Sí, ya se. No me lo tienen que andar restregando en la cara, fíjense.
Se que mis menos cinco lectores de siempre andan de vacaciones de Semana Santa y carecen de la necesidad de disipar su modorra laboral de todos los viernes con La Gatería. ¿Que cómo lo se? Ah pues muy fácil, no me han estado enchinchando por el feisbuk ni por el tuiter con sus: "¿Ya va a salir La Gatería?, ¿A qué hora sale La Gatería?, ¿Por qué no has ido a escribir La Gatería?".
¡Ay, de veras!
Pero yoooooo tengo la culpa, yo y sólo Yo. Eso me pasa por malcriarlos y darles gusto, ¡cab... que no fueran!
En fin.
Pues qué les platico, que éste viernes quise creer que todos los habitantes de ésta Ciudat estaban abarrotando las casetas y balnearios aledaños y que no habría ni un alma para entrar en la exposición de Botero en Bellas Artes.
¡JA, qué naïve!
Aquella muchedumbre obediente era peor que la cola de las tortillas, la cola para la Conasupo y la de los aspirantes al exámen del Ceneval juntas. Era una grosería, una broma macabra que el destino -y específicamente diosito que todo lo ve y oye- me estaban jugando. No pues qué esperanzas de alcanzar a ver las colosales dimensiones de las pinturas del colombianito aquél (y no es que sea "sacatona" para las filas, pero mi vasta experiencia en ellas me ha enseñado a que no es lo mismo enfrentarlas sola, con un buen libro o con un novio de frescos y apetitosos labios que con un Mateo muy azucarado y con pila recién cargada)
Total que dije "pero ésto no se queda así; aunque sea entramos al Museo del Policía y nos culturizamos porque nos culturizamos". Y enfilamos nuestros pasos al Munal.
Allí la exposición de Arte Flamenco nos esperaba para mostrar lo que Rubens, Van Dyck y compañía pensaban de "La pasión de Cristo" antes de que Mel Gibson la pasara a perjudicar.
¿Qué les puedo yo decir? Como se los he platicado antes señores, el arte no es para entenderlo sino para sentirlo. Obedece a una necesidad de superación de espíritu, más que a una exigencia intelectual.
Así que lo único que puedo medianamente aconsejarles es que acudan a los museos y denles una oportunidad para que los sorprendan (y no me estoy refiriéndo a la sección del horror en el "Museo de Cera", eh?)
Al terminar el recorrido, como es natural, mi hijito ya pugnaba por realizar actividades que implicaran un poco más de quema de calorías, así que nos despedimos del edificio número ocho de la calle de Tacuba y emprendimos el regreso a casa. Antes, surtido de viandas en el Sanborns donde les recomiendo probar la tarta de limón.
Ok, dejaré de teclear necedades, al cabo que ustedes las leerán el lunes, cuando lleguen a sus destinos mientras yo estaré asoleándome con una "mimosa" en la mano en el destino pascuero por excelencia: Acapulpo.
Ciao!
Se que mis menos cinco lectores de siempre andan de vacaciones de Semana Santa y carecen de la necesidad de disipar su modorra laboral de todos los viernes con La Gatería. ¿Que cómo lo se? Ah pues muy fácil, no me han estado enchinchando por el feisbuk ni por el tuiter con sus: "¿Ya va a salir La Gatería?, ¿A qué hora sale La Gatería?, ¿Por qué no has ido a escribir La Gatería?".
¡Ay, de veras!
Pero yoooooo tengo la culpa, yo y sólo Yo. Eso me pasa por malcriarlos y darles gusto, ¡cab... que no fueran!
En fin.
Pues qué les platico, que éste viernes quise creer que todos los habitantes de ésta Ciudat estaban abarrotando las casetas y balnearios aledaños y que no habría ni un alma para entrar en la exposición de Botero en Bellas Artes.
¡JA, qué naïve!
Aquella muchedumbre obediente era peor que la cola de las tortillas, la cola para la Conasupo y la de los aspirantes al exámen del Ceneval juntas. Era una grosería, una broma macabra que el destino -y específicamente diosito que todo lo ve y oye- me estaban jugando. No pues qué esperanzas de alcanzar a ver las colosales dimensiones de las pinturas del colombianito aquél (y no es que sea "sacatona" para las filas, pero mi vasta experiencia en ellas me ha enseñado a que no es lo mismo enfrentarlas sola, con un buen libro o con un novio de frescos y apetitosos labios que con un Mateo muy azucarado y con pila recién cargada)
Total que dije "pero ésto no se queda así; aunque sea entramos al Museo del Policía y nos culturizamos porque nos culturizamos". Y enfilamos nuestros pasos al Munal.
Allí la exposición de Arte Flamenco nos esperaba para mostrar lo que Rubens, Van Dyck y compañía pensaban de "La pasión de Cristo" antes de que Mel Gibson la pasara a perjudicar.
¿Qué les puedo yo decir? Como se los he platicado antes señores, el arte no es para entenderlo sino para sentirlo. Obedece a una necesidad de superación de espíritu, más que a una exigencia intelectual.
Así que lo único que puedo medianamente aconsejarles es que acudan a los museos y denles una oportunidad para que los sorprendan (y no me estoy refiriéndo a la sección del horror en el "Museo de Cera", eh?)
Al terminar el recorrido, como es natural, mi hijito ya pugnaba por realizar actividades que implicaran un poco más de quema de calorías, así que nos despedimos del edificio número ocho de la calle de Tacuba y emprendimos el regreso a casa. Antes, surtido de viandas en el Sanborns donde les recomiendo probar la tarta de limón.
Ok, dejaré de teclear necedades, al cabo que ustedes las leerán el lunes, cuando lleguen a sus destinos mientras yo estaré asoleándome con una "mimosa" en la mano en el destino pascuero por excelencia: Acapulpo.
Ciao!
2 comentarios:
AUCHHHHH...DEBO CONFESAR QUE NO VOY A UN MUSEO EN AÑOS.... ESO DEL ARTE NO MAS NO ME JALA..... PROMETO HACER UN ESFUERZO PERO CON EL MATIUS II Y TODAS LAS COSAS QUE DEBO REALIZAR SERA DIFICIL...OK,OK LO INTENTARE, EL MUSEO DEL NIÑO TAMBIÉN VALE?
TE KELLOU!
DANNY FDEZ.
Dana!
Hace chorromil Gaterías que no te leo xD
Eso me pasa por dejar el ciber, verdad? jajajajajaja
Estuvo genial tu gatería de hoy! (bueno, de viernes santo)n_n
me pondré al día con tu Diario cibernético.
Me encanta tu manera de escribir, tan sosa y fluida al mismo tiempo.
Dulce mayo! jajajaja!
Vafta
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