¿Somos lo que tenemos? Si no, ¿por qué lo tenemos? ¿Por qué escoger lo que tenemos? ¿Qué tenemos? ¿Podemos tener a "alguien" en vez de "algo"? ¿En realidad "algo" nos pertenece? Y si nos pertenece, ¿es algo o solo es un ente etéreo? ¿Es la idea o el concepto? ¿Es sustancia y materia o es unicamente la idea?
Yo no tengo tiempo para "esto" pero si lo tuviera, no lo sabría.
Mejor hablemos de "Muchachitas", melodrama juvenil de la década de los 90's, periodo en el que yo no era ni niña ni mujer. Es más, fue una época sumamente confusa de la que parece, aún no logro superar... pipipi.
Corría 1991, era más fea que un guiñapo, tenía dientes de conejo, usaba un peinado infame, iba en sexto año, en el "Yo no discrimino pero no aceptamos a cualquiera, gracias. Colegio Inglés Elízabeth Brock", el cual pagaba con mis calificaciones (y el dinero de las contribuciones de sus papás, queridos menos cinco lectores de siempre, porque estaba becada por la SEP) y a donde acudían compañeritos con mucha lana y cero pena para presumirla.
Mi mamá era estricta, mi papá medio ausente, mi casa era un depa sobre Avenida Insurgentes Centro y el edificio no era precisamente una belleza.
No teníamos carro, no había necesidad para ello puesto que vivíamos en el centro y el transporte público cubría todas las necesidades básicas de movilidad: se iba a la escuela, al super, a los scouts, al ballet y al mercado caminando; a Chapultepec, museos varios y al Liverpool del Zócalo en Metro y si necesitaba mi madre ir a CU, el camión pasaba exactamente frente a nuestra casa, lo mismo de ida que de vuelta. El trabajo de papá estaba en la Ciudadela y el de mamá, en el Metro Juanacatlán.
Así que pobre y fea me encontró el estreno nacional de la ya mencionada telenovela que cambiaría cánones en la manera de adoctrinar juventudes y que dejaría autoestimas y vidas destrozadas por no encajar con el modelo que proponía... nada que no conozcamos en nuestros días.
La trama (ahora que me doy el tiempo para analizarla) en realidad no era algo fuera de este mundo, pero supongo que para mi generación aquello supuso una ruptura entre las comedias pesadas de señoras encopetadas y sufridas y la necesidad de ver actrices jóvenes viviendo cosas de jóvenes. En teoría...
No tardó mucho mi salón en infestarse con el virus "Muchachitesco": de repente toooooodas las niñas (porque aún eramos niñas...¡estúpidas!) se sentían "Mónica" (La ricachona pero de buen corazón. Oye, no es su culpa haber nacido en cuna de oro, ¿ves?), "Isabel" (La amiga no tan rica pero lo suficientemente pudiente pa' poder ser amiga de "Mónica"), o "Leticia" (La buenona ambiciosa) pero nunca "Elena" (La pobre. Hasta en el intro de la novela la pone comiendo tacos al pastor y tepache ¡parada!, mientras las otras disfrutan manjares o una comida en una fonda aún más decente), que eran los personajes de dicho culebrón. Toooodas comenzaron a vestirse como ellas (vestidos de lycra en colores neón, bikers de colores con blusas en corte "peplum", jeans con blusas de manga gitana, bolsitas tipo "sachet" de cadena larga) y tooooodas se sentían en el cielo al repasar los capítulos y sacar conclusiones sobre quién era quién.
Sobra decir que a mi tales cuestiones ni me iban ni me venían: me aburrían las telenovelas, yo prefería ver caricaturas o jugar (todavía) a la Barbies con mi amiga Katia pero, no podía estar fuera de la realidad por mucho tiempo, tarde o temprano me alcanzaba y pues ni modo, paría chayotes para poder encajar.
En una de esas, las amigas con las que me juntaba también comenzaron a replicar el fenómeno juvenil y pronto nos vimos inmersas en el dilema kantiano de "¿quién es quien?" en la trama.
Y al parecer, encontraron una manera salomónica (y de la cual Adam Smith estaría orgullosísimo) para decidir los personajes: ¿quién de nosotras tiene mucho dinero y quién es la más pobre?
Adivinen qué personaje me tocó...
Con un cuestionamiento que empezó con un "¿Quién tiene carro?" y que terminó con un "¿Cuánto ganan tus papás?" mi autoestima quedó impactada y maltrecha sin siquiera ser conciente de ello.
Yo, que jamás le había dado un valor al dinero (solo sabía que servía para hacerme de dulces y para escuchar a mis papás discutir por la ausencia de él), de repente me encontraba doblemente relegada, primero por mi falta de interés en la moda juvenil y segundo, por mi estatus económico.
Y aunque me gustaría escribir que esa situación (la de la novela, porque la de vida...uhhhhhhh) duró bien poco, lo cierto es que esa marginación me acompañó por el resto de mis días en dicho Colegio.
Para todo, estuviéramos jugando o no a la novela, era considerada como "Elena", mis "amigas" realmente comenzaron a cuestionarse si era siquiera necesario el dirigirme la palabra y peor aún, llegó un momento en el que consideraron divertido dejarme de hablar. Fue...triste.
A los once años (o a cualquier edad) el rechazo está cabrón. Es triste que nada de lo que tú consideras valioso lo sea para los demás.
Y me dolía ver que mis papás en realidad se esforzaran por darme lo mejor de ellos y que nada de eso tuviera una réplica en el mundo escolar en el que me movía.
Mucho ballet, muchos scouts, muchos museos, mucha Feria del Libro, muchos conciertos de Tania Libertad... nada. Aquello no era tan impresionante como tener un carro, casa grande, viajes a Disneylandia y Nintendo.
No se qué me salvó de tirarme a un pozo, pero supongo que es algo que aún vive en mi ser y que no ha dejado que el mundo me haga añicos...
Escribo esto en un momento en el que el zapping de ayer hizo que me topara con el canal por donde pasan telenovelas viejas y casualmente transmitían "Muchachitas".
Me quedé viéndola un rato, lo suficiente para cuestionarme el cómo estoy educando a mis hijos, cómo los estoy preparando para la vida, qué les estoy dando económicamente hablando, qué aprendí de esa experiencia, y ¿saben de qué me di cuenta? jajaja, hasta me da risa: el mayor va a los scouts, a los dos los arrullé con Tania Libertad, la pasada Feria del Libro les compré muchos libros (¡y en francés!), Papita tal vez preferirá el fut al ballet...
Se que triunfé en la vida porque a pesar de conocer la diferencia entre tener y no tener, yo elegí el camino del Ser..
Por lo pronto, seguiré echándome mis tacos al pastor con tepache por siempre jamás.
Por lo pronto, seguiré echándome mis tacos al pastor con tepache por siempre jamás.
1 comentario:
Tuin emoshi!! Justamente esta semana en la noche (no recuerdo el dia y mucho menos la hora por andar haciendo Nitos) vi también Muchachitas y me acordé de la familia frutal.
Justo pasaba lo mismo acá el el venerable y religioso Colegio Margarita y sobra decir que el bullying no se hizo esperar. Era un colegio de niñas, y en el estaban la "crema y nata" de "la ciudad" (que en realidad era más nata que crema y más pueblo que ciudad). Niñas que aunque eran originarias de municipios aún más pequeños y que sus papás tenían infinitas influencias y palancas en gobierno, la econimia y demas tejes y manejes, no perdían oportunidad para presumir sus loncheras de Hello Kitty y diversos personajes de Sanrio, o de cualquier otra cosa que fuera traida directamente de McAllen, San Diego, etc... ¡Ah, pero debían años completos de colegiatura! Niñas que tenían como mayor meta en la vida, prepararse para entrar al Colegio Marista, donde no aprendían nada pero hacían todas las relaciones públicas y conectes posibles. Se ponían en el escaparate para conseguir marido pudiente y ser, como dice Lalo, "Señora bonita".
No, tampoco fue fácil lidiar con ese ambiente. Mientras la exigencia en casa era tener buenas calificaciones y aprender, la presión escolar era tremenda. Bueno, con todo y uniforme, las mejores alumnas eran aquellas que llevaban el moño blanco en la cabeza más grande posible.
Y uno entonces, decide que ese mundo no es el propio, ni las aspiraciones son parecidas, y lo que menos quería en ese entonces era casarme taaaaaaaan joven y con un "marido pudiente". Y a la fecha lo reconfirmo, esas niñas la mayoría ya son dejadas, con 3 o 4 hijos, son las más criticadas de la ciudad Cajeta... Su autoestima está por los suelos (dicho por ellas y yo me entero por un amigo en común con toda esa bola). Y prefiero contar anécdotas de cómo sufrí la carrera por no tener en casa el material suficiente, vamos, ni un intento de computadora, para sacar mis materias adelante, de cómo casi voy presa con mi grupo por allanamiento de morada con tal de terminar un examen, y darle un significado literal y orgulloso a la frase "Me costó sangre, sudor y lágrimas" y tener la satisfacción bien ganada por ello, a que sea conocida por pasarse la prepa y la universidad en blanco porque lo único que recuerden de mi son esas pláticas interesadas, o por estarme maquillando y peinando todo el día para poder encajar en la familia del futuro novio y ganarme una buena dote.
Al final, creo que esas carencias que tuvimos de niñas nos han hecho las mujeres luchonas que somos hoy. Sabemos que no todo es gratis, y lo que brilla dura muy poco. Que somos muy capaces, y que lo que disfrutamos hoy es fruto de muchos sacrificios y esfuerzos, pero es nuestro. Es mejor educar el Ser que el tener. Es mejor compartir nuestro gusto por esos intereses raros, que inculcar lo material. AL final, lo material no prevalece, pero las experiencias y lo que forma el corazón es lo que importa y lo que puede salvarnos de la locura.
*Ojalá no me haya perdido tanto al tratar de exponer mi idea, ya ves que siempre me pasa. jajaja (Creo que me explayo más aquí que en mi propio blog abandonado O.o)
Besos de chocolate, tuin!
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