Como que les quedé a deber ayer, ¿no?
Es feo andar regando bilis por la vida, pero es más feo querer regar la bilis cuando ya ni vesícula se tiene.
Por eso me entró una especie de remordimento: yo, una treintona incorregible, haciendo berrinches de quinceañera por culpa de... en fin.
Por eso ahorita que se que no me estarán leyendo, pues tienen una vida mucho más excitante, escribiré unas cuantas líneas que tal vez no sean consumidas con singular alegría, pero que tal vez descarguen un poco mi cabecha antes de ir a dormir... sí, dije "a dormir", aunque sea sábado a las 10:00 p.m y parezca que en la Ciudad de México la fiesta nunca termina. ¡Pfff!
Ayer justo antes de irme al Tribunal me encontraba escogiendo los libros que leería en el Metro (otra de las ventajas de haber perdido la puta llave es que ya retomé mi ritmo de lectura habitual) y cayó en mis manos (que no en mi cabeza) un libro de Julieta Lujambio titulado "Mamá Sola, Un nuevo significado para la maternidad sin pareja". ¡Cámara!
Tal libro se lo pedí prestado a cierta tía que adoro y que por algún motivo lo tenía en su casa y la razón por la cual tenía cierta reserva para leerlo era porque sentía controlaba la situación, ¿no? Y bueno, la cosa es que ya iba siendo tiempo de que lo leyera y que de una vez por todas supiera qué carámbas hacer con el Matius cada vez que su papacito chulo tiene que salir de viaje una semana sí y otra también, dejándome el paquete de educar a un ser de luz con todo mi combo de debilidades y defectos que, por supuesto, ustedes conocen tan bien.
O sea, que sucumbí.
Pero ese no es el punto.
La cosa es que me daba un poco de oso el andarlo trayendo por los andenes y que toda la ciudad (sí, TODA) se estuviera enterando de que a Chucha Cuerera de repente le dió TERROR educar "sola" a su hijo (como si no fuera del dominio público que justamente ha sido así porque de repente Marmota y yo somos medio open mind)
Pues nada, que se me ocurre tapar la portada, lo que me obligó a buscar con qué diablos podía hacerlo de manera fácil y rápida.
¡Y que me acuerdo del "club de los fólders"!
¿Que qué es el "club de los fólders"? Jajaaaaay! mis papás me van a colgar en cuanto lean esto pero, han de saber que cuando yo era niña, mis apás tenían la costumbre de forrar los libros -¡con fólders!- cuyas portadas podían "perturbar" a la nena de sus ojos.
Y claro, a esa edad qué diablos iba a estar fijándome en lo que mis papás leían, si yo lo que quería era encerrarme en mi cuarto con mis libros de "La Pandilla Científica" o con "Mafalda" y no andarme perturbando con los libros de Harold Robbins o de Oscar de la Borbolla o sepa cual otro trajera una portada medio "acá" y con urgente necesidad de censurar.
Ya cuando me hice mayorcita y mis libros me quedaban cortos, comencé a husmear entre los libros de mis papás y entendí sus buenas intenciones: claro que era menester ocultar tamañas piernotas con liguero de "Nada es para tanto" de los ojos curiosones de Danita, pero tanto como para que yo aplicara el mismo criterio con mi libraco de mamá solita, había una generación de diferencia.
Así que me largué a trabajar con mi libro y ps ya, esperé a que se me pasara un poco la paranoia de que todo mundo se interesa por lo que leo/digo/hago y tan tán.
Pero ESE tampoco era el punto.
El punto de éste post es para contarles que muchas cosas no cambian (aunque uno jure, perjure y se rasgue las vestiduras por ello) y han de saber que justo hoy me volví a sentir en 1987.
Andábamos de metiches el Matius y yo en casa de mis papás, cuando mi Santa Madre tuvo a bien salir a tramitar su IFE.
Como líbrenos Dios de que mi madre maneje, se lleva también su librito para andarlo leyendo en el pesero ¿y qué librito cargaba la ilustre abogada sinioooooor? Nada más y nada menos que "Diablo guardián" de Xavier Velasco, con todo y su "impúdica" portada.
Mi mamá es súper pudorosa y bien educada en cuestiones de moral, lo cual no quiere decir que sea de mente cerrada, simplemente no le gusta andar aireando su intimidad a diestra y siniestra (y por lo mismo, se asombra de que su retoña ande despepitando la suya en éste blog de medio pelo), pero a pesar de su librepensamiento, hay cosas que le causan repelús, como es el hecho de traer ESTO a la vista de sus compañeros de transporte público
Así que el pobre libro estaba a punto de ser makeupeado, mejorado y censurado por las hábiles e industriosas manitas maternas y hoy recibió su shaineada con sendo fólder color crema, "pa que no cause erróneas impresiones"...
¡Ay dios! Hay cosas que no cambian, ¿verdad?
Es feo andar regando bilis por la vida, pero es más feo querer regar la bilis cuando ya ni vesícula se tiene.
Por eso me entró una especie de remordimento: yo, una treintona incorregible, haciendo berrinches de quinceañera por culpa de... en fin.
Por eso ahorita que se que no me estarán leyendo, pues tienen una vida mucho más excitante, escribiré unas cuantas líneas que tal vez no sean consumidas con singular alegría, pero que tal vez descarguen un poco mi cabecha antes de ir a dormir... sí, dije "a dormir", aunque sea sábado a las 10:00 p.m y parezca que en la Ciudad de México la fiesta nunca termina. ¡Pfff!
Ayer justo antes de irme al Tribunal me encontraba escogiendo los libros que leería en el Metro (otra de las ventajas de haber perdido la puta llave es que ya retomé mi ritmo de lectura habitual) y cayó en mis manos (que no en mi cabeza) un libro de Julieta Lujambio titulado "Mamá Sola, Un nuevo significado para la maternidad sin pareja". ¡Cámara!
Tal libro se lo pedí prestado a cierta tía que adoro y que por algún motivo lo tenía en su casa y la razón por la cual tenía cierta reserva para leerlo era porque sentía controlaba la situación, ¿no? Y bueno, la cosa es que ya iba siendo tiempo de que lo leyera y que de una vez por todas supiera qué carámbas hacer con el Matius cada vez que su papacito chulo tiene que salir de viaje una semana sí y otra también, dejándome el paquete de educar a un ser de luz con todo mi combo de debilidades y defectos que, por supuesto, ustedes conocen tan bien.
O sea, que sucumbí.
Pero ese no es el punto.
La cosa es que me daba un poco de oso el andarlo trayendo por los andenes y que toda la ciudad (sí, TODA) se estuviera enterando de que a Chucha Cuerera de repente le dió TERROR educar "sola" a su hijo (como si no fuera del dominio público que justamente ha sido así porque de repente Marmota y yo somos medio open mind)
Pues nada, que se me ocurre tapar la portada, lo que me obligó a buscar con qué diablos podía hacerlo de manera fácil y rápida.
¡Y que me acuerdo del "club de los fólders"!
¿Que qué es el "club de los fólders"? Jajaaaaay! mis papás me van a colgar en cuanto lean esto pero, han de saber que cuando yo era niña, mis apás tenían la costumbre de forrar los libros -¡con fólders!- cuyas portadas podían "perturbar" a la nena de sus ojos.
Y claro, a esa edad qué diablos iba a estar fijándome en lo que mis papás leían, si yo lo que quería era encerrarme en mi cuarto con mis libros de "La Pandilla Científica" o con "Mafalda" y no andarme perturbando con los libros de Harold Robbins o de Oscar de la Borbolla o sepa cual otro trajera una portada medio "acá" y con urgente necesidad de censurar.
Ya cuando me hice mayorcita y mis libros me quedaban cortos, comencé a husmear entre los libros de mis papás y entendí sus buenas intenciones: claro que era menester ocultar tamañas piernotas con liguero de "Nada es para tanto" de los ojos curiosones de Danita, pero tanto como para que yo aplicara el mismo criterio con mi libraco de mamá solita, había una generación de diferencia.
Así que me largué a trabajar con mi libro y ps ya, esperé a que se me pasara un poco la paranoia de que todo mundo se interesa por lo que leo/digo/hago y tan tán.
Pero ESE tampoco era el punto.
El punto de éste post es para contarles que muchas cosas no cambian (aunque uno jure, perjure y se rasgue las vestiduras por ello) y han de saber que justo hoy me volví a sentir en 1987.
Andábamos de metiches el Matius y yo en casa de mis papás, cuando mi Santa Madre tuvo a bien salir a tramitar su IFE.
Como líbrenos Dios de que mi madre maneje, se lleva también su librito para andarlo leyendo en el pesero ¿y qué librito cargaba la ilustre abogada sinioooooor? Nada más y nada menos que "Diablo guardián" de Xavier Velasco, con todo y su "impúdica" portada.
Mi mamá es súper pudorosa y bien educada en cuestiones de moral, lo cual no quiere decir que sea de mente cerrada, simplemente no le gusta andar aireando su intimidad a diestra y siniestra (y por lo mismo, se asombra de que su retoña ande despepitando la suya en éste blog de medio pelo), pero a pesar de su librepensamiento, hay cosas que le causan repelús, como es el hecho de traer ESTO a la vista de sus compañeros de transporte público
Así que el pobre libro estaba a punto de ser makeupeado, mejorado y censurado por las hábiles e industriosas manitas maternas y hoy recibió su shaineada con sendo fólder color crema, "pa que no cause erróneas impresiones"...
¡Ay dios! Hay cosas que no cambian, ¿verdad?
1 comentario:
Jjajajjajja gracias comadrita, desperté para darle a Matius su medicina de las 6 y me encontré con esto! Yuhuuuuu si q había quedado pendiente! Lo mejor de q estes leyendo tal libro será q me puedas decir si estaría bien q yo lo leyera, pues aunque a una no se le vaya el Mariado unos días si otros tambien pareciera q la crianza de los Matius dependiera sólo de las mamás! Tu q opinas? Daniela Fdez.
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