Mi infancia fue... digamos... peculiar.
Qué sería de mi sin tanto optimismo documentado en memoria RAM, seguramente sería una persona bastante equis (bueeee, tal vez ¡YA soy una persona bastante equis!)
Gran parte del anecdotario se debe a que pertenezco a la familia Salazar. Tal vez para la mayoría de ustedes ésto no signifique cosa alguna, pero mis prim@s entenderán.
Nuestras respectivas madres (hermanas entre sí) herederas de una exquisita educación en el arte del "estate quieto" tal vez no estén de acuerdo en lo que a continuación despepitaré, pues no saldremos muy bien paradas y no me extrañaría que judiciales o el DIF se aposenten en la casa de alguna de nosotras.
Pero, inevitable como el traer dos orejas y menester como el usarlas es el que yo les platique a qué me refiero con ser una Salazar.
Cuando un bebé o niño pequeño se cae, ¿cual sería la reacción más natural? Pues creo yo que levantarlo, revisar si está herido y consolar su llanto inminente.
WRONG! En la Familia Salazar, al trancazo le sigue su consabido madrazo, aderezado de las siguientes frases: "¿Qué no viste la enorme coladera mal tapada?"
Si la escuela no era tu fuerte, la culpa jamás la tenía el sistema nacional de educación que forjaba mentes brillantes, nooooooo; la culpa la tenías tú "por ser tan burro".
¡Y cuidadito y lloraras con el regaño, porque te iba peor!
Con esto no quiero decir que nuestras queridas madres fueran peor que la Señora más mala del mundo, o que su instinto maternal fuese dictado por Herodes; amamos profundamente a nuestras mamis y las adoramos, respetamos y cuidamos. Y claro que son encantadoras y dulces y tiernas. Sólo es que resulta curiosísimo que ¡TODAS! reaccionen de la misma manera en idénticas circunstancias.
No, no, no, pero lo más curioso es que las hijas repetimos el mismo patrón sin querer queriendo.
Habremos sufrido uno que otro exabrupto en la infancia, pero tod@s estamos convencid@s de que ser Salazar, más que un apellido, es un estilo de vida.
(Sí, uno donde la "letra con sangre entra, pero siempre contarás conmigo, ¿qué no soy tu mamá?")
Muacks!, ¡besos a mi mami! (Quien por cierto, pasó su exámen profesional el martes pasado)
Jeje.
Qué sería de mi sin tanto optimismo documentado en memoria RAM, seguramente sería una persona bastante equis (bueeee, tal vez ¡YA soy una persona bastante equis!)
Gran parte del anecdotario se debe a que pertenezco a la familia Salazar. Tal vez para la mayoría de ustedes ésto no signifique cosa alguna, pero mis prim@s entenderán.
Nuestras respectivas madres (hermanas entre sí) herederas de una exquisita educación en el arte del "estate quieto" tal vez no estén de acuerdo en lo que a continuación despepitaré, pues no saldremos muy bien paradas y no me extrañaría que judiciales o el DIF se aposenten en la casa de alguna de nosotras.
Pero, inevitable como el traer dos orejas y menester como el usarlas es el que yo les platique a qué me refiero con ser una Salazar.
Cuando un bebé o niño pequeño se cae, ¿cual sería la reacción más natural? Pues creo yo que levantarlo, revisar si está herido y consolar su llanto inminente.
WRONG! En la Familia Salazar, al trancazo le sigue su consabido madrazo, aderezado de las siguientes frases: "¿Qué no viste la enorme coladera mal tapada?"
Si la escuela no era tu fuerte, la culpa jamás la tenía el sistema nacional de educación que forjaba mentes brillantes, nooooooo; la culpa la tenías tú "por ser tan burro".
¡Y cuidadito y lloraras con el regaño, porque te iba peor!
Con esto no quiero decir que nuestras queridas madres fueran peor que la Señora más mala del mundo, o que su instinto maternal fuese dictado por Herodes; amamos profundamente a nuestras mamis y las adoramos, respetamos y cuidamos. Y claro que son encantadoras y dulces y tiernas. Sólo es que resulta curiosísimo que ¡TODAS! reaccionen de la misma manera en idénticas circunstancias.
No, no, no, pero lo más curioso es que las hijas repetimos el mismo patrón sin querer queriendo.
Habremos sufrido uno que otro exabrupto en la infancia, pero tod@s estamos convencid@s de que ser Salazar, más que un apellido, es un estilo de vida.
(Sí, uno donde la "letra con sangre entra, pero siempre contarás conmigo, ¿qué no soy tu mamá?")
Muacks!, ¡besos a mi mami! (Quien por cierto, pasó su exámen profesional el martes pasado)
Jeje.
1 comentario:
Oiga nooooooooooooooooo mi Danita intente dejar esos patrones de conducta, no mas recuerde lo que usted sentia cuando su mami reaccionaba asi!
Danny Fdez
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