Así como tantas personas nos han dicho "adiós" a lo largo del año, también es cierto que el ciclo continúa y saludamos alegremente a lo que está por venir (¡que no el porvenir!)
Amigos, romances de verano, kilos de más y de menos (éstos últimos, los menos probables), cambios de casa, de rutinas y de vida en general, todos ellos han pasado y trapeado con sus historias a la siempre alerta cual zuricata, Gatería.
Mientras Mateo juega alegremente a aventar las esferas como si fueran manzanas recién cortadas, yo intento resumir lo que ha sido éste año y, lo que con fe y convicción en la máxima deidad existente, espero que sea el siguiente. Se que ésto último suena bastante "naif" pero lamentáblemente la esperanza es defecto de algunos humanos como yo, que con base en experiencias pasadas, ya no tiene más que perder.
Pero antes de ponernos sentimentales y de derramar las de Villadiego, sépanse que éste año tuvo sus cosas buenas. Dejando de lado mi encuentro cercano del tercer tipo con los meros malosos de éste país, éste ciclo por concluir ha sido de los más productivos en cuanto a crecimiento personal (tanto, que hasta Gaby Vargas estaría orgullosa de mi) y me ha dejado un gran sabor de boca el darme cuenta que, aunque se sufra y no se tenga "tooooodo" en la vida, lo más importante es tomar conciencia de nuestras acciones y hacernos responsables de ellas. Aunque duela, aunque en el camino se pierdan "amigos", orgullo, dinero y amor, nada causa más felicidad que el saberse libre en el sentir, en el pensar y en el actuar.
Y bueno, (dejaríamos de ser humanitos) también están los logros materiales y de ellos doy gracias por tener "con qué" mantener sano, feliz y productivo -amén de ocupado- a mi muy amado Matiuski, cómplice de múltiples aventuras, sinsabores y disparates que también hemos protagonizado a lo largo del año (como el de su primer encuentro con la cafeína... ay dios, ¡nunca en la vida...!)
Por cierto, el Matius ya anda rondando por mi escritorio para que le haga caso (y tiene formas TAN sutiles como el poner su flota de camiones sobre el teclado), así que no me queda más remedio que despedirme de ustedes por éste año agradeciéndoles, como siempre, por el favor de su preferencia. Yo se que habemos much@s contándo nuestras cuitas por ahí, pero el hecho de que escojan a La Gatería para reir y llorar, es algo invaluable para mi...
¡YA!, ¡Dije que no iba a llorar!
Que no nos falte salud y conexión inalámbrica gratuita el próximo año, para seguir compartiéndo drama, majaderías y atentados contra el sentido común.
Feliz fiesta de Fin de Año y no se me vayan a atragantar con las uvas, que de por sí son menos cinco lectores de siempre...
¡Órale 2012, éntrale que aquí ya te estoy esperando!
Amigos, romances de verano, kilos de más y de menos (éstos últimos, los menos probables), cambios de casa, de rutinas y de vida en general, todos ellos han pasado y trapeado con sus historias a la siempre alerta cual zuricata, Gatería.
Mientras Mateo juega alegremente a aventar las esferas como si fueran manzanas recién cortadas, yo intento resumir lo que ha sido éste año y, lo que con fe y convicción en la máxima deidad existente, espero que sea el siguiente. Se que ésto último suena bastante "naif" pero lamentáblemente la esperanza es defecto de algunos humanos como yo, que con base en experiencias pasadas, ya no tiene más que perder.
Pero antes de ponernos sentimentales y de derramar las de Villadiego, sépanse que éste año tuvo sus cosas buenas. Dejando de lado mi encuentro cercano del tercer tipo con los meros malosos de éste país, éste ciclo por concluir ha sido de los más productivos en cuanto a crecimiento personal (tanto, que hasta Gaby Vargas estaría orgullosa de mi) y me ha dejado un gran sabor de boca el darme cuenta que, aunque se sufra y no se tenga "tooooodo" en la vida, lo más importante es tomar conciencia de nuestras acciones y hacernos responsables de ellas. Aunque duela, aunque en el camino se pierdan "amigos", orgullo, dinero y amor, nada causa más felicidad que el saberse libre en el sentir, en el pensar y en el actuar.
Y bueno, (dejaríamos de ser humanitos) también están los logros materiales y de ellos doy gracias por tener "con qué" mantener sano, feliz y productivo -amén de ocupado- a mi muy amado Matiuski, cómplice de múltiples aventuras, sinsabores y disparates que también hemos protagonizado a lo largo del año (como el de su primer encuentro con la cafeína... ay dios, ¡nunca en la vida...!)
Por cierto, el Matius ya anda rondando por mi escritorio para que le haga caso (y tiene formas TAN sutiles como el poner su flota de camiones sobre el teclado), así que no me queda más remedio que despedirme de ustedes por éste año agradeciéndoles, como siempre, por el favor de su preferencia. Yo se que habemos much@s contándo nuestras cuitas por ahí, pero el hecho de que escojan a La Gatería para reir y llorar, es algo invaluable para mi...
¡YA!, ¡Dije que no iba a llorar!
Que no nos falte salud y conexión inalámbrica gratuita el próximo año, para seguir compartiéndo drama, majaderías y atentados contra el sentido común.
Feliz fiesta de Fin de Año y no se me vayan a atragantar con las uvas, que de por sí son menos cinco lectores de siempre...
¡Órale 2012, éntrale que aquí ya te estoy esperando!