía recién publicada en el AD..."
O sea, creo que algún menos un lector de siempre me lo creería? (me acabo de hacer bolas con el "doble negación igual a una afirmación...¿aplica igual la matemática con la gramática? O sea, si yo digo "ningún menos un lector..., ¿quiero decir que entonces sí habrá UNO que me crea? ... mmmm... ¡difíshil!)
En fin, amigos gatunos, la respuesta es sí.
He vendido mi alma al diablo, se que les parecí graciosa con mis pláticas de los libros de rimas en inglés que están en oferta en tal o cual librería, mis referencias a películas suecas de los años sesentas y a la charla bokowskiana en relación a las cervezas, los cigarros y las prostitutas.
A mi en lo personal, me maravilló darme cuenta cuánto tengo en común con estas mujeres que no necesitan ocultar sus carcajadas cuando hablan de amantes, cenas clandestinas y una muy amplia chequera (y no prescisamente porque andemos cojeando de la misma pata) y esta revelación me está causando una risa loca que será mejor aplacar leyendo mi versión secundariosa de "Cumbres Borrascosas".
Al menos el drama es el drama y eso cualquiera lo agradece, mínimo para saber que se cuenta con un órgano cardiaco capaz de llevarse estos y otros secretos a la tumba...


miércoles, 1 de febrero de 2012

Recuento de los días sin publicar...

Ya me caché escribiendo en martes... otra vez.
El martes es de los días que menos me gustan y no solo por el superficial hecho de no circular, es que lo percibo como un "lunes para perdedores". O sea, que todos están en la neura del lunes y la ru, pero para el martes, la maquinaria de la rutina ya está trabajando perfectamente y ni quién se acuerde de la "renegancia" del inicio de semana.
¡Pero yo no!
Los lunes generalmente tardo en reaccionar y es como un día en el limbo para arreglar aquello que no cupo el día domingo. Como una extended verssion de lo que puede ser el tiempo si éste tuviera la propiedad de estirarse cual chicle "Motitas". Por lo tanto, me cae el veinte de la semana, la rutina, los pendientes y el caos hasta, sí, el martes.
Bueno, pero fuera de todo éste chit chat de pacotilla, lo que en realidad me impulsa a escribir en martes (¡oh, por dios! ¿podría ya soltar la idea del "martes"?) es un profundo remordimiento de conciencia (¿tengo?... emh,... a ver, riñones: check! vesícula: niet! arruga en el entrecejo: ultra check!...conciencia:...uh?)
Muero de angustia, muero de pena, muero de sentimiento y también muero de remordimiento por no haber sido 100% sincera con usted, damita, caballerito, menos cinco lectores de siempre... es que... -dejen tomo aire para agarrar valor-...
RESULTAQUESÍLEHICEFIESTAALMATIUSPERONOPUDEINVITARLOSATODOSPORQUEYACONOCENLOQUEPASACUANDOLOSPAPITOSNOSEPONENDEACUERDOYVIENENLOSREPROCHESYLASCOSASQUENOVIENENALCASOPEROENTONCESTERMINAUNAMANDANDOTODOALAFREGADA(DENUEVO)YDECIDEPOSMEJORHACERDOSFIESTASPEROPSTODOTERMINAMALYENTONCESYANOHUBOCHANCEDEORGANIZARLOBIENYPORESOESQUEMISMENOSCINCOLECTORESDESIEMPREPSSIMPLEMENTEYANOALCANZARONBOLETO...
¡uf!
Sí, así es. El Matius tuvo sendos jubileos y síp, lo siento mucho pero no los pude invitar.
Antes que decidan en qué piedra me voy a inmolar, quisiera ponerles a su consideración no una ni dos ni tres cosas, más bien sería todo una vida de explicaciones pero que se las puedo resumir de muchas maneras (sin albur) y de todas formas, creo que ni siquiera alcanzaría a explicarlo del todo.
Si les sirve de consuelo, quisiera comentarles que todo fue estrés pre y post traumante y mi estómago (y mi bolsillo) aún están pagando las consecuencias.
En fin, qué les puedo decir que no lo sepan ya, la vida es una y hay que tomarla como viene pues difícilmente volveremos a pasar por aquí de nuevo (a menos que se apelliden Muñoz Rocha y paguen hartas cirugías)
Queda en el recuerdo para la posteridad que lamento mucho no haber podido invitarlos (ustedes ya saben quiénes son) y que mañana temprano voy de nuevo al psiq.
Me siento flotando en una lámpara de lava...