viernes, 28 de febrero de 2014

Pa' no dejar...

Cuando el Matius se encuentra "de vacaciones" el último viernes de cada mes, me entran ganas de acurrucarme a su lado, comerme los dulces que deja a la mitad y sentir esos mini bracitos que poco a poco se van haciendo más y más largos. Tanto, que al rato habrá que comprar -¡otra vez!- el maldíto uniforme (cof, cof)
En esas andanzas nos sorprendió esta hora, cuando más bien ya estoy recibiendo los clamores de amor/odio/indiferencia que La Gatería les provoca y fíjense, no tengo tema que desmenuzar.
Mejor.
Así no me comprometo a contarles nada personal que luego andarán usando a beneficio suyo bajo el supuesto "si ella lo hace, yo por qué no". No se hagan, la otra vez escuché a una señora en el súper que animádamente platicaba con otra sobre el contenido de éste blog y el impacto que le causó una entrada en la que les hablo de buscar su propia felicidad a costa de lo que sea. "De lo que sea", afirmaba categóricamente con los ojos (maquilladísimos) bien abiertos y las cejas (tatuadísimas) bien alzadas... ¡ay dios!
¡Claro que les estoy mintiendo, queridos menos cinco lectores de siempre!
En primera, este apestoso blog no pasa de 3 visitas al mes y en segunda, jamás se me ocurriría plantear el asunto de la felicidad personal de esa manera.
Ya aclarado este malentendido, sí voy a decir dos que tres cosas que sí son ciertas:
1.- Sí me gusta pensar en que la felicidad se debe alcanzar a costa de lo que sea, siempre y cuando "lo que sea" se refiera a obstáculos personales y no de índole familiar, pues bajo este supuesto se han escrito muchas canciones que las señoras de supermercado han llevado a los primeros lugares de popularidad; canciones como "...oye cucú, papá se fue..." o la sufridísima rola que dice más o menos "Díle a tu mamáaaaa, que yo la quiero mucho y también a ti..." Don't f*ck me!
2.- En caso de que las señoras de supermercado hablaran de éste blog, me gustaría que lo hicieran en términos de socarronería y no como una guía imprescindible de vida, pues es sabido que nadie tiene la verdad absoluta (y no, no hablo del "Nadie" que dejó ciego al Cíclope. Oh cielos, la anterior frase suena más a albur de barrio que a una clara referencia a la Odisea) 
Y ya entrados en confianza, me les voy.
El día de hoy puede pasar como un viernes anodino, donde lo único rescatable es el pan con nutella que estoy pronta a engullir.
Disfruten su fin de semana, queriditos...

P.D. Por si han quedado con una ligera sensación de "¿qué pedo con ésta vieja?", hago valer la advertencia inicial. Claramente les dije que hoy no había tema qué desmenuzar y ¡miren! no me equivoqué.
Chau, chau.

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