Estos días que regresé a la oficina han sido días de volver a adaptarse a una realidad que yo me resisto a llamarla "nueva", pero que en sí es diferente y que ya ha marcado sus cambios en todos nosotros. No se si aún haya alguien afuera que piense que todo es como siempre y que nada ha cambiado, para mi y mis ratitas maldosas ha sido todo un show de cambio, adaptación y resignación.
Las cosas que me sorprenden en positivo son por ejemplo mi gusto adquirido por hacer burbujas de jabón por las tardes; como si en esas delicadas esferas multicolores se fueran condensadas mis tristezas, esperanzas, pensamientos y deseos y partieran hacia cada destino que mentalmente le impongo. Si llego a casa y Alo no me pide que salgamos a lanzar burbujas, yo soy quien tiene que jalarla de la manga y urgirla a que deje el tedio del encierro y se una conmigo a esa diversión "pero poquito, mamá", me advierte. Seguro tiene mil cosas más interesantes que hacerle compañía a su filosófica madre, pero ¿qué quiere?, uno no escoge a sus padres ni a las mañas que éstos se carguen (no cierto, Evita u.u).
Por otro lado, mi muy puberto Matius da muestras de estarse amargando un poco antes de siquiera llegar a los 15 años, edad permitida para azotarse y tirarse al drama por cualquier cosa y considerarlo ya "una crisis juvenil" más que un "berrinche de niño chiquito" y lo observo volverse más irónico y sarcástico en su humor, cosa que en el fondo me gusta pero me preocupa enormemente que crezca pensando en que la vida no es sino un montón de circunstancias hiper cagadas, donde lo mejor que uno puede hacer es pitorrearse de ellas y dejar que el espíritu decaiga un poco, para luego rescatarlo con una frase ingeniosa y plasmarlo en un blog... ups.
Y en esa combinación de tedio e ironía, ambos chamacos me traen ya de bajada.
Por ejemplo, Mats sucumbió (¡por fin!) a la Pottermanía, se leyó los siete libros en mes y medio y luego adoctrinó a su hermana mediante las películas; al rato ya jugábamos dentro del mundo mágico de Harry y sus amigos lanzándonos hechizos para hacernos invisibles (buenísimo para meterme al baño a llorar, comer chocolate y revisar mis mensajes), creando pociones mágicas y escogiendo a nuestro personaje. Cuando yo dije que pedía ser Luna Lovegood, Alondra me contestó "no, tú eres nuestra elfina doméstica"... ¡zork!.
Y bueno, no hablemos de Mateo que como ya les adelanté, está pasando por una fase "chistosa" y obvio, su blanco favorito es su mamá.
Está bien; no puedo ni quiero ser tan rígida o educarlos en valores para un mundo que tal vez ya no esté para cuando regresen al exterior. Honestamente en este momento voy siguiendo mis instintos y también dejándome llevar por la corriente del Mediterráneo, mientras ellos cotorrean y se divierten, se pelean y se bufan al mismo tiempo. Tal vez esto es lo que tanto esperé y soñé cuando la familia se modificó: tener una identidad como familia, algo que nos identificara solo a los tres. Y quien sabe, igual y hablar de caca y sus colores primarios sea lo nuestro.
Disfruten a la familia que ustedes eligieron y déjense envolver por su atmósfera; también sean flexibles cuando lleguen miembros nuevos.
Feliz Viernes, casi normal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario