jueves, 8 de mayo de 2014

¡MADRES!

Está bien, no les echaré el rollo de siempre, ese que reza: "¡No manitos, figúrense que tenía la entrada perfeeeecta, el escrito perfeeeecto para el post de la semana pasada pero ps a) mi gato se lo comió. b) se cayó el sistema. c) me cayó Hacienda de sorpresa!" Pregonaré la verdad con la mayor serenidad de la que pueda ser capaz porque ustedes se lo han ganado, la neta. Ustedes y sólo ustedes (acuérdense que son menos cinco, tampoco es que se emocionen) han demostrado fidelidad y paciencia y eso amerita premio.
Por ello, aquí les vengo a ofrecer mi corazón en carne viva, poniéndome de a pechito para que, como dicen las madrecitas santas a las que estamos próximas a celebrar, "aprendan en cabeza ajena, no cometan los mismos errores que una"... 
Corre video teip:

Estaba un día la Danis... bobeando alegremente en la computadora cuando de repente topéme con la clásica evidencia que ninguna esposa puede soportar. Sí, neta. Ya saben cual. Aunque tampoco es que fuera taaaan evidente, lo cierto es que ello dañó mi autoestima por un lapso aproximado de una semana. La misma semana en la que duran los "Te juros".
Cuando una amanece sintiéndose menos amada que de costumbre, la pila baja. Tal vez en cerebros más sofisticados y/o desarrollados aquello no sea cosa común, pero para una chavita (ejem, ejeeeeeem) acostumbrada a mimos y a dormir entre algodones, ser la número dos en la escala de afectos de la pareja es... triste. Y miren, lo digo abiertamente y sin temor a la censura, pues se que el principal aliciente de situaciones comprometedoras en la vida conyugal es el secreto, el "que no se entere el presidente". Por eso y no por ardor (porque finalmente una también coopera y también omite) es que este post es amargosamente dulce...
Si, porque mientras yo lloraba por los rincones cual muñeca fea al más puro estilo de "Camelia la Texana", había un hombre al cual yo le importo por encima de cualquier otra mujer. Un hombre al que no le interesa si un día amanezco más pálida de lo habitual o si mi humor está para soportar simplezas. Este hombre piensa (por ahora) que soy la mujer más maravillosa del mundo y que no hay ni habrá (repito: por ahora) otra como yo.
Por supuesto me refiero al Matius, mi hijo adorado que sin esperar fidelidad o sinceridad, está del lado de su madre y se muere en la raya con ella.
Sin que derramemos lágrimas inútiles (afortunadamente ni me gustan las telenovelas) las mujeres que somos madres sabemos que no hay amor más sincero que el de un hijo. E incluso cuando la relación con los mismos está del cocol, ello significa cuán profundo debe ser la necesidad de ese amor en uno y otro por cuanto más profunda es la brecha que separa esos corazones.
Si bien es cierto que los primeros años son amores que tapizan hojas con sopa y bailan al ritmo de "los pollitos cantan pío, pío, pío...", no por ello son banales o condicionados.
Uno ama lo que es por lo que es. Punto.
No espera a cambiarte, lo que existe es lo que se ama por el hecho de ser. Y en cambio, a veces como padres y madres llegamos a pensar "Si tan solo se comiera las coles... Si tan solo le gustaran las matemáticas... Si tan solo fuera más güero..." O sea, ¡no mami, no!
Ahora comienzo a comprender en qué fallamos como adultos: esos altos estándares que fijamos en los demás esperando a que con ello suplan en NOSOTROS las carencias propias son la mierda con la que empezamos a pudrir nuestra felicidad.
Por ello es que, aprovechando la ocasión, pido a mis menos cinco lectores de siempre que hagan exámen de conciencia y se ubiquen en el espacio que les corresponda:
a) Si son padres o madres: Es preferible que antes de haber sido padre o madre, usted cuente con la certificación del Instituto Nacional de Psiquiatría que lo acredite como sujeto enteramente apto para ejercer la paternidad/maternidad responsable, ello con el fin de asegurar que no transmitirá a su prole miedos, culpas, rencores hacia sus progenitores (los suyos de usted), expectativas personales frustradas y ese gusto estúpido por cantantes que tiendan a "componer" canciones a los meros barones de estupefacientes. Así mismo, en dicha acreditación se especifica que usted se compromete a respetar la individualidad de su hijo, las manifestaciones que de ella deriven y su compromiso a defender a capa y espada la libertad de su crío, de tal forma que usted tiene la obligación moral de entregar a la sociedad a un ser humano apto para el engrandecimiento y progreso de la misma. De no ser así, será sancionado penalmente, sus calzones serán exhibidos en el asta bandera del zócalo capitalino y sufrirá el destierro.
b) Si aún no son padres o madres Favor de leer con detenimiento el párrafo anterior y no olvidar cargar sus condones siempre, pues ser padre o madre ES un trabajo al que se le debe dedicar la mayor seriedad y compromiso posible pues no se trata de echar chamacos al mundo nomás porque sí.
*Pausa para respirar...
Pues si, m'ijitos, así las cosas, ¿cómo ven? Tampoco es que yo haya quedado amargada, sorprendida, vilipendiada, vapuleada y maltratada de por vida. Ni tampoco es que ahí murió la flor y ahora ando soltera viviendo la vida loca (aunque lo consideré por un nanosegundo... perdón)
Una elije y espera con el corazón en la mano que esa elección sea la más inteligente. Y luego se percata del corazón y ¡chin, qué contradicción! 
Elijo sacudirme la tierra y sobarme el raspón. Seguir adelante amando como hasta ahora.
Solo que yo voy por delante, con un caballerito a mi lado y otro admirando mis pasos, agradecido de ese privilegio y esa nueva oportunidad.
Por su bien, que así sea.

Feliz diez de mayo. Amen a sus madres, amen a sus hijos... tal como son.

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