viernes, 14 de febrero de 2014

L'amour.

Puede que sea un cliché el que casualmente coincida el retorno de La Gatería con esta fecha, donde millones en el mundo se dan besitos esquimales, franceses y hasta polacos (El mundo, eterno socarrón)
Tal vez así está dispuesto en la agenda estelar de la constelación de Alfa Centaury, tal vez sea solo el natural cauce de mis sentimientos, que poco a poco van encontrando alivio.
El amor es cosa seria, chicos. Hay mucha teoría, poca práctica y generalmente todos salimos reprobados en algún punto de la carrera universitaria amorosa. Porque no somos perfectos, lo sabemos, y porque somos poco profesionales para hacer bien nuestro trabajo. Chambones, pues.
Pero a pesar de esta afirmación, yo estoy equivocada. Nadie, chaparritos y chaparritas somos lo suficientemente doctos para señalar categóricamente quién sí y quién no sabe amar. Es puro instinto. Es pura gana de ser uno con el todo.
Para mi Matius el amor es escuchar a su madre trajinar en la cocina con la batidora, pensar con cierta desilusión "es que prepara chiles rellenos para papá" y luego sorprenderse gratamente con que eran unos panquekis para su merienda.
Para mi amar es notar el complejo sistema satelital que mis acciones han desarrollado y sentir de regreso la onda amorosa que ello me proporciona.
Amar también es sentir dolor ante la inmediatez de lo finito; es comprender -de putazo- que el agua no puede contenerse pues se hiede y hay que permitir que fluya, como la vida. Ojalá la vida fuera como los 15 libros que se encuentran empezados en mi baño-biblioteca: que cuando la trama se pone densa, cambio de lectura para alejar el sinsabor momentáneo. Obviamente no es así y los capítulos más dolorosos de la vida no admiten ser dejados para otra ocasión, tal vez para cuando uno tenga 79 años y la morfina se encuentre en dosis mortales en el cuerpo.
Este tiempo aprendí que hay que amar el dolor, sostenerlo, mirarlo a los ojos y sonreir. Hay que amar a lo que nos causa dolor y tener esperanza ante la posibilidad de la luz venidera. 
De tales experiencias también se alimenta el amor, es cierto. Hay que encarar con valentía el porvenir y seguir amando, hasta que duela pues es verdad que cuando más duele el dar (que es el epítome del amor) es cuando se perfecciona dicho sentimiento.
No queridos, no los quiero entristecer pues hay que celebrar con gozo y alegría el hoy, el momento amoroso y dopamínico que estamos viviendo en este día.
Porque así somo, ¿si o no? Nos encanta hacerle al drama en días específicos, llámese día del amor, de la amistad, de la bandera, del ejército y hasta del gato. No, chicos, no se si coincida con el día del Presidente, pero casi.
Qué este día esté pintado de corazones para ustedes y no se olviden que antes que nada, el primer amor de su vida debe ser el amor a ustedes mismos.
Gracias por su apoyo sincero en los momentos críticos que viví, sus palabras, condolencias y abrazos fueron un bálsamo para mi. No lo olvidaré, como tampoco olvidaré a la persona que con infinito amor me entregó a mi Amore, quien a su vez cooperó para que el Gran amor de mi vida se encuentré retozando en estos momentos con la Peluss.
Gracias, Chivis...

En el cielo, en la eternidad, en las estrellas... ahí está el amor también.


 

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