viernes, 28 de enero de 2011

My Generation.

Los "jóvenes de mi edad" provenimos directito de los años ochenta. Nuestros primeros años los vivimos cobijados por el manto paterno del PRI, en su máxima marrullera expresión. No nos acordamos, pero también estuvimos presentes cuando algún ingenuo pretendió defender el peso (¿welter?) con cánido fervor y cual niño héroe chapultepecoso, se enrollo con la bandera de la nacionalización bancaria, para aventarnos a nosotros -jojojo- al vacío económico y (preguntenle a Sasha Montenegro) existencial.
Mis congéneres y yo padecimos el optimismo cultural de los ochenta, con una estulticia medianamente a fuerzas. Es por eso que nos empacamos sin rechistar bodrios como "Rosa Salvaje", "Super Vacaciones" y aquel fenómeno musical americano conocido como "the band aid generation", que -como siempre y como nunca- tuvo su contraparte mexicana con joyas tales como: "Solidaridad", donde en un ejercicio de tolerancia prematuro, Vicente Fernández y los Magneto unieron sus voces para decir "Basta de llamarme así" al fraude electoral del '88.
Pero también fuimos dolientes de lo que yo llamo "La partida de madre más hermosa de la historia".
Explico:
Cuando eramos niños, queríamos ser (si es que eran tan patéticos como yo) como los entonces jóvenes de esa época. Andar en el "Magic Circus", vestir la Flansera moda de los malloncitos con blusones y peinarnos con "Super Punk" los pocos pelos que detentaba nuestra choya. Y lejanamente, en nuestra conciencia se escuchaban temas como el asesinato de Manuel Buendía o la detención de Caro Quintero o que se yo. Los adultos lo eran ¡y mucho! Era imperdonable cuestionar las doctas opiniones de Luis de Alba en su mentadísimo programa "La hora de Luis de Alba", era un sacrilegio pensar en que los adultos siquiera se equivocaban. Ser jóven y con opiniones propias era algo tan inaceptable como que Verónica Castro y Lucía Méndez actuaran juntas.
Y con esa pinche represión crecimos, esperanzados a que cuando llegara nuestro turno, haríamos exáctamente eso que tú haces.
Pero no.
Contados son los ejemplos donde los ahora "adultos" tenemos cancha para expresarnos. Lo que creíamos que era tan cool en la niñez, ha tomado tintes de absurdo y hasta patético y yo no se ustedes pero quiero saber en dónde carajos estamos parados la no generación de los ochentas.
Quiero saber por qué nos dimos por vencidos tan temprano en lugar de reclamar nuestro lugar, que -observenlo- ahora peleamos tanto con los dinosaurios que no han querido extinguirse, como con los babies noventeros ¡y hasta dosmileros! que no se quieren esperar y nos brincan cual borregos dormilones.
¿Cual va a ser nuestro momento histórico? ¿qué es lo que estamos esperando para decir "aquí estamos y esto se hace de esta manera"?
Yo se, yo se dónde estamos: detrás de una computadora pensando que no vale la pena hacer nada, porque todo ya está hecho.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jejeje chinches treintas!!