Anoche acudí al cine para ver "Midnight in Paris", lo cual era perfecto debido al intenso día vivido con mi hijito. Como que hacía falta hacer algo más "de adultos" para no pensar que mi vida es un perpétuo "Mundo de Kolitas" mezclado con (aquí ponga el chow infantil que mejor recuerde).
Y bueno, aquello prometía. Sentada cómodamente en un sillón muy mullidito, provista de viandas varias y bebestibles apetitosos (ok, ok... mis nachos de siempre con mi sempiterna cocacola) me dispuse a que Allen me sorprendiera una vez más.
Y lo hizo. Y de qué forma.
Empezar una película que sugiere un lugar geográfico real sin algo más que la música e imágenes de dicho sitio, es poco menos que un cliché. Pero con Woody Allen todo es un eterno cliché que sin empacho, cae re bien. En dicha cinta, las imágenes de París a distintas horas del día son algo que no me esperaba, me sorprendieron gratamente, es más, confieso que me hicieron llorar.
¿Por qué lloro cuando evoco a París?
No se, por ningún otro lugar siento lo mismo que por la muy popular capital francesa.
Debe ser que desde chica, al estudiar ballet, sin querer queriendo se me fue metiendo un efluvio francés en la música, al ejecutar los jetés, sautes y demás. Lo cual se agravó al quedar en el único grupo de la secu que estudiaba francés y por consiguiente, soportar el zezeo y el mal humor de los profes de french en la prepa.
La estocada final vino cuando Tonny Giralt me conquistó a fuerza de comentarios ingeniosos en dicho idioma (y de los cuales nunca me recuperé, eh Tonny?) en mi página del myspace (hace tantísimos ayeres...)
Pues ya, total que la peli es sostenida con los numerosos gags woodyallenianos de siempre. Sólo que ahora el chico tímido y tartamudo ya no es el propio Allen, sino aquellos actores que en casting han imitado mejos su dubitativo actuar y su tartamudeo nervioso que es trademark del universo allenesco.
Se que los críticos puristas odiarán mi reseña, puesto que no he dicho que sale la primera dama de Francia (pésima, por cierto) ni que Rachel McAdams está perfecta en su interpretación de "regular american girl" y terminas detestándola por su falta de mmmm, digámoslo así: charm.
Ni hablar de Marion Cotillard, actriz a la que nunca termino de agarrarle la onda. No puedo decidir si es terriblemente bella, si sólo es simpática, si de repente habla como boba o si simplemente es fabulosa.
Pero la historia...
Qué banquete inesperado de historia y de literatura americana. Curiosamente la historia es muy parecida al cuento The Kugelmass Episode donde el profesor Kugelmass viaja a la novela con ayuda de un armario mágico. Aquí, en vez de mueble, es un auto antiguo quien transporta al protagonista a una fiesta interminable en París de los años veintes.
Desfile de Hemingway, Picasso, Gertrude Stein, Luis Buñuel, Man Ray, Dalí, los Fitzgerald y Cole Porter, exaltando aún más el misterio de la Ciudad Luz al mezclar el presente con el pasado.
La verdad es que más que encantada he quedado con esta película. Aprendí que la nostalgia -tan usual en mi- es una negación del presente.
Y con aquella afirmación, por el día de hoy andaré muy derechita.
P.D. La Gatería felicita calurosamente a menos una de sus menos cinco lectores... Naucy.
(¿Ya puedo pasar por mi cheque?)
Y bueno, aquello prometía. Sentada cómodamente en un sillón muy mullidito, provista de viandas varias y bebestibles apetitosos (ok, ok... mis nachos de siempre con mi sempiterna cocacola) me dispuse a que Allen me sorprendiera una vez más.
Y lo hizo. Y de qué forma.
Empezar una película que sugiere un lugar geográfico real sin algo más que la música e imágenes de dicho sitio, es poco menos que un cliché. Pero con Woody Allen todo es un eterno cliché que sin empacho, cae re bien. En dicha cinta, las imágenes de París a distintas horas del día son algo que no me esperaba, me sorprendieron gratamente, es más, confieso que me hicieron llorar.
¿Por qué lloro cuando evoco a París?
No se, por ningún otro lugar siento lo mismo que por la muy popular capital francesa.
Debe ser que desde chica, al estudiar ballet, sin querer queriendo se me fue metiendo un efluvio francés en la música, al ejecutar los jetés, sautes y demás. Lo cual se agravó al quedar en el único grupo de la secu que estudiaba francés y por consiguiente, soportar el zezeo y el mal humor de los profes de french en la prepa.
La estocada final vino cuando Tonny Giralt me conquistó a fuerza de comentarios ingeniosos en dicho idioma (y de los cuales nunca me recuperé, eh Tonny?) en mi página del myspace (hace tantísimos ayeres...)
Pues ya, total que la peli es sostenida con los numerosos gags woodyallenianos de siempre. Sólo que ahora el chico tímido y tartamudo ya no es el propio Allen, sino aquellos actores que en casting han imitado mejos su dubitativo actuar y su tartamudeo nervioso que es trademark del universo allenesco.
Se que los críticos puristas odiarán mi reseña, puesto que no he dicho que sale la primera dama de Francia (pésima, por cierto) ni que Rachel McAdams está perfecta en su interpretación de "regular american girl" y terminas detestándola por su falta de mmmm, digámoslo así: charm.
Ni hablar de Marion Cotillard, actriz a la que nunca termino de agarrarle la onda. No puedo decidir si es terriblemente bella, si sólo es simpática, si de repente habla como boba o si simplemente es fabulosa.
Pero la historia...
Qué banquete inesperado de historia y de literatura americana. Curiosamente la historia es muy parecida al cuento The Kugelmass Episode donde el profesor Kugelmass viaja a la novela con ayuda de un armario mágico. Aquí, en vez de mueble, es un auto antiguo quien transporta al protagonista a una fiesta interminable en París de los años veintes.
Desfile de Hemingway, Picasso, Gertrude Stein, Luis Buñuel, Man Ray, Dalí, los Fitzgerald y Cole Porter, exaltando aún más el misterio de la Ciudad Luz al mezclar el presente con el pasado.
La verdad es que más que encantada he quedado con esta película. Aprendí que la nostalgia -tan usual en mi- es una negación del presente.
Y con aquella afirmación, por el día de hoy andaré muy derechita.
P.D. La Gatería felicita calurosamente a menos una de sus menos cinco lectores... Naucy.
(¿Ya puedo pasar por mi cheque?)
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