Para mi, que soy mamá primeriza, semi profesional y harto histérica, el que mi hijo de tres años se enferme me convierte en el ser más irracional de la galaxia.
Lo siento, odienme si quieren pero soy pésima cuando Mateo se enferma y necesita de mis cuidados.
Empezando por el hecho de llevarlo a revisión. El sólo hecho de manejar desde mis dominios -es decir, desde el carajo- hasta el hospital de las "artistas", hace que mis nervios se comiencen a crispar, pues el viaje es aderezado por las súplicas de Mateo, que poco a poco se convierten en verdaderos alaridos que ni el programa de Susana Moscatel y Jairo Calixto pueden acallar.
Bueno, la verdad es que han pasado mil horas desde que comencé a escribir este post y nomás no puedo terminar, ¡caray!
Todo es por correr de un lado al otro, cumpliendo caprichos y enderezando los jorobados gustos de mi tirano enfermo.
Dios, ya no puedo más. Me vuelvo muy gruñona, muy mala mamá.
Y ¿cómo puedo revertir toda esta vibra negativa? ¡no lo se!, sólo se que estoy a punto de volverme (más) loca y encima de eso, no puedo encender ni un piut cigarro por no agravar más las dolencias de mi Mats.
Pero, ¿saben cual es el peor momento del día?
La noche, cuando mi hijo duerme.
Porque es cuando el maldito remordimiento acude por su cuota diaria.
No se qué más decir.
Lo siento, odienme si quieren pero soy pésima cuando Mateo se enferma y necesita de mis cuidados.
Empezando por el hecho de llevarlo a revisión. El sólo hecho de manejar desde mis dominios -es decir, desde el carajo- hasta el hospital de las "artistas", hace que mis nervios se comiencen a crispar, pues el viaje es aderezado por las súplicas de Mateo, que poco a poco se convierten en verdaderos alaridos que ni el programa de Susana Moscatel y Jairo Calixto pueden acallar.
Bueno, la verdad es que han pasado mil horas desde que comencé a escribir este post y nomás no puedo terminar, ¡caray!
Todo es por correr de un lado al otro, cumpliendo caprichos y enderezando los jorobados gustos de mi tirano enfermo.
Dios, ya no puedo más. Me vuelvo muy gruñona, muy mala mamá.
Y ¿cómo puedo revertir toda esta vibra negativa? ¡no lo se!, sólo se que estoy a punto de volverme (más) loca y encima de eso, no puedo encender ni un piut cigarro por no agravar más las dolencias de mi Mats.
Pero, ¿saben cual es el peor momento del día?
La noche, cuando mi hijo duerme.
Porque es cuando el maldito remordimiento acude por su cuota diaria.
No se qué más decir.
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