Epifanía, aparte de ser el nombre de una comadre de mi abuela, es lo que se conoce como "una revelación gozosa e inesperadamente inspiradora". (¿Qué quieren?, ¡la definición de la RAE era espantosa!)
Tiene varias connotaciones religiosas, pero como en este blog sabemos que nuestro lugar en el infierno está prácticamente asegurado -velis nolis-, lo tomaremos en un sentido puramente metafórico, así las buenas conciencias están contentas y nosotros también. Sí, "nosotros", porque ustedes y yo vamos en el mismo barco, derechito a la ver...no.
En fin; conque la epifanía, ¿no? Y ¿cómo funciona?
Se supone que uno se encuentra regodeándose de lo lindo en la estoicidad de la vida, viendo las vacas pastar o a los vagoneros pregonar cuando de repente ¡EPIFANÍA! Aparece la revelación...
Tal cosa puede significar que de un momento en el que estaban prácticamente sorbiéndose los mocos, ustedes descubren que hay algo que más allá en su cotidianidad, un "plus" que nunca notaron y que en un instante les ha sido revelado. Puede ser que les vino una idea brillante para un negocio de venta de corcholatas al mayoreo o la imagen de ustedes mismos respondiéndose ESA pregunta que no dejaba de dar vueltas en su cabeza y la cual archivaron por considerarla imposible de resolver.
La revelación de saber que podemos expandir nuestra mente o nuestras ideas o de resolver nuestros problemas con solo seguir sencillos pasos es algo equivalente a un orgasmo mental.
No inventen, ¡qué delicioso es sentir que nuestra mente es infinitamente poderosa y truculentamente precisa!
Pero bueno, no todo es tan mágico como parece.
Para llegar al punto epifánico-orgásmico se necesita que "algo" habite el Penthouse de tu cuerpo. Exácto, el cerebro.
Si, queridos menos cinco (¡Oigan, deberíamos hacer una película que se llame "El club de los menos cinco"! ¡Guau, eso sí que fue epifánico!) lectores de siempre, si quieren recibir ese chispazo, lo primero que se necesita es una mente bien provista de conocimiento e información; de conceptos, vaya.
Cuando uno se encuentra trabajando febrilmente sobre un tema, necesariamente tiene que pasar por un proceso de información, nada produce nada. No esperen a que mágicamente les llegue la caravana de inspiración y les regale cubetas llenas de ideas.
Ejercíten la imaginación. Déjense llevar por sus impulsos creativos, no se trata solamente de seguir las reglas. En el arte de crear se necesita la transgresión. Es imposible ser políticamente correcto, estrictamente moralino, perfectamente bien peinado y planchado y pretender ser una mente libre e imaginativa para crear.
Neta, aléjense de gente tóxica que solo pretende acallar la melodía de su mente, de su ser. Si son criticados, vilipendiados o exhibidos por dicha gente, piensen en lo tristes, grises y anodinos que son por no permitirse salirse de sus convencionalismos.
La creación no se limita a escribir libros, ni a resolver ecuaciones perfectas, ni mucho menos a construir casas y edificios. Va más allá de haber estudiado una carrera, de ser la más aplicada del salón o la "honoris causa" de la casa. Se trata de querer hacer más de lo ya conocido. Dígase de una sopa o de una pintura... ¡hasta en el sexo se dan las epifanías!
Un@ mism@ es su propia obra. Conózcanse, estúdiense, ámense... diversifíquen su ser y su quehacer día a día y sobre todo, respeten el esfuerzo de otros por trascender.
Quiero leerlos la próxima semana (ya saben dónde: lafillechiat@yahoo.es) y que me cuenten lo creativos y epifánicos que se pusieron en este fin de semana...
¡Noooo, no me hablen de su salto del tigre! Por favor...
Tiene varias connotaciones religiosas, pero como en este blog sabemos que nuestro lugar en el infierno está prácticamente asegurado -velis nolis-, lo tomaremos en un sentido puramente metafórico, así las buenas conciencias están contentas y nosotros también. Sí, "nosotros", porque ustedes y yo vamos en el mismo barco, derechito a la ver...no.
En fin; conque la epifanía, ¿no? Y ¿cómo funciona?
Se supone que uno se encuentra regodeándose de lo lindo en la estoicidad de la vida, viendo las vacas pastar o a los vagoneros pregonar cuando de repente ¡EPIFANÍA! Aparece la revelación...
Tal cosa puede significar que de un momento en el que estaban prácticamente sorbiéndose los mocos, ustedes descubren que hay algo que más allá en su cotidianidad, un "plus" que nunca notaron y que en un instante les ha sido revelado. Puede ser que les vino una idea brillante para un negocio de venta de corcholatas al mayoreo o la imagen de ustedes mismos respondiéndose ESA pregunta que no dejaba de dar vueltas en su cabeza y la cual archivaron por considerarla imposible de resolver.
La revelación de saber que podemos expandir nuestra mente o nuestras ideas o de resolver nuestros problemas con solo seguir sencillos pasos es algo equivalente a un orgasmo mental.
No inventen, ¡qué delicioso es sentir que nuestra mente es infinitamente poderosa y truculentamente precisa!
Pero bueno, no todo es tan mágico como parece.
Para llegar al punto epifánico-orgásmico se necesita que "algo" habite el Penthouse de tu cuerpo. Exácto, el cerebro.
Si, queridos menos cinco (¡Oigan, deberíamos hacer una película que se llame "El club de los menos cinco"! ¡Guau, eso sí que fue epifánico!) lectores de siempre, si quieren recibir ese chispazo, lo primero que se necesita es una mente bien provista de conocimiento e información; de conceptos, vaya.
Cuando uno se encuentra trabajando febrilmente sobre un tema, necesariamente tiene que pasar por un proceso de información, nada produce nada. No esperen a que mágicamente les llegue la caravana de inspiración y les regale cubetas llenas de ideas.
Ejercíten la imaginación. Déjense llevar por sus impulsos creativos, no se trata solamente de seguir las reglas. En el arte de crear se necesita la transgresión. Es imposible ser políticamente correcto, estrictamente moralino, perfectamente bien peinado y planchado y pretender ser una mente libre e imaginativa para crear.
Neta, aléjense de gente tóxica que solo pretende acallar la melodía de su mente, de su ser. Si son criticados, vilipendiados o exhibidos por dicha gente, piensen en lo tristes, grises y anodinos que son por no permitirse salirse de sus convencionalismos.
La creación no se limita a escribir libros, ni a resolver ecuaciones perfectas, ni mucho menos a construir casas y edificios. Va más allá de haber estudiado una carrera, de ser la más aplicada del salón o la "honoris causa" de la casa. Se trata de querer hacer más de lo ya conocido. Dígase de una sopa o de una pintura... ¡hasta en el sexo se dan las epifanías!
Un@ mism@ es su propia obra. Conózcanse, estúdiense, ámense... diversifíquen su ser y su quehacer día a día y sobre todo, respeten el esfuerzo de otros por trascender.
Quiero leerlos la próxima semana (ya saben dónde: lafillechiat@yahoo.es) y que me cuenten lo creativos y epifánicos que se pusieron en este fin de semana...
¡Noooo, no me hablen de su salto del tigre! Por favor...
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