lunes, 10 de mayo de 2010

Bloody mother´s day.

Hoy celebramos a aquellas mujeres que, por angas o mangas, nos hemos convertido en mamás.

El día empezó con mariachi y porras a las progenitoras del vecindario, mientras que en casa gato, una mujer estiraba su sensual brazo en un afán por estrangular a su ronquidoso marido y un chamaquito chillaba por su "titi". Nada bueno se auguraba en esos momentos.
Después de la tradicional "bolita a mamá" que organizaron las marmotas, el siguiente paso fue el acicalamiento express y ¡a desayunar!...pero, ¿a quien, vive Dios, se le ocurre salir a ingerir alimentos en este heráldico día?. Obvio, todo lleno y con las tripas chillando, nos tuvimos que conformar con los mac tríos, cuyo promisorio nombre nomás no pudo satisfacer placer alguno. Así que, una vez más, con la resignación plantada como sonrisa en la cara, nos dirigimos a "escoger el regalo de mamá". Está por demás decir que a éstas alturas del partido, las marmotas salieron despedidasd al espacio sideral. Lo siento, demasiada frustración.
Quiero pensar que la vida no es perfecta y que eso está bien. Que es mentira lo de la casita de muñecas y que jugar al "papá y a la mamá" nomás no está padre. Porque de no hacerlo, de no vivir con un "no es como en las películas " constante, la vida en verdad es muy amarga. La realidad es muy amarga.
Cuando se tienen expectativas y nada más, el camino se hace lento, torturoso. Los sueños antes de despertar son lo más cercano a un modo de vivir estructurado y no busco culpables, de veras.
Pero en mi visión no encaja el día de las madres como algo místico, envuelto en gasas y algodones, con querubes revolotenado, balanceando inciensos de manzana canela y las notas de Bach de fondo. Porque en mi caso, el día de las jefecitas es el pan de cada día. Es la reafirmación constante y a huevo, de que soy mamá. Y ya para terminar esté "rondó", no me gusta festejar ni que me festejen. Lo detesto, en verdad. Cursi, anormal y bastante frustrante es ver a las madres perfectas con sus hijos y maridos perfectos, dando vueltas como si flotaran en vez de caminar, llenando el espacio (y robando oxígeno, además) de maternosa buena vibra.
Me queda claro que la mamá con el peinado y luk perfecto es resultado de buenas nanas, el chofer, la billetera del maridito y un "no me arrugues el vestido, m´jito".
Y pues yo, la neta es que traigo mi veintiúnico pantalón "bueno", lleno de algo parecido a un chicloso y mugre de zapato.

1 comentario:

Anónimo dijo...

JAJAJAJAAJAJA QUÉ BUENO ES LEERTE.... AUQNUE NO TE GUSTE Y PONGAS CARA DE "JUM" AHI TE VA: FELICIDADES MAMÁ!!
ATTE. DANIELA FDEZ.