lunes, 22 de julio de 2013

¡Ay, carajo!

Ya esta a punto de acabar el domingo, lo más probable es que me agarre "el sereno" aquí, metida en el interné, dándole duro a la tecla y tratando de encontrarle sentido a la vida; lo usual, ya saben...
Ha concluido la primera semana de vacaciones y por lo tanto, la primera semana de las clínicas de fútbol del niño chiquito que vive en mi casa.
A partir de ese momento, mi tiempo no sólo se ha dividido aún más pues a las fiestas infantiles, las juntas escolares y a los desayunitos con las "mamiamigas" se ha sumado la actividad de llevar al crío al fútbol; he adquirido una nueva etiqueta en mi vida, la de "soccer mom" y ¡upsi daysy!, me da un chorro de ilusión.
Aún no he logrado recuperarme del todo de la impresión, queridos menos cinco domingueros lectores de siempre; el primer día del fut fue un "revival" del primer día en la guardería: niños aturdidos y papás llorosos.
De repente me visualicé en viernes a las cinco de la tarde, con toda la camioneta llena de escuincles sudados y con las rodillas lodosas, bajando hacia Periférico en busca de un McRoñas para llegar a la fiesta de Petito.
Y yo, claro, en la neura por el maldíto tráfico, la algarabía infantil y mi complejo de culpa por no disfrutar el panorama...
¿Todas las mamás pasarán por lo mismo o sólo aquellas que tenemos un número de expediente en el Sistema Nacional de Salud...mental?
En una ocasión, cuando tomé un seminario de juicios orales, el ponente preguntó que cuál había sido el reto más difícil de afrontar. Yo levanté la mano y contesté que el de ser madre. Murmullos y risitas se escucharon en la sala, pero yo seguí en mis trece, diciendo que a mi personalmente me valía madres quedarme sin testigos, siempre y cuando no me quedara sin galletas y leche en el refri, pues el veredicto por ser mala madre sería inevitablemente el de culpable. Claro, el Matius era pequeño y aún no entendía a la perfección este bisnes de ser mamá. No imaginaba que años después también estaría riéndome a causa de recordar mi ingenua respuesta...
Pero, ¿por qué les estoy contando esto?
Supongo que el punto lo perdí hace varios renglones atrás y dudo mucho que quiera ser encontrado, así que no cansaré más mis ya de por si cansadas neuronas (miren que sólo me quedan dos despiertas y ya están a punto de checar tarjeta) y me despediré por hoy con la esperanza de encontrarnos aquí, en La Gatería, el próximo viernes...
¡Feliz inicio de semana!


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