miércoles, 16 de noviembre de 2011

EL PURO VACILÓN...

¡Ratas!
Hoy fue un día particularmente weirdo.
No me explico el hecho que, habiendo cursado seis años de primaria, tres de secundaria, cuatro de preparatoria (cof, cof, cof) y cinco años -en teoría, recuerden la holgada huelga en la UNAM- de la carrera, amén de cursos de lectura veloz (ardo de la vergüenza, Kary Márquez), cursos de inglés, de francés, de análisis transaccional, de pruebas psicométricas, de macramé occidental (cualquier cosa que eso signifique) y de Palitos 1 y 2,¡¡ aún siga sin distinguir los númeroooooos que me enseñó mi santa madre a punta de escobazos a la tierna edad de 3 añoooos!!
Este post debería llamarse "El efecto pirámide a la inversa".
Todo comenzó por mi estrambótica y muy resobada manía de querer resolver el mundo en dos minutos (¡Bueno, carajo! ¡Ni el Vichente Fots con lo de "Chapas"!) cuando en realidad ya llevaba dos horas de retraso y perdida crasamente en el laberinto de mis impulsos.
Para no hacer más iris, les diré que el número telefónico más importante de las nueve de la mañana, iba MUY MAL ANOTADO en mi libretita (en el celular no, porque ya ven cómo soy para perderlos.) Y por eso digo que no me explico cómo habiendo pasado más de la mitad de mi vida anclada a un pupitre, a la hora de las complacencias mi vista me jugó una pésima pasada.
Total que muy segura de las cosas, me lanzo a otra cita que tenía a las diez de la mañana y que por mi salud mental, era de basta prioridad acudir. No se por qué me sorprendí pero, el periférico a esa hora era ya el estacionamiento de siempre y no tenía manera de avanzar; simplemente parecía que lo que había comenzado con un prometedor día, se estaba convirtiéndo paso a paso en el día más apestoso de mi vida.
Ps qué les digo que les suene diferente al pensar en mi... Se me terminó la gasolina, venía con el foquito prendido y la alarma zumbando a todo volúmen y yo sudando de desesperación, con el teléfono en la mano para avisar que no llegaba, sin poder comunicarme con el teléfono mal anotado, a punto de quebrárseme el chasis... o lo que se quiebra cuando una se queda sin gasolina... y con ganas -no, ganas no- perdón, ya llorando de la desesperación porque el túnel se me estaba haciendo cada vez más pequeñito, Alicia, y no tenía un jarabito milagroso a la mano.
Yo se que esto y más le sucede a la gente todos los días, que no es raro apuntar mal un teléfono, ser coda y no poner gasolina a tiempo, ser mortalmente procrastinadora y no salir a tiempo de casa cuando se tiene una cita importante, etc, etc, etc.
¿Por qué me tiré al drama chillando a todo pulmón en medio de Insurgentes sur y no inhalé y exhalé como siempre que me suceden tragedias, y en vez de llorar trato de pensar como Pinki Dinki Doo? No lo se, supongo que hay cosas que me vuelven más susceptible y escribirlo -y compartirlo- es una mejor forma para comprender que ya no tengo 20 años y que los impulsos de este tipo los tengo que pensar mucho mejor.
(Pero es que así se quita toda la emoción!... Help!)
Voy tratando de cambiar, mis impulsos sobre ti... (en "Aleks Sintek" mood)



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