lunes, 3 de enero de 2011

Regalos fallidos.

La historia medio la saben: Casi armo un desgarriate por haber recibido un perfume que no es, ni por asomo, de mi agrado.
Todos hemos recibido alguna vez -y para muchos es común denominador- un regalo inesperadamente horrible; los intercambios de regalos son molestos cuando los intercambiantes no fijan las reglas del acto, lo cual da pie a mucha anarquía y el resultado siempre es una latente y grupal frustración.
Entonces ¿por qué carajos seguimos empeñados en perpetuar dicho ritual? ¿qué vena masoquista es la que nos impulsa a levantar la mano en el momento que alguien dice las sepulcrales palabras: "hagamos un intercambio de regalos, quién se apunta"?
La mayoría de nosotros -o por lo menos la mayoría de ustedes, queridos menos cinco lectores de siempre- hemos transitado por una buena cantidad de situaciones que nos han expuesto a un intercambio: en la escuela, en el trabajo y en la familia. Y cada uno de esos núcleos tiene sus asegúnes a la hora del cambalache.
El trueque en la escuela, podríamos decir, es el menos peligroso ya que el rango de edad y pauperismo es símil entre todos los escolapios. No puedes molestarte con tu cuate que te regaló una "Munt blanc" de a diez varos mercada en el Metro Hidalgo si tu sorrajaste una cartera del américa (las minúsculas son intencionales).
El intercambio en la oficina es... peliagudo. Puede ser la oportunidad perfecta para vengarte del colega que te procura tus dosis diarias de mobbing o, por el contrario, la ocasión perfecta para quedar bien con Conchita de Recursos Humanos. El tema es cuando tu regalo es para el Jefe. Dios, creanme que nada es tan incómodo como regalar de manera secreta al Jefe porque tu regalo siempre estará envuelto de segundas intenciones para todos los colegas y explico:
  • Si el regalo excede el presupuesto fijado: eres un lamebotas.
  • Si, por el contrario, es bastante modesto: quiere causar lástima para pedir -y recibir- un aumento.
Y bueeeeno, por último tenemos al intercambio familiar. Como su nombre lo indica, esta transacción se efectúa con miembros de tu mismo clan, tribu, horda, etc. Son SUPUESTAMENTE las personas que mejor te conocen.
Pero nop, como dice el slogan: Para darte en la madre, nadie como tu familia y el intercambio no es la excepción.
Cuando se trata de tu familia primaria, la cosa suele ser bastante pareja porque, se quiera o no, la convivencia diaria crea inconcientemente un ligero sentido del gusto ajeno.
La bronca viene cuando el círculo se amplía y el canje toma carices altamente peligrosos.
Si se trata de familia que sólo se ve en fiestas y funerales, el resultado será un completo desastre. O no me digan que la Tía Abuela Eduwiges sabrá siquiera que a ti lo que te late es el bondage en lugar de tejer carpetitas.
O ¡peor! te toca recibir del tío político pervertido (un momento...eso sonó extraño) y el obsequio es tal que un silencio incómodo enrarece el ambiente....eww!
Como sea, los intercambios apestan y a menos que sea de algo específico (como el originalísimo interchange de tangas "para ese momento" que se dan entre amigas solteronas) dar y recibir basura sólo contribuye al deterioro de las relaciones personales y en muchos casos, despiertan instintos homicidas.
Eso sí, nada supera el regalo que yo recibí éste fin de año.
Pero esa, parafraseando a cierta banquera nana, es otra historia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es raro pero este año el intercambio que hcimos entre un grupo de amigos fue todo un éxito, parece que todos salimos conformes y contentos con nuestros regalos!
Pero piensa algo, generalmente los intercambios sirven para reciclar regalos..ahhhh como te sacan de apuros de vez en cuando ehh! apoco no?
Un beso...Danny Fdez

Anónimo dijo...

LITA
ayyyy no a Dios Gracias desde hace varios años no participo en un intercambio, en el último que estuve fui a una tienda con una compañera, me pregunto que me parecia un oso café, de lo más tétrico, le dije honestamente esta horrible y deprimente, sin saber que yo le toque a ella, que creen que fue su regalo??? el oso espantoso que termino en manos de la niñá que ayudaba en la casa, y a una amiga le regalaron un perfume rellenado, que ollia aorines jajajaja