viernes, 31 de julio de 2015

YO, YO, YO ME LE PELÉ A LA POLI ... (y no estoy nada orgullosa de eso)

Me orillaron a la orilla unos policías de la Secretaría de Seguridad Pública en plena colonia "nais".
No fue NADA agradable ser voceada por su altoparlante, hacer la maniobra de estacionarse en la -msí- orilla, bajar los vidrios (polarizados, muy mal yo) y pensar "¡bueno, y ahora qué ching*dos hice!". Las autoculpas, ya saben...
Mientras el policia Nachito se presentaba, pedía ver mis papeles (ay jóven, ¿de qué papeles me habla?) y se acomodaba sabrosamente sobre mi puerta mientras metía media humanidad por la ventana (¡nooo, tacos con cebolla no!), vi por el retrovisor la cara de shock de mi muy amado hijo Mateo... si había regresado bronceadito de su campamento, en esos momentos estaba blanco.
Con tranquilidad y torpeza me identifiqué, repasé mentalmente mis clases de Derecho Penal (¿por qué cuando alguien está en problemas recuerda lo menos útil?) y simplemente dejé que el poli cacareara...
Que si la verificación del segundo semestre, que dónde está la calcomanía, que por qué traía aún los sellos del corralón, que un coche es una responsabilidad...etc, etc, etc. 
Sí, don Poli, tiene usted TOOOODA la razón, una no debe dejar de checar esas cosas en su lista de "Por hacer". Sí, don Poli Nacho, usted se ve que es a todas luces un hombre responsable, nada más dígale a su compañero que se aleje con su rifle a otro lado, que aquí me está espantando al niño...
Y bueno, como mujer valiente que soy le dije que órale, que llamara a la grúa porque en ese momento me iba a bajar de mi carro y yo personalmente lo iba a enganchar para que lo arrastraran -again- al corralón. Que al fin y al cabo me falta que me roben la salpicadera derecha y así por fin pueda estar pareja y estética mi nave, por que: ¡qué son esas cosas de nada más robarse una de ellas!
Don Poli Nacho nomás no se activaba, me repetía que cómo nos íbamos a arreglar. Pero a arreglar de qué o qué; ¡ni que nos estuvieramos pinchis poniendo de acuerdo para ir a un baile, carajos!
Para esto, el Matius ya lloraba francamente a lágrima viva (maldíta sea mi maldíta costumbre de escuchar noticias como si fuera el Discovery Channel; maldíta sea este maldíto tiempo violento en el que no estoy dispuesta a cooperar con corruptelas). Y bueno, nomás no me decía nada en concreto y la neta, la neta, si quería que le soltara unos pesitos pues le iba a tocar bailar con la más fea y no precisamente porque se fuera a topar con mi intachable calidad moral (ejem, ejem) sino que no traía ni un decente billete de a cincuenta en la cartera (pero qué tal los libritos).
O sea, que si se llevaban mi nave, ellos tendrían que darnos aventón a la casa porque ni para el taxi...
Supongo que las lágrimas y gritos desesperados de mis hijitos (porque a esas alturas Alondrita también estaba cooperando con lo suyo; más de hambre y sueño que de total comunión con su hermano, pero llanto al fin) ablandaron -o desesperaron, ¡bienvenido a mi club, hermano!- al poli, el cual amablemente me pidió que me sacara para la ching*da, que "sólo porque sus hijos están llorando y porque ya va a llegar a su casa, ¿verdad, señora?, ándele pues." Y pues si, ni bien terminó de decir "...y si la vuelven a parar, dígale que el comandante Ignacio ya la atendió"... cuando yo ya estaba en mi casa.
Ah caray, ¿en verdad dijo "la atendió"?


*   *  *

Lecturas varias: ¿tuve suerte? Tal vez.
¿Me gustó lo que me sucedió? Para nada.
¿Mis hijos me salvaron el pellejo? Definitivamente.
Conclusión: Mom fails again.

Y así voy por la vida...




viernes, 24 de julio de 2015

LIMPIEZA DE VERANO

Pues si, ni modos que ahí no haya...
Marmota no se queja de que la mayoría de lo que hay en la casa sea mío (libros, películas, ropa, pelos en la rejilla de la regadera) PERO parece que la idea de que haya libros hasta en el baño no es precisamente de su agrado. Ash, ¿quién en su sano juicio (y en su sano colon) no se lleva una lecturita al baño? 
Desde "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha", pasando por "Juventud en Extasis" hasta el "Video Risa", todo es bueno para acompañar al ser humano al lugar donde se supone que debiese ir solo y ¡perdón! pero meter la Tablet para tal efecto es simplemente impensable. Solo piensen en que no está padre aventarse una película completa mientras la demás gente baila en una pata de tanto esperar su turno.
En fin, en fin... pues nada, en aras de procurar la felicidad doméstica me dispuse a desalojar -literalmete- mi ser del baño y pensando en que mi casa ya parecía nido de mapaches, me seguí con los libreros y mi escritorio... Debo confesar que ahora "entiendo" al Gobierno local y federal cuando se deciden a emprender obras de mejoramiento vial y empiezan tantito a escarbar, dejan la tierra durante meses, llegan las lluvias, todos caemos en los baches, demandamos, nos suben los impuestos para poder pagar los daños, nos dan largas para pagarnos, vuelven a subir impuestos pero ahora son para pagar las elecciones en las que nos prometen que van a mejorar nuestras vialidades y pagarnos los daños, votamos (porque no queda de otra), no arreglan un carajo y volvemos a caer en el mismo bache.
Así en mi casa, pero con libros y con la promesa de que si me compran más, entonces me desharé de algunos... (ajá).
Este gen de acumular está muy presente en mi y a pesar de que se su significado (el miedo a olvidar, a ser olvidada) a veces no puedo evitar que brote y se extienda cual verdolaga, haciendo que el popote del primer refresco que bebí con mi primer novio -formal- conviva con los boletos del primer concierto al que fui con Marmota y a la vez, con el primer diente de leche del Matius que el Ratón Pérez dejó en mi tocador... una orgía de recuerdos, cállense, ya se.
Por tal motivo y con todo el dolor tuve que ponerme seria conmigo misma y hacerme de tripas corazón para la cacería de recuerdos y su inevitable despedida; me armé de valor y saqué las ¡cajas! con cositas (souvenirs de la vida, les llamó yo) que representan ene mil momentos lindos, bellos, preciosos, etc, etc, etc, los miré por última vez y por fin les dije adiós.
Y como se que tales momentos inevitablemente están ligados a personas, en estos momentos pongo el inventario de tales efectos para que quien guste, pueda recoger su espíritu (porque los objetos están bien apertrechados en el camión de la basura de mi colonia...¡ay dios!, qué van a pensar de mi los señores de la basura!):
1.-Pedacito del disco "Aquamosh" que mi mamá me rompió en castigo por mi rebeldía adolescente.
2.-Acta de nacimiento de la tortuga que liberé en Tecolutla (Ay, "Almendrita", ojalá que sigas viva)
3.-Servilleta con el número teléfonico del guapo que me gustó en 1999
4.-Lista de útiles de kínder I, la primera lista de útiles del Matius (no se por qué carambas la guardaba)
5.- Cartas que juran amor eterno de A,B,C,D,E,F,G,H,I,J,K et al. (Sí, todavía las conservaba. Nop, no nos podemos ver para que puedan ser devueltas personalmente)
6.- Lápiz con el que una vez jugué gato con "X" mientras esperábamos el Pumabús.
7.- Boleto del metro con una dedicatoria muy amorosa de 2004
8.-CD's con música varia
9.-Peluches con nombres diversos
10.-tickets, servilletas, entradas de cine para películas que ya solo pasan por Golden.
Y mientras todo aquello se iba a la basura, me quedé pensando en lo difícil que era para mi desprenderme del pasado. Que prefería acumular en lugar de resolver el presente y meterle energía a lo verdaderamente importante. No es que aún guardara los mismos sentimientos hacia las personas con las que crecí y me desarrollé, más bien era el último recurso para aferrarme a tiempos felices, pero ¿saben? en realidad los tiempos felices solo son oasis en el largo camino que recorremos día a día, son un referente para que no desfallezca la esperanza y le demos la razón a Yuri con aquello de que "siempre vendrán tiempos mejores".
Yo sabía que en efecto, la he pasado muy bien en el pasado y que acumular tales recuerdos simplemente era por el miedo a que en el futuro no lo fuera a pasar igual de bien. Desprenderme de todos aquellos objetos solamente confirma la fe que tengo en mi presente, la maravillosa oportunidad que tengo de ser feliz y positiva con lo que a diario se me presenta y con las personas que cerca o lejos, están en mi vida.
Finalmente lo que importa es la experiencia adquirida y el compromiso de producir nuestra felicidad diariamente.
Los objetos a veces son el referente material del alcance de nuestras metas y otras veces son el testigo incómodo de nuestros fracasos o de lo que no pudo ser.

Que el Diógenes que vive dentro de cada uno se manifieste únicamente para acumular experiencias y no los haga aferrarse a lo material, porque en serio... los costales de basura son muy pesados para cargarlos toda la vida...

¡Feliz viernes, queriditos!




miércoles, 15 de julio de 2015

Viajar, Viajar: EloToño Best Day



Normalmente hablo de mi y de mi particular manera de enfrentar/dormirme/visualizar/fracasar/ en la vida, pero esta ocasión es para platicarles de mi primo Toñito, que a pesar de ser un señor de barba, casado y con hijito, sigue y seguirá siendo "Toñito" for ever and ever.

Pues resulta que Toñito  y su familia -Elo, su esposa y Toñito Jr. su hijito- son todos unos paseadores que lo mismo andan en Jojutla de Benítez que en Nueva York, así de internacionales, así de multiculturales...

Esta vez dejaron los Cancuns para irse a recorrer El Perú y nos dejan un video -padrísimo, por cierto- en el que narran sus aventuras.

Cuando lo vi, neta morí de envidia y no precisamente de la buena.

Ahora viene la parte en la que pido su apreciable ayuda para que lo vean, le den "me gusta" y entre todos, mis menos cinco lectores de siempre y yo, los mandemos muy lejos... quizá hasta Timbuctú.

Los quiero, feliz miércoles...

VIAJAR, VIAJAR...

Normalmente hablo de mi y de mi particular manera de enfrentar/dormirme/visualizar/fracasar/ en la vida, pero esta ocasión es para platicarles de mi primo Toñito, que a pesar de ser un señor de barba, casado y con hijito, sigue y seguirá siendo "Toñito" for ever and ever.
Pues resulta que Toñito  y su familia -Elo, su esposa y Toñito Jr. su hijito- son todos unos paseadores que lo mismo andan en Jojutla de Benítez que en Nueva York, así de internacionales, así de multiculturales...
Esta vez dejaron los Cancuns para irse a recorrer El Perú y nos dejan un video -padrísimo, por cierto- en el que narran sus aventuras.
Cuando lo vi, neta morí de envidia y no precisamente de la buena.
Ahora viene la parte en la que pido su apreciable ayuda para que lo vean, le den "me gusta" y entre todos, mis menos cinco lectores de siempre y yo, los mandemos muy lejos... quizá hasta Timbuctú.
Los quiero, feliz miércoles...
https://youtu.be/otb7aPf5Cus

viernes, 10 de julio de 2015

NO ES CULPA DE LA FELICIDAD

Cielos, tengo tiempo para escribir, no lo puedo creer ...oh-oh, olviden lo del tiempo: mis hijitos han tocado tierra y ya se escucha que despiertan. ¡CRAP!
Mientras comienza el ajetreo de cobertores en movimiento, piecitos corriendo y una batalla por mi atención entre un "mami, quiero avena"  y unos gu gus que seguramente han de significar "cámbiame el pañal", "dame teta", "méceme" y "déjame morder tu nariz" respectivamente, trataré de explicar cómo es que he vuelto al gimnasio (y el clamor general se une en un "¡ayyyyy, qué huevaaaaaa!")
Ok, ok, no platicaré de eso. Ya es bastante conocido que me cargo una panza horrible y que mi ánimo necesita a veces un empujón y por ello necesito ponerme en movimiento. Eso y que así puedo escuchar esas rolas que aún estando sola me daría pena escuchar ("mi chica virtual, mi chica sensual...").
Bueno, ya, ¡pongámonos serios!
Serios... seria... ser seria... "eres una niña muy seria... ¿estás enojada? ... uy, qué niña TAN seria"...
 ¡¿Qué le ha pasado a mi subconsciente que ha recordado esto?!, ¡¿quién ha despertado al monstruo?!
¡Oh!... (sollozo)
Cuando era chica, era una chica seria. O sea, seria-seria. De ese tipo de seriedad que con una mirada te pone quieto y te dice "a mi no me vengas con estupideces". Y tenía cinco años. O cuatro. No podían sacarme una sonrisa con tan solo acariciar mi mejilla y hablar con voz tipluda, no me reía fácilmente ante un cariño, una sonrisita, una pregunta amable... En serio, (osh) no recordaba nada de esto.
Si me siento a analizar mi vida (hueva mil en estos momentos en los que mis hijos lloran de hambre pues ni avena ni teta hay), podría descubrir por qué era tan seria, qué razón de ser tenía el que fuera tan hermética y en qué momento cambió aquello.
Si les preguntan a mis amigos, la mayoría diría que para nada soy así, que la sonrisa vive permanentemente en mis labios (sí, sueno a lunática pero básicamente así es) y que no hay momento alguno en el que yo actúe de manera seca y cerrada. Pero ¿saben qué?, debería.
A los treinta y cuatro años no es posible ser tan feliz, ¡bum, lo dije!
Acabo de darme cuenta lo culpable que me siento de ser tan feliz ¡bum, lo volví a decir!
Estoy pasando una etapa súper hermosa en mi vida ¡bum, again!
Y es por eso que no tengo tema esta semana, porque la desgracia vende pero la alegría apendeja y yo estoy muy alegre, ergo...
Platicaba con mi mamá una tarde de martes -entre un pozole y un café del Sanborns- que estaba viviendo un momento muy feliz de mi vida y que me daba miedo que aquello acabara, que algo llegara y empañara esa felicidad de película, que me diera cuenta que no era genuina y que tan solo era el precedente de una desgracia muy cabrona... todo eso entre chomp chomps y risas bobas por mi parte y una mirada baja y serena por parte de mi mamá. Y bueno, palabras más, palabras menos dijo: "Así es la vida, hijita, no puedes asegurar nada; solo puedes disfrutar cada momento".
¿Será que la niña seria que fui me hubiera dado aplomo para poder entender que la felicidad es y punto?
¿Fui seria por todas las circunstancias medio dolorosas de mi infancia y al liberarme de ellas al fin pude sonreir?
¿Necesito ir de nuevo al psiquiatra para que me ayude a darme cuenta que tengo permitido ser feliz?
¿Cómo dejo ir el sentimiento de culpa por tanta felicidad?
Pues son muchas preguntas y pocas respuestas en concreto. Por lo pronto lo único que se me ocurre para matizar tanta incoherencia (con el panorma actual) es una canción de Silvio Rodríguez y que de alguna manera da paz al sentimiento de culpa por ser feliz "Soy feliz, soy un hombre feliz y quiero que me perdonen por este día los muertos de mi felicidad..."

""Mamáaaaaaa...!"

¡Ok, ahí voy! (se esconde la felicidad por un momento)

viernes, 3 de julio de 2015

SOLO PALABRAS.

Una semana se iba a ver reducida a tres días en la vida y de repente, se juntó otra semana de manera tan grosera, como cuando lavas ropa negra y sorpresivamente al día siguiente vuelves a tener un tambache de ropa negra de nuevo, pero esta vez de mugre. No se, no me siento con ganas de explicarles esta metáfora de lavandería...
Es absurdamente extraño esto del tiempo, pero -bostezo- siempre es lo mismo conmigo y este espacio. Así que...don't.
El viernes pasado recreé mi pupila viendo "Steel Alice"...oh, perdón: "Still Alice" y fue una verdadera -pausa dramática- ¡epifanía!. Pero sinceramente lo fue hace una semana, estuve traumada como por cinco minutos con la idea de perder mis mejores atributos (y no me refiero a las chichis de canica que se me están haciendo gracias a la lactancia) sino a mis queridas memorias, recuerdos, conocimientos...al intelecto, pues.
Fue una cosa de sudor frío, básicamente. La sola idea de 1.- ser genial sin haber muerto en el intento pone la carne de gallina a cualquiera, pero el hecho de ser genial sólo en tu imaginación y que luego esa idea se borre de tu cabeza al parejo que se borran tus recuerdos, tu realidad...es como para chiflar y gritar "¡esquina, bajan!". Seriamente.
Amaneció, no escribí nada por congelarme ante el terror de que todo hubiese sido un sueño (y como no lo fue, pues simplemente me dediqué a ser mamá y a colgar la ropa en ganchos) y el sábado tuve la necesidad de sentirme intelectual, así que me amarré el rebozo y me lancé desde una despeñadero para caer en la sala número 1 del MUAC  donde dejé constancia de mi apoyo a la lactancia materna, a la ferberización, al libre albedrío y a alentar el progreso creativo del Matius que no dejaba de pegar estampitas en su mapa. Muy intelectual, lo se.
La muestra de Vicente Rojo hubiera sido un suculento bocado si hasta ese recinto de los dioses no hubiera llegado una noticia de nuestro más siniestro presente. Las cosas no funcionan tan bien en la constelación familiar pero... sinceramente eso ya me importa un carajo.
Marmota y yo apechugamos y disfrutamos de nuevo como novios los entusiastas intentos de nuestros hijos por evitar sustraernos de nuestra realidad con demandas de chicharrones, raspados y un filete de venado que el "Azul y Oro" prometía bastante bueno. Orita no, jóven, que solo vamos de paso (¿y quien no, dulzura?)
La idea de que esos momentos, hasta ese tiempo vividos, fueran a desaparecer seguía siendo una real posibilidad para mi. Mientras nos dirigíamos al cine me estaba imaginando entrando a una habitación llena de gente extraña y por supuesto desconocida y yo sonriendo estúpidamente, sin tener idea de nada... ay cielos, ¿no pudimos escoger mejor película que "Intensa Mente"? Marido, ¿qué no estás viendo la confusión pintada en mi cara? ¿acaso no luzco como toda una existencialista (con boina francesa y toda la cosa) mirando un punto fijo y pensando en que esta realidad es solo un espe...ok, sí, mis "Nachos" con todo y un Icee sabor uva/manzana...yupi, ya va a empezar...
Y todo este jaleo no es más que una cortina de humo para ocultar lo que en realidad me aterra en un plano más personal, más egoísta: la tal Alice comienza olvidando palabras. Palabras. ¡PALABRAS!... dios, las palabras son tan hermosas, tan parte de mi, tan yo, que la simple idea de perderlas, olvidarlas, no encontrarles un acomodo o una manera de moldearlas (como cuando juego con la play doh y desespero a Mateo con mis figuras sin sentido. Nunca un pene, obviamente) es muy sobrecogedora.
Yo se mis limitantes (o creo conocerlos) y no podría pretender siquiera que si llegara a olvidar palabras (mis palabras) el mundo sufriría una pérdida inconmesurable, pero a veces siento que si sigo colgando ropa o llevando mentalmente la cuenta de cuántas horas me faltan para que mis hijos duerman y entonces pueda venir a acariciar lentamente las sílabas, las yuxtaposiciones o las grafías, terminaré por volverme loca y mandar todo al diablo.
Ok... creo que a Alguien lo vino a visitar Alguien.
Muchas veces pasamos por alto las señales que nuestro inconsciente va dejando por ahí como miguitas de pan para que encontremos el camino de vuelta a nuestros anhelos o sueños. Si somos miopes, seguramente nos internaremos más y más en ese bosque de las cosas que no pedimos pero que ya no podemos eludir (como esa bendita hipoteca que...bueno) y si nos ponemos abusados terminaremos de vuelta al camino que nos trazamos y que sin querer (o por culpa del Alzheimer selectivo) olvidamos. 
Yo pienso que me hace falta dejar de comerme el pan y poner atención al camino. 
Por el bien de mis palabras y el mío. Y -of course-, el de ustedes, queridos menos cinco intensos lectores de siempre...

***

(¿Se aventó todo este rollo para justificar el hecho de no escribir la semana pasada? ¡Qué descaro!)