Cuando era chica, mis mejores recuerdos los asocio con mis fiestas de cumpleaños.
Y los peores también.
Proveniente de una familia oaxaqueña, la historia nos cuenta que mis jolgorios personales tenían conotaciones bacanas, donde la matanza de guajolotes, pollos y otros animalitos de la creación era el común de esas fiestas, amén del mole, el mezcal o sepa la fregada qué aguarraces daban en aquel tiempo.
Por eso es que también le guardo reserva a esos recuerdos, poooorque la cantidad de gente en estado inconveniente era alarmante, razón por la cual yo prefería que mejor ni me celebraran.
Ya para cuando nos mudamos a la civilización, mis fiestas fueron siempre en "petit comitte", con mis amiguitas del edificio y una que otra compañerita de la escuela, en las cuales los pasteles caseros hechos en olla express y el atole "Maicena" engalanaban la mesa.
Ahora que el Mateous va a cumplir años, el fantasma de todos los conejos muertos ronda por mi mente, donde aún no decido si hacerle algo muy muy costoso, onda las fiestas de las artistas (cualquier cosa que eso signifique) o por el contrario, algo muy muy sencillo (con pastel de olla express y atole de masa)
Ya pues, la verdad es que muero de nervios por su fiesta pero en realidad estoy muy sentimental porque Mateo cumple ya TRES años!!
Dioooos!!! es una edad importante y poco a poco sus facciones y actitudes de bebé van dando paso a su carácter vandálico y peleonero que yo se, me sacarán todos los albos folículos pilosos.
En fin, mientras llega el día seguiré preguntándole que quién es mi ratita bebé.
Y el día en que no me conteste que él...espero tener muchas arruguitas en la frente y cero dientes.
Snifff.
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