Fui una incauta/crédula de la suerte gitana que habitaba en las cadenas de mails.
Y siiiiiii, confieso again, llegué a seguir sus instrucciones al pie de la letra. El sólo hecho de pensar que algo malo pudiera ocurrirme o que por el contrario, nada bueno pudiera sucederme, hacia de mi, una presa fácil para ese tipo de alienado entretenimiento.
Me da risa reconocerlo pero así fue. Ahí me tienen sentada frente a mi Compaq del año de la canica, leyendo los mails que me mandaba mi prima Lluvia con un pensamiento de "unete a los óptimistas", o una carta donde pedían dinero para las víctimas del Tifón en Bora Bora, o un mail desgarrador de amorrr, donde uno de los dos novios moría y te pedían que para que no se muriera el tuyo, hicieras el ciber ritual de mandarselo a 10 personas en un lapso de 10 minutos y que por cada persona que lo enviaras, un deseo se te cumpliría cerca de la media noche y ¡hasta mandaban testimonios de gente favorecida por los milagros recibidos!...puuuts!, eso sí que era alentador.
La verdad, sigo sin saber cual es el fin o quien gana lana con esto del chantaje mailero, digo, mínimo pa darle las gracias por tantos ratos de solaz y esparcimiento (Jairo Calixto A. dixit), porque en honor a la verdad y ahorita que me acuerdo, la esperanza de que fulano me pelara o que me encontrara una bolsa retacada de dinero, era como adrenalina para continuar en la vida, la neta.
Ahora hay cosas más tangibles que cumplen con esa función, como mi par de marmotas, pero cada que recibo una cadena...miento madres y las borro! ¿Qué? ¿a poco creían que me ponía nostálgica y acordaba de mis años de juventú? Nel, ahora si que me cagan.
