viernes, 31 de mayo de 2013

CRISIS DE LOS TREINTAS NÚMERO: ... (ya perdí la cuenta)

Qué curioso es que desde las siete pe eme estuve planeando el post del día de hoy:  me organicé unas mini notitas mentales -y unas nototas en mi libreta- y hasta busqué unos datos en la wikipedia y toda la onda, para que llegue al renglón número tres y me quede ¡congelada!, sin saber qué decir o qué escribir.
Típico de mi en todas las crisis que he vivido: quedarme congelada.
O sea, no es una casualidad que de repente los deje colgados de la lámpara, sin contestarles sus bienintencionados _________ (ponga en este espacio el artilugio de su preferencia que me haya mandado ultimamente, llámese mail, sms, wazzapper o hasta el saludo en el gym) llenos de valiosa información personal.  Ni que de repente y sin decir "agua va", bote el blog que tanto aman mis menos cinco lectores de siempre y que ya en el punto más bajo del enfriamiento neuronal por crisis emergente de los treintas, ande yo echando a la lavadora el smartphone más hermosamente configurado, aplicado y updateado del mundo, ayudando a empoderar el mito de que los teléfonos de ahora son mucho más inteligentes que nosotros. O bueno, que yo, principalmente.
Sip, no sólo el mundo, la situación económica o el brillante desempeño del "Preciso" entran en recesión, también lo hace mi ser con todas sus letras y todos sus años. Y sip, literalmente me quedo helada, de esas veces que no te mueves por temor a que tus malabareos se vayan a cuatrapear (ya me volví a chingar la semántica, carajo...); bueno, ¡he llegado a tal grado que se me adormece hasta la conciencia!
Como por ejemplo, cuando padecimos La Gran Depresión. Y no me refiero a la mía, sino a la gran depresión económica de los 80's, con todo y precio PACTO. En dicha ocasión el azúcar escaseaba y en casa sólo quedaba la que contenía la azucarera. Pues bien, a sabiendas de lo que pasaría de desperdiciarse dicha azúcar, tuve la brillante idea de echarle agua, dizque estaba jugando a "la comidita".... ¡puuuuu! congelamiento seguro.

Le doy un sorbo a mi café y trato de resumir todo lo que ha pasado en estos 25 días que no nos hemos leído y que puedan explicar por qué es que me encuentro en crisis treintañera: otro festival de diez de mayo donde fui muy obsequiada por el Matius y su patrocinadorsísimo padre, que en un evidente dejo de culpa por arrastrarnos y meternos el espíritu cruz azulino hasta por los poros (y que sirvió para maldita la cosa, debo decir. O sea, ¡ya habían asegurado el título, carambas!)  tuvo a bien regalarme unas cositash muy bonitash; festejos por el día del maestro con la consabida carrera para encontrar el regalo perfecto (que es aquel que cuesta menos de $99.99 peso y que ¡OBVIO! parece sacado del catálogo de Tane) para cinco misses; Semana Cultural en donde si, estuve metida tooooda la semana en la escuela del retoño (fue lindo, fue lindo) y un largo, muy largo -y mentalmente exháusto- etcétera.
¡Diablos!, si todo fuera tan fácil como se lee.
Cada que hago una revisión a mi vida (que contrario a lo que se piensa, es muuuuy de vez en cuando) siempre salta a la vista un déficit de tiempo. Y hablo del tiempo bueno, del que no lo sacas tan seguido no vaya siendo que se gaste.
Y, amigos, cuando a mi me falta tiempo entro en crisis.  Y me congelo. Y lloro. Y maldigo. Y me arrepiento.
Y vuelvo a llorar.
Que me falte tiempo a mi, que soy la reina del Culto a Uno Mismo, es fatal. No, no, no, peste segura.
Es como no dormir en mucho tiempo y de repente darte cuenta que estás haciendo todo en autómatico... no, esperen... ¡es no dormir en mucho tiempo y hacer todo en automático!
Y no pretendo sentirme especial por el simple hecho de que escribo en el blog que me falta tiempo y sufro bu bu bú y ya; se que la falta de tiempo es un asunto generalizado y que todos caemos en el lugar común de quejarnos -o como en mi caso, congelarnos- por no saber por dónde empezar para tener una vida updateada y funcional. Más bien, me gustaría que este espacio quede abierto (porque créanme, esta vez no tengo ni idea para una conclusión) para que cada una de las personas que lea éstas líneas aporte una  pista para administrar eficazmente el tiempo.
O yaaaaaa de perdis, nos cuente un chiste para  hacernos menos amargo el difícil -por que lo es, c'mon!- trayecto vital hacia la trascendencia. Porque todo es trasecendencia, chaparritos. 
¿O como pa qué estamos en éste mundo?
Besos, los quiero, los extraño, los pienso.
Siempre...

Dana. 



1 comentario:

Anónimo dijo...

JAJAJAJAJAJAJA EXACTAMENTE HOY CASI POR ESA MISMA FALTA DE "TIEMPO" CASI ME PIERDO ESTE POST...... YO DESDE QUE ME DIO ESA CRISIS DE LA VESICULA MAS BIEN CON CARA DE COLITIS HE INTENTADO BAJARLE 2 RAYITAS A MIS CRISIS Y CONGELAMIENTOS QUE ME DAN POR FALTA DE TIEMPO!!! ME HA COSTADO MUCHO TRABAJO PERO AHI LA LLEVO... INTENT NO ESTREZARME Y DAR PRIORIDADES EN LA VIDA... AUQNUE A VECES TOOOODO ES PRIORIDAD CARAJO!!! OK YA EJOR ME VOY, GRACIAS COMADRITA YA T EXTRAÑABA Y MUCHO!
DANNY FDEZ.