viernes, 30 de diciembre de 2011

You say "Good bye" and I say "Hello"...

Así como tantas personas nos han dicho "adiós" a lo largo del año, también es cierto que el ciclo continúa y saludamos alegremente a lo que está por venir (¡que no el porvenir!)
Amigos, romances de verano, kilos de más y de menos (éstos últimos, los menos probables), cambios de casa, de rutinas y de vida en general, todos ellos han pasado y trapeado con sus historias a la siempre alerta cual zuricata, Gatería.
Mientras Mateo juega alegremente a aventar las esferas como si fueran manzanas recién cortadas, yo intento resumir lo que ha sido éste año y, lo que con fe y convicción en la máxima deidad existente, espero que sea el siguiente. Se que ésto último suena bastante "naif" pero lamentáblemente la esperanza es defecto de algunos humanos como yo, que con base en experiencias pasadas, ya no tiene más que perder.
Pero antes de ponernos sentimentales y de derramar las de Villadiego, sépanse que éste año tuvo sus cosas buenas. Dejando de lado mi encuentro cercano del tercer tipo con los meros malosos de éste país, éste ciclo por concluir ha sido de los más productivos en cuanto a crecimiento personal (tanto, que hasta Gaby Vargas estaría orgullosa de mi) y me ha dejado un gran sabor de boca el darme cuenta que, aunque se sufra y no se tenga "tooooodo" en la vida, lo más importante es  tomar conciencia de nuestras acciones y hacernos responsables de ellas. Aunque duela, aunque en el camino se pierdan "amigos", orgullo, dinero y amor, nada causa más felicidad que el saberse libre en el sentir, en el pensar y en el actuar.
Y bueno, (dejaríamos de ser humanitos) también están los logros materiales y de ellos doy gracias por tener "con qué" mantener sano, feliz y productivo -amén de ocupado- a mi muy amado Matiuski, cómplice de múltiples aventuras, sinsabores y disparates que también hemos protagonizado a lo largo del año (como el de su primer encuentro con la cafeína... ay dios, ¡nunca en la vida...!)
Por cierto, el Matius ya anda rondando por mi escritorio para que le haga caso (y tiene formas TAN sutiles como el poner su flota de camiones sobre el teclado), así que no me queda más remedio que despedirme de ustedes por éste año agradeciéndoles, como siempre, por el favor de su preferencia. Yo se que habemos much@s contándo nuestras cuitas por ahí, pero el hecho de que escojan a La Gatería para reir y llorar, es algo invaluable para mi...
¡YA!, ¡Dije que no iba a llorar!
Que no nos falte salud y conexión inalámbrica gratuita el próximo año, para seguir compartiéndo drama, majaderías y atentados contra el sentido común.
Feliz fiesta de Fin de Año y no se me vayan a atragantar con las uvas, que de por sí son menos cinco lectores de siempre...


¡Órale 2012, éntrale que aquí ya te estoy esperando!




martes, 27 de diciembre de 2011

LO QUE NO FUE...


Han pasado los mismos años que narra cierto poema romántico.
Si lo que aquí escribo llega a insultar tu sensibilidad o pudor, además de tu anonimato, te pido que postergues la lectura para cuando los años y las canas te sienten mejor.
Lamenté que hayas sido mi hombre ideal y que el desconcierto de nuestra propia naturaleza nos haya impedido concretar lo que se pensó, fue un sueño de mediana juventud.
Sólo tuvimos dos ciudades para amarnos, si acaso aquello fue “amor”.
Las mismas ciudades que quedaron selladas para no retornar a los mismos viejos hábitos de perdernos y encontrarnos en distintas circunstancias.
Ahora puedo describirlo todo con un dejo amargo bajo los labios, con las ronchas que deja el tiempo muerto entre cordónes de teléfonos y postales imaginarias. Tal vez Chopin nos cobije durante las madrugadas solitarias y cuando las “Polonesas” hieran los oídos tercos, estúlticos de tanto esperar las palabras olvidadas, descubramos lo que hemos dejado ir.
Aún así.
Aquello ¿qué pudo ser? ¿Casualidad, destino o una franca broma de nuestros ansiosos corazones hartos de esperar? Es ocioso tratar de entender cómo tardes de filosofía, vino tinto y humo de tus cubanos se mezclaron con mis antipáticas maneras de entender el amor. Tan despreocupante era vivir en esos días que la misma inercia nos llevó a los brazos de uno y otro. Pero, aún así.
Cocteles de fina ironía se volvieron tóxicos bajo nuestras risas, las alas invisibles de nuestras aspiraciones encontraron su lugar en habitaciones dulces, dulcísimas, de guayaba y membrillo.
Viajes en tren que terminaron narrados en cassete y muchas conchas y caracolas durmiendo dentro de las mochilas.
Pero, ¿por qué reprochar lo que no estaba destinado a ser si en el entendimiento primitivo todo era tan claro?
Tal vez porque lo inexistente siempre deja un polvo extraño bajo los párpados cansados, bajo el enorme peso de la duda.
Bajo la simple danza de los deseos insatisfechos y los afanes malogrados.
Aún así, tus regalos deberían de llegar...

viernes, 23 de diciembre de 2011

¡Feliz Navidad!

Bueno, ya falta un poco menos para que la mayoría recibamos a la Navidad.
Fuera de posers, grinchs, fanáticos religiosos y niños pedinches (y uno que otro adulto contemporáneo muy conectado con su "Peter Pan"), la festividad no deja de tener su encanto y emoción.
Cuando la vida se contempla desde un poco más arriba de la escala espiritual evolutiva, la Navidad ya no huele a pino contrabandeado, a pierna al horno de la tía Margot ni a juguete emplomado made in China.
La Navidad huele a santidad, a paz interior, a luz matinal de un nuevo día.
...
Pero ese no es mi caso...
La navidad en casa de Dana huele a sal de mar por recuerdo a mi hermano Davide, hoy ciudadano cancunense. Huele a gato recién llegado y a una rica mezcla de galletas de miel con café y ponche, además de mandarinas y cañas guardadas en el clóset del Matius.
Descubro que la navidad es más allá de estrenar un lindo outfit, de tener a alguien a quién besar bajo el muérdago, con mariposas multicolores revoloteando en la panza (aunque lo extraño). Es más que estresarme por no encontrar los tíckets de compra, facturas y notas de los juguetes que "Santa" le traerá a Matiuski y un poco más allá de añorar que todo fuera perfecto para entonces sí, poder ser feliz.
De qué me sirve renegar de mis raíces religiosas si lo que más necesito es creer que hay un ser superior a mis fuerzas, a mis entendimientos y a mis mortales posibilidades. Y mi necesidad parte no de una salvación material y palpable, no de un "híjoles, qué hueva me da organizar mi vida...échame una mano ¿no, Chuchín?"
Es la necesidad de expandir mi alma y alcanzar a todos aquellos que necesitan un consuelo, un poco de amor  o simplemente la certeza de saber que existen, por el hecho de ser reconocidos por alguien más.
Sip, me llegó la hora de compartir lo más profundo de mi ser, aquello que no muestro más que cuando se que hay merecimiento de confianza o un profundo vínculo personal.
En este caso, lo compartiré con ustedes, mis menos cinco fidelísimos lectores de siempre. Conozcan lo mucho que los amo por la sola razón de compartir uno o varios momentos alegres, por la satisfacción que me brindan al disfrutar cada palabra que aquí medianamente se piensa (¡oigan, no puedo pensar y sentir al mismo tiempo!, ¡Nuncamente he podido!)
Y sin muchos aspavientos y/o parafernalia, les deseo la mejor de las Navidades.
Estoy segura que la tendrán porque el momento es aquí y ahora.
La felicidad es hoy.

¡FELIZ NAVIDAD!

viernes, 16 de diciembre de 2011

BICENTENARIO GATUNO

¡No lo puedo creer, ésta y no otra es la entrada número 200 de la siempre vapuleada y trapeada Gatería!
Guaaaau! (o tal vez quiera decir "miaaauuu")
¿Qué no ha pasado en cien publicaciones más?
De todo, queridos menos cinco lectores de siempre. De todo.
Pero obviemos temas obvios y tristes; dejémos de lado las cuestiones políticas y personales. Esta vez no mencionemos lo cotidiano en un sano ejercicio de festividad y relajémonos hasta tal punto en que yo comience a contar intimidades bastante secretas.
JA! No.
Sólo queda agradecer el detalle de su fina y agradable paciencia para leer éste y otros dislates, se necesita valor para aceptar que se es lector de La Gatería, más que nada  por su maldita costumbre de tratarse de un blog personal de una treintona que no hace mas que quejarse de la vida, de sus citas fallidas, de lo mal que ve el  mundo y de las muchas piruetas que realiza para vivir medianamente feliz, en un lugar hostil llamado "su cerebro".
Por ello, de nuevo gracias por parar de cuando en cuando para enterarse de qué va mi vida en ese momento.
 Han quedado temas en el tintero de ésta semana pero quiero comentarles dos cosas:
1) Para no variar, he descubierto que a pesar de tener los años que tengo, aún sigo sin saber cómo rayos conquistar a un hombre.
2) A pesar de todas las advertencias y experiencias desagradables con los motores de seis cilindros, el día de hoy escribo desde la compu de mi mecánico de confianza (ver Gatería de fecha 14 de enero de 2011) porque resulta que el radiador de mi camioncita se ehmmm.... digamos... er... pues ya no funciona.
Y bueno, qué más quisiera yo quedarme aquí a echar el chal, pero el Matius ya está sacando de quicio a Don Rubén  con sus mil y un "por qués".
Gracias, vamos por otras cien más!

viernes, 9 de diciembre de 2011

Viene, viene.. quebrándose...quebrándose...

Este post, a decir por el nombre, no es acerca de mis peripecias mientras conduzco. Ni de cómo es que aún sigo manejando tan pésimamente mal a pesar de hacerlo casi diario.
Este post es (espero yo) una especie de catársis para liberar a mi cuerpo/alma de un dolor que se ha ido acumulando y que inexplicablemente no logro ni entender, ni sacar de mi.
Les contaba ayer que me sentía del nabísimo por una gripa que si bien no sería la última que padecería en la
vida, si es como que lo último que me faltaba para acabar de sentirme terriblemente mal y ¡bueno!, en algún punto tenía que quebrárme y sacar todo lo que se me fue juntando en los últimos días.
No pude escoger mejor momento que la hora del cuento con Mateo.
 Me precio de ser una mamá que impulsa y promueve la lectura, así que esta hora es sagrada para él y para mi; nos acomodamos en su camita y comienzo a contarle la historia haciendo mil voces y efectos especiales. Pues nada, que a medio camino de "Woody" y "los chicos" a "Sunnyside" , que se me quiebra la voz.
Se me quebró la voz y con ello el llanto encontró un escape en el cual se enjuagaron muchas frustraciones de días y tal vez años. Mateo se quedó un tanto perplejo y solo atinó a abrazar a su llorosa madre que ardía de pena pero que le pedía continuar con el relato otro día. Apagué la luz, salí de su cuarto y aquí me tienen, escribiéndo a la luz de 57 megabytes por minuto.
Dije que me sentía frustrada. Es cierto.
Me siento frustrada de dedicar el 95% de mi tiempo a interactuar con Mateo y que de repente, sin decir "agua va", cambien sus preferencias hacia su padre. Lo entiendo hasta cierto punto. La mayoría de las veces el padre ausente es el más querido, el más añorado, el más extrañado. Y la mamá, que está todo el día bailando al ritmo de "siéntate bien, haz la tarea, recoge tu plato, ahorita jugamos" es la pesada insufrible.
Ya se, son condiciones intrínsecas en la relación parental, no he descubierto el hilo negro, viva Freud y sus ene mil discursitos. Pero duele.
Duele porque he puesto todo, todo mi corazón en hacerlo feliz, en mantenerlo sano y cuerdo y que a la hora de sus eventos importantes, no quiera participar hasta no ver a su papá. ¿Y si papá no llega?
Lo siento, nada me ha partido más el corazón.
¿Qué hacer? ¿Acostumbrarme a ser invisible? ¿En quién encuentra consuelo mamá? ¿En su familia de origen? ¿...?
Ese tema ni me lo toquen ahorita porque me suelto a berrear otro poco más.
Resulta que mi hermano Davide, mi único hermano, el famosísimo Dr. Mitocondria, se va a Cancún a terminar sus estudios de medicina.
Se que suena raro, que no tiene lógica pero así es. Mi hermano ha decidido hacer su internado en las paradísíacas playas del caribe y se va. Un año.
Para quien no lo sepa, amo a mi hermano casi como se ama a un hijo, puesto que le llevo nueve largos años y prácticamente hemos estado juntos en las buenas y en las malas. Y se que tenemos cosas sin resolver o más bien, yo tengo cosas sin resolver con él; cosas que le cuentas a tu terapeuta y que una no debería estar despepitando en un blog de medio pelo. Por ende, el que se vaya me deja con una interrogante muy grande y con un sapo más que tragar.
Y pues nada, que en esas y en muchas otras ando. Un poco apenada pues no es mi intención incomodar a nadie, ni amargarle la existencia ni mucho menos. Son cuestiones que ahorita, a las 22:23 me están doliendo y exigen una salida.
Como tantas otras veces, tendré que tomar mi propio consejo y decir: "Esto también pasará. Vívelo con un sufrimiento gozoso; en la esperanza de saber que pronto terminará".
...


jueves, 8 de diciembre de 2011

Achúuuuuuuuuuuu!!!

En la sesión de ayer, el clóset fue un tema importante.
Decía la psicóloga que el clóset representa el inconciente y que cuando uno enferma de gripa -la cual, según los preceptos de la medicina alternativa o algo así, significa "confusión mental"- lo más recomendable es limpiar el clóset pues de ésta manera se ordenan los pensamientos y la gripa se disipa.
A ciencia cierta no lo se y creo que no lo comprobaré pues me siento muy cansada y muy triste por estar enferma de un virus que se, es inevitable contraer y máxime si en casita vive muy feliz y quitado de la pena una persona que es foco contínuo de infecciones.
Y bueno, finalmente y dejando de lado mi perpetua lucha adolescente contra los consejos sabios de mi madre, no me queda más que darle puntos y reconocerle méritos cuando ella bien afirmaba en ese entonces (con tonito de "te lo dije" y "¿qué vas a saber más que yo?") que yo me enfermaba de la gripa o de la panza cuando debía enfrentar retos importantes: llámense exámenes, truenes con el novio en turno -los cuales, por cierto, llegában a mi casa para platicar con mi mamá y ponerse a llorar... jijiji... ¡lo juro!- o decisiones que marcarían el rumbo de mi siempre extraviada y dispersa vida.
O sea, que aunque me estoy haciendo guaje y lamentándome de lo lindo por cuanto rincón me brinda un poco de sombra, hay tela de donde cortar y en mi caso se que hay cosas que no pueden esperar más y que el enfermarme no es más que una llamada de atención de mi cuerpo para que ponga orden ¡IPSO FACTO! a lo que me ronda en la cabezota.
¡Porque aparte mi gripa es bien estúpida! O sea, no es una gripa bonita donde te traen caldito de pollo y tecitos herbales a la cama, ni hay quién está haciéndome piojito y hablándome chiqueadito :"¿Quierech mách chopita?", ni siquiera es la gripa donde estoy tumbada en camita con chingos de cobertores, que harían  palidecer de envidia a los saunas de Tacubaya (me han contado).
No es la gripa donde estoy vestida como indigente de viaducto, con pants, sudadera cafetacvbosa, abrigo y gorro orejero, a decir de guantes muppetosos y bufanda en colores rastas, con mis omnipresentes -y apestosas- pantunflas rosas peluche. Y menos es la gripa que te da el pretexto de desconectarte del mundo y decir: "puedes rodar sin mi y no pasa nada" (#ayajá, cálmate "salvadora del mundo mundial"). Quiero decir, no es la gripa donde puedo delegar funciones y responsabilidades para poder dormir tranquilamente un rato sin el apuro de: despierta al niño, baña al niño, viste al niño, alimenta al niño, prepara la mochila de natación del niño, lleva al niño a la escuela y regresa a tu casa a resolver todo el caos matutino que deja el niño en tus escasos 10 metros cuadrados... Y luego vuelve por el niño, para que las siguientes seis horas la misma rutina se repita con sus muy cuestionables variables.
Y si busco un poco de consuelo, se que me voy a dar un portazo en la nariz, porque inevitablemente, la vida de los demás va corriendo paralela, perpendicular o simplemente en sentido bien opuesto a la mía. Y que no es que eso esté  bien o mal; es que he llegado un tanto cuanto tarde y ya han repartido las fichas de admisión. Y claro, yo no alcancé por estar papaloteando.
Como siempre me sucede cuando me enfermo de una estúpida gripa.



viernes, 2 de diciembre de 2011

CHICKFLIKEAME LA NAVIDAD...

Ya llegó la época en donde los más profundos deseos consumistas al fin tendrán un escape; la época que da el pretexto perfecto para abrazar a Conchita de Contabilidad y pedirle de favor que si nos borra unas cuantas faltitas, a cambio de una generosa botella de rompope.
Es la época en la que la Ciudat más hermosa del orbe, la siempre caótica y patidifusa Ciudad de México se vuelve Nueva York y todos los intelectuales tenemos foro para salir y exponer las frustraciones cursilonas que callamos durante todo el fuckin' año (Amén de tener la excusa perfecta para lucir nuestros trapitos "made in Condechi" y presumir botas largas, abrigos largos, bufandas largas y la clásica boina parisina -pero que fue comprada en Liverpool- dándonos el look de "soy newyorker de pura cepa")
Ajía, ajía, ajía.
Poes nada, la neta es que estoy grincheando de lo lindo y qué y qué.
Ya saben -porque si son fieles lectores, se acordarán que lo dije el año pasado- que a mi la Navidad realmente me pone. Es la época más feliz del año para mi y la rú. Pero ésta vez no atino a saber qué carámbas pasa en mi flaco corazón de arándano que no me puedo emocionar ni tantito.
Ok, a lo mejor es muy adelantado imaginar que toda la temporada me la pasaré con jeta verde y gruñendo a la menor provocación cada vez que alguien se acerca con "Jingle bells" como ringtone (¡es que hay un límite, por dios!) Tal vez cuando me toque ver a Mateo en su traje de ratita y bailando "El Cascanueces" me reconcilie con el christmas mood y hasta termine yendo a la Casa de los Amigos a cantar los tradicionales villancicos en inglés. O quizá hasta acabe comiendo fruitcake (¡Wácala de perro!)
Sí, si se que me pasa. No, no tiene que ver con que de repente mi "pastillita de la felicidad" me ha ubicado en tiempo y lugar y me sienta anticuada para ello. Es que cuando levantas la vista al horizonte y te encuentras una nubesota negra tapando tu arcoiris, a veces es más fácil caminar hacia el lado oscuro (Luke...-bufido-....soy....-bufido-...tu padre...JAJAJA!! ...#ok,not)
O no, a lo mejor es que me siento un poco agobiada por el tema de "...todo es felicidad, hey!".
O simplemente estoy de mal humor porque hace frío y muero por estar acurrucada contigo, tomando café y platicando de la insoportable levedad del ser, en vez de estar corriendo como ardilla clonazepámica.
O tal cual: Charlie Brown tenía razón y la navidad es deprimente.
Con o sin Snoopy.