El sexo y las mujeres encueradas siempre han sido tema tabú.
A muy pocas féminas se les ha permitido que expresen abiertamente lo diestras que son en el Arte de Amar (*suspiro) y esa reflexión es suficiente para no ahondar (y ahogarnos, además) en ese tema que nos hará desgreñar a uno que otro puritano.
Pero ps como éste es mi blog y nadie me da un centavo para escribir a favor o en contra en tal o cual cosa, les platico brevemente un capítulo más de mi vidurria.
Muchas personas han conocido en primera persona mi obsesión con las revistas, periódicos y libros (entre otras cositas, pero que no vienen al caso) y los millones que la industria editorial ha ganado al tenerme como clienta frecuente.
Ni hablar de quién diablos fomentó, alentó y ha patrocinado mi vicio, pues un añito en terapia me ha enseñado a que debo dejar de culpar a mi santa madre por TODO lo que me ha pasado en la vida (¡ay, exageran de veras!) pero efectivamente, cuando de niña te compran libros "infantiles" tan ¿surrealistas? como el sombrio "La fiesta de Juan Calabaza", no se puede esperar mucho de una, mas que se le siga rindiéndo culto a lecturas tan diversas que van desde el suplemento de comics del Excélsior los domingos hasta si, la revista de mujeres liberales, liberadas y harrrto glamourousas, "la biblia" de toda chica que se respeta, la infalible revista "Cosmopólitan"... aplausos.
Hubo una época en la que prefería comer lechuga todos los días antes que dejar de adquirir "mi revista".
Cosmo fue, desde que aprendí a leer, una especie de lectura prohibida pues en aquellos lejanos años Ochenta, sus gráficos y contenidos se destacaban por presentar a las mujeres en una especie de revolución femenina en paños menores y a través del ejercicio sano de la vida sexual. Obvio, mi santa má no me dejaba a solas con semejantes lecturas que pudieran corromper a su querube, pero una se da sus mañas.
Así, desde temprana edad sentí curiosidad por todo lo que tenía que ver con ese específico universo femenino: chicas hermosas, de cierto nivel intelectual (en una época en la que mi máximo era ser secretaria -sin denostar a nadie, aclaro-.) con ropajes que sólo veía en Liverpool -porque mi mami era aún muy jóven para tales trapos- y una actitud de: "por un besito ni dos, a nadie castiga Dios. Un besito para John, Paul, George y quien se deje."
Cuando me tocó el turno de "crecer", ya mi mente se encontraba bastante perturbada y confundida, pues eran incompatibles todos mis intereses. Por un lado, quería ser una hippie desgraciada de vocho descapotable y huaraches marca Gucci (los famosos "guaraguchis"), pero por otro, quería ser esa poderosa afrodita que con lipstick rojo controlaba el universo.
En un evidente volado, ganó la chica cosmo por encima de la intelectual soñadora. Después de sellar un pacto con el diablo, me dediqué a llevar paso a paso todas las bonitas enseñanzas que emanaban de aquel libelo, que lo mismo hablaba de "Cómo llevártelo a la cama sin perder tu dulce cara" hasta "Cómo LOGRAR que te proponga matrimonio" (No bueno, recuerdo un titular buenísimo que rezaba: "Conviértete en su gatita sexual favorita"... ¡háganme el olvidado rechingado favor de siempre!)
Eran mis veintes, c'mon!
Después de unos cuantos años de serle fiel al estándar de la chica cosmo, comencé a darme cuenta que después de 24 números, las ideas se reciclaban y se publicaban sin vergüenza alguna. Nada cambiaba, los contenidos seguían siendo exáctamente los mismos: el "empoderamiento" de la mujer a través de la compra de accesorios tan caros, que francamente mis quincenas no alcanzaban ni para la mitad de lo que ahí se ofertaba. Sí, te enseñaban a coger, a modelar, a brillar y figurar en momentos clave, pero pues no era tan padre (ni tan rentable) dedicar palabras a lo que "sucedía después" y si las había, eran tan superficiales que hasta te avergonzaba que te cacharan en el Sanborns leyéndola de a grapa (una bonita costumbre, ¿qué les digo?)
Caí en el desencanto de que "La chica cosmo" sólo quería hacer de ti una mujer consumista que le valía una pura y dos con sal lo que te pasaba después de comprar los trapos que te recomendaba, de acostarte con "el bombón" que te ligabas casualmente en un bar, en "jueves de martinis".
Y bueno, la verdad es que después de tanta fiesta, una termina extrañando el sabor de la soledad y la paz mental.
Muy tarde comprendí que no debía apostar por nada ni nadie mas que por la que quien esto escribe. Ya para ese entonces, otras lecturas ocuparon mi tiempo y relegué a la chica cosmo que hubo en mi.
Lo cual no quiere decir que me convertí en la más mojigata de las mujeres a la que la palabras "hombre", "pene" y "satisfacción" la asustan y es impensable repetirlas o escribirlas o...; juntas o por separado.
Me puedo considerar una treintona adorable, femenina y sepsi a la que una chispa de humor siempre la sacará del apuro más terrible, una mujer que decidió convertirse en madre y que por ende, su vida social se redujo a -3 en la escala de la diversión, o bien, una mujer que sabe que tantas facetas pueden coexistir en armonía, con o sin su permiso. Y sin necesidad de ser etiquetada ni como "chica" -ejem- ni como cosmo.
Es como todo en el acontecer humano:"... una vez que lo aprendiste nunca se te olvida. Así son las cosas en la pista de la vida" "Bicicleta" Café Tacvba, "Revés/Yosoy", 1999.
A muy pocas féminas se les ha permitido que expresen abiertamente lo diestras que son en el Arte de Amar (*suspiro) y esa reflexión es suficiente para no ahondar (y ahogarnos, además) en ese tema que nos hará desgreñar a uno que otro puritano.
Pero ps como éste es mi blog y nadie me da un centavo para escribir a favor o en contra en tal o cual cosa, les platico brevemente un capítulo más de mi vidurria.
Muchas personas han conocido en primera persona mi obsesión con las revistas, periódicos y libros (entre otras cositas, pero que no vienen al caso) y los millones que la industria editorial ha ganado al tenerme como clienta frecuente.
Ni hablar de quién diablos fomentó, alentó y ha patrocinado mi vicio, pues un añito en terapia me ha enseñado a que debo dejar de culpar a mi santa madre por TODO lo que me ha pasado en la vida (¡ay, exageran de veras!) pero efectivamente, cuando de niña te compran libros "infantiles" tan ¿surrealistas? como el sombrio "La fiesta de Juan Calabaza", no se puede esperar mucho de una, mas que se le siga rindiéndo culto a lecturas tan diversas que van desde el suplemento de comics del Excélsior los domingos hasta si, la revista de mujeres liberales, liberadas y harrrto glamourousas, "la biblia" de toda chica que se respeta, la infalible revista "Cosmopólitan"... aplausos.
Hubo una época en la que prefería comer lechuga todos los días antes que dejar de adquirir "mi revista".
Cosmo fue, desde que aprendí a leer, una especie de lectura prohibida pues en aquellos lejanos años Ochenta, sus gráficos y contenidos se destacaban por presentar a las mujeres en una especie de revolución femenina en paños menores y a través del ejercicio sano de la vida sexual. Obvio, mi santa má no me dejaba a solas con semejantes lecturas que pudieran corromper a su querube, pero una se da sus mañas.
Así, desde temprana edad sentí curiosidad por todo lo que tenía que ver con ese específico universo femenino: chicas hermosas, de cierto nivel intelectual (en una época en la que mi máximo era ser secretaria -sin denostar a nadie, aclaro-.) con ropajes que sólo veía en Liverpool -porque mi mami era aún muy jóven para tales trapos- y una actitud de: "por un besito ni dos, a nadie castiga Dios. Un besito para John, Paul, George y quien se deje."
Cuando me tocó el turno de "crecer", ya mi mente se encontraba bastante perturbada y confundida, pues eran incompatibles todos mis intereses. Por un lado, quería ser una hippie desgraciada de vocho descapotable y huaraches marca Gucci (los famosos "guaraguchis"), pero por otro, quería ser esa poderosa afrodita que con lipstick rojo controlaba el universo.
En un evidente volado, ganó la chica cosmo por encima de la intelectual soñadora. Después de sellar un pacto con el diablo, me dediqué a llevar paso a paso todas las bonitas enseñanzas que emanaban de aquel libelo, que lo mismo hablaba de "Cómo llevártelo a la cama sin perder tu dulce cara" hasta "Cómo LOGRAR que te proponga matrimonio" (No bueno, recuerdo un titular buenísimo que rezaba: "Conviértete en su gatita sexual favorita"... ¡háganme el olvidado rechingado favor de siempre!)
Eran mis veintes, c'mon!
Después de unos cuantos años de serle fiel al estándar de la chica cosmo, comencé a darme cuenta que después de 24 números, las ideas se reciclaban y se publicaban sin vergüenza alguna. Nada cambiaba, los contenidos seguían siendo exáctamente los mismos: el "empoderamiento" de la mujer a través de la compra de accesorios tan caros, que francamente mis quincenas no alcanzaban ni para la mitad de lo que ahí se ofertaba. Sí, te enseñaban a coger, a modelar, a brillar y figurar en momentos clave, pero pues no era tan padre (ni tan rentable) dedicar palabras a lo que "sucedía después" y si las había, eran tan superficiales que hasta te avergonzaba que te cacharan en el Sanborns leyéndola de a grapa (una bonita costumbre, ¿qué les digo?)
Caí en el desencanto de que "La chica cosmo" sólo quería hacer de ti una mujer consumista que le valía una pura y dos con sal lo que te pasaba después de comprar los trapos que te recomendaba, de acostarte con "el bombón" que te ligabas casualmente en un bar, en "jueves de martinis".
Y bueno, la verdad es que después de tanta fiesta, una termina extrañando el sabor de la soledad y la paz mental.
Muy tarde comprendí que no debía apostar por nada ni nadie mas que por la que quien esto escribe. Ya para ese entonces, otras lecturas ocuparon mi tiempo y relegué a la chica cosmo que hubo en mi.
Lo cual no quiere decir que me convertí en la más mojigata de las mujeres a la que la palabras "hombre", "pene" y "satisfacción" la asustan y es impensable repetirlas o escribirlas o...; juntas o por separado.
Me puedo considerar una treintona adorable, femenina y sepsi a la que una chispa de humor siempre la sacará del apuro más terrible, una mujer que decidió convertirse en madre y que por ende, su vida social se redujo a -3 en la escala de la diversión, o bien, una mujer que sabe que tantas facetas pueden coexistir en armonía, con o sin su permiso. Y sin necesidad de ser etiquetada ni como "chica" -ejem- ni como cosmo.
Es como todo en el acontecer humano:"... una vez que lo aprendiste nunca se te olvida. Así son las cosas en la pista de la vida" "Bicicleta" Café Tacvba, "Revés/Yosoy", 1999.